Tengo un amante
Tengo un amante
Estefanía Farias Martínez
(MRV Editorial
Independiente, 2015)
“Estefanía Farias Martínez con su Tengo un amante, ha entendido el
mensaje: Vivir es siempre un desgaste. Por eso las ilusiones lo son solo cuando
el inicio se intenta hacer absoluto y existe un anhelo explorador, pero una
gran lejanía.”
Escrito por: Paolo Astorga
Tengo
un amante (MRV
Editor Independiente, 2015) de la escritora Estefanía Farias Martínez (Cartagena - Murcia, 1970) es un conjunto
de quince relatos cuyo tema central es el amor y sus inconsecuencias. Con una
prosa ágil y desenfadada Farias nos transporta por la psicología de mujeres y
hombres que sufren el peso del tiempo y el desencanto de lo que se creía
eterno. Sin embargo, dentro del conjunto hay muy buenos cuentos que nos
enfrentan ante realidades contradictorias y la violencia encerrada en la
frustración de la belleza. El cuento que da nombre al libro “Tengo un amante”
nos relata la historia de un amor prohibido al borde del abismo. El amante, un
expresidiario de alto rango tiene encuentros clandestinos con Cristina, una
bella mujer de mediana edad. No obstante, esto no es lo sustancial del relato,
sino que lo interesante, es la visión de Sara la amiga de esta quien observa la
descomposición moral de Cristina y cómo esta es devorada por la violencia de
las obsesiones. El amor es entonces siempre un bien imposible, una coartada del
destino para mantenernos entretenidos hasta que la muerte venga con su
conciencia y nos doblegue.
Otro
de los cuentos intensos de este libro es “Las tribulaciones de un literato
insomne”, cuyo signo central es la del artista incomprendido, un escritor que
ha venido a menos, pero que intenta resurgir “aunque la rutina diaria lo fue
asfixiando”. Los fracasos, el bloqueo existencial y la necesidad de querer
reconstruir los paraísos artificiales que creía eternos hacen de este personaje
un ser patético que destruye su vida. El egoísmo es lo que lo mata, la pérdida
de la fama, la soledad, la terrible soledad.
Pero
uno de los cuentos que, en mi opinión tienen un rasgo exacto respecto a la
teoría de las desilusiones es, sin duda, “¡Santa Bárbara Bendita!” La violencia
y las incomunicaciones, no solo se pueden observar en la calle, sino es el
hogar la cuna infernar de la desilusión. Mateo es un ser rutinario que
contempla lo banal del mundo. Él es el portero de un edificio hace quince años
y conoce a todos los habitantes del edificio. El relato construido de forma
magistral nos permite contemplar dos mundos: el privado (lleno de inconsecuencias,
de violencia, de profundas frustraciones) y el público (el carnaval, la fiesta
de Santa Bárbara Bendita y el disturbio realizado por las bombardas de los
mineros). El cuento es una fábula de vida que desnuda la imposibilidad del
hombre para entender que el amor muere en las costumbres.
A
lo largo del libro los relatos acrecientan su veta erótica. El erotismo que nos
presenta Estefanía, no se contenta con el simple mostrar del cuerpo que es
devorado por el otro, sino que también podemos contemplar la psicología, los
estados de ánimo y hasta las contradicciones de los personajes. Erotismo no es
solo sexo, sino que es una tendencia hacia la vitalidad. Sin embargo, la
narradora nos ha dejado la puerta abierta para deleitarnos. El mayor signo es
la contemplación del éxtasis, la ruptura de lo cotidiano y la exploración de la
geografía corpórea. Cuentos como “El Nazi” o “Solo quería entrar en calor” nos
demuestran la solvencia de Estefanía para mantener una narración dinámica y
profunda respecto al tema del erotismo.
En
suma, creo que Estefanía Farias Martínez con su Tengo un amante, ha entendido el mensaje: Vivir es siempre un
desgaste. Por eso las ilusiones lo son solo cuando el inicio se intenta hacer
absoluto y existe un anhelo explorador, pero una gran lejanía. El desencanto
siempre vence cuando el acercamiento nos permite reconocer que hay demasiadas
grietas y los deseos son apagados por la venenosa responsabilidad y la
costumbre. Tener un amante no es faltar a nada, es querer vivir, sin embargo,
los personajes desposeídos y en constantes frustraciones solo pueden reconocer
dos cosas: el placer del cuerpo y la soledad de los alejamientos. Cada uno de
los cuentos busca mostrarnos la complejidad y multiplicidad de las relaciones,
pero sobre todo, la toma de una conciencia del ser que ama ante la encrucijada
de encontrar sus vacíos, el malestar de las insatisfacciones.
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