miércoles, 27 de enero de 2016

Ocho poemas del libro Detrás de las ventanas (Toro de trapo 2011) - Paolo Astorga

Ocho poemas del libro Detrás de las ventanas (Toro de trapo 2011) - Paolo Astorga


LETANÍA


Yo puedo morir
y tú lo sabes.

En el angustiante atardecer
todo atiza terriblemente
en lo hondo de las sombras.

Sé que ha nacido un corazón crucificado.

Cierra los ojos.
Hoy tampoco tendré un cuerpo tibio
entre las sábanas.

Ya no tengo más isla
que esta absurda idea de reconstruir el paraíso
y deambular eternamente
como una sombra en la barbarie que sueña tu errática figura.

Sin embargo
el alba aún habrá tocado mis labios,
el instante congelado
                 decapitando una sonrisa.




ANGUSTIA NATURAL



Un rostro afligido de desgracias,
vigila el confuso reflejo de los relojes,
una lágrima antigua que cae sobre tu pecho
y oculta las heridas
para que retornen todas las hojas vencidas por el viento.

Asechantes sotos vibran impacientes
bajo la ausencia atardecida del azar;
sombras sin memoria vagan por este incierto resplandor
que ha liberado silenciosos unicornios por el campo.

La piel sesgada ya no retiene las caricias,
vuelvo a esa perversa flor que ha cercenado mis manos
y la claridad de los columpios enmudeciendo la tarde.

Los últimos árboles desconciertan el eco indecible de los pájaros,
otra vez el sol que me espera de rodillas,
sospechando entre mis ojos la profunda soledad de la niebla
que parece olvidar todos los sonidos que el mar inventa
para que la luna no desaparezca nunca en nuestros vientres.



UN MUCHACHO ANTES DEL INVIERNO



En la búsqueda infinita se pierde la nostalgia,
el desprecio hacia aquella piedra que ha invadido nuestra ausencia
bajo la plegaria que amanece sobre una extensa sábana insufrible.

Pocas cosas han quedado impunes a la mirada funesta de los cuervos.
Fluye el tiempo ahogándose en el lago púrpura de inconcretas voces
acariciando la perversa herida bajo el llanto.

Despoblados rostros han acabado su otoño
sobre un par de labios adormecidos de arpegios
que a veces solo provocan la violencia de las nubes
bajo una pestaña aletargada por la incógnita ceniza
que ha construido las distancias.

Entre los pinos
ya nadie rinde culto
a una lágrima que ha perdido
su corona.




BALADA PARA UN CUERPO IMAGINARIO



Enardecidos pájaros cercenan mis sueños,
tengo ahora todas las sombras
y los ataúdes frente a mí alucinando paisajes absolutos,
en tu cuello descubierto, aún el destierro incompleto
azorando mis vértebras, el éxtasis resucitando oscuros laberintos
donde la piel retorna a las palabras y el río detiene su cauce.
Copulan los mares en la eterna soledad de las gaviotas,
la arena desiste un tiempo,
derrama la espuma de su sangre indolente
en mi mortuoria risa despintada.
Solo el olvido camina aprisa y me desmiembra,
los ángeles tocan su lira, parecen diluirse mientras me abren los ojos
y el cielo despoja todas las caricias,
los rostros, las casas, las paredes y el sol, que adelgaza las huellas
y desaparece como un murmullo que se pierde al final de la calle,
y aún tu cuerpo en trance, mirando todas las ventanas...


LA MARIPOSA GRIS TODO LO HA SOÑADO



Escaleras infinitas han aletargado la noche,
huyen mustios los caimanes imposibles de esperanza
bajo tanta angustia, tanto auspicio de sangre
brotando de borrosos sauces que increpan
un designio hacia los bosques.

Han destronado el silencio y lascivas córneas compungidas
pululando la inviolable piedra que nos ha abierto el cuerpo
como una flor calcinada entre los labios.

Ya no existe más que fútiles urbes envueltas en fuego
y acaso esa rebeldía de mirarse las alas bajo un cielo
amputándose toda la niebla para desnudar su hipocresía.

Ninfas como espectros solitarios confluyen los espejos;
aún sigue su ritmo esa sombra enfurecida que persiste
tocar el horizonte y diluirse en el llanto inmemorable
de un efímero color aturdido detrás de las montañas.



DETRÁS DE TI YA HAY UN CIELO



Atraviesa este jardín
y dime tu nombre
sin que me desangren tus palabras.

Hice una jaula
detrás de la orilla más soñada.

Qué sed
me ha revelado enturbiadas lágrimas de noche,
qué latido
aún detiene las fronteras.

Ha sucedido.
El espectador muerto aplaude tan emocionado
y no ve en su espejo
la obscena indumentaria que ha fingido su rostro.

Qué inmóvil queda el vacío
antes de apagar todas las luces.

Muy lejos
han quedado todos los arroyos
expiando nuestras culpas.



LA ESFINGE SE HA ESTREMECIDO EN SU DESTIERRO


Sendos barcos inflamándose de llagas
arriban el alma de un pájaro salvaje
que nadie mira.

La cruda realidad ha sangrado en todos los puños
sobre una hoguera intacta donde han llorado los cipreses
tratando de esculpir una incógnita constelación
sobre los vientos.

Abre el horizonte su pena,
negras campanas repican su desgracia,
lánguidos murmullos como blasones extinguidos
fingen este sonido eterno que ha embelesado los juncos.

Espectros marchitando el glorioso amanecer de las cornetas.
Sin mí, ya sin mí la mañana,
descorre su ausencia hasta sumergirme en su fracaso
detenida como una alondra subyugada por el sol
todo se desnuda agonizando.

Ya muero, ya muero;
qué dulce luz sin verbo, sin más brillo
que un ojo cobarde
añadiéndose al silencio.



EL SOL VERDADERO



Furibundas miradas niegan la cruz en nuestra espalda,
han partido las sombras desnudas de barro entre la niebla.

En vano las fuentes retornan su esplendoroso fulgor
de contemplar inalcanzables mirlos fugando hacia las máscaras.

Llega ya el viento y mi voz se hace leve suspiro.
La hojarasca esconde lágrimas inciertas,
un andrajo de noche que va buscando un camino interminable.

Hogueras infinitas desbordarán sus vestigios
sobre la sangre hostigada de presagios.

Hoy despertaré condenado
a jugar con mi verdugo.

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