La coneja surrealista
La coneja surrealista
Daniel Maguiña
(Ediciones Altazor, 2015)
“La idea de magia es una idea animista, allí donde el
movimiento es ternura y violencia, es color y magisterio de la imagen, Maguiña
esboza su mensaje: La sensualidad que se imprime en el cuerpo que toma
múltiples matices, que es, a fin de cuentas, un lienzo para decir la vida
misma, el universo entero.”
Escrito por: Paolo Astorga
La
coneja surrealista
(Ediciones Altazor, 2015) del poeta peruano Daniel Maguiña (Lima, 1984) configuran una poética fantástica donde
las imágenes se enuncian desde tres elementos centrales: La fantasía, vista
como un contemplar rescritural; la construcción de símbolos que conceptualicen
el discurso (La coneja surrealista, el gato ludópata, etc.) y el erotismo como
movimiento creador. El poeta construye un discurso donde los espacios
cotidianos se transforman en un gran patio de juegos, en una infinita
posibilidad para la expresividad. La idea de magia es una idea animista, allí
donde el movimiento es ternura y violencia, es color y magisterio de la imagen,
Maguiña esboza su mensaje: La sensualidad que se imprime en el cuerpo que toma
múltiples matices, que es, a fin de cuentas, un lienzo para decir la vida
misma, el universo entero:
INVENTARIO
“Porque
ácido ribonucleico somos
pero
ácido ribonucleico enamorado siempre”
Blanca
Varela
NUNCA
VI UNA CONEJA SURREALISTA, menos cubista o abstracta, tampoco a lo Mondrian y
menos a lo Kandinsky. Más bien creo que tus orejas tienen un aire a girasol de
Van Gogh, pintadas de prisa como decía Gauguin. Tu cola pom pom es una
travesura del dibujante, tus ojos chinos par de saltamontes, mondadientes van
saltando a tu ritmo cogiendo las aceitunas.
¿Y qué me dices de Piqueras? Tu ropa puede ser así, con formas
geométricas. También he pensado dibujarte un sillón Sócrates "solo para
conejos" para tener cerca a Vitito Humareda. Creo que estamos claros en
que todo tu pecho es un Miró y tus pies y tus besos de periquito son la
vanguardia del Che, eso ni dudarlo.
Te he puesto unas surreales bisagras para el movimiento Picasso, es
ahí donde te sale lo cubista, en el movimiento.
El
surrealismo es lo multisígnico, la posibilidad irracional de lo sugerente. La
realidad, en este intenso libro, siempre son fragmentos desperdigados, disparadores
del ensueño. Podemos observar que una imagen o un movimiento (el movimiento amoroso de un beso) pueden
llevarnos a constituir un universo, hacer de las palabras un decir que intenta
fusionar lo cotidiano con lo fantástico: La vida misma como un gran
rompecabezas que se actualiza, que cobra nuevos brillos, nuevos matices:
La
luna se cayó al mar y rebotó
como
rebotan las mejores lunas.
Nos
besamos, como dos personajes de Campanella en la puerta de tu casa, con tus
ojos caramelo Monterrico de madrugada y con niebla.
He
sentido cómo se reinterpreta el surrealismo en tus labios, la forma cómo se
suspende un atleta cósmico de tus cabellos, la complejidad de un simple
movimiento.
Pero
hay algo de lo que el poeta no puede escapar: El amor. Este sentimiento
universal es Eros y un interminable darse. La magia nuevamente es un estado que
realza la realidad, un medio para levantar de los escombros de lo habitual a la
belleza de la multiplicidad. Poemas como “Coneja Zen” es fiel reflejo de ese
deseo del poeta por negar lo cotidiano y asumir la postura universal de la
trascendencia:
CONEJA ZEN
AHORA
TE HAS HECHO CONEJA ZEN O TE VAS A VOLVER.
Serás como una flor con orejas de conejo, caminando con un equilibrio
de malabarista, entre el fuego y la nieve.
Repasando a Matsuo Basho, te sentirás una garza sobre el lomo de un
hipocampo, debajo de una gota de agua o encima de un ave montada de pronto, a
vuelo, con un enorme sentido de elocuencia y dirás como quien no quiere, que la
posición de los planetas y los lunares es tan necesaria como la posición Za
Zen.
Y te digo que te amo con o sin el Zen, las leyes de mi amor nada tienen
que ver con el control de tus impulsos. Creo más en la lógica de la pasión, en
todo caso, la que nos vuelve animales sutiles, aquella lógica que me hace verte
así de coneja, con tu esencia y tus trivialidades.
Zen o no Zen.
Y
sin embargo, el libro nos deja su huella amorosa. El amor es una constante
transformación, un encontrarse, un anhelo de fusión. El poeta juega a ser otro,
a crear la fantasía del movimiento perpetuo. El secreto de estos poemas está en
el ocultamiento y en el mostrar a la vez. Pero sobre todo, el poeta, intenta
ser como un chamán, que anima (o reanima) un mundo depredado por lo unívoco,
por el orden de lo habitual. La naturaleza es, pues, vitalidad para la
realización del amor. Poemas como “Mujer Árbol” dan fe de ello:
MUJER ÁRBOL
A
menudo, la mujer es un frondoso árbol de olivo, su vientre y sus manos se
conectan a la tierra. Da ganas de pasear con una mujer frondosa, con la copa
llena de aleros y teatinas. Ir de su mano por el camino de cemento pulido,
mirar las casas antiguas donde seguro hay canarios leyendo el periódico de
domingo. Tomarla de la cintura debe ser una sensación comparable a la de coger
aceitunas de una nube cirro. Qué ganas además de llevarla a mirar el mar, dejar
posar sus pies un poco más allá de la arena. Sus pies llenos de hojas verdosas
y caducas.
El
erotismo en este libro es un trabajo quirúrgico. Las palabras no deben solo
decirse, sino deben ser el medio para la excitación de los sentidos. Cada
palabra debe ser vida o no ser nada. El poeta lo sabe y por eso al construir
sus metáforas no solo dota de un sentido carnal a sus poemas, sino que intenta
una bifurcación hacia la naturaleza (oh, diosa fecunda de significaciones),
para convertir el acto amoroso, en un acto universal.
“Los ojos lamen
el temblor de los senos”
Poemas
simplistas, ALBERTO HIDALGO
TE
BESÉ LOS PEZONES con una sabiduría dulce, con un botecito rodando por tus
tetas, tu cuerpo estaba invadido de veleros en marea baja con vientos en
aceleración. Te toco con paciencia, con detalle, con disciplina.
Te
hice el amor con todo el mar dentro de ti.
Hay
algo más. La tendencia de dibujar es la creación de las imágenes del todo. El
poeta siempre quiere ser el todo, lo absoluto. Porque la vida es el
perfeccionamiento de la mirada, la colección de las figuras y sobre todo el
vencer la realidad que nos imprime su melancolía, su dictadura de grises y
pixeles sin significados. El poeta es, antes que todo, un visionario, un perfeccionista
de las contemplaciones:
FIJACIÓN
Es
el sonido, la fuerza de gravedad contra el piso. Todo empieza por los pies, el
color de sus uñas, el compás que lleva una pisada con otra. Empieza por un
sonido dependiendo de la distancia, la frecuencia de los pasos sobre otros se
escucha nítido cuando alguien se va despacio.
Es preciso empezar por los pies, adornarlo con velas y carabelas,
estar dispuesto a caminar sobre un barquito y dejarlo todo. Hay zapatos de taco
alto, de taco bajo, zapatos que me producen zapatos. No tiene que ver con quien
los use, puede usarlos un grillo como una garza o un paraguas y se escucharía
igual. Los zapatos son femeninos y esto es importante, hablo de pies, sin un
cuerpo, sin pronósticos de lluvia, sin excesos.
Y es que debe haber algo más profundo que solo una fijación de formas
y mecanismos y torsiones de pies solitarios. Debe ser psicológico, involuntario,
como un hipo, un taco acercándose a la boca. Un zapato tiene movimientos
autónomos o al menos eso es lo que pienso.
Mi fijación es más profunda. Debería recordar las últimas veces que vi
zapatos, que los escuché, recordar los momentos exactos, y es que un zapato es
casi como un reloj si lo sentimos mecánicamente. Debería hacer memoria,
enumerar por orden cronológico, alfabético y hasta por orden de llegada.
Zapatos que sobrevuelan salas y comedores, que atraviesan los bares,
que bailan en las profundidades. Zapatos de coral. De maquillaje, de cartera,
zapatos que no hagan otra cosa que sonidos.
Y
es que este libro reafirma la vida entre colores, entre imágenes, entre viñetas
de un mundo indiferente. La vida es siempre la posibilidad de crear. Es una
tendencia dadora, es una actualización de los inicios. Eternos Big Bang y, por supuesto, una nueva
historia. El poeta entonces vuelve a volcar sus imágenes sobre esa mujer amada
que es su medio de trascendencia, pero esta vez la referencia es distinta. El
Eros ha cumplido con multiplicar el amor, con acrecentar el misterio y la
magia. Una mujer embarazada es la santidad de lo perfecto, la fusión absoluta.
I
BOTERIANA
UNA
EMBARAZADA puede ser un lindo invento de Botero, la madriguera de los hombres
que se proyectan a ser hipocampos, el lugar donde comienzan las galaxias.
Sugiero a los hombres imitar a los hipocampos, a cada uno volver a sus
respectivos úteros para no generar decepciones.
Cuando una embarazada pasa por la calle, no es solo ella la que está
pasando, pasan todas las mujeres hasta las que antecedieron, las abuelas de las
abuelas. Es preciso hacer reverencias ante una mujer que tiene el futuro de los
hipocampos en el vientre y no solo eso, también es preciso elevarlas a
categoría de santas milagrosas y hasta mártires.
Botero se lució si fue él quien le dio forma a las embarazadas y si
no, habría que buscar a quien se le ocurrió la gracia.
¿Y
qué decir de la ciudad? Para el poeta es lienzo. No decir lo mismo. La ciudad
es un cuadro para intervenir, es un gran cuerpo enfermo al que se debe revivir.
Objetos tan simples y casi imperceptibles al ojo posmoderno que viaja a mil
kilómetros por hora, al cuerpo que se ha encariñado con sus prótesis, a las
palabras que buscan la técnica antes que al ser, son transformados bajo el
manto mágico del poeta que nos muestra una visión diferente de Lima. Porque
esta ciudad “Es el mejor lugar para estrellarse de un orgasmo con la realidad.”
LIMA
EN
LIMA HAY EDIFICIOS construidos con hojas secas, puentes que sobrevuelan la
Costa Verde hechos con alas de insectos matutinos. Se construyen escaleras
sobre las nubes, donde se ha invadido hasta el límite último. Las viviendas
multifamiliares han sido arrancadas con violencia de las macetas. El órgano
sexual de la ciudad pasa temporadas invernales junto al malecón, junto a los
ciclistas y paseantes. Es el mejor lugar para estrellarse de un orgasmo con la
realidad.
En
suma, La coneja surrealista es un libro intenso y diferente. Su deseo
por ser conceptual y sobre todo el buen manejo de los dibujos y los poemas perfeccionan
las significaciones. Este es un libro para soñar, un libro para intentar
reproducirse como escaleras infinitas que van hacia el infinito de las
imágenes. El poeta ha pensado en el juego como la posibilidad para dejar una
huella vital en la frialdad de lo ya dicho. Poesía fresca y tierna, intensa e ingeniosa
es la que se podrá encontrar en este viaje geométrico, en este intento de
paraíso, en este testamento de vida que el poeta nos invita a recorrer con las
alas de Ícaro, con la sensualidad del que anhela un auténtico escape hacia su
propia realidad.
Estupenda reseña que, sin duda, invita a leer el libro "La coneja surrealista". Todas mis felicitaciones, amigo Paolo. Un abrazo desde Madrid.
ResponderEliminar