Marianela
(Fragmento)
Benito Pérez Galdós
Encerrándose en sus conchas, Marianela
habló así:
-Madre de Dios y mía, ¿por qué no me
hiciste hermosa? ¿Por qué cuando mi madre me tuvo no me miraste desde
arriba?... Mientras más me miro más fea me encuentro. ¿Para qué estoy yo en el
mundo?, ¿para qué sirvo?, ¿a quién puedo interesar?, a uno solo, Señora y madre
mía, a uno solo que me quiere porque no me ve. ¿Qué será de mí cuando me vea y
deje de quererme?... porque ¿cómo es posible que me quiera viendo este cuerpo
chico, esta figurilla de pájaro, esta tez pecosa, esta boca sin gracia, esta
nariz picuda, este pelo descolorido, esta persona mía que no sirve sino para
que todo el mundo le dé con el pie. ¿Quién es la Nela? Nadie. La Nela sólo es
algo para el ciego. Si sus ojos nacen ahora y los vuelve a mí y me ve, caigo
muerta... Él es el único para quien la Nela no es menos que los gatos y los
perros. Me quiere como quieren los novios a sus novias, como Dios manda que se
quieran las personas... Señora madre mía, ya que vas a hacer el milagro de
darle vista, hazme hermosa a mí o mátame, porque para nada estoy en el mundo.
Yo no soy nada ni nadie más que para uno solo... ¿Siento yo que recobre la
vista? No, eso no, eso no. Yo quiero que vea. Daré mis ojos porque él vea con
los suyos; daré mi vida toda. Yo quiero que D. Teodoro haga el milagro que
dicen. ¡Benditos sean los hombres sabios! Lo que no quiero es que mi amo me
vea, no. Antes que consentir que me vea, ¡Madre mía!, me enterraré viva; me
arrojaré al río... Sí, sí; que se trague la tierra mi fealdad. Yo no debía
haber nacido...
Y luego, dando una vuelta en la cesta,
proseguía:
-Mi corazón es todo para él. Este cieguito
que ha tenido el antojo de quererme mucho, es para mí lo primero del mundo
después de la Virgen María. ¡Oh! ¡Si yo fuese grande y hermosa; si tuviera el
talle, la cara y el tamaño... sobre todo el tamaño de otras mujeres; si yo
pudiese llegar a ser señora y componerme!... ¡Ay!, entonces mi mayor delicia
sería que sus ojos se recrearan en mí... Si yo fuera como las demás, siquiera
como Mariuca... ¡qué pronto buscaría el modo de instruirme, de afinarme, de ser
una señora!... ¡Oh! ¡Madre y reina mía, lo único que tengo me lo vas a
quitar!... ¿Para qué permitiste que le quisiera yo y que él me quisiera a mí?
Esto no debió ser así:
Y derramando lágrimas y cruzando los
brazos, añadió medio vencida por el sueño:
-¡Ay! ¡Cuánto te quiero, niño de mi alma!
Quiéreme mucho, a la Nela, a la pobre Nela que no es nada... Quiéreme mucho...
Déjame darte un beso en tu preciosísima cabeza... pero no abras los ojos, no me
mires... ciérralos, así, así.
(…)
El cambio de actitud de Pablo al recuperar la vista
y que ahora empieza a enamorarse de la belleza física de su prima Florentina
-Prima... ¡por Dios! -exclamó Pablo con
entusiasmo candoroso- ¿por qué eres tú tan bonita?... Mi padre es muy
razonable... no se puede oponer nada a su lógica ni a su bondad... Florentina,
yo creí que no podía quererte; yo creí posible querer a otra más que a ti...
¡Qué necedad! Gracias a Dios que hay lógica en mis afectos... Mi padre, a quien
he confesado mis errores, me ha dicho que yo amaba a un monstruo... Ahora puedo
decir que idolatro a un ángel. El estúpido ciego ha visto ya y al fin presta
homenaje a la verdadera hermosura... pero yo tiemblo... ¿no me ves temblar? Te
estoy viendo y no deseo más que poder cogerte y encerrarte dentro de mi
corazón, abrazándote y apretándote contra mi pecho... fuerte, muy fuerte.
(…)
La muerte de Marianela. Una muerte que simboliza la
muerte por no lograr lo que se desea (el amor de Pablo), pero también es una
muerte simbólica al conocer la realidad, la verdad. En esta escena Teodoro y
Florentina tratan de reanimar a Marianela que ha caído enferma y muere.
-¡De muerte! No sé si pensar que ha muerto
de vergüenza, de celos, de despecho, de tristeza, de amor contrariado.
¡Singular patología! No, no sabemos nada... sólo sabemos cosas triviales.
-¡Oh!, ¡qué médicos!
