Países extranjeros
Levitaciones: Delirios del
ánima
José Miguel Junco
(Ediciones La Discreta,
2014)
“Países extranjeros
es un poemario rítmico e intenso, donde las palabras son impactos de bala sobre
el espíritu angustiado. La revolución de este libro es el misterio de la
soledad y la vida misma que se derrama cual lluvia disconforme, cual símbolo de
los desmoronamientos.”
Escrito por: Paolo Astorga
Países
extranjeros
(Ediciones La Discreta, 2014) del poeta José
Miguel Junco (Las Palmas, 1951) son un conjunto de poemas de corte
existencial, donde el anhelo de vivir es siempre una posibilidad
contradictoria. El poeta intenta constituir un universo donde la muerte y la
vida son espacios posibles para la expresión de los anhelos. Vivir es siempre
un tránsito que va acumulando diversos significados, diversas experiencias que
no culminan con la muerte, sino que cobran un sentido, a veces violento e irracional,
a veces sosegado y profundo, pero siempre, la vida, es un viaje hacia el
abismo, hacia la fusión de nuestra ceniza con el universo. El poeta lo sabe,
por ello nos arroja a observar la siguiente escena donde la muerte es el
escape, pero también el significado de las insatisfacciones:
A LOS CABALLOS SE LES REMATA, ¿NO?
They
shoot horses, don't they?
Horace McCoy
En
qué resignación terminará esa rabia,
dónde
hallará solaz esa mirada
rebelde
como un río innavegable.
En
qué estación, de pronto, una mañana
se
bajará impasible esa ansiedad
que
ahora agita los brazos sin mesura.
Dónde
ajustará el pulso para siempre
ese
músculo arrítmico que impide
serenidad
a un pecho atribulado.
En
qué recodo de tu larga vida
se
quedará dormido boca abajo
ese
torrente de palabras locas.
Con
qué ilusión, entonces,
recorrerás
el alba inexplorada
para
llorar, avergonzado,
por
tus limitaciones inmutables.
Entenderás,
al fin, por qué rematan
a
los caballos que se caen de viejos.
El
tiempo es carnicero de inocencias, es siempre la tensión de lo inevitable. Al
tiempo se lo nombra, se lo metaforiza, pero no se lo puede detener. No hay
mayor absoluto que el tiempo que va combando nuestras ilusiones, que va
acrecentando nuestras frustraciones y nos acerca a lo inevitable. La muerte,
nuevamente, es imagen de una contemplación, de un cuerpo inmóvil:
EL CADÁVER
Él
yace, pero el sol le mortifica, impúdico,
el
estado letárgico del músculo vencido.
Sin
armas, indefenso, mezclado con el barro,
proyecto
irreversible de fósil del futuro.
Ah,
ese viento fatídico, insensato,
no
respeta siquiera el descanso forzado.
Yace
como una duna voluble, sin sentido,
desembocando,
sabe Dios hasta cuándo,
en
interrogaciones y angustias de otros ojos.
El
mundo que habitamos es imperfecto e ineludible. Vivir es siempre deicidio. Un
suicido prolongado que va madurando los lenguajes y se refuerza con la
irracionalidad de los deseos. Ni el amor, ni la proyección de la fantasía y los
sueños pueden escapar de ese país extranjero que es la muerte, las huellas de
una lucha cruel y desigual donde cualquier estrategia, es solo un discurso para
el olvido.
EL MUNDO QUE HABITAMOS
Tan
lejano e impreciso el mundo que habitamos,
imperfecto
y ajeno en su extraña amalgama
de
guerras intestinas, ambiciones y olvidos.
Nos
viene con sus horas apresurado y tenso
escalando
montañas o bajando a los valles
a
empujarnos a metas fabricadas sin tino.
¿Dónde
están las caricias espontáneas durmiendo?
¿Dónde
el abrazo amigo perdió forma y sentido?
¿Ocultos
en qué aspecto las palabras y el grito?
¿Sepultado
en qué zanja el sueño colectivo?
El
mundo que habitamos camina y nunca mira
más
allá del sendero que le nace en los ojos;
insensible
tropieza con las flores y sigue
un
rumbo sin nostalgias, ni ternura, ni afectos.
El
mundo que habitamos sin lados ni matices
nos
obliga a enfrentarnos a deberes absurdos
fabricados
en noches de delirio y sudores
cuando
el tedio trabaja su estrategia en lo oscuro.
Y
entonces nos encontramos ante las máscaras de lo absurdo y la fortuna que
secuestran los deseos por constituirnos autónomos. La tragedia es siempre un
viaje de conocimiento, el poeta lo sabe, por eso acepta su destrucción, sus
eternos desdoblamientos.
SURELY SOME REVELATION IS AT HAND
The
Second Corning
W.B.Yeats.
No
es posible aceptar que todo se reduce
a
administrar sin voluntad esta tormenta liberada
con
la sola intención de pervivir al miedo
que
atenaza el impulso naciente en lo más hondo.
Tendrá
que ser el mar el encargado anónimo
de
iniciar silencioso una corriente que, libre de las olas,
se
propague más allá de las tierras conocidas.
Tendrá
que ser el mar o será nada: lago domesticado,
cementerio
de peces y pelícanos muertos de inanición,
muertos
de muerte artificial, sin otras estridencias
que
un murmullo creciendo en las orillas huérfanas.
Esas
nubes, rosadas de repente, serán los gladiadores
que
tuertos y tullidos retornen a la arena
con
nuevas estrategias adictas a un combate
que
ya no tendrá fin ni paz por ser firmada.
Será
una eterna rebelión entonces, palmo a palmo
ganada
al equilibrio que rompe por las ramas.
Palmo
a palmo, de nuevo el cataclismo vendrá
con
dinosaurios recobrados a soportar el agua
que
se expanda cuando la tuerca, ya oxidada, quiebre.
Será
así otro latir, otra esperanza,
mero
eslabón de un tiempo impredecible,
cordial
en el relevo necesario.
No
obstante, el poeta también construye un espacio para la esperanza. El cuerpo y
el amor son las llaves para la resurrección de lo posible (o imposible). La
muerte aunque siempre patente, es vencida o superada por el movimiento vital
del Eros que se esfuerza por constituirse, por empoderarse frente a las
irracionalidades de la vida:
INVENTARIO
Allí,
donde el dolor dejó su cuerpo inerte,
nació
una decisión que no fue escrita
ni
en libros ni en periódicos.
Sólo
un pájaro blanco inadvertido
grabó
para olvidar la extraña escena:
rosas
poniendo espinas en los ojos
del
cuerpo atormentado, sin sentido,
sin
ropa ni ilusiones que ponerse
ese
día a la orilla de la playa.
Se
sabe o se presume que un instante
bastó
para que un sueño de colores
recobrara
entre nieblas los momentos
más
tiernos, más intensos de su vida.
Tan
joven, tan hermosa en la espesura
del
súbito temblor y la impotencia:
ni
el parque le hacía sombra a su mirada
ni
el sol tenía la fuerza de su rostro.
Quiso,
por un capricho delirante,
encontrarle
razones a la pena
que
habitaba su pelo alborotado.
Se
le quebró la risa en el momento
en
que su viejo amor resplandecía
como
sacado de un tesoro oculto.
Lo
demás fue volar por un momento
junto
a viejas cigüeñas que pasaban
ocultando
su rostro entre las alas,
encogidas
y frías como un invierno.
En
suma, Países extranjeros es un poemario rítmico e intenso, donde las
palabras son impactos de bala sobre el espíritu angustiado. La revolución de
este libro es el misterio de la soledad y la vida misma que se derrama cual
lluvia disconforme, cual símbolo de los desmoronamientos. El poeta es un
artífice de realidades, pero también quien desnuda las heridas, quien
desenmascara las apariencias, quien tiene el don para entrar en la charca y
salir más heroico, más vital.
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