domingo, 26 de julio de 2015

"Levitaciones: Delirios del ánima" de Edwin Fi - Paolo Astorga

Levitaciones: Delirios del ánima


Levitaciones: Delirios del ánima
Edwin Fi
(Verde Blanco Ediciones, 2014)


“El poeta dota de vida a todo lo amado y lo anima, les da voluntad y significado. El poemario, constituido por una serie de poemas cortos, es un contemplar profundo desde la visión del que desea, del que intenta la fusión y la excitación de los sentidos.


Escrito por: Paolo Astorga

Levitaciones: Delirios del ánima  (Verde Blanco Ediciones, 2014) del poeta Edwin Fi (Moca, Puerto Rico 1990) son un conjunto de poemas donde el erotismo como tema central es magia, es ritual que construye el mundo y la vitalidad de la existencia. El poeta dota de vida a todo lo amado y lo anima, les da voluntad y significado. El poemario, constituido por una serie de poemas cortos, es un contemplar profundo desde la visión del que desea, del que intenta la fusión y la excitación de los sentidos.

Por otro lado, el cuerpo es el gran protagonista de este libro. Es el signo de los subjetivo del elegir, de la acción. El cuerpo es siempre una posibilidad creadora, es una manifestación de vitalidad. La poesía de Edwin entiende que las imágenes no son simples artilugios del lenguaje, sino las necesarias llaves para desnudar el orden y desatar el tan anhelado caos placentero. Por eso el poeta nos dice:

Detrás de los cuerpos
se engendran los manifiestos,
se acobardan las mentiras,
se afilan los cuchillos,
se concentra el placer.

El placer es suspenso, es detener la eternidad en un atómico instante. El placer no es movimiento, sino gesto. La manifestación del darse todo, del despliegue. El poeta lo sabe por ello construye un universo donde el dolor y la fascinación son íconos de un mismo ser: el hombre que sigue su travesía vehemente hasta la explosión de un absoluto:

Gritaré lo que pienso de ti
dentro de una botella de vino,
la reventaré contra la pared
como un cóctel molotov.

Aunque la violencia y el dolor acrecientan el deseo de la satisfacción, es el amor un signo patente en el libro. El amor siempre se manifiesta como cuerpo o naturaleza, como partícula de Dios. El creador es partícipe de los deseos del amante y por ello partícipe de la soledad, de la melancolía. No obstante, la intimidad, el cuerpo mostrado como sugerencia de imágenes, como metáfora de vida y absoluto don, nos ofrece un mensaje certero: El amor siempre es:

La sinceridad,
ese temible monstruo canallesco
que nos atormenta

El poeta amplía sus visiones ofreciéndonos una vasta metáfora de la vida, de la existencia. Nuevamente el vacío y la confrontación con nuestros egos; la angustia por poseer o mantener, nos convierte en seres que se reducen a meras máquinas, “en marcas registradas” que son copias exactas de otras copias exactas que a su vez son copias de las copias exactas que son, finalmente, una grandiosa masa de nada. Por eso el poeta desnuda el principio de toda irracionalidad: Al yo, que busca siempre cerrar los ojos y abrir las apariencias para multiplicarse en los espejos del egoísmo:

ARCHINARCISO

No me gusta mirarme
en los espejos,
ni en las translúcidas aguas
porque me imitan;
me multiplican.

A la mitad del libro notamos un giro: La presencia de una certera crítica a la hipocresía y a la soberbia de nuestra incapacidad para ser otro. La muerte cada vez más poderosa y sensual es protagonista, pero también lo es la corrupción moral del hombre que ha perdido su identidad, su tendencia humana, su espíritu creador:

Aparece la muerte
en el espejo veteado
como olvidado presagio
con su perfume de rosa.

Pero el poeta no se reconforta con mostrarnos sus desmoronamientos, muy por el contrario, hay un profundo rasgo de vitalidad en estas letras. La levitación es un multiplicarse, un tentar a lo imposible: La muerte de la muerte:

Ven Muerte, arrímate a mis brazos.
No seas una niña remilgada.
Ven acurrúcate y descansa,
ya has jugado bastante.

¿Y entonces que queda al final? El viaje termina siempre en el misterio del lenguaje, en ese irremediable acertijo de la vida: Incertidumbre que nos permite seguir brillando la belleza de la inconformidad. La palabra poética es, nuevamente, la traidora sensual que nos conmueve, que nos paga con posibilidad, con fantasía, con el poder de hacer de nuestros gestos un universo de bolsillo y además, la vida, la vida que comprueba su aspecto más importante: La expresión en el caos.

En suma, Levitaciones: Delirios del ánima, es un libro sincero e intenso, donde las imágenes que giran entre el amor corporal y la sordidez del tiempo y el olvido, constituyen un acto heroico, allí donde las palabras posibilitan el transporte de la vida misma, allí donde los delirios son signos de la vida bajo presión Edwin Fi demuestra con valentía y diestro manejo del lenguaje que el mundo es siempre una eterna lucha dual de nuestro lado salvaje y el deseo por ser eternos. 

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