Niebla
(fragmento)
Miguel de Unamuno
Aquella tempestad
del alma de Augusto terminó, como en terrible calma, en decisión de suicidarse.
Quería acabar consigo mismo, que era la fuente de sus desdichas propias. Mas antes
de llevar a cabo su propósito, como el náufrago que se agarra a una débil
tabla, ocurriósele consultar conmigo, con el autor de este relato. Emprendió,
pues, un viaje acá, a Salamanca, donde hace más de veinte años vivo, para
visitarme.
Cuando me anunciaron
su visita, sonreí enigmáticamente y le mandé pasar a mi despacho-librería.
Entró en él como un fantasma, miró a un retrato mío al óleo que allí preside a
los libros de mi librería, y a una seña mía se sentó frente a mí.
Empezó hablándome de
mis trabajos literarios y más o menos filosóficos, demostrando conocerlos
bastante bien, lo que no dejó, ¡claro está!, de halagarme, y en seguida empezó
a contarme su vida y sus desdichas. Le atajé diciéndole que se ahorrase aquel
trabajo, pues de las vicisitudes de su vida sabía yo tanto como él, y se lo
demostré citándole los más íntimos pormenores y los que él creía más secretos.
Me miró con ojos de verdadero terror y como quien mira a un ser increíble; creí
notar que se alteraba el color y traza del semblante y que hasta temblaba. Le
tenía yo fascinado.
-¡Parece mentira!
-repetía-. ¡Parece mentira! A no verlo, no lo creería... No sé si estoy
despierto o soñando...
-Ni despierto ni
soñando -le contesté.
-No me lo
explico..., no me lo explico –añadió; mas puesto que usted parece saber sobre
mí tanto como sé yo mismo, acaso adivine mi propósito...
-Sí -le dije-. Tú -y
recalqué ese tú con un tono
autoritario-, tú, abrumado por tus desgracias, has concebido la diabólica idea
de suicidarte, y antes de hacerlo (...) vienes a consultármelo.
El pobre hombre
temblaba como un azogado, mirándome como un poseído miraría. Intentó
levantarse, acaso para huir de mí; no podía. No disponía de sus fuerzas.
-¡No te muevas! -le
ordené.
-Es que..., es
que... -balbuceó.
-Es qué tú no puedes
suicidarte, aunque lo quieras.
-¿Cómo? -exclamó al
verse de tal modo negado y contradicho.
—Sí. Para que uno se
pueda matar a sí mismo, ¿qué es menester? -le pregunté.
-Que tenga valor
para hacerlo -me contestó.
-No -le dije-, ¡que
esté vivo!
-¡Desde luego!
-¡Y tú no estás
vivo!
-¿Cómo que no estoy
vivo? ¿Es que me he muerto? -y empezó, sin darse cuenta de lo que hacía, a
palparse a sí mismo.
-¡No, hombre, no!
—le repliqué-. Te dije antes que no estabas despierto ni dormido, y ahora te digo
que no estás ni muerto ni vivo.
-¡Acabe usted de
explicarse de una vez, por Dios! ¡Acabe de explicarse! -me suplicó
consternado-. Porque son tales las cosas que estoy viendo y oyendo esta tarde,
que temo volverme loco.
-Pues bien; la
verdad es, querido Augusto -le dije con la más dulce de mis voces-, que no
puedes matarte porque no estás vivo, y que no estás vivo, ni tampoco muerto,
porque no existes...
-¿Cómo que no
existo? -exclamó.
-No, no existes más
que como ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi
fantasía y de las de aquellos de mis lectores que lean el relato que de tus
fingidas venturas y malandanzas he escrito yo; tú no eres más que un personaje
de novela, o de nivola, o como quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto.
(…)
-Pero si yo, don
Miguel...
-No importa; sé lo
que me digo. Y me temo que, en efecto, si no te mato pronto acabes por matarme
tú.
-Pero ¿no quedamos
en que...?
-No puede ser,
Augusto, no puede ser. Ha llegado tu hora. Está ya escrito y no puedo volverme
atrás. Te morirás. Para lo que ha de valerte ya la vida...
-Pero... por Dios...
-No hay pero ni Dios
que valgan. ¡Vete!
-¿Conque no, eh? –me
dijo–, ¿conque no? No quiere usted dejarme ser yo, salir de la niebla, vivir,
vivir, vivir, verme, oírme, tocarme, sentirme, dolerme, serme: ¿conque no lo
quiere?, ¿conque he de morir ente de ficción? Pues bien, mi señor creador don
Miguel, ¡también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de que
salió...! ¡Dios dejará de soñarle! ¡Se morirá usted, sí, se morirá, aunque no
lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos,
todos, todos sin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se
morirán todos, todos, todos. Os lo digo yo, Augusto Pérez, ente ficticio como
vosotros, nivolesco lo mismo que vosotros. Porque usted, mi creador, mi don
Miguel, no es usted más que otro ente nivolesco, y entes nivolescos sus
lectores, lo mismo que yo, que Augusto Pérez, que su víctima...
-¿Víctima? –exclamé.
-¡Víctima, sí!
¡Crearme para dejarme morir!, ¡usted también se morirá! El que crea se crea y
el que se crea se muere. ¡Morirá usted, don Miguel, morirá usted, y morirán
todos los que me piensen! ¡A morir, pues!
Este supremo
esfuerzo de pasión de vida, de ansia de inmortalidad, le dejó extenuado al
pobre Augusto.
Y le empujé a la
puerta, por la que salió cabizbajo. Luego se tanteó como si dudase ya de su
propia existencia. Yo me enjugué una lágrima furtiva.
ACTIVIDADES DE
COMPRENSIÓN LECTORA
1. ¿Quién es el protagonista de esta novela? ¿Cómo
es su personalidad?
2. ¿Por qué el protagonista deseaba suicidarse?
3. ¿Cuál es el elemento fantástico del fragmento?
¿Por qué? Fundamenta tu respuesta.
4. ¿Qué infieres del siguiente fragmento:
“-¿Cómo que no existo? -exclamó.
-No, no existes más que como ente de ficción; no
eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía y de las de aquellos de
mis lectores que lean el relato que de tus fingidas venturas y malandanzas he
escrito yo; tú no eres más que un personaje de novela, o de nivola, o como
quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto.” Fundamenta tu respuesta.
5. ¿Por qué Unamuno juega el papel de Dios en la
obra?
6. ¿Qué significado simbólico tiene la palabra niebla en el fragmento?
7. ¿Por qué crees que Augusto desea vivir, si antes
deseó suicidarse?
8. ¿Cómo reaccionarías si alguien te dice que “eres
un personaje y no una persona”?
9. Qué infieres del siguiente fragmento: “–¡Víctima,
sí! ¡Crearme para dejarme morir!, ¡usted también se morirá! El que crea se crea
y el que se crea se muere. ¡Morirá usted, don Miguel, morirá usted, y morirán
todos los que me piensen! ¡A morir, pues!” Fundamenta tu respuesta
10. ¿Cuál crees que es la palabra clave del
fragmento? ¿Por qué?
11. Según tu opinión, ¿en qué nos parecemos a
Augusto y en qué nos diferenciamos de él?
12. ¿Qué es lo que no nos permite ver la niebla?
13. ¿Cuál crees que es el propósito del autor de
haber escrito esta novela?
14. A partir de lo leído, ¿qué es la vida y la muerte?
Fundamenta tu respuesta
15. ¿Cuál es tu opinión del fragmento? Fundaméntala
tu respuesta.
ACTIVIDAD
CREATIVA:
1. Crea un cuento en donde el protagonista se llega
a encontrar con su autor (es decir, contigo). No olvides narrar tu historia
atendiendo mucho a los detalles y ser muy creativo y original.
RECURSO EXTRA:
Resumen y análisis literario de “Niebla” de
Miguel de Unamuno:
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