El infierno está lleno de memoria
El infierno está lleno de memoria
Charly Martínez
Toledo
Kovack
Editores, 2014
El infierno está lleno de memoria (Kovack Editores, 2014) del escritor peruano Charly Martínez Toledo (Lima, 1984) es un conjunto de cuatro
cuentos donde la intensidad narrativa radica en la intimidad de sus personajes.
Charly Martínez logra profundizar en la psicología de sus personajes que lindan
con lo bizarro y la melancolía existencial. Desde su primer libro Las púas y otros cuentos, ha ido
construyendo un universo narrativo donde la frustración, el fracaso y la exploración
del cuerpo como discurso se confrontan con una realidad alienante y
desgarradora.
En el caso de El infierno está
lleno de memoria, el autor nos propone el siguiente derrotero:
El primer cuento llamado “Confesión” nos muestra una revelación dolorosa
y traumática de lo bizarro. El protagonista sufre la tragedia personal de no
poder controlar sus desordenes estomacales. Esto hace que su modo de vida se
vea afectado por un profundo absurdo que ha ido mermando su mente hasta hacerlo
esquizoide y solitario. La marginación es, en este cuento, una forma de mostrar
el dolor profundo de la existencia; una lucha entre la normalidad y la
anormalidad que generan una profunda marginación y fracaso.
“Mirkala”, es un cuento que tiene como locus la tensión pasional y el
amor que se nos muestra como una posibilidad, como una psicología de la
seducción. El cuento es un fluir del erotismo como discurso, como
contemplación, como deseo inevitable de la unión de los cuerpos. A lo largo del
cuento inferimos que Mirkala es el símbolo del amor ardiente que luego se transforma
en performance amatorio. Por otro lado Mirkala se presenta en la narración como
una identidad ambigua que se perenniza impredecible frente al placer y la
soledad de la miseria.
Siguiendo una línea parecida se nos presenta “Réquiem por una princesa”,
un cuento con una gran influencia ribeyriana. Es la historia de la miseria del
amor frente a la frustración y la profunda desolación. Josué, un cándido
muchacho que se enamora perdidamente de Letea, se enfrenta ante lo inevitable,
ante el desgaste de las relaciones, ante la ignominia y la incomunicación. El cuento
es un largo fluir hacia el abandono, una sinfonía in crescendo de la devastación, del desamor. El tiempo y las
confrontaciones, las lejanías y contradicciones acrecientan la frustración para
decantar en la pérdida total de lo deseado, para dar paso a la eterna
melancolía.
Y por último tenemos a “Wenceslao”, un cuento muy intenso donde la
ternura y la violencia son constantes manifestaciones frente una realidad que
condena a la desidia y a la indiferencia; a la marginación y la invisibilidad. Wenceslao,
es un personaje al que se lo ha abandonado desde la infancia. Miembro de una
familia destruida solo tiene un único refugio: la literatura. La sensibilidad y
el deseo de crear una alternativa a su realidad, un paraíso artificial, lo
llevarán a su propia destrucción. La soledad y el amor son espacios donde
nuestro héroe transitará hasta dar con la violencia de los marginados, de los
que viven en la destrucción misma del infierno personal.
En suma, estos cuatro brevísimos cuentos de Charly Martínez Toledo,
intentan de modo intenso y reflexivo, mostrarnos esa herida cotidiana que es
vivir. El amor, la soledad y esa necesidad de encontrarse en la felicidad o por
lo menos ser aceptado frente a los otros que nos anulan, son temas vitales en
la narrativa de Martínez. El énfasis de este narrador es, sin duda, mostrar con
toda la sordidez posible la condición humana de seres tan efímeros, derrotados y
deteriorados como nosotros mismos.
Paolo Astorga
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