domingo, 26 de julio de 2015

"Países extranjeros" de José Miguel Junco - Paolo Astorga

Países extranjeros


Levitaciones: Delirios del ánima
José Miguel Junco
(Ediciones La Discreta, 2014)


Países extranjeros es un poemario rítmico e intenso, donde las palabras son impactos de bala sobre el espíritu angustiado. La revolución de este libro es el misterio de la soledad y la vida misma que se derrama cual lluvia disconforme, cual símbolo de los desmoronamientos.


Escrito por: Paolo Astorga

Países extranjeros (Ediciones La Discreta, 2014) del poeta José Miguel Junco (Las Palmas, 1951) son un conjunto de poemas de corte existencial, donde el anhelo de vivir es siempre una posibilidad contradictoria. El poeta intenta constituir un universo donde la muerte y la vida son espacios posibles para la expresión de los anhelos. Vivir es siempre un tránsito que va acumulando diversos significados, diversas experiencias que no culminan con la muerte, sino que cobran un sentido, a veces violento e irracional, a veces sosegado y profundo, pero siempre, la vida, es un viaje hacia el abismo, hacia la fusión de nuestra ceniza con el universo. El poeta lo sabe, por ello nos arroja a observar la siguiente escena donde la muerte es el escape, pero también el significado de las insatisfacciones:

A LOS CABALLOS SE LES REMATA, ¿NO?

They shoot horses, don't they?
Horace McCoy

En qué resignación terminará esa rabia,
dónde hallará solaz esa mirada
rebelde como un río innavegable.
En qué estación, de pronto, una mañana
se bajará impasible esa ansiedad
que ahora agita los brazos sin mesura.
Dónde ajustará el pulso para siempre
ese músculo arrítmico que impide
serenidad a un pecho atribulado.
En qué recodo de tu larga vida
se quedará dormido boca abajo
ese torrente de palabras locas.
Con qué ilusión, entonces,
recorrerás el alba inexplorada
para llorar, avergonzado,
por tus limitaciones inmutables.
Entenderás, al fin, por qué rematan
a los caballos que se caen de viejos.

El tiempo es carnicero de inocencias, es siempre la tensión de lo inevitable. Al tiempo se lo nombra, se lo metaforiza, pero no se lo puede detener. No hay mayor absoluto que el tiempo que va combando nuestras ilusiones, que va acrecentando nuestras frustraciones y nos acerca a lo inevitable. La muerte, nuevamente, es imagen de una contemplación, de un cuerpo inmóvil:

EL CADÁVER

Él yace, pero el sol le mortifica, impúdico,
el estado letárgico del músculo vencido.
Sin armas, indefenso, mezclado con el barro,
proyecto irreversible de fósil del futuro.
Ah, ese viento fatídico, insensato,
no respeta siquiera el descanso forzado.
Yace como una duna voluble, sin sentido,
desembocando, sabe Dios hasta cuándo,
en interrogaciones y angustias de otros ojos.

El mundo que habitamos es imperfecto e ineludible. Vivir es siempre deicidio. Un suicido prolongado que va madurando los lenguajes y se refuerza con la irracionalidad de los deseos. Ni el amor, ni la proyección de la fantasía y los sueños pueden escapar de ese país extranjero que es la muerte, las huellas de una lucha cruel y desigual donde cualquier estrategia, es solo un discurso para el olvido.

EL MUNDO QUE HABITAMOS       

Tan lejano e impreciso el mundo que habitamos,
imperfecto y ajeno en su extraña amalgama
de guerras intestinas, ambiciones y olvidos.
Nos viene con sus horas apresurado y tenso
escalando montañas o bajando a los valles
a empujarnos a metas fabricadas sin tino.
¿Dónde están las caricias espontáneas durmiendo?
¿Dónde el abrazo amigo perdió forma y sentido?
¿Ocultos en qué aspecto las palabras y el grito?
¿Sepultado en qué zanja el sueño colectivo?
El mundo que habitamos camina y nunca mira
más allá del sendero que le nace en los ojos;
insensible tropieza con las flores y sigue
un rumbo sin nostalgias, ni ternura, ni afectos.
El mundo que habitamos sin lados ni matices
nos obliga a enfrentarnos a deberes absurdos
fabricados en noches de delirio y sudores
cuando el tedio trabaja su estrategia en lo oscuro.

Y entonces nos encontramos ante las máscaras de lo absurdo y la fortuna que secuestran los deseos por constituirnos autónomos. La tragedia es siempre un viaje de conocimiento, el poeta lo sabe, por eso acepta su destrucción, sus eternos desdoblamientos.


SURELY SOME REVELATION IS AT HAND

The Second Corning
W.B.Yeats.

No es posible aceptar que todo se reduce
a administrar sin voluntad esta tormenta liberada
con la sola intención de pervivir al miedo
que atenaza el impulso naciente en lo más hondo.
Tendrá que ser el mar el encargado anónimo
de iniciar silencioso una corriente que, libre de las olas,
se propague más allá de las tierras conocidas.
Tendrá que ser el mar o será nada: lago domesticado,
cementerio de peces y pelícanos muertos de inanición,
muertos de muerte artificial, sin otras estridencias
que un murmullo creciendo en las orillas huérfanas.
Esas nubes, rosadas de repente, serán los gladiadores
que tuertos y tullidos retornen a la arena
con nuevas estrategias adictas a un combate
que ya no tendrá fin ni paz por ser firmada.
Será una eterna rebelión entonces, palmo a palmo
ganada al equilibrio que rompe por las ramas.
Palmo a palmo, de nuevo el cataclismo vendrá
con dinosaurios recobrados a soportar el agua
que se expanda cuando la tuerca, ya oxidada, quiebre.
Será así otro latir, otra esperanza,
mero eslabón de un tiempo impredecible,
cordial en el relevo necesario.

No obstante, el poeta también construye un espacio para la esperanza. El cuerpo y el amor son las llaves para la resurrección de lo posible (o imposible). La muerte aunque siