lunes, 6 de octubre de 2014

"Los delitos del cuerpo" de Samantha Barendson - Paolo Astorga

Los delitos del cuerpo





Los delitos del cuerpo
Samantha Barendson
Chistophe Chomant Éditeur - Francia, 2011

Los delitos del cuerpo (Chistophe Chomant Éditeur - Francia, 2011) de Samantha Barendson (Vilanova i la Geltru – España, 1976), es un intenso libro de poesía bilingüe (español – francés) y donde todo discurso poético se configura alrededor de la ausencia. La ausencia es siempre la maestra de poesía, el motor que nos permite la reflexión, contemplar la verdadera trascendencia de lo amado, de lo que fue amado. Pero es la ausencia lo que importa, la herramienta para tentar lo imposible, para hacer la ficción erótica de las palabras que emanan de los labios que encuentran en su desesperación, en su soledad, el placer de la melancolía. La poeta ha volcado la necesidad de lo deseado como una voluntad por el arte poético de la construcción de las reminiscencias de placer, pero además en esa absoluta memoria e idealización, se estrella contra la realidad, contra la noche, contra un fantasma tan suyo, que solo queda la escritura enfrentando la existencia, el amor después del amor intentando un retorcimiento mágico para reafirmarse, eternizarse en los instantes más intensos del desasosiego.

Te busco
en los pliegues
de un hombre
que no eres tú

En axilas y deseos
ajenos e hijos
de la otredad

Te busco
en las curvas
de hombres
esculpidos por mí

Y no estás


Como observamos, el cuerpo es un flujo, una cúspide y una caída. El cuerpo es un ente para la comunión, para la exploración, para el desarraigo y la rebeldía. El cuerpo es el amante y su vitalidad, el movimiento extático que siempre cambia con las búsquedas y el experimentar hasta que el tiempo lo permita, hasta que el tiempo sea la decadencia de los amantes que ya no recuerdan el nombre de sus ruinas. El cuerpo es geografía del disfrute, pero antes que nada, un recuerdo que invade el corazón.

En la (ti)niebla
tus brazos llenos de lluvia
se evaporan
bajo el sol ardiente
de mi primavera

En la tormenta
el fragor de tus besos
afloja
aunque yo resista
mi corazón armado

El libro nos muestra una necesidad por el encuentro, por la fusión que parte de lo carnal, pero que trasciende el mero sentimiento de pertenencia, el acto animal de la cópula. El cuerpo nuevamente es el escenario central, sin embargo, el acto amoroso es siempre una posibilidad de unión para el disfrute más humano, más cercano a la vida. El verdadero ser amado, aunque lejano, distante y nebuloso, es en la añoranza una fantasía real. Veamos este poema como ejemplo de la necesidad de lo corpóreo para construir la unidad de la comunicación extracorpórea:

Hice el amor
con otro
pensando en ti
mientras hacías el amor
con otra
quizás
pensando en mí

Tenemos que esperar
a que todos se duerman
para permitir que los besos
crucen las montañas

Clavaste tus espinas
debajo de mi piel
abrojos de dulzura
atándome a tu ser

Gritamos en la noche
para que la voz alcance
noctámbulos aullidos
quebrando la pared

Hice el amor
anoche
Nadando en ti
mientras hacías el amor
muy lento
fugaz
gozando en mí

Como vemos, la voz poética nos presenta una estructura definida: El amado es siempre parte de la palabra, es la palabra que se enfrenta a los recuerdos, que los constituye y se hacen patentes en goce y excitación. Sin embargo, este amor es virtualizado, secundado por una vacuidad. El vacío y la soledad pueblan todo el libro y lo sostienen. El delito más grande es el deseo del poseer, de experimentar y eternizarse o fundirse en un solo cuerpo, pensamiento y latido. Pues el amor ya no es amor, sino melancolía de un encuentro que ya pasó, pero que deja sus cenizas aún ardientes en la memoria. Por eso la poeta se entrega sin tregua a ese delito, a ese gran delito de querer ser poseída y poseer en el símbolo eternizado de un simple abrazo:

Cuando la piel tensa
como herida
cuando el ansia la sed
de tu cuerpo ajeno

Cuando la necesidad
de aquellas manos
como bálsamo de afección
y el ardor como única respuesta

Cuando el hilo del deseo
me dobla en dos
en medio de la noche
en medio de la cama
y en medio de la vida

Necesito entonces
tu abrazo

En suma, Los delitos del cuerpo es un libro que con honestidad y sin aspavientos nos canta de una pasión y de una muerte en el desconcierto. Los delitos del cuerpo, no son delitos, es olvido en cuotas de dolor, en gozoso claroscuro entre el placer y la frustración. El viaje poético es sin duda la necesidad, el anhelo por reconstruirse, por ordenar el caos del placer. El amor como sustancia inacabable e indefinible caricia o puñalada que al final solo nos deja con un puñado de hermosos recuerdos y la sospechosa satisfacción de lo nunca logrado:

He quedado sólo el vacío

¿Con qué lo he de llenar?

Estrellas pájaros noches
paseos libros y mar
luces azar alcoholes
música Chopin y Bach
lechos y camas amores
cuerpos de hombres y carnes
y luego
oscuridad

¿Y tú?


Paolo Astorga


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