Los
delitos del cuerpo
Los delitos del cuerpo
Samantha
Barendson
Chistophe
Chomant Éditeur - Francia, 2011
Los delitos del
cuerpo (Chistophe Chomant Éditeur - Francia, 2011)
de Samantha Barendson (Vilanova i la
Geltru – España, 1976), es un intenso libro de poesía bilingüe (español –
francés) y donde todo discurso poético se configura alrededor de la ausencia.
La ausencia es siempre la maestra de poesía, el motor que nos permite la
reflexión, contemplar la verdadera trascendencia de lo amado, de lo que fue
amado. Pero es la ausencia lo que importa, la herramienta para tentar lo
imposible, para hacer la ficción erótica de las palabras que emanan de los
labios que encuentran en su desesperación, en su soledad, el placer de la
melancolía. La poeta ha volcado la necesidad de lo deseado como una voluntad
por el arte poético de la construcción de las reminiscencias de placer, pero
además en esa absoluta memoria e idealización, se estrella contra la realidad,
contra la noche, contra un fantasma tan suyo, que solo queda la escritura
enfrentando la existencia, el amor después del amor intentando un retorcimiento
mágico para reafirmarse, eternizarse en los instantes más intensos del
desasosiego.
Te busco
en los pliegues
de un hombre
que no eres tú
En axilas y deseos
ajenos e hijos
de la otredad
en los pliegues
de un hombre
que no eres tú
En axilas y deseos
ajenos e hijos
de la otredad
Te busco
en las curvas
de hombres
esculpidos por mí
en las curvas
de hombres
esculpidos por mí
Y no estás
Como observamos, el
cuerpo es un flujo, una cúspide y una caída. El cuerpo es un ente para la comunión,
para la exploración, para el desarraigo y la rebeldía. El cuerpo es el amante y
su vitalidad, el movimiento extático que siempre cambia con las búsquedas y el
experimentar hasta que el tiempo lo permita, hasta que el tiempo sea la
decadencia de los amantes que ya no recuerdan el nombre de sus ruinas. El
cuerpo es geografía del disfrute, pero antes que nada, un recuerdo que invade
el corazón.
En la (ti)niebla
tus brazos llenos de lluvia
se evaporan
bajo el sol ardiente
de mi primavera
tus brazos llenos de lluvia
se evaporan
bajo el sol ardiente
de mi primavera
En la tormenta
el fragor de tus besos
afloja
aunque yo resista
mi corazón armado
el fragor de tus besos
afloja
aunque yo resista
mi corazón armado
El libro nos
muestra una necesidad por el encuentro, por la fusión que parte de lo carnal,
pero que trasciende el mero sentimiento de pertenencia, el acto animal de la
cópula. El cuerpo nuevamente es el escenario central, sin embargo, el acto
amoroso es siempre una posibilidad de unión para el disfrute más humano, más
cercano a la vida. El verdadero ser amado, aunque lejano, distante y nebuloso,
es en la añoranza una fantasía real. Veamos este poema como ejemplo de la
necesidad de lo corpóreo para construir la unidad de la comunicación
extracorpórea:
Hice el amor
con otro
pensando en ti
mientras hacías el amor
con otra
quizás
pensando en mí
con otro
pensando en ti
mientras hacías el amor
con otra
quizás
pensando en mí
Tenemos que esperar
a que todos se duerman
para permitir que los besos
crucen las montañas
Clavaste tus espinas
debajo de mi piel
abrojos de dulzura
atándome a tu ser
Gritamos en la noche
para que la voz alcance
noctámbulos aullidos
quebrando la pared
a que todos se duerman
para permitir que los besos
crucen las montañas
Clavaste tus espinas
debajo de mi piel
abrojos de dulzura
atándome a tu ser
Gritamos en la noche
para que la voz alcance
noctámbulos aullidos
quebrando la pared
Hice el amor
anoche
anoche
Nadando en ti
mientras hacías el amor
muy lento
fugaz
gozando en mí
mientras hacías el amor
muy lento
fugaz
gozando en mí
Como vemos, la voz
poética nos presenta una estructura definida: El amado es siempre parte de la
palabra, es la palabra que se enfrenta a los recuerdos, que los constituye y se
hacen patentes en goce y excitación. Sin embargo, este amor es virtualizado,
secundado por una vacuidad. El vacío y la soledad pueblan todo el libro y lo
sostienen. El delito más grande es el deseo del poseer, de experimentar y
eternizarse o fundirse en un solo cuerpo, pensamiento y latido. Pues el amor ya
no es amor, sino melancolía de un encuentro que ya pasó, pero que deja sus
cenizas aún ardientes en la memoria. Por eso la poeta se entrega sin tregua a
ese delito, a ese gran delito de querer ser poseída y poseer en el símbolo
eternizado de un simple abrazo:
Cuando la piel tensa
como herida
cuando el ansia la sed
de tu cuerpo ajeno
como herida
cuando el ansia la sed
de tu cuerpo ajeno
Cuando la necesidad
de aquellas manos
como bálsamo de afección
y el ardor como única respuesta
de aquellas manos
como bálsamo de afección
y el ardor como única respuesta
Cuando el hilo del deseo
me dobla en dos
en medio de la noche
en medio de la cama
y en medio de la vida
me dobla en dos
en medio de la noche
en medio de la cama
y en medio de la vida
Necesito entonces
tu abrazo
tu abrazo
En suma, Los
delitos del cuerpo es un libro que con honestidad y sin aspavientos nos
canta de una pasión y de una muerte en el desconcierto. Los delitos del cuerpo,
no son delitos, es olvido en cuotas de dolor, en gozoso claroscuro entre el
placer y la frustración. El viaje poético es sin duda la necesidad, el anhelo
por reconstruirse, por ordenar el caos del placer. El amor como sustancia
inacabable e indefinible caricia o puñalada que al final solo nos deja con un
puñado de hermosos recuerdos y la sospechosa satisfacción de lo nunca logrado:
He quedado sólo el vacío
¿Con qué lo he de llenar?
Estrellas pájaros noches
paseos libros y mar
luces azar alcoholes
música Chopin y Bach
lechos y camas amores
cuerpos de hombres y carnes
y luego
oscuridad
paseos libros y mar
luces azar alcoholes
música Chopin y Bach
lechos y camas amores
cuerpos de hombres y carnes
y luego
oscuridad
¿Y tú?
Paolo Astorga
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