Lynette Mabel
Pérez Villanueva
Edición de
autor, 2013
Mundo Cero de la poeta puertorriqueña Lynette
Mabel Pérez Villanueva, nos muestra desde sus primeros versos el tema de la
deshumanización como inicio del mundo. La tendencia autodestructiva del hombre
deviene siempre en la depredación de su conciencia y por ende de la vaciedad de
su ser. El sujeto poético como profeta del apocalipsis individual se resuelve
como un encarcelado en la palabra; siempre en busca de ese placer imposible que
sea real. El tono testimonial de los poemas de Lynette nos confirma su
desencanto, la muerte de sus deseos y un profundo e inevitable acercamiento
hacia la dictadura de lo automático y el control de nuestra humanidad.
El Gran Hermano hala los
hilos,
nos disloca las neuronas,
nos quiebra los sueños.
nos disloca las neuronas,
nos quiebra los sueños.
Somos un cuerpo sin alma,
una marioneta del “establishment”.
una marioneta del “establishment”.
El sujeto poético
busca reestructurarse, rehacerse. En esta reconstrucción interior, la intención
no es la de simple rebeldía, sino la de afirmar una libertad cortada. La poeta
lo sabe bien, por ello, a lo largo del libro intenta lograr una nueva
identidad, pretende –como si se tratara de un ser kafkiano- mostrarnos su ser
consciente de su individualidad reprimida por ese “establishment” que aliena y
degenera la inocencia en movimiento absurdo y banal, un estado de un mundo
contradictorio y degenerado en nada. Prueba de esta contradicción es el poema
“I-Kid” cuyo centro es la denuncia contra la indiferencia de una realidad cada
vez más olvidada o peor aún, cada vez más superficial
donde los niños como símbolo de inocencia y alegría son dopados y seducidos por
el placer de la insensibilidad y el consumo como la paranoia de la acumulación
sin sentido.
Cuidado con los niños,
toque de queda,
peligro
no natural
toque de queda,
peligro
no natural
-artificial-
creado
por nosotros.
creado
por nosotros.
Bauticemos
al nuevo niño:
al nuevo niño:
Niño-X-Box,
niño Gameboy
no Play Yard,
niña-mercancia
vendiéndose por unos
cuantos pesos
en el Japón,
niño-nómada
surfeando sobre los
trenes
en Brasil,
niño sin fe,
niño-circuito.
niño Gameboy
no Play Yard,
niña-mercancia
vendiéndose por unos
cuantos pesos
en el Japón,
niño-nómada
surfeando sobre los
trenes
en Brasil,
niño sin fe,
niño-circuito.
Podemos observar
que este poema se nos muestra como la pérdida de lo trascendental, alimentando
a su vez una transformación mimética hasta consolidar al “humano-cosa”, es
decir, la poeta no denuncia solo la conciencia alienada de infancia, sino la
profunda necesidad que se ha creado para que el mundo sea homogeneizado y sobre
todo se logre instaurar ese “sentimiento estándar” que hace imperar el
“disfrutar” sobre el “sentir”. La poeta nos recrea, en suma, un paraíso
artificial y posmoderno, donde la única fe es la del consumo.
Por otro lado el
libro también critica duramente a la idea de felicidad como un acto de mala fe,
como una simple sucesión de momentos alegres, donde impera el placer de lo
feliz, pero no la conciencia de la felicidad. Esta idea de felicidad está
conectada directamente con lo fugaz. Poemas como “Cortezas desprendidas” o
“Mundo Cero” nos hablan directamente de esa soledad del existir, nos recrea
esos sucedáneos de placer y alegría que en tiempos donde todos los mitos han
muerto, se nos presentan como posibilidades para el feliz engaño, para la
brillante farsa que se desea, que se reproduce, se consume y se comparte.
Veamos a continuación un fragmento del poema “Mundo Cero”:
Conteo regresivo en donde
pierdo la
humanidad que jamás tuve.
humanidad que jamás tuve.
Aliento virtual que se
desvanece en la noche.
Vitrina de cielos lejanos.
Se vende un infierno.
Un Paraíso en alquiler.
Una baja en la bolsa de
valores.
Un alma en desuso.
Fuera de moda.
No admitida en pasarelas.
Una pizca de luz.
Fusión de núcleos
en danza de fuegos.
en danza de fuegos.
Vivir o morir.
Trascender o no.
Observamos que en
este fragmento existe un tema en común: la necesidad por querer experimentar
algo “espectacular”, sin embargo, vemos que hasta el dolor es un producto que
se encuentra en venta. La moral es inexistente y solo nos guía el miedo a no
disfrutar el mundo, el miedo a no estar allí exhibidos, siendo vedettes para
los demás. No hay nada en qué creer, salvo, el rápido placer y de allí un nuevo
placer. El ser humano ya no es un individuo, sino un producto comercial. Ya no
existe “lo puro” o lo “impuro”, sino solo la voluntad por existir lo más cómodo
posible. Pensar como la masa, ser de la especie y no criticar (porque es
ocioso) ese es el objetivo.
Por último este
intenso poemario nos lleva hacía la idea de lo “descartable” como un viaje
hacia lo inútil, la misma nada, el vacío otra vez, al que se trata uno de
escapar, pero que al ser parte de nuestra “nueva naturaleza”, es prácticamente
imposible resistirse o superar. Esa tendencia hacia convertirse en un ser
residual nos plantea un gran problema: La obsolescencia programada del ser
humano que siendo cosa o máquina, debe ser reemplazada por un sucedáneo de
este. La deshumanización no es la animalidad, sino simplemente la reducción de
lo humano a la de un objeto sin importancia, despreciable polvo de poliuretano.
Las emociones eclosionan,
unas con otras, en
esta búsqueda del gen asociado.
esta búsqueda del gen asociado.
¿Supra-humanidad?
(Una tortura de vida.)
Un fracaso de experimento.
No quiero podrirme por más
tiempo en esta
miserable jaula,
soñar con calles abiertas,
ver tan sólo batas blancas.
miserable jaula,
soñar con calles abiertas,
ver tan sólo batas blancas.
La asepsia indignante de
este laboratorio.
¿Supra-humana? Hay solo un
fallo.
Esas malditas emociones que
me vuelven
humana.
humana.
No las esperaba, ¿Verdad?
Para ustedes es un simple
juego.
Pasan por alto lo más
importante: la
humanidad nunca lo es.
humanidad nunca lo es.
Sé que tú me comprendes,
verdad ratita,
después de todo tú también fuiste
artificialmente creada,
y ahora también te has vuelto descartable,
pero en tu caso es más fácil…
tú no pareces humana.
verdad ratita,
después de todo tú también fuiste
artificialmente creada,
y ahora también te has vuelto descartable,
pero en tu caso es más fácil…
tú no pareces humana.
En suma, Mundo Cero de Lynette Mabel Pérez
Villanueva, nos deja con una serie de sentimientos vitales. Prevalece el deseo
por tomar conciencia de nuestra inutilidad y a partir de esa conciencia
construir un nuevo sujeto que se atreva a luchar contra su propio veneno. La
posmodernidad y lo banal son tatuajes en el cuerpo, espacios simbólicos para
describir la destrucción como obvio devenir, pero que como un estigma amado, se
ve nuestro y único en este lúcido poemario.
Paolo Astorga
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