Mujer moderna
Mujer moderna
Karina Gómez
Lynette Mabel Pérez
(Verdeblanco Ediciones,
2013)
“Mujer
moderna, es un canto a la libertad donde
el poder reivindicativo, transformador, se encuentra en el corazón mismo de la
mujer. La necesidad de sentirse autónoma, de construirse frente a la violencia
de una época donde todo es próspero y seguro”.
Escrito por: Paolo Astorga
Mujer
moderna (Verdeblanco
Ediciones, 2013) de las poetas Karina Gómez (Colombia, 1976) y Lynette Mabel
Pérez (Puerto Rico, 1976) es un libro cuyos temas principales son, sin duda, la
libertad y la perseverancia frente a la violencia y la indiferencia. Este
poemario dividido en dos partes plantea de manera intensa un juego de voces
donde el discurso se construye como una denuncia irónica y a la vez estentórea,
donde el desenfado y la pasión desbordan en un lirismo que se acerca a lo
confesional. En la primera parte denominada “Colombina” de Lynette Pérez,
observamos la necesidad por cantar, por expresar, donde la libertad se vuelve
patente, allí donde decir es tan importante, urgente, como demostrar que la
fuerza es siempre la constante de los que luchan. Como podemos leer en “El hada
del hogar”:
Tengo
tríceps de acero
Músculos
que rivalizan con los de Terminator
me los he ganado a fuerza de restregar pisos
a lomos de una escoba andariega
no permito que nadie diga lo contrario
soy una mujer moderna.
me los he ganado a fuerza de restregar pisos
a lomos de una escoba andariega
no permito que nadie diga lo contrario
soy una mujer moderna.
Esa
mujer moderna, esa luchadora cotidiana es la que ha ganado la fuerza de la independencia.
Su fuerza es la persistencia ante la adversidad, la discriminación y el dolor
que causa la indiferencia. Se ha empoderado y con valentía ha construido una
identidad en el sufrimiento. Sabe que la única forma de vida posible es la
lucha intensa y el reconocimiento y valoración de sí misma. Esto lo sabe muy
bien Lynette cuando nos plantea:
Soy,
la que hace manteles
con un suspiro,
la que respira toda la
desidia del mundo,
la que se entretiene
en el hilo de una cuerda floja,
la que se vuelve polvo
de estrella,
la que elimina
palabras hasta borrarse del todo,
la peor, la maldita la
que se de-forma frente al espejo,
la que se re-usa en el
telar del silencio,
la que se fragmenta o
moderniza en una inhalación,
la que recorre el
horizonte quebrado del recuerdo.
El erotismo
también puebla el libro de manera viva. Sin embargo, hay un hálito de
frustración, de inseguridad, de angustiante insatisfacción. La nada reclama su
sitial y avienta a construir una melancolía frente a la insignificancia. La negación
de la herida solo hace que las máscaras aparezcan y se muestre en su real
magnitud de la desolación:
Colombina
Fabrico una careta con
los agrios colores de la risa, denso maquillaje que matiza mis ojos. Pinto de
rojo este rictus amargo, delineo cada carcajada con lápiz labial. Patética
Colombina hurgando en su baúl de recuerdos. Disfraces de muerte sobre el
escenario de la vida. Mi nariz está roja: rota. La ha quebrado la asfixia. Pies
pequeños que no llenan mis zapatos, me han quedado grandes. Mis manos no
rellenan los bolsillos, estoy cubierta de harapos. Soy hija de la carencia, mi
vida está hecha de remiendos. Estoy más cerca del infierno que del cielo. El
derrumbe ha empezado, nada puede pararlo. El precipicio es hondo, inevitable la
caída. Las candas matan, las risas no sirven de escudo cuando mi peor
enemiga soy yo misma, un fantasma que ríe en circos inertes. Las dagas del
sarcasmo se han quedado cortas. Basta con cerrar los ojos para que me
acuchillen las palabras, la única receta para no morir.
En la segunda parte denominada “Lilith” de Karina Gómez podemos ver un
discurso centrado más en los tópicos de la identidad como rebeldía ante la
culpa y el pecado. La mujer en la historia ha sido siempre vista como el
símbolo de la perdición, como la tentación más abominable, sin embargo, la
poeta enfrenta ese destino y se apropia de una voz desafiante contra el
machismo aún imperante en nuestra sociedad:
Puta, sirvienta e hipócrita
He salido al
mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello.
rondando el aire negro, más valiente por ello.
Anne Sexton
No estoy hecha para
vaciar
el contenido de tu
escroto,
ni para preparar tu
comida
y limpiarte la casa
o para esperarte
sonriente
aunque me trates mal
-estás confundido-
no soy la mujer que
esperas.
La primera se llama
puta,
la segunda se llama
sirvienta,
la tercera se llama
hipócrita.
Perdón,
no soy ninguna de las
tres.
Como vemos el
amor y el pecado se mezclan en “Lilith”. La frustración, sin embargo, es el
dolor de lo incompleto, lo inacabado que genera la angustia. Es el dolor
nuevamente, esa bella prisión de la que queremos liberarnos, pero que no hay
mayor salida que la resignación o lucha constante con nosotros mismos:
Pecador
Pecador de muchos mundos,
vuelve a pecar en mí. Estira tu mano y palpa mis vestiduras. Harapos mugrientos
de la vida. Desgárralos. Quita cada prenda que me cubre, cada trozo de carne o
de tejido que nos separa. Dispérsalos por el suelo. Desnúdame. Bébete mi sangre
para que entiendas mis tormentos. Aprisiona entre mis manos la voluptuosidad de
mis temores. Muérdeme. Succiona el veneno que corre por mis venas y escúpelo
sobre mi vientre. Acaricia las puertas de mi infierno; ábrelas para que fluyan
mis demonios. Derrama tus creencias en mis rincones. Bendíceme. Túmbame sobre
tu pecho. Haz de mí el mayor de tus pecados. Llena mis oídos de aventuras.
Relatos de fuga y libertad. Dame tus vivencias para llenar con ella este vacío
que me contiene. Una vez más, hazle el amor a mis neuronas. Penetra mi alma.
Hazme translúcida para ti. Quiero sentirte dentro. Quiero sentirme completa.
Amolda tu milagro a mi pecado. Lame mis tristezas. Cubre mis miedos con tu
saliva. Recorre mis adentros. Haz un nuevo mapa de mí. Marca con cruces mis tierras
baldías. Descúbreme. Cuéntame tus hallazgos. Apropíate de ellas y edifica una
nueva celda para ti. Recoge mis huesos. Haz de ellos tus barrotes. Usa mi carne de colchón, mis senos como almohada.
Cubre con mi piel la frialdad de tus noches. Enciende mis gemidos para que
rompan tus silencios. Pecador de muchos mundos, de experiencias innombrables,
redímete en mí. Energízame con tu risa. Lléname de vida. Enséñame a soñar. Dame
la sensibilidad de tu espíritu. Dame la fortaleza de tu carácter. Dame un poco de
tu luz. Pecador de muchos mundos, libérame a tu prisión.
En conclusión, Mujer moderna, es un canto a la libertad
donde el poder reivindicativo, transformador, se encuentra en el corazón mismo
de la mujer. La necesidad de sentirse autónoma, de construirse frente a la
violencia de una época donde todo es próspero y seguro. La mujer moderna es
aquella que impregna al mundo con su fortaleza, con su dulzura y erotismo;
pues, es, a fin de cuentas, vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario