domingo, 29 de diciembre de 2013

"8 Días" de Luis Eduardo Ayala Pérez - Paolo Astorga


8 Días
Luis Eduardo Ayala Pérez
Imprenta Multiservicios “J&C”, 2012



8 días del poeta ayacuchano Luis Eduardo Ayala Pérez (Ayacucho – Perú, 1987) nos muestra a través de una reducida serie de poemas el tema de la cotidianidad que desnuda una realidad desilusionada. El desencanto como centro se mezcla con la naturaleza de las cosas que creemos poseer en apariencia, pero que a la larga solo acrecientan nuestros vacíos, nuestros fútiles deseos. El cariz ontológico de sus poemas afirma la automatización del ser como un escape ante su finitud porque

La simetría de la vida es un ritmo forzado en cadenas perpetuas
aunque nada es eterno.
Un día mi realidad será una tal vez, o tal vez lágrimas y seré
ceniza incinerada
¿Café?
¿Té?
¿Whisky?
…O solo importa poco vestirse de negro otro día más.

Como observamos el poeta reconoce su tedio o spleen como una irremediable carga que se acumula como los días. El hastío la condición del cuerpo en sus desmoronamientos, pero a pesar de esta estancia donde lo absurdo y lo insignificante son dictaduras, hay una voluntad de lucha y constante reconstrucción a pesar de que todo es ilusorio y efímero.

En mi mente estalla la impresión de que el día es gris
de que el día es gris, de que el día es gris.

Y me da la impresión de reír
y me da las ganas de correr
y me dan la idea loca que iré a llover

(…)

Pero cuando no haya más que pensar
-cuando no haya más que pensar-
no sabré qué hacer
y cuando deje de correr
querré aventar piedras que no dejan de gritar.
y el día es gris…

El poeta se sabe melancólico y derrotado, sin embargo es en esa derrota donde apela a su necesidad por expresarse, por decir su dolor. Sabe que su discurso es antitético y solo un momentáneo paliativo, no obstante hay siempre una búsqueda consciente por construirse una identidad imperecedera que a su vez consolide ese placer de saberse vivo a pesar de lo absurdo, porque el poeta desea mantenerse en la vitalidad del que está descubriendo el peso de sus ideas, el acuchillar de sus propios pensamientos ante la vastedad de la realidad que lo reduce a una infinitesimal molécula viva; el poeta sabe que es inevitable ese  acercamiento con su nada hacia la muerte por eso sus deseos lo mueven a preservarse, por ello en el poema 7 “Ansias escasas” leemos:

Deposito dentro de este pecho
la cruz marchita de mis años
los recuerdos vagos
con la mirada que guardo
en mis ojos de gallo.
Y frente a los ojos augustos del Juez
deposito este letargo de sonámbulo,
como una flor de domingos
e inviernos hermanos…


Ese “depositar”, ese darse a las cosas y a la naturaleza hacen que el poeta se eternice en esa vastedad universal. Es por ello que más adelante el poeta como mostrándonos su ímpetu y su abandono nos confiesa:

A veces me gustaría salir a gritar
como río ácido,
aguardar
la aurora del ocaso.
Mas las estrellas son inmensas,
el desierto tan eterno,
el mar excesivamente delirante
que al ver sus olas bravas
caigo espantado.

Es el miedo, el espanto ante la totalidad, es allí donde nos reconocemos como una simple contingencia, como una casualidad que en su imperfecta agonía existe y se confiesa rebelde, pues no se rinde ante el terror del mundo, sino que en ese temor, desea, aún desea y la vida le acrecienta.

Por otro lado y a pesar de sus dilucidaciones ante su existencia, el poeta experimenta de forma constante la soledad como un estado intensificador del abandono que permite al ser apropiarse de las cosas y hacerlas poesía. El poeta lucha contra aquello que no le permite seguir su flujo: la inanición. El ser amado es un pretexto para contemplar su existencia como una mera tentación hacia el fracaso que sin embargo deja siempre su hálito de fragmentada satisfacción:

Defendí tu boca de mis besos,
a tu espalda de mis manos.
Defendí a tus piernas de mis ojos
y a tus ojos de mis caricias.

Te defendí de finar mis versos
crucificando como impuestos
mis negaciones,
y terminé por aceptar que hay
miltequieros
en mis dedos y en tus canciones.

… Ahora camino por ahí –aún sin ti-
hipotecando noches de luna
(como estas de octubre)
Para poder edificarme un corazón.

Como vemos, el poeta siempre quiere SER, quiere lograr la totalidad en el objeto amado, pero sabe que a pesar de la lucha constante, la derrota es una valla insorteable. Por eso el amor no es la función de la entrega, sino la construcción de una identidad. El poeta no quiere amar en otro, sino construirse con la otra “soledad” amada. Quiere aceptar la pureza melosa de esos “miltequieros” e intentar hacerlos realidad concreta que cual falso alquimista, sabe que es una quimera nada más.

Por último un símbolo reiterativo en este breve poemario es la excrecencia que significa el asco existencial donde el hombre es configurado como imagen magnánima del mundo en contraposición con la insignificancia de sus restos o la antítesis entre el endiosamiento y la descomposición; dualidades que se alternan y dan al discurso un tono profundamente existencial. Por otro lado esta “mierda” simbólica es también el producto del mundo, el residuo del accionar humano en su absurda mitificación. Esta imagen de desecho es sin duda una constante en el hombre que ha visto en su realidad el vaho de su pesimismo.

En suma este poemario nos deja con un sabor existencial y a la vez con una posibilidad: el hombre que quiere, que desea, pero que se reconoce imperfecto, pero con una vitalidad que a pesar de estar presa de su nada, de la casualidad, de la inercia de la muerte por la muerte aún puede construir (o reconstruir) el mundo en ocho días hasta acariciar, si quiera por un instante, la ardiente eternidad de la realidad que acaricia furiosa nuestros ojos, la sinceridad de un prospecto de cadáver.

Me escondía
y perdía en mi propio laberinto,
hasta que vino un día alguien y me dijo:
sé sincero contigo mismo.

…Desperté de nuevo
en este cuerpo –el que creí muerto-.
Tomé un lápiz y una hoja
Y empecé a escribir mi testamento.





Paolo Astorga

"Mundo Cero" de Lynette Mabel Pérez Villanueva - Paolo Astorga


Mundo Cero
Lynette Mabel Pérez Villanueva
Edición de autor, 2013



Mundo Cero de la poeta puertorriqueña Lynette Mabel Pérez Villanueva, nos muestra desde sus primeros versos el tema de la deshumanización como inicio del mundo. La tendencia autodestructiva del hombre deviene siempre en la depredación de su conciencia y por ende de la vaciedad de su ser. El sujeto poético como profeta del apocalipsis individual se resuelve como un encarcelado en la palabra; siempre en busca de ese placer imposible que sea real. El tono testimonial de los poemas de Lynette nos confirma su desencanto, la muerte de sus deseos y un profundo e inevitable acercamiento hacia la dictadura de lo automático y el control de nuestra humanidad.

El Gran Hermano hala los hilos,
nos disloca las neuronas,
nos quiebra los sueños.
Somos un cuerpo sin alma,
una marioneta del “establishment”.

El sujeto poético busca reestructurarse, rehacerse. En esta reconstrucción interior, la intención no es la de simple rebeldía, sino la de afirmar una libertad cortada. La poeta lo sabe bien, por ello, a lo largo del libro intenta lograr una nueva identidad, pretende –como si se tratara de un ser kafkiano- mostrarnos su ser consciente de su individualidad reprimida por ese “establishment” que aliena y degenera la inocencia en movimiento absurdo y banal, un estado de un mundo contradictorio y degenerado en nada. Prueba de esta contradicción es el poema “I-Kid” cuyo centro es la denuncia contra la indiferencia de una realidad cada vez más olvidada o peor aún, cada vez más superficial donde los niños como símbolo de inocencia y alegría son dopados y seducidos por el placer de la insensibilidad y el consumo como la paranoia de la acumulación sin sentido.

Cuidado con los niños,
toque de queda,
peligro
                                   no natural
                                                          -artificial-

creado
por nosotros.

Bauticemos
al nuevo niño:
Niño-X-Box,
niño Gameboy
no Play Yard,
niña-mercancia
vendiéndose por unos
cuantos pesos
en el Japón,
niño-nómada
surfeando sobre los
trenes
en Brasil,
niño sin fe,
niño-circuito.

Podemos observar que este poema se nos muestra como la pérdida de lo trascendental, alimentando a su vez una transformación mimética hasta consolidar al “humano-cosa”, es decir, la poeta no denuncia solo la conciencia alienada de infancia, sino la profunda necesidad que se ha creado para que el mundo sea homogeneizado y sobre todo se logre instaurar ese “sentimiento estándar” que hace imperar el “disfrutar” sobre el “sentir”. La poeta nos recrea, en suma, un paraíso artificial y posmoderno, donde la única fe es la del consumo.

Por otro lado el libro también critica duramente a la idea de felicidad como un acto de mala fe, como una simple sucesión de momentos alegres, donde impera el placer de lo feliz, pero no la conciencia de la felicidad. Esta idea de felicidad está conectada directamente con lo fugaz. Poemas como “Cortezas desprendidas” o “Mundo Cero” nos hablan directamente de esa soledad del existir, nos recrea esos sucedáneos de placer y alegría que en tiempos donde todos los mitos han muerto, se nos presentan como posibilidades para el feliz engaño, para la brillante farsa que se desea, que se reproduce, se consume y se comparte. Veamos a continuación un fragmento del poema “Mundo Cero”:

Conteo regresivo en donde pierdo la
humanidad que jamás tuve.
Aliento virtual que se desvanece en la noche.
Vitrina de cielos lejanos.
Se vende un infierno.
Un Paraíso en alquiler.
Una baja en la bolsa de valores.
Un alma en desuso.
Fuera de moda.
No admitida en pasarelas.
Una pizca de luz.
Fusión de núcleos
en danza de fuegos.
Vivir o morir.
Trascender o no.

Observamos que en este fragmento existe un tema en común: la necesidad por querer experimentar algo “espectacular”, sin embargo, vemos que hasta el dolor es un producto que se encuentra en venta. La moral es inexistente y solo nos guía el miedo a no disfrutar el mundo, el miedo a no estar allí exhibidos, siendo vedettes para los demás. No hay nada en qué creer, salvo, el rápido placer y de allí un nuevo placer. El ser humano ya no es un individuo, sino un producto comercial. Ya no existe “lo puro” o lo “impuro”, sino solo la voluntad por existir lo más cómodo posible. Pensar como la masa, ser de la especie y no criticar (porque es ocioso) ese es el objetivo.

Por último este intenso poemario nos lleva hacía la idea de lo “descartable” como un viaje hacia lo inútil, la misma nada, el vacío otra vez, al que se trata uno de escapar, pero que al ser parte de nuestra “nueva naturaleza”, es prácticamente imposible resistirse o superar. Esa tendencia hacia convertirse en un ser residual nos plantea un gran problema: La obsolescencia programada del ser humano que siendo cosa o máquina, debe ser reemplazada por un sucedáneo de este. La deshumanización no es la animalidad, sino simplemente la reducción de lo humano a la de un objeto sin importancia, despreciable polvo de poliuretano.

Las emociones eclosionan, unas con otras, en
esta búsqueda del gen asociado.
¿Supra-humanidad?
(Una tortura de vida.)
Un fracaso de experimento.
No quiero podrirme por más tiempo en esta
miserable jaula,
soñar con calles abiertas,
ver tan sólo batas blancas.
La asepsia indignante de este laboratorio.
¿Supra-humana? Hay solo un fallo.
Esas malditas emociones que me vuelven
humana.
No las esperaba, ¿Verdad?
Para ustedes es un simple juego.
Pasan por alto lo más importante: la
humanidad nunca lo es.

Sé que tú me comprendes,
verdad ratita,
después de todo tú también fuiste
artificialmente creada,
y ahora también te has vuelto descartable,
pero en tu caso es más fácil…
tú no pareces humana.

En suma, Mundo Cero de Lynette Mabel Pérez Villanueva, nos deja con una serie de sentimientos vitales. Prevalece el deseo por tomar conciencia de nuestra inutilidad y a partir de esa conciencia construir un nuevo sujeto que se atreva a luchar contra su propio veneno. La posmodernidad y lo banal son tatuajes en el cuerpo, espacios simbólicos para describir la destrucción como obvio devenir, pero que como un estigma amado, se ve nuestro y único en este lúcido poemario.




Paolo Astorga

"Borderline" de Andrés Norman Castro - Paolo Astorga


Borderline
Andrés Norman Castro
Chuleta de cerdo editorial, 2013




“¿Y si Jesús hubiese dicho:/ “El país que esté libre de culpa,/ que tire el primer misil”? con estos primeros versos se nos presenta Borderline del poeta Andrés Norman Castro (San Salvador, El Salvador, 1989), un manojo de poemas breves y desinhibidos, sueltos de hueso y desenfadados. Estos poemas giran en torno a una desquiciada ternura y el discurso es ironía que sale como espuma rabiosa manándonos por la boca.