-Nosotros no sabemos nada. Conocemos algo
de la superficie.
-¿Esto qué es?
-Parece una meningitis fulminante.
-¿Y qué es eso?
-Cualquier cosa... ¡La muerte!
-¿Es posible que se muera una persona sin
causa conocida, casi sin enfermedad?... ¿Señor Golfín, qué es esto?
-¿Lo sé yo acaso?
-¿No es usted médico?
-De los ojos, no de las pasiones.
-¡De las pasiones! -exclamó hablando con
la moribunda-. Y a ti, pobre criatura, ¿qué pasiones te matan?
-Pregúntelo usted a su futuro esposo.
Florentina se quedó absorta, estupefacta.
-¡Infeliz! -exclamó con ahogado sollozo-.
¿Puede el dolor moral matar de esta manera?
-Cuando yo la recogí en la Trascava,
estaba ya consumida por una fiebre espantosa.
-Pero eso no basta ¡ay!, no basta.
-Usted dice que no basta. Dios, la
Naturaleza dicen que sí.
-Si parece que ha recibido una puñalada.
-Recuerde usted lo que han visto hace poco
estos ojos que se van a cerrar para siempre. Considere usted que la amaba un
ciego y que ese ciego ya no lo es, y la ha visto... ¡la ha visto!... ¡la ha
visto!, lo cual es como un asesinato.
-¡Oh!, ¡qué horroroso misterio!
-No, misterio no -gritó Teodoro con cierto
espanto- es el horrendo desplome de las ilusiones, es el brusco golpe de la
realidad, de esa niveladora implacable que se ha interpuesto al fin entre esos
dos nobles seres. ¡Yo he traído esa realidad, yo!
-¡Oh!, ¡qué misterio! -repitió Florentina,
que no comprendía bien por el estado de su ánimo.
-Misterio no, no -volvió a decir Teodoro,
más agitado a cada instante- es la realidad pura, la desaparición súbita de un
mundo de ilusiones. La realidad ha sido para él nueva vida, para ella ha sido
dolor y asfixia, ha sido la humillación, la tristeza, el desaire, el dolor, los
celos... ¡la muerte!
-Y todo por...
-¡Todo por unos ojos que se abren a la
luz... a la realidad!... No puedo apartar esta palabra de mi mente. Parece que
la tengo escrita en mi cerebro con letras de fuego.
-Todo por unos ojos... ¿Pero el dolor
puede matar tan pronto?... ¡casi sin dar tiempo a ensayar un remedio!
-No sé -replicó Teodoro inquieto,
confundido, aterrado, contemplando aquel libro humano de caracteres oscuros, en
los cuales la vista científica no podía descifrar la leyenda misteriosa de la
muerte y la vida.
-¡No sabe! -dijo Florentina con
desesperación-. Entonces ¿para qué es médico?
-No sé, no sé, no sé -exclamó Teodoro,
golpeándose el cráneo melenudo con su zarpa de león-. Sí, una cosa sé, y es que
no sabemos más que fenómenos superficiales. Señora, yo soy un carpintero de los
ojos nada más.
Después fijó los suyos con atención
profunda en aquello que fluctuaba entre persona y cadáver, y con acento de
amargura exclamó:
-¡Alma! ¿qué pasa en ti?
Florentina se echó a llorar.
-¡El alma -murmuró, inclinando su cabeza
sobre el pecho- ya ha volado!
-No -dijo Teodoro, tocando a la Nela-. Aún
hay aquí algo; pero es tan poco, que parece ha desaparecido ya su alma y han
quedado sus suspiros.
-¡Dios mío!... -exclamó la de Penáguilas,
empezando una oración.
-¡Oh!, ¡desgraciado espíritu! -murmuró
Golfín-. Es evidente que estaba muy mal alojado...
Los dos la observaron muy de cerca.
-Sus labios se mueven -gritó Florentina.
-Habla.
Sí, los labios de la Nela se movieron.
Había articulado una, dos, tres palabras.
-¿Qué ha dicho?
-¿Qué ha dicho?
Ninguno de los dos pudo comprenderlo. Era
sin duda el idioma con que se entienden los que viven la vida infinita.
Después sus labios no se movieron más.
Estaban entreabiertos y se veía la fila de blancos dientecillos. Teodoro se
inclinó, y besando la frente de la Nela, dijo así con firme acento:
-Mujer, has hecho bien en dejar este
mundo.
Florentina se echó a llorar, murmurando
con voz ahogada y temblorosa:
-Yo quería hacerla feliz, y ella no quiso
serlo.
ACTIVIDADES
DE COMPRENSIÓN LECTORA:
1.
¿Cómo se da el tema de la ilusión y la realidad en
la obra Marianela?
2.
¿Por qué crees que Marianela dice que no vale nada,
que no es nada?
3.
¿Quién representa el amor interior y quién el amor
exterior? ¿Por qué?
4.
¿Quién simboliza la razón en la obra? ¿Por qué?
5. ¿Qué es más importante para ti, el amor físico o el
amor espiritual? Fundamenta tu respuesta.
6. Al inicio de este fragmento podemos leer un monólogo
de Nela y entendemos que su autoestima no es muy alta, ¿por qué sucede esto?
7. ¿En el caso tuyo, cómo hubieras reaccionado ante el
cambio de actitud de Pablo frente a Marianela?
8. Qué quiere decir la siguiente frase: “Señora, yo soy
un carpintero de los ojos nada más”.
9.
¿Qué crees que simbolice la palabra “alma” en este
fragmento? Fundamenta.
10. ¿Crees que el amar nos puede llevar a la muerte?
¿Por qué?
11. ¿Estás de acuerdo con la muerte de Marianela al
final de la obra? ¿Por qué?
ACTIVIDAD
CREATIVA:
1. Redacta un texto
argumentativo que aborde tu postura sobre el tema de la belleza y la fealdad.
Puedes tomar como referencia el fragmento leído. No olvides que la estructura
de tu texto argumentativo debe ser la siguiente:
ü
TÍTULO: Debe conectar con el tema y llamar la atención del
lector.
ü
INTRODUCCIÓN: Se define el tema a tratar planteando así la TESIS
o punto de vista. (1 párrafo).
ü
DESARROLLO
O ARGUMENTACIÓN: Se deben
exponer las razones o pruebas que DEFIENDEN nuestra TESIS o punto de vista. (3 a
4 párrafos).
ü
CONCLUSIÓN: Se establece, a modo de resumen, la reafirmación de
la TESIS. (1 párrafo).
Ejemplo de texto
argumentativo:
Expectativas de la belleza y la fealdad
Isabella Jiménez Sánchez
Estudiante de Secundaria
Lo que más resalta en la actualidad es lo superficial. Sin belleza es preferible morir, un dicho bien dicho. La belleza es un tema que acopla definiciones e ideas dependiendo del punto en que sea visto tanto como la fealdad que también es un tema, pero que a diferencia del anterior este intenta encajar en todos, pero resulta no encajar en ninguno. Aunque cabe resaltar que si no existiese la fealdad tampoco existiese la belleza.
En una de las obras literarias donde resaltan ambos temas es la del novelista Benito Pérez Galdós, «Marianela». En ella se puede apreciar en esta novela que sin belleza y sin dinero es mendigar a pedir más, a completar el misterio con que nacimos y con el que uno quiere estar vivo. Sin duda la belleza y la fealdad revelan mucho de uno.
Para definir el contexto de muchos, la belleza es lo sagrado, lo divino por decirlo así, no referente siempre al rostro. El grandísimo filósofo griego Aristóteles sostenía que lo bello es lo que puede apreciarse abarcándolo con placer y de un solo vistazo por simétrico, ordenado y realizado con grandeza.
Hablando de criterios relativos, la belleza es como el poder, algo muy ambicioso que por el lado oscuro es la provocadora de tragedias, de sufrimiento y esto se demuestra en el famoso mito de la manzana de la discordia que terminó desatando ¨La Guerra de Troya¨. Y que hablar de la perfecta arquitectura musulmana ¨Taj Mahal¨, en donde los arquitectos de la obra fueron asesinados para evitar que volvieran a edificar algo de semejante belleza, un final de desgracia.
La fealdad es un tema épico y típico de conversación y de críticas. Ser feo es una desgracia, pero esto cambia cuando la realidad ilumina y cambia las acciones. Por ejemplo, no se aprecia lo que se tiene hasta que se pierde como una parte de tu cuerpo o tal vez, todo tu cuerpo. No estar al día con la moda también significa ser feo por más tonto que suene.
Para concluir estas variaciones sobre el concepto ¨belleza¨ y su subjetividad alcanza muchos estándares y reemplaza otros como las distintas definiciones que cada uno le da. La hermosa belleza y la fea fealdad es conforme la facultad y dificultad. Desde lo más precioso hasta lo más desagradable despierta apetitos, desborda sensualidad, provoca ansiedad y sobre todo induce problemas.
Seamos observadores
con nuestro reflejo, con los objetos, con los lugares, los sentimientos, la
atmósfera hasta con una hormiga. Estimemos la belleza y no a sus
imitaciones, y así aprenderemos a ser felices con nuestros defectos.
RECURSO EXTRA: En este video podrás aprender más sobre la obra MARIANELA de Benito Pérez Galdós: