miércoles, 18 de febrero de 2015

"Mujer moderna" de Karina Gómez y Lynette Mabel Pérez - Paolo Astorga

Mujer moderna



Mujer moderna
Karina Gómez
Lynette Mabel Pérez
(Verdeblanco Ediciones, 2013)


Mujer moderna, es un canto a la libertad donde el poder reivindicativo, transformador, se encuentra en el corazón mismo de la mujer. La necesidad de sentirse autónoma, de construirse frente a la violencia de una época donde todo es próspero y seguro”.


Escrito por: Paolo Astorga

Mujer moderna (Verdeblanco Ediciones, 2013) de las poetas Karina Gómez (Colombia, 1976) y Lynette Mabel Pérez (Puerto Rico, 1976) es un libro cuyos temas principales son, sin duda, la libertad y la perseverancia frente a la violencia y la indiferencia. Este poemario dividido en dos partes plantea de manera intensa un juego de voces donde el discurso se construye como una denuncia irónica y a la vez estentórea, donde el desenfado y la pasión desbordan en un lirismo que se acerca a lo confesional. En la primera parte denominada “Colombina” de Lynette Pérez, observamos la necesidad por cantar, por expresar, donde la libertad se vuelve patente, allí donde decir es tan importante, urgente, como demostrar que la fuerza es siempre la constante de los que luchan. Como podemos leer en “El hada del hogar”:

Tengo tríceps de acero
Músculos que rivalizan con los de Terminator
me los he ganado a fuerza de restregar pisos
a lomos de una escoba andariega
no permito que nadie diga lo contrario
soy una mujer moderna.

Esa mujer moderna, esa luchadora cotidiana es la que ha ganado la fuerza de la independencia. Su fuerza es la persistencia ante la adversidad, la discriminación y el dolor que causa la indiferencia. Se ha empoderado y con valentía ha construido una identidad en el sufrimiento. Sabe que la única forma de vida posible es la lucha intensa y el reconocimiento y valoración de sí misma. Esto lo sabe muy bien Lynette cuando nos plantea:

Soy,
la que hace manteles con un suspiro,
la que respira toda la desidia del mundo,
la que se entretiene en el hilo de una cuerda floja,
la que se vuelve polvo de estrella,
la que elimina palabras hasta borrarse del todo,
la peor, la maldita la que se de-forma frente al espejo,
la que se re-usa en el telar del silencio,
la que se fragmenta o moderniza en una inhalación,
la que recorre el horizonte quebrado del recuerdo.

El erotismo también puebla el libro de manera viva. Sin embargo, hay un hálito de frustración, de inseguridad, de angustiante insatisfacción. La nada reclama su sitial y avienta a construir una melancolía frente a la insignificancia. La negación de la herida solo hace que las máscaras aparezcan y se muestre en su real magnitud de la desolación:

Colombina

Fabrico una careta con los agrios colores de la risa, denso maquillaje que matiza mis ojos. Pinto de rojo este rictus amargo, delineo cada carcajada con lápiz labial. Patética Colombina hurgando en su baúl de recuerdos. Disfraces de muerte sobre el escenario de la vida. Mi nariz está roja: rota. La ha quebrado la asfixia. Pies pequeños que no llenan mis zapatos, me han quedado grandes. Mis manos no rellenan los bolsillos, estoy cubierta de harapos. Soy hija de la carencia, mi vida está hecha de remiendos. Estoy más cerca del infierno que del cielo. El derrumbe ha empezado, nada puede pararlo. El precipicio es hondo, inevitable la caída. Las candas matan, las risas no sirven de escudo cuando mi peor enemiga soy yo misma, un fantasma que ríe en circos inertes. Las dagas del sarcasmo se han quedado cortas. Basta con cerrar los ojos para que me acuchillen las palabras, la única receta para no morir.


En la segunda parte denominada “Lilith” de Karina Gómez podemos ver un discurso centrado más en los tópicos de la identidad como rebeldía ante la culpa y el pecado. La mujer en la historia ha sido siempre vista como el símbolo de la perdición, como la tentación más abominable, sin embargo, la poeta enfrenta ese destino y se apropia de una voz desafiante contra el machismo aún imperante en nuestra sociedad:

Puta, sirvienta e hipócrita

He salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello.
Anne Sexton

No estoy hecha para vaciar
el contenido de tu escroto,
ni para preparar tu comida
y limpiarte la casa
o para esperarte sonriente
aunque me trates mal
-estás confundido-
no soy la mujer que esperas.
La primera se llama puta,
la segunda se llama sirvienta,
la tercera se llama hipócrita.
Perdón,
no soy ninguna de las tres.


Como vemos el amor y el pecado se mezclan en “Lilith”. La frustración, sin embargo, es el dolor de lo incompleto, lo inacabado que genera la angustia. Es el dolor nuevamente, esa bella prisión de la que queremos liberarnos, pero que no hay mayor salida que la resignación o lucha constante con nosotros mismos:

Pecador

Pecador de muchos mundos, vuelve a pecar en mí. Estira tu mano y palpa mis vestiduras. Harapos mugrientos de la vida. Desgárralos. Quita cada prenda que me cubre, cada trozo de carne o de tejido que nos separa. Dispérsalos por el suelo. Desnúdame. Bébete mi sangre para que entiendas mis tormentos. Aprisiona entre mis manos la voluptuosidad de mis temores. Muérdeme. Succiona el veneno que corre por mis venas y escúpelo sobre mi vientre. Acaricia las puertas de mi infierno; ábrelas para que fluyan mis demonios. Derrama tus creencias en mis rincones. Bendíceme. Túmbame sobre tu pecho. Haz de mí el mayor de tus pecados. Llena mis oídos de aventuras. Relatos de fuga y libertad. Dame tus vivencias para llenar con ella este vacío que me contiene. Una vez más, hazle el amor a mis neuronas. Penetra mi alma. Hazme translúcida para ti. Quiero sentirte dentro. Quiero sentirme completa. Amolda tu milagro a mi pecado. Lame mis tristezas. Cubre mis miedos con tu saliva. Recorre mis adentros. Haz un nuevo mapa de mí. Marca con cruces mis tierras baldías. Descúbreme. Cuéntame tus hallazgos. Apropíate de ellas y edifica una nueva celda para ti. Recoge mis huesos. Haz de ellos tus barrotes. Usa  mi carne de colchón, mis senos como almohada. Cubre con mi piel la frialdad de tus noches. Enciende mis gemidos para que rompan tus silencios. Pecador de muchos mundos, de experiencias innombrables, redímete en mí. Energízame con tu risa. Lléname de vida. Enséñame a soñar. Dame la sensibilidad de tu espíritu. Dame la fortaleza de tu carácter. Dame un poco de tu luz. Pecador de muchos mundos, libérame a tu prisión.

En conclusión, Mujer moderna, es un canto a la libertad donde el poder reivindicativo, transformador, se encuentra en el corazón mismo de la mujer. La necesidad de sentirse autónoma, de construirse frente a la violencia de una época donde todo es próspero y seguro. La mujer moderna es aquella que impregna al mundo con su fortaleza, con su dulzura y erotismo; pues, es, a fin de cuentas, vida.

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