Padre nuestro
que estás lejos de acá,
a veces no entiendo por qué luchas por nosotros
si tantas veces te hemos hecho sentarte a llorar:

Mejor vete lejos,
donde no hayan otros como nosotros
y hayan otros como nosotros
y haya un Andrés que te escriba odas
en vez de estas  líneas.

Los sesgados discursos moralizadores son desmitificados, trasgredidos y por último burlados. El mundo en este poemario es mostrado como el más absurdo lugar para soñar y cada ideal es transformado en simples objetos que nada dicen. El amor es una cosa, es la violencia de los simulacros, un simple chiste sórdido, el dolor chispeante como una ironía de seres humanos idiotas creyendo en hermosos anhelos sin sentido.

No llorés mi amor
no es  tu culpa que seas gorda
No estés nostálgica
por el pelo largo que te recortó la policía anoche
No te lamentés
porque tu vagina ya no aprieta
No te quejes por los moretes
que te dejaron los golpes del bate de tu chulo.
No te pongas triste
porque te gritan “marica” en la calle
Ellos no te conocen como yo,
no te besan como yo,
no te recorren como yo,
mi puta vieja.

El problema está en que vivimos en un estado Borderline, con una patología psiquiátrica donde la ternura y la más cruenta violencia se mezclan  formando a un ser indescifrable entre el Eros y el Tánatos. El sujeto poético es extremadamente cínico e irónico, se muestra con posturas poco serias y su discurso se transforma en confesión y el halo del amor aparece como la suma de acciones despojadas de todo encanto y pasión, es decir, en simple movimiento de palabras y gestos que ya no dicen nada, sino que solo testifican su absurdez.

Busco tu nombre
una  y otra y otra vez
en las actualizaciones del Facebook,
a pesar de que estás sentada
frente a mí.

El hiperconsumo que genera está sociedad banalizada es descrita por el poeta con sarcasmo e indiferencia, frialdad que al fin y al cabo, relumbra en nuestra falsedad, nuestra existencia que busca un sentido artificial. La rutina y el hastío son recurrentes en este poemario donde el sujeto ya no cree ni en su sombra, sino que solo está en un profundo estado de inercia, donde lo único importante es resistir el peso de nuestra existencia sin más encanto que la acumulación de acciones, de objetos, de nada trascendente.

Soy un precipicio
al que le dan migrañas,
que consulta a Dios en el Facebook,
que le gusta la Kim Kardashian,
que ve la televisión de 6 a 10 PM,
que despierta con mal aliento
que le hace el amor a ella
o a su mano, llorando, hasta caer dormido.

Yo soy un precipicio
que tendrá hijos
que van a hacer lo mismo,
a ser lo mismo
incluso, precipicios.

Como observamos, el desencanto y la repetición de lo inútil es una constante. El ser humano ya no aspira a ser otra cosa más importante, sino que solo se enfrenta sin fuerzas y con mucha ociosidad ante “lo mismo”. Sin embargo, este estado de pérdida y reacomodo, le permite el confort, el placer chato de ser el eterno dios que evoca una felicidad fugaz que es reducida al encuentro con el objeto amado para no dejarse vencer por la soledad que lo devora y lo desquicia. Por eso leemos:

Cuando te fuiste
y me dejaste solo en la habitación
entré desnudo al baño
y al abrir la tapa del inodoro
vi el pez
que me habían dejado nadando
así, de lado
y entendí la magnitud de nuestro amor
cuando me negué a liberarlo
a la inmensidad del mar.

El amor es simplemente un deseo de compañía, de unión que se fundamenta en lo emocional como pasión o como momento temporal para el disfrute. En este libro el amor es evocativo, es simplemente reminiscente y frustrante. Por otro lado hay un desenfadado deseo por mostrarnos a la muerte como un objeto más del “espectáculo”, donde el dolor es simple pretexto para mostrar nuestra asolapada locura por la modernidad que a fin de cuentas es simplemente la vanagloria del consumo, las puertas abiertas para la solemnidad de la indiferencia.

Ayer murió
frente a la puerta de mi casa,
un bebé
perforado entre las costillas
por los rayos del sol
y a un lado
un biberón lleno con Coca-Cola.

En suma este poemario es el resultado de observar el mundo en su eterna brutalidad, la poesía que devela nuestra fragilidad, pero también nuestra gran capacidad para crear “estúpidas fantasías”. Los fantasmas del placer y del dolor se repiten y se estiran hasta más no poder y el humor matiza el discurso para que nos parezca la destrucción de lo humano un chiste. En Borderline hay una intensidad que no quiere encerrarse en contarnos lo malvados y patéticos que somos, sino que nos invita a recrearnos, a beber de nuestro propio absurdo y hacernos entender que siempre estaremos “a dos minutos para el fin del mundo”.






Paolo Astorga

"Voces S.O.S. El Poeta y la Niña de Asfalto" de Orlando V. Bedoya Pineda - Paolo Astorga


Voces S.O.S. El Poeta y la Niña de Asfalto
Orlando V. Bedoya Pineda
Ambedue, 2013


INICIO.

Voces S.O.S. El Poeta y la Niña de Asfalto del poeta y crítico arequipeño Orlando V. Bedoya Pineda (Arequipa, 1978) es un libro de poemas de doble entrada donde el poeta se enfrenta a su condición de ser arrojado al mundo donde la única libertad es tan infinita como la angustia que la aguanta. Para el fin de esta presentación, he dividido mi intervención en dos brevísimas partes:

1. VOCES S.O.S.

En el caso de Voces S.O.S., el poeta emprende un viaje de construcción de una identidad en la paradoja de la realidad que desmiembra y aliena. A lo largo del viaje el poeta sabe que no hay excusas, solo hechos y deseos, la voluntad de cumplir una misión que más allá de profética es descriptiva y profundamente reveladora. Sin embargo el poeta-profeta no tiene un solo norte, sino que vive en la angustia de sus posibilidades. Él conoce la sordidez del mundo y la fragilidad de su cuerpo. Sabe que la brutalidad no está en la grandilocuencia de lo cotidiano, sino en la violencia de la soledad ante el deseo más preciado: alcanzar, fusionarse, fundirse en uno con el ser amado. Este profeta, se enfrenta así a sus fantasmas interiores; su mensaje no es el de la salvación, sino en el intentar encontrar un sentido a su existencia. El pretexto: el amor trascendental, el cuerpo como una semiótica del amor evocativo, donde las palabras tejen un universo poético desprovisto de atalayas en el que solo quedan las voces mezcla de angustia y deseo intentando ser rescatadas del abandono o por lo menos difundir su estigma hasta hacerse identidad o tal vez esa poesía en los labios que anhelan pronunciarse y hacerse patentes en el mundo inhóspito y bestial. El profeta es el que necesita salvarse, es el que requiere perfeccionar el arte del suicida, el magisterio de la trascendencia y entender la paradoja de sus actos, el encanto de su ambigüedad frente al mundo armado con sus etéreas palabras:

Profetas,
cuando la Poesía es el viento y nosotros las hojas secas
nuestra voluntad (es el garabato de orina gruesa)
es perfume que se escapa como tímido río
se escapa de las piedras del adaptarse al sopor del Sol
cruza las paredes para morder un puñado de flores
 ─no importa si son orientales u occidentales─
luego las escupe asexuadas
para multiplicar la catástrofe antropológica del pensamiento
¡Oh, profetas!,
pero las monedas humanas nos incendian las brújulas
y nosotros sin poder denunciar tremenda tentación.

Como observamos en este poema el poeta-profeta sabe que su destino es tan indescifrable como el exquisito placer de la tentación. Todo esto obviamente –como diría Schopenhauer- nace de una privación, de una necesidad y del dolor mismo frente a esos deseos inalcanzables que acrecientan nuestra voluntad. La poesía aquí no es el simple producto artístico de un ser cuyos sentimientos se deslizan al papel, sino que se transforman en el mundo vivible, en la posibilidad de regenerar el cosmos, la oferta para la venganza, una segunda oportunidad irrepetible, porque al final las opciones son una infinita recatafila de eventos posibles en un mundo anodino y desbaratado de sentido. Llenar el mundo de sentidos, esa es la labor de nuestro profeta que vuelve a darle algún tono cromático a un mundo deshecho. Sin duda esta actividad reconstructiva tiene muy en cuenta la vaciedad y la inutilidad de las imposturas porque:

Todo es sin permiso, como los días, como el saludo. Nuestro mañana es un bastón roto que no puede sostener a los valores. La prudencia de los hogares ha viajado sin avisarnos y nuestra historia se acuesta con cualquiera que venga como destino o creíble justificación. ¡Suenan todos los teléfonos!, todos. El gris se agiganta. Y nosotros no podemos llorar.

No podemos llorar. No podemos siquiera replegarnos ante la más desquiciada embestida de la realidad y sus cancerberos. Inventaremos el consuelo: “porque somos humanos”, inventaremos (como unos buenos mentirosos) el amor eterno como una figurita repetida y anhelada, inventaremos demonios y aventuras, miles de Ítacas nos van a esperar, pero la reflexión, nuestro terrible pensamiento desnudo y compulsivo nos hará saber que somos unos niños que se extasían jugando con sus mocos, porque el hombre no puede desposeerse, no puede vivir de su nada, sino que tiene y debe colmar el universo con desesperado desprecio ante sí mismo:

Lo poco que fuimos lo perdimos.
Llegaron los nombres concretos.
Con su luz de tentáculo nos abrieron las bocas
cayendo nuestros ojos entre las piedras que se hicieron urbe
Ahí nos pintaron de brea las frentes
y cultivaron plantas duras y altas / algunas traían cemento
Nuestras carnes se llamaron edificios: tiendas, colegios, niños
Nos hicieron eventos y voces.

Esos “eventos y voces” resumen muy bien esta parte de libro. El deseo por servirse de las cosas solo ha cosificado a la sociedad y el poeta aparece, no como un iluminado, sino como un testigo del devenir funesto de las sociedades trasplantadas con la inutilidad de lo banal. El poeta es sin duda un rebelde de la palabra que se esfuerza por gozar la paradoja que le permite el verbo, el ideal frente al hastío, el mal.

Las ciudades engendraron fantasmas
El mal ya no era interno ni externo
Estaba entre cada átomo / invencible
Algo se rió de nosotros: científicos esperanzados
(héroes leprosos y posesos). De nuestros nombres lógicos
de nuestros zapatos llenos de orina
Nos quedamos enrejados en la sed de los árboles secos
con el grito amputado para el algo
con ojos tratando de abrirlos más.


2. LA NIÑA DE ASFALTO

En La Niña de Asfalto, se nos muestra una poesía más inquisitiva, sin embargo, aún persiste el pesimismo de la existencia y el deseo desmembrado. El poeta aquí ya no es el profeta que viaja aprehendiendo el mundo, sino, es el cuerpo que se cosifica y genera su propia “náusea” en la rutina:


Un día sobre mi trabajo, que es la vida y la libertad,
políticos, policías, religiones, ciudadanos llegaron
como marejada de insectos se posaron sobre las pupilas
sobre los sentidos que libertos se les ocurrió regurgitar
hasta perder la razón y como si al sacro templo hubieran arribado demonios
se alejaron del entorno hasta ser desmemoria
sólo quedó el espíritu batallando sin cuerpo / rebelde

El poeta a lo largo del libro intenta recobrar el espacio perdido por lo superfluo. Hay una profunda revaloración de las emociones y la excitación de los sentidos en tanto estos trasciendan el tiempo y el placer por el placer. La exploración metafísica del libro se basa en el diálogo (el poeta y la niña del asfalto), dos alter egos que se necesitan y se cuestionan. Son la paradoja ideal de lo que se anhela. Casi todo el discurso se agolpa en la trascendencia de la vida y su valor en un mundo automatizado y a la vez tan “feliz” como una piedra en medio de cualquier lugar. El hombre es la fantasía de la contingencia y sin embargo ha aprendido muy bien su papel de marioneta, pero jamás a mover sus propios hilos sin sentir el peso de su cuerpo y el dolor de sus actos. Y aunque todo se nos muestra vago e impreciso es allí donde nace la posibilidad de ser porque como nos responde la niña del asfalto: “todo es incierto / y por eso bello”. Al final del libro la sentencia es reveladora, nos plantea quizás esa salida ante un universo tan despreciable e intenso:

Soy hijo de la Poesía,
ese es mi lugar.

Todo esto es cierto y las palabras sobran y destruyen, por eso la poesía queda como un lugar posible y esta posibilidad es tan infinita como el silencio poblándolo todo.

En suma estos dos libros en uno, nos muestran al hombre desde su desesperación, pero también desde la potestad de cambiar su mundo. El profeta, el poeta y la niña del asfalto, son traductores de un cosmos desmoronado por la indiferencia y a la vez los vectores de una esperanza paradójica: El amor que todo lo redime; el amor que es una puñalada después de salir del trabajo por cumplir, en una vida por cumplir, en un mundo por cumplir para cumplir algo (cualquier cosa) que lamentablemente es tan fugaz como un beso o una caricia esperando la condena del silencio y la soledad otra vez.



Paolo Astorga

"Escalera de Renglones" de Varios Autores - Paolo Astorga


Escalera de Renglones
Varios Autores
Ambedue, 2013




Escalera de Renglones ─Colectivo Narrativa 1─, Es una breve antología de cuentos de tres autores arequipeños que encierran en sus discursos narrativos la paradoja del desencanto y el pesimismo, que sin embargo, a veces se trasfigura en la belleza de lo breve. Para esta presentación he preparado el siguiente análisis acerca de los escritores presentes en el libro.

Úrsula A. N. Podestá Sánchez (Arequipa, 1982), Maneja una narrativa intimista cuya intensidad radica en la creación de discursos donde los personajes se definen por su condición desolada e incompleta. El cuento “el poeta” es una muestra de ello. El personaje (el poeta) sabe que su condición de artista de la palabra no es casual, sino que se ha concretado con el dolor de la pérdida y el goce de la evocación. El poeta es en el cuento un viajero, un constructor de un camino inacabado y posible. Él es la alegoría de un amor absurdo, pero hermoso y trascendente. El sufrimiento es materia de creación, es extrañamente, el impulso que mueve al ser a construir el universo. La imposibilidad de llegar a la totalidad amada es la tortura interminable, pero el poeta sabe que a pesar de todas las cuchilladas que lo sumergen en la soledad más atroz, el viaje, su viaje aún no termina y siempre queda la opción para existir y resistir hasta el placer de caminar haciendo el camino, creando el placebo más excelso: la poesía. En suma Úrsula nos ofrece una narrativa tensiva, donde la dualidad genera conflictos y desnuda el complejo engranaje del amor.

Orlando V. Bedoya Pineda (Arequipa, 1978). Maneja una narrativa más irruptiva donde los personajes se han construido como seres esclavizados ante la dictadura de la soledad y ante un destino que no se encuentra determinado por nada, ni por nadie. El cuento Todo lo que sueñas y Rosaura, son una muestra del tema del amor como aparato desquiciador. El amor que enloquece y que paradójicamente acerca y cura. La cura y el veneno es son los signos centrales en este cuento. El personaje (un sujeto enloquecido y sin excusas) desea a una loca hermosa y excitante, pero en esta utopía absurda e irónica el deseo es sufrimiento, angustia y frustración. No hay salvación, solo queda el reflejo de lo que soñamos, si es que al menos eso hicimos. Las relaciones obsesivas son los temas que engloban los tres cuentos de Orlando. El amor como un obsceno pájaro inalcanzable pero que deja su estela de placer y gozo; doloroso goce que trasunta el absurdo y la desesperanza, pero que es al fin y al cabo el amor expresado y vivido.


Gabriela Podestá Sánchez (Arequipa, 1991) Con un lenguaje más directo nos habla también del tema amoroso, pero esta vez del amor transfigurado en violencia, en desesperación y muerte. Prueba de ello es el cuento “La Muerte la Traigo yo” donde el personaje principal abre los ojos ante un mundo degradado por la violencia y la brutalidad. Aquí el amor es una simple palabra que como bala perdida impacta en la indiferencia de sus sufrientes personajes. El destino se nos presenta como una voz inquisitiva, como un grito desesperado, pero con ironía y desencanto. La hostilidad no conmueve, ni es espectacular, se nos muestra como una simple escena que debemos asimilar, como un camino trazado al que solo es posible la absurda contemplación, mientras toda esperanza se despedaza en la rutina o en el vicio de ser perverso y aun así no encontrar nada a la altura de nuestra inocencia.

Como vemos estas tres voces de la narrativa arequipeña contemporánea han fijado su artillería en un tema en común: El amor y las relaciones humanas, en un mundo de plástico y sintético como el nuestro. Este sentimiento ambiguo y deseado se convierte en una herida placentera, en un virus necesario. La angustia y la soledad son residuos que los escritores reciclan magistralmente en sus narraciones, pero a la vez hay unas profundas ganas en todos los cuentos de dejar entredicho ese mensaje urgente por la reconstrucción del espíritu y por supuesto, la comprensión de lo que nos mata de a pocos y sin embargo, nos embriaga como el vino más excelso, la belleza de la estupidez mientras somos violados por el terror de nuestra humana fragilidad.


Paolo Astorga

"Genéstica" de Antonio Geovanni Sánchez Burgos - Paolo Astorga



Genéstica
Antonio Geovanni Sánchez Burgos
Edición de autor


Genéstica del poeta puertoriqueño Antonio Geovanni Sánchez Burgos (Puerto Rico, 1973), nos entrega un libro de poemas donde el tema capital es el deseo del hombre frente a su existir, esa voluntad de la que tanto habló Arthur Schopenhauer, se traduce en un inminente deseo por vivir. La genéstica es la posibilidad de trascender a partir de la constitución de la mezcla entre lo natural y lo artificial. Se nos muestra como la manipulación de la vida para sondear nuevos límites y nuevas adversidades. No obstante el poemario hace primar un fin originario: el placer de lo sensual como discurso dador de vida y sobre este discurso, todo se plasma en el cuerpo como receptor de dicho placer y deseo. Veamos el siguiente fragmento de “Letanías de la contracepción”:

Tómame.
Disuelve mis creencias en tu paladar.
Sumérgeme en los pantanales de tu génesis
Ahoga mi vida entre tus pasos.
Inunda mi garganta con el zumo de tus deseos.

Ya no quiero respirar.

Necesito:
flotar sobre tu aliento,
hacerme mi morada,
despojarme de mi mortalidad.
Recíbeme sobre tus altares moleculares.
Aprisióname en tus arcas celestes.
Muéstrame tus divinidades.
Solo soy un esclavo del deseo
un transeúnte de multiderroteros.
Hoy quiero anclar en tu vida.

Quita tus harapos
para que te veas en mis espejos,
te mostraré las letras escritas en mí.
Sobre mis genes verás quién eres.
Correré el velo que cubre
mis códigos secretos.
Leerás las cicatrices bajo mis pies.

Y te sabrás mi destino.

Aunque el poema nos transporta al anhelo de posesión, nos encontramos ante la posibilidad de satisfacción que nos resulta instintiva y en un aspecto más profundo harto problemática. Este poema nos plantea un acercamiento desde la contemplación que se traduce en esperanza. El poeta desea y contempla, vive y disfruta su salmo apasionado, su acercamiento sensible con el objeto amado.

La palabra clave que puebla todo el poemario es ENTREGARSE y luego hacer que ese otro amado nos posea para así lograr poseerlo también como lo veremos en el poema “costurera” donde el sujeto poético intenta siempre la unión como reconstrucción, una fusión de cuerpos en la obsesión agónica del instante, el poeta se abandona ante el poder creador de lo deseado:

Déjame sentir tus manos
cosiendo mis heridas.
Quiero sentir tus hilos atravesando mi ser
(hilvanados de caricias)
remendando los pedazos rotos de mi vida.

(…)

Costurera de vidas;
destrúyeme
vuelve a unirme,
pedazo a pedazo.
Recoge los fragmentos de tus letras.
Tíñeme
con tus dulces fluidos.
Púleme
con el calor de tu aliento.

(…)

Vísteme con la suavidad de tus manos…
y desnúdame entonces
con tus tantos deseos.

Como observamos el poeta se pierde en la voluntad del movimiento dador de vida, sin embargo no nos debemos dejar vencer por las apariencias, el poemario se construye de posibilidades en referencia a un cuerpo trascendental; el deseo no se queda en las palabras, sino que siempre es una búsqueda, un camino que exige una estrategia:

Soy
un timonel…
sin manos,
un bucanero…
que carece de dirección,
un simple marinero…
dispuesto a desenterrar tus tesoros.

Te quiero…
joven
como tus palabras,
eterna
como un mar de estrellas.

Eres mi único y añorado puerto…
yo un navegante de sueños.

El erotismo impregna todo el poemario, lo sitia y magnifica. El erotismo es la descripción sensual de los objetos que se poetizan para alcanzar el grado máximo de su expresión. El símbolo del placer erótico un rico “café”:

Mis deseos orbitan alrededor del crepúsculo de tus gemidos. Quiero verme amanecer entre las grutas secretas de tu cuerpo. Hazme desfallecer sobre los medios de tu espalda. Derríteme con la fuerza de tus soles despiertos. Dame a probar de las llamas que se ocultan en tus adentros. (…) Se enciende la vida, se apagan las luces de nuestros días. Aroma a café, café negro endulzado con tus leches y azúcares. (…) Derrama tus sueños sobre mí, duerme, despierta. Frío, tibio, caliente, umm ardiente. Rico café.

El libro apunta a una redención por el sentir, por la magia del encuentro amado. El erotismo se transforma en único discurso, el placer del movimiento sensual, la única realidad frente a los desmoronamientos, la destrucción del tiempo sobre la carne y los sentidos.

(…) He lavado mis culpas. Mis manos no están manchadas. Alzaré mi cáliz dorado y brindaré por tus embriagantes gemidos. Toma, levanta tu copa y bebe de mi dulce vinagre. Se estremece nuestro lecho, me estremecen tus vituperios pasionales. Flagelaré tus espaldas. Dejaré tus heridas abiertas. Dame a beber de tu mosto para embriagarme con tu locura. Dobla tus rodillas; calla ramera y muere en silencio. Abre tus piernas para lamer tu sepulcro y resucitar tus enclaustrados deseos.
Será nuestra última cena.

La piel es el hiperanhelo, esa mezcla de pasión, tentación y frustración que configuran la caída del sinsentido, el azar y el juego seduciendo al poeta hasta angustiarlo y paradójicamente esperanzarlo, dándole una nueva vitalidad.

En suma, Genéstica es un intento por la fusión amorosa, el sentido más cercano por la búsqueda vital y sobre todo el anhelo por satisfacer nuestros deseos en el cuerpo amado. El poeta sabe que el único enemigo es el tiempo, por eso se busca en la existencia de sí mismo. Sabe que su espíritu vive de la acción, de la exploración sin fin, por eso intenta renacer, intenta fusionarse eternamente con la vida.




Paolo Astorga

"Taita Serapio" de Sócrates Zuzunaga Huaita - Paolo Astorga


Taita Serapio
Sócrates Zuzunaga Huaita
Eclosión Editores – Nictálope Editores, 2013



“Cuando estuve trabajando en la sierra, pasaba por un pueblo y había un señor, anciano él, que siempre paraba ebrio; que, para ganarse una copa de licor, contaba anécdotas y chistes. Taita Serapio le decían al señor”. Con este breve testimonio se nos presenta el libro Taita Serapio del escritor peruano Sócrates Zuzunaga Huaita (Ayacucho, 1954), el cual contiene una serie de relatos breves donde el personaje principal taita Serapio, se presenta como el perfecto pícaro andino. Es un personaje anecdótico que no se presenta como un estereotipo del sujeto andino, ni mucho menos como un personaje lejano a nuestra realidad. Es burlón, vicioso, propenso al trago y al sexo como necesidades que le permiten una inusual felicidad. Este pícaro tiene todos los defectos habidos y por haber y se presenta como un ser marginal y políticamente incorrecto, sin embargo, es a partir de su contacto con la sociedad dirigente, con la discriminación, con la frustración y la marginación, que criticará duramente a lo establecido. No es un “cholito cualquiera”, sino más bien, es un demonio feliz que con humor y grandes cuotas de ironía, nos muestra nuestra hipócrita sociedad presa de la alienación y la exclusión.

Podemos observar a lo largo del libro que nuestro taita Serapio transita por dos mundos: el de la ciudad y el de la sierra. Ambos espacios le darán la savia para generar sus anécdotas y situaciones embarazosas, muy jocosas, pero, con alguna cuota de crítica social. En el breve relato “Burla en la ciudad” vemos un ejemplo:

Taita Serapio pasaba por una calle de la ciudá de Lima, cuando en eso, escuchó quialguien en su detrás decía:

-¡Serrano bruto!

Púchika, qué caray, nuestro gran amigazo se revolvió como un torillo rabioso y se encaró al insolente: se trataba diún jovencito blanquiñoso, bien vestiu, a la moda, con camisa floriada y pantaloncitos ajustados, con gomina en los cabellos y brillantez zapatos.

-¿Serrano bruto? –masculló, echando candela por los ojos, arremangándose la camisa, presto a pelear.

Cuando en eso, diún repente, se cogió los porongos de la entrepierna y gritó:

-¡Pero con buenos cojones, carajo! ¡Y no como tú, alimeñau de mierda, perfumadito de flores, más delicau quiuna cáscara de hueyvo, quianda como que pisando un caminito de nubes todo movedorcito de cadera, y harto cosquilloso como que diciendo: ¡ay, no miatoques!... ¡ay, no miatoques!...


Como todo pícaro taita Serapio tiene ciertas características generales como un aparente bajo nivel cultural y el deseo por satisfacer necesidades primarias como: comida, bebida y sexo; además de oralizar sus pensamientos. Sin embargo también posee el aprendizaje de la experiencia por medio de la violencia, la marginalidad y la exclusión, sin  embargo no es un ser indefenso. El mundo de lo “moderno”, es decir, la ciudad de Lima, se presenta para nuestro querido personaje harto conflictivo y contradictorio respecto a su idiosincrasia. Vemos relatos muy interesantes como “Alienación”, donde existe una negación por la verdadera identidad andina que en la ciudad capital debe reprimirse por considerarse como algo inferior y “vergonzoso”; o el excepcional y altamente humorístico relato “¡Ni más voy a Lima!” en donde nuestro personaje se verá enfrascado en una situación embarazosa a raíz de la satisfacción de una necesidad fisiológica. Este relato enfrenta a este pícaro con la representación simbólica del Estado como poder hegemónico (Un policía) y la representación simbólica del poder económico (Un comerciante), generando una situación que en lo superficial nos parece muy risible y por demás un clásico de picaresca, pero que en lo profundo, nos muestra una realidad aún patente: la discriminación y la marginación en una ciudad ridícula e hipócrita.  Leamos:

¡Ni más voy a lima!

Recién llegadito de la sierra, taita Serapio sincontraba caminando por el centro de Lima, cuando, en eso, caray, tuvo deseos de pujar su necesidá.
— ¿Y aura quíago, carajo, adonde voy, siacá nuay campo ni corral ni chacra? — dijo.
Y, no pudiendo aguantar más la cosa, se bajó el pantalón en un rincón de la calle e hizo el asunto sobre un papel de periódico y, ahí mismito, lo envolvió como si juera un paquete común y se lo puso debajo del brazo, todo nervioso él.
Un policía municipal que notó su nerviosis­mo, se acercó y le preguntó:
— ¿Qué llevas ahí?
— Este... yo... ¡Un kilo de manteca, señor!
— Ah, un kilo de manteca  —dijo el policía, todo cachaciento, balanceando su palo negro, mirándolo con harta desconfianza. ¿Y dónde lo compraste?
— Este... pues... ¡En la bodega de la esquina, señor!
— Ah, en la bodega de la esquina... A ver, va­mos para allá. Ahora hay comerciantes inescrupulosos que están engañando en el peso de la mercancía.
En la bodega, el policía pidió al comerciante que verifique el peso del paquete.
Púchika, faltaban cien gramos pa' que seya un kilo completo.
— Ah, conque usted está engañando a sus clientes en el peso — dijo el policía.
— ¿Yoooo? — siasombró el comerciante —. ¡Yo no le vendí nada a este serrano, señor policía!
— ¡Cómo que no, carajo! — siamargó el policía, golpeando el mostrador de la tienda — . ¡A ver, abra el paquete para ver!
Y el tendero lo hizo así. ¡Y ya pueden imagi­narse lo que encontró!
Diay, dizque taita Serapio salió derechito a la cárcel por cochino y cagón.
Por eso, cuando llegó a nuestra querencia, lle­gó todo rabioso, diciendo:
— ¡Ni más voy a Lima, carajo, porque allá todo está bien controlau! ¡Allá, tienes que cagar un kilo completo o si no te vas derechito a la cárcel!

Para taita Serapio, Lima es un campo de batalla cuya única fórmula infalible para sortear satisfactoriamente la discriminación y el ninguneo, es el humor y el enfrentamiento frontal, con el poder que discrimina. Taita Serapio sabe que las más grandes armas que tiene contra la discriminación y marginación, es su voz, su propia interpretación del mundo y la lucha, no por cambiar al sistema (sueño, utopía), sino por “sacarle la vuelta” al mismo, para sobrevivir en una ciudad que acultura y destruye los sueños. El discurso de taita Serapio es directo y defensivo, mordaz.

En suma, nuestro personaje debe aprender a vivir en un país que ya no le pertenece, con gente que le irá enseñando por las buenas o por las malas a no dejarse derrotar. Nuestro taita, no es un cobarde, sino que irá aprendiendo las “malas mañas” de las personas “buenas” y no se volverá malvado, sino que se convertirá en alguien astuto. No hay opción, el pícaro debe asegurar su existencia y tentar su felicidad; y aunque para algunos taita Serapio nos parezca un ser ignorante y repulsivo, él sigue feliz bebiendo, comiendo, gozando y criticando la hipocresía, política, cultural y religiosa con el pedazo de vida que los apus le dieron.






Paolo Astorga

"Por el arte de los quipus" de Ofelia Huamanchumo de la Cuba - Paolo Astorga



Por el arte de los quipus
Ofelia Huamanchumo de la Cuba
Vagón Azul Editores, 2013



Por el arte de los quipus de la escritora peruana Ofelia Huamanchumo de la Cuba (Lima, 1971) nos presenta la historia intensa donde la trama principal es la del descubrimiento de un manuscrito colonial cuyo valor es incalculable: El arte de los Quipus (1574) escrito en lengua puquina por el licenciado fray Mateo Mudarra, libro donde se explica “el verdadero beneficio de los de registro de cuentas i estadísticas, el modo de anudarlos sin fraude i como se han de conservar.”. A raíz de esta búsqueda la novela nos irá presentando dos historias paralelas que se irán entrelazando gracias a un tema en común: la bibliofilia. Por un lado tenemos a la bibliotecaria española Covadonga Fombellida que nos irá narrando a través de las entradas de su blog, los pormenores del hallazgo de dicho manuscrito y los problemas y crímenes que se tejen a su alrededor. Ella nos cuenta su testimonio desde su reclusión en el penal de mujeres de Santa Mónica. Contado en primera persona ella intenta dar cuenta de su inocencia y de la importancia que cobra el manuscrito no solo para el conocimiento y redescubrimiento de la historia, sino también este se trasforma en el objeto de deseo que se convierte a la larga en un mito demoníaco. La otra historia es la de “El Ché”, apelativo del paleógrafo Martín Saavedra Luján, del cual se narra una historia fragmentada de su infancia y juventud, todo engarzado al amor por los libros y la necesidad por la colección de los mismos como objetos trascendentales.

En el afán de adquirir dicho manuscrito los dos personajes son tentados por la seducción de dicho incunable e interactuarán con catedráticos, libreros, políticos, curas y estafadores. Veremos que en este devenir la narración tendrá una doble intención: por un lado se nos narra la historia con matices policiales y testimoniales y por otro se hará una denuncia contra la corrupción y la mafia que maneja el mercado negro de los libros en Lima. Por otro lado también la autora nos describirá de manera intensa los ambientes por los que los personajes se transportan.

