Cultura combi
Cultura combi
Julio
C. Benavides Parra
Ángeles del
papel, 2014
Cultura combi
(Ángeles del papel, 2014) del poeta peruano Julio C. Benavides Parra (Lima, 1977), nos muestra de manera
directa e irónica el diario vivir dentro de ese monstruo de cuatro llantas
llamado “combi”. El libro se propone generar un discurso poético que desentraña
la violencia como único lenguaje posible ante la miseria de lo posmoderno. El
medio de transporte se transforma en un verdadero averno, el simple abordaje de
estos cacharros oxidados que fungen de nuestro diario transporte se transforman
en el símbolo de toda una sociedad presa de sus frustraciones y miserias. El
poema I, nos plantea desde el inicio su ánimo descriptivo de nuestra propia
idiosincrasia:
Mi estómago
suena,
debo cenar al llegar y
un rompe muelle
me mueve el trasero.
suena,
debo cenar al llegar y
un rompe muelle
me mueve el trasero.
Una música
tal vez cumbia
me hace doler la cabeza
en esta coaster asesina
solo tengo un sueño
llegar a casa.
tal vez cumbia
me hace doler la cabeza
en esta coaster asesina
solo tengo un sueño
llegar a casa.
Se me prohíbe soñar.
Como observamos el poeta nos retrata ese mundo urbano donde la angustia
y el azar se transforman en violencia vital. En esta ciudad de “combis
asesinas” solo se puede ensayar el sueño de los sobrevivientes. Y mientras la
incomunicación se acrecienta, mientras la soledad y la necesidad de equilibrio
solo son meros “sueños prohibidos” el poeta testifica su diario vivir en una
sociedad desmoronada, mutante, radioactiva.
Aún no he llegado
ni a tu puerta
ni acariciar mi ventana
ni las horas azules
el viento me ventea la cara
y es abierta la puerta
espera una caída de
un fulano, zutano, más mengano
más las policiales
de un diario
el policía detendrá el auto
y yo digo en silencio
cierra la puerta
¡Carajo!
ni a tu puerta
ni acariciar mi ventana
ni las horas azules
el viento me ventea la cara
y es abierta la puerta
espera una caída de
un fulano, zutano, más mengano
más las policiales
de un diario
el policía detendrá el auto
y yo digo en silencio
cierra la puerta
¡Carajo!
La violencia verbal, la corrupción y la informalidad han generado un
estado donde la única verdad es la misma violencia, la indiferencia, sin
embargo el poeta es un neorromántico, un ser melancólico que debe enfrentar en
su cotidianidad a la angustia de lo que se va pudriendo, la destrucción de las
ilusiones:
A pesar de tener
solo unos años
y tantas ilusiones
su mirada era triste
como el bolero del bar
como el cielo de Lima.
solo unos años
y tantas ilusiones
su mirada era triste
como el bolero del bar
como el cielo de Lima.
El poeta se enfrasca en una lucha entre lo ideal y lo real y eso le
genera angustia, una necesidad obsesiva por querer retratar la ciudad y sus
miserias. La soledad es el lugar de este poemario, la nostalgia de que la
ciudad se enfrasca en su propio apocalipsis y que solo queda la incomunicación
y la barbarie. Solo la ironía puede desprender a las moscas de la herida
putrefacta, la ironía no es la cura, sino solo el espasmo de los moribundos.
Pues:
Cada segundo y
paradero es hacer una mueca al destino
el subir en un auto en Lima
es una eterna ceremonia de despedida
y un canto a la vida
si se llega al destino final.
paradero es hacer una mueca al destino
el subir en un auto en Lima
es una eterna ceremonia de despedida
y un canto a la vida
si se llega al destino final.
No morir en el absurdo, esa es la consigna del poeta. El discurso se
centra en el escape de la muerte, la angustiante rehuida ante la desesperación,
ante la insignificancia. Benavides, colma su poemario de imágenes ligadas a lo
religioso, en tanto se ve cercano a la desaparición, convertirse en un occiso
cotidiano, un cadáver que a nadie importa. Sin embargo la ironía matiza esa
angustia ante la muerte:
Hoy no subí a la combi
no tomé ningún transporte
solo caminé
y en el nombre del padre
estoy salvado
y no tuve el corazón por la boca
y al no subir en el auto
ni la madre fue mentada
y el espíritu que tal vez
quede en vilo
si me subo al carro
no fue invocado
y el crucifijo
que es vital
no fue necesario
hoy creo en Dios,
no subí en combi.
no tomé ningún transporte
solo caminé
y en el nombre del padre
estoy salvado
y no tuve el corazón por la boca
y al no subir en el auto
ni la madre fue mentada
y el espíritu que tal vez
quede en vilo
si me subo al carro
no fue invocado
y el crucifijo
que es vital
no fue necesario
hoy creo en Dios,
no subí en combi.
Como vemos esta travesía urbana por el transporte nacional es solo el
preámbulo hacia una muerte tonta, estúpida. Benavides lo sabe, por eso el
manejo de su lenguaje es llano, casi como una confesión maníaca contra las
desgracias de nuestra sociedad presa de la paranoia y lindando con la
esquizofrenia.
La vida “no vale nada”
dice la canción
espero llegar a casa
me cojo de mi asiento.
dice la canción
espero llegar a casa
me cojo de mi asiento.
Y al final de este viaje accidentado, el humor es lo único que queda.
Testimonio de ello es el Poema XXX que parte de las “dignas” huelgas de
transportistas para a partir de ello, mostrarnos “el paraíso” sin las
diabólicas combis. Veamos:
Hoy hubo huelga
de transporte público
no veré autos
que rugan y maten
transportistas que lanzan
vituperios e insultos
y ponen rostros
de locos de la pista
cobradores que cobran
a cada rato
y tanto humo sobre
mi cara
una pista repleta
tampoco veré
policías coimeros
ni semáforos con desperfectos
es un día como
hace mucho
no se veía
pista despejada
menos violencia
en la calle
y sin ráfagas de insultos
hoy sin transporte público
se puede andar
sin ser atropellado
parece un sueño
portada para un cuadro.
de transporte público
no veré autos
que rugan y maten
transportistas que lanzan
vituperios e insultos
y ponen rostros
de locos de la pista
cobradores que cobran
a cada rato
y tanto humo sobre
mi cara
una pista repleta
tampoco veré
policías coimeros
ni semáforos con desperfectos
es un día como
hace mucho
no se veía
pista despejada
menos violencia
en la calle
y sin ráfagas de insultos
hoy sin transporte público
se puede andar
sin ser atropellado
parece un sueño
portada para un cuadro.
En suma, Cultura combi, se nos presenta como un molesto espejo de lo que
es, vergüenza propia, nuestra sociedad. Informal y violenta. Aquella que se ha
resignado a su tragedia diaria y se ha acomodado “como pueda” a su asiento
sórdido y violento de cada día. El poeta es un cuerpo que sufre su angustia, pero
también, un descriptor de ese cáncer muy de hoy llamado indiferencia.
Paolo Astorga
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