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jueves, 27 de abril de 2023

FICHA DE LECTURA: Un cuento para reflexionar sobre la indiferencia ante el dolor y la miseria: “Un asunto vulgar” de Arkadi Avérchenko

 

FICHA DE LECTURA: Un cuento para reflexionar sobre la indiferencia ante el dolor y la miseria: “Un asunto vulgar” de Arkadi Avérchenko
 


LECTURA:
Un asunto vulgar
Arkadi Avérchenko
 
La víspera de Navidad.
El frío era muy intenso, el viento atacaba furioso las casas y los árboles y no perdonaba a los transeúntes, que hacían todo lo posible para librar de sus ataques las mejillas, la nariz y la frente. Cuando se cansaba de callejear, se encaramaba sobre los altos edificios, en busca de un campo de acción más despejado, más abierto, y daba rienda suelta a su furia salvaje, rugía como un león, saltaba de tejado en tejado, se colaba por las chimeneas.
El novelista Dojov y el pintor Poltorakin marchaban por la acera, cubierta de nieve, envueltos en buenos abrigos.
Iban a una fiesta infantil que se celebraba aquella noche en casa del editor Sidayev, y pensaban con placer en la grata velada que les esperaba en los ricos y tibios salones, ante el árbol de Navidad, rodeados de niños felices, alegres.
El frío arreciaba.
—Es muy difícil escribir cuentos de Navidad —decía Dojov—. O hay que desarrollar un asunto vulgar, o pintar una serie de horrores más vulgar aún…
De pronto se detuvo y volvió la cabeza hacia las gradas de una casa de la acera opuesta, medio cubiertas de nieve.
—¡Mira! ¿Qué es eso?
—¿El qué?
—Ese bulto, en las gradas… A la derecha, en el fondo…
Los dos amigos se acercaron y vieron acurrucado en el rincón a un muchacho.
—¿Qué haces ahí?
—¡Eh, chico! ¿Qué haces ahí, a estas horas?
El muchacho se removió, y surgieron de entre los andrajos que lo cubrían una manita roja de frío y una cara de ojos brillantes, mojados de lágrimas. Debía de tener ocho o nueve años.
—¡Me muero de frío! —balbuceó, castañeteando los dientes.
—¡No es extraño! —comentó, compasivo, el pintor—. Mira qué miserables harapos…
El novelista se inclinó, pensativo, sobre el muchacho.
—¡Poltorakin! —preguntó con acento solemne—. Esta noche es Nochebuena, ¿no?
—Sí, Nochebuena.
—Pues… ¡ya ves!
—Sí, ya veo…
El novelista señaló al chiquillo.
—¿Te has hecho cargo…?
—¿De qué?
—¡Qué torpe eres! ¡Este es el niño que se muere de frío!
—¡Vaya una noticia!
—Este es el famoso muchacho que se muere de frío en Nochebuena —añadió el novelista, en el tono de un hombre que acaba de hacer un importante descubrimiento científico—. ¡Hele aquí! ¡Por fin lo veo con mis propios ojos!
El pintor se inclinó también sobre la pobre criatura.
—¡Sí, no hay duda —dijo, examinándola atentamente—, es él en persona! Mañana es Navidad, si no mienten nuestros calendarios… Y no deben de mentir, cuando Sidayev nos ha invitado…
—Quizá haya por aquí algún árbol de Navidad encendido. Eso completaría el cuadro. La música, la sala iluminada, los alegres gritos de los niños en torno del árbol y, a algunos pasos de distancia, un pobre muchacho muriéndose de frío…
—¡Mira! —gritó el pintor—. En aquella casa, en la de la esquina, en el cuarto piso, la cuarta, quinta y sexta ventanas están muy iluminadas… Allí hay, seguramente, un árbol de Navidad iluminado.
—¡Entonces, todo está en regla!
—¿Qué?
—Que parece un cuento de Navidad… ¡Es curioso! He leído y hasta he escrito una porción de cuentos sobre el tradicional muchacho que se muere de frío en Nochebuena, pero no lo había visto nunca.
—Sí, se abusa un poco de ese asunto. Basta abrir en estos días cualquier periódico para tropezarse con un muchacho helado, protagonista de una narración sentimental.
—Desde hace algunos años suelen leerse también, en estos días, sátiras más o menos ingeniosas de tal abuso; pero esas sátiras también se han hecho ya vulgares. Ningún escritor que se respete se atreve a servirse, ni en broma ni en serio, del tradicional muchacho.
—Sí, es verdad… Si contamos en casa de Sidayev que acabamos de ver a un muchacho muriéndose de frío, como en los cuentos de Navidad, no nos creen.
—Se echan a reír.
—Se burlan de nosotros.
—Se encogen de hombros.
—No, más vale no contarlo. ¡Un niño que se muere de frío! ¡Qué vulgaridad! Es una cosa que no puede tomar en serio ninguna persona dotada de un poco de gusto literario.
—Figúrate —dijo el novelista— que se encuentran a esta criatura unos obreros, unos hombres toscos e iletrados, que no han leído nunca cuentos de Navidad. Se la llevan a su casa; le dan de cenar, le iluminan un arbolito… Y mañana se despierta en una cama limpia y caliente, y ve inclinado sobre él a un obrero de hirsuta barba, que le sonríe con ternura…
El pintor miró al novelista con ojos burlones.
—¡Caramba, qué improvisación! ¡A que acabas por escribir algo sobre el tradicional muchacho!
El novelista se rio.
—Sí, le he dado rienda suelta a mi imaginación. Pero ¡no!… ¡Dios me libre! Detesto todo lo vulgar. ¡Vámonos!
—Pero… ¿vamos a dejar helarse a este niño? Podíamos llevarlo a algún sitio donde pudiese entrar en calor y cenar…
—Sí, sí —repuso, irónico, mordaz, el novelista—. Y mañana se despertaría en la camita caliente y vería inclinado sobre sí el rostro barbudo… como en los cuentos de Navidad.
Estas sarcásticas palabras azoraron mucho al pintor, que no se atrevió a insistir.
—Bueno, como quieras… Sigamos nuestro camino.
Y los dos amigos se alejaron, reanudando la conversación interrumpida. Sus voces fueron apagándose en la distancia. El muchacho se quedó solo, acurrucadito en el rincón, y la nieve siguió cubriéndolo…
El pobre no sabía que era —¡pícara suerte!— un asunto vulgar.
 
 

PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN LECTORA:

1. ¿Por qué se dice que el frío rugía “como un león”? Explica tu respuesta.
2. Infiere: Según el contexto del cuento, ¿qué significado tiene la frase: “un asunto vulgar”? Explica tu respuesta.
3. Al final del cuento, el novelista no ayuda al muchacho porque dice que si lo hace se sería “como en los cuentos de Navidad”. ¿Qué significa esto? Explica tu respuesta.
4. Infiere: ¿Por qué se dice que el pobre muchacho que estaba en muriéndose de frío era “un asunto vulgar”? Explica tu respuesta.
5. Aunque el cuento no lo hace explícito, ¿qué es lo que critica este? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
6. ¿Qué opinas de la actitud del novelista y el pintor con respecto al muchacho que se estaba muriendo de frío? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
 
 

POSIBLES RESPUESTAS:
1. La expresión "el frío rugía como un león" es una metáfora que se utiliza para darle un carácter más vívido y descriptivo al fenómeno del viento frío que soplaba en la calle. Al utilizar la imagen del rugido de un león, se busca transmitir una sensación de poderío y ferocidad, lo que a su vez ayuda a crear una atmósfera de tensión y peligro.
 
2. En el contexto del cuento, la frase "un asunto vulgar" se refiere al hecho de que el protagonista, el novelista, considera que el muchacho que está muriéndose de frío en la calle es algo común y corriente, algo que no llama demasiado la atención ni despierta su interés. Esta actitud indiferente del protagonista se debe en parte a su arrogancia y a su falta de empatía, pero también refleja la actitud generalizada de la sociedad hacia los más pobres y desfavorecidos.
 
3. Cuando el novelista se niega a ayudar al muchacho, argumentando que hacerlo sería "como en los cuentos de Navidad", se refiere a que sería algo tan vulgar, es decir, común. Pero como el novelista no quiere caer en lo “vulgar”, termina por no hacer nada. Esta actitud egoísta y desapegada es precisamente lo que el autor del cuento está criticando, al poner de manifiesto cómo la sociedad ha perdido la capacidad de preocuparse por los demás y ha abandonado los valores de la solidaridad y la empatía.
 
4. La expresión "un asunto vulgar" se utiliza para describir al muchacho que está muriéndose de frío en la calle, y sugiere que la situación de pobreza y desamparo en la que se encuentra es algo que se ve con demasiada frecuencia como para despertar la atención o la simpatía de la gente. Esta actitud de indiferencia y desdén hacia los más pobres es precisamente lo que el autor del cuento está denunciando, al mostrar cómo la sociedad ha perdido su sensibilidad y su capacidad de compasión hacia los más desfavorecidos.
 
5. Aunque el cuento no lo hace explícito, se puede inferir que lo que está criticando es la falta de empatía y solidaridad de la sociedad hacia los más pobres y desfavorecidos. El autor denuncia cómo la gente ha perdido la capacidad de preocuparse por los demás y se ha vuelto indiferente al sufrimiento ajeno, lo que ha llevado a una creciente polarización y desigualdad social. Asimismo, el cuento cuestiona la actitud nada empática de aquellos que, como el novelista y el pintor, prefieren mirar hacia otro lado antes que implicarse en la solución de los problemas sociales.
 
6. En mi opinión, la actitud del novelista y el pintor hacia el muchacho que se estaba muriendo de frío es reprochable e inhumana. A pesar de que ambos tenían la capacidad y los recursos para ayudar al muchacho, decidieron no hacer nada al respecto. En lugar de actuar con empatía y compasión, se preocuparon más por su propia imagen y por cómo serían percibidos por los demás. Su falta de acción demuestra una falta de valores humanos básicos como la compasión y la solidaridad, y refleja la falta de responsabilidad social en la sociedad de la época.