Pero quizás la crítica más mordaz de esta novela es la que se hace a la prensa peruana sensacionalista que ha creado una “historia" paralela para que los ciudadanos satisfagan su morbo. Todo esto a raíz de un crimen relacionado al manuscrito.

El desenlace de esta novela es anticlimático y frustrante, ya que deja al lector con la necesidad de querer más. Una novela fluida y dinámica, donde podemos observar la búsqueda del conocimiento, el apasionamiento desmedido por los libros y sobre todo una dura crítica al sistema político, religioso y social, donde la ignorancia y los intereses personales cobran más fuerza que el deseo de saber y compartir ese manuscrito incalculable y maldito.




Paolo Astorga

"Perturbatorio" de David Jiménez - Paolo Astorga


Perturbatorio
David Jiménez
Hipocampo Editores, 2013


Perturbatorio del poeta peruano David Jiménez (Lima, 1983) son una serie de poemas donde se toca el tema de la existencia como una posibilidad que delira entre el placer y la destrucción de toda ilusión. El poeta confluye por un discurso dual donde el dolor y la imposibilidad crean ese “perturbatorio”, una tentación, una invitación para llegar al estadio donde “desaparecen los ojos” y ofrendarnos al dolor de la belleza, pues la violencia y la ternura se mezclan apasionadamente en este libro:

Desaparecen los ojos
El fuego nos llama
El goce de las bestias nos pertenece
El espejo se quebró
Y muestra sus cicatrices
La mujer perdona nuestra sombra
La luz será fruición o dinamita
Una máscara interrumpe la elección
Otros labios recibirán el licor alucinado
Otras manos dibujarán nuestro vientre

El símbolo de la bestia es constante, ya que se nos presenta como la dictadura animal de los instintos, el pecado que arrastra a la destrucción y al placer. El demonio es la voluntad impulsora de vida, es la metáfora de la angustia y el motor para fluir por el universo. Un estado vital puebla el poemario, un anhelo feroz por inflamarse con el ardor de la perversidad.

SUZANNE BEWARE OF THE DEVIL

Mujer
La noche amanece
Por la fascinación de nuestro demonio
Sus manos nos cogen
El lujo de nuestro sollozo
Y sus caricias albergan
El anhelo de nuestra muerte
Fabulosamente
El pecado
Se refleja en sus labios
Y su canto inflama nuestra mente
Mujer
La guerra nos embellece
Cuando el alma construye otro demonio

Por otro lado, hay un intenso deseo por “redimirse”, pero esta redención siempre es incompleta, porque esta posibilidad no está en el poeta, sino en el ser amado que es configurado mientras el mundo se devasta y fluye, una unión incapaz:

CRUCIFIXIÓN SERPIENTE

Observamos el loto desde el abismo
Nuestras manos se acercan a la nube fugitiva
Y se alejan del dios prisionero
Infame sollozo del cráneo crucificado
Rumor del astro en la incandescente pureza
La tormenta de labios decapitados
Desaparece el vuelo del pájaro cegado
Para que la sierpe no se alimente de sus heridas
Eternidad negra en la asfixia negra
La sierpe se arrastra por el desierto de espejos.

Más adelante se nos presenta el goce y la ceniza, el placer cuyo residuo inminente siempre es el hastío y la traición; la imposible ensoñación por tentar poseer eternamente. El poeta se enfrasca en una lucha contra la muerte, pero no solo la muerte física, sino también la muerte simbólica, entendida como pérdida o metamorfosis, de esta manera la muerte construye una semiótica de la devastación, una melancolía inevitable que empujan a los amantes al abismo hasta convertirlos en ceniza.

INSCRIPCIONES EN CENIZA

El delirio te entrega el goce y la ceniza
Protegido por ella tu delito se torna bendición
Pero no es posible una dicha perfecta
Con tantos rostros que buscan traicionarte

(…)

Tú puedes decir:
“Estoy muerto, pájaros grises comen mis entrañas”
Y nadie permitirá que tu tumba sea profanada
Porque los muertos solo son malditos
Cuando nos muestran el verdadero camino del averno.

El poema “Epiphany Street”, el cuerpo de mujer amada, lo romántico, redime, salva. La perturbación aparece como la energía redentora en excelsa pasión. En última instancia la salvación es solo un nuevo pretexto para el placer que construye la ética sensual nuevamente:

EPIPHANY STREET

Estas calles sirven para el amor
El más hipnótico
El más perturbador

Aquí los castrados muestran con orgullo sus tatuajes
Y se entregan al privilegio del alcohol

En estas calles se detiene el miedo
Para regalar su música narcótica
Y la certeza se desprende de su rencor
Y triunfa el harapo

Aquí todos han abandonado su piel
Lo sublime lo frágil lo lacerado
Es solo un pretexto para la redención

La belleza es tentación del Eros y el Tánatos y en esa grosera contemplación mediadora, la tentación es una necesidad que nos reduce a ser del otro:

(…) Bruscamente recuerda a Eva, primera mujer, Venus tentada, la condenada a ser solo una costilla, la elegida para ser ultrajada por la serpiente.

La ceguera es el amor, lo que nos desquicia en el perturbatorio de nuestros sentimientos. Es ese desquicie que nos hace dejarnos llevar, el uso de la libertad para perderse hasta desaparecer:

Necesitan encontrar salidas a través de la ceguera. Toda visión se torna goce y la obsesión que poseen se interna en la frágil estructura del placer. Sin cadenas o con ellas no saben cómo llegar hacia ese corazón sin latidos. A los otros, voraces, se les hace fácil destruir la persecución.

Por último este poemario nos enfrenta ante nuestra fragilidad, ante nuestra incoherencia humana. Nos enfrenta a nuestras mismas acciones que configuran al demonio amado de nuestro Ego, esa apariencia seductora de la orgía perpetua:

Hace frío. Las cadenas apresan el sexo de las marionetas. A lo lejos la ciudad se muestra como un violento cristal. Aquí los niños cortan sus manos con dagas abandonadas. Hombres y mujeres buscan la adolescencia de sus besos. Y aparece la gloria bárbara de los reptiles.

En conclusión este breve poemario nos presenta al hombre enfrentado a su animalidad deseada, construyendo sus atalayas con placer y fugacidad. El amor y la frustración son los engranajes del motor del deseo y por último el mundo que se nos presenta dual se convierte indefectiblemente en lo que queremos:

Nadie sabe que nos espera por fingir eternidad entre insaciables sombras. Inventamos una nueva destrucción y la protegeremos con nuestra sed.




Paolo Astorga