Levitaciones: Delirios
del ánima
Levitaciones: Delirios del
ánima
Edwin Fi
(Verde Blanco Ediciones,
2014)
“El poeta dota de vida a todo lo amado y lo anima, les da
voluntad y significado. El poemario, constituido por una serie de poemas
cortos, es un contemplar profundo desde la visión del que desea, del que
intenta la fusión y la excitación de los sentidos.”
Escrito por: Paolo Astorga
Levitaciones:
Delirios del ánima (Verde Blanco Ediciones, 2014) del poeta Edwin Fi (Moca, Puerto Rico 1990) son
un conjunto de poemas donde el erotismo como tema central es magia, es ritual
que construye el mundo y la vitalidad de la existencia. El poeta dota de vida a
todo lo amado y lo anima, les da voluntad y significado. El poemario,
constituido por una serie de poemas cortos, es un contemplar profundo desde la
visión del que desea, del que intenta la fusión y la excitación de los
sentidos.
Por
otro lado, el cuerpo es el gran protagonista de este libro. Es el signo de los
subjetivo del elegir, de la acción. El cuerpo es siempre una posibilidad
creadora, es una manifestación de vitalidad. La poesía de Edwin entiende que
las imágenes no son simples artilugios del lenguaje, sino las necesarias llaves
para desnudar el orden y desatar el tan anhelado caos placentero. Por eso el
poeta nos dice:
Detrás
de los cuerpos
se engendran los manifiestos,
se acobardan las mentiras,
se afilan los cuchillos,
se concentra el placer.
se engendran los manifiestos,
se acobardan las mentiras,
se afilan los cuchillos,
se concentra el placer.
El
placer es suspenso, es detener la eternidad en un atómico instante. El placer
no es movimiento, sino gesto. La manifestación del darse todo, del despliegue.
El poeta lo sabe por ello construye un universo donde el dolor y la fascinación
son íconos de un mismo ser: el hombre que sigue su travesía vehemente hasta la
explosión de un absoluto:
Gritaré
lo que pienso de ti
dentro de una botella de vino,
la reventaré contra la pared
como un cóctel molotov.
dentro de una botella de vino,
la reventaré contra la pared
como un cóctel molotov.
Aunque
la violencia y el dolor acrecientan el deseo de la satisfacción, es el amor un
signo patente en el libro. El amor siempre se manifiesta como cuerpo o
naturaleza, como partícula de Dios. El creador es partícipe de los deseos del amante
y por ello partícipe de la soledad, de la melancolía. No obstante, la intimidad,
el cuerpo mostrado como sugerencia de imágenes, como metáfora de vida y
absoluto don, nos ofrece un mensaje certero: El amor siempre es:
La
sinceridad,
ese temible monstruo canallesco
que nos atormenta
ese temible monstruo canallesco
que nos atormenta
El
poeta amplía sus visiones ofreciéndonos una vasta metáfora de la vida, de la
existencia. Nuevamente el vacío y la confrontación con nuestros egos; la
angustia por poseer o mantener, nos convierte en seres que se reducen a meras
máquinas, “en marcas registradas” que son copias exactas de otras copias
exactas que a su vez son copias de las copias exactas que son, finalmente, una
grandiosa masa de nada. Por eso el poeta desnuda el principio de toda
irracionalidad: Al yo, que busca siempre cerrar los ojos y abrir las
apariencias para multiplicarse en los espejos del egoísmo:
ARCHINARCISO
No
me gusta mirarme
en los espejos,
ni en las translúcidas aguas
porque me imitan;
en los espejos,
ni en las translúcidas aguas
porque me imitan;
me
multiplican.
A
la mitad del libro notamos un giro: La presencia de una certera crítica a la
hipocresía y a la soberbia de nuestra incapacidad para ser otro. La muerte cada
vez más poderosa y sensual es protagonista, pero también lo es la corrupción
moral del hombre que ha perdido su identidad, su tendencia humana, su espíritu
creador:
Aparece
la muerte
en el espejo veteado
como olvidado presagio
con su perfume de rosa.
en el espejo veteado
como olvidado presagio
con su perfume de rosa.
Pero
el poeta no se reconforta con mostrarnos sus desmoronamientos, muy por el
contrario, hay un profundo rasgo de vitalidad en estas letras. La levitación es
un multiplicarse, un tentar a lo imposible: La muerte de la muerte:
Ven
Muerte, arrímate a mis brazos.
No
seas una niña remilgada.
Ven acurrúcate y descansa,
ya has jugado bastante.
Ven acurrúcate y descansa,
ya has jugado bastante.
¿Y
entonces que queda al final? El viaje termina siempre en el misterio del
lenguaje, en ese irremediable acertijo de la vida: Incertidumbre que nos
permite seguir brillando la belleza de la inconformidad. La palabra poética es,
nuevamente, la traidora sensual que nos conmueve, que nos paga con posibilidad,
con fantasía, con el poder de hacer de nuestros gestos un universo de bolsillo
y además, la vida, la vida que comprueba su aspecto más importante: La
expresión en el caos.
En
suma, Levitaciones: Delirios del ánima, es un libro sincero e
intenso, donde las imágenes que giran entre el amor corporal y la sordidez del
tiempo y el olvido, constituyen un acto heroico, allí donde las palabras
posibilitan el transporte de la vida misma, allí donde los delirios son signos
de la vida bajo presión Edwin Fi demuestra con valentía y diestro manejo del
lenguaje que el mundo es siempre una eterna lucha dual de nuestro lado salvaje
y el deseo por ser eternos.
Excelente, como siempre tu reseña.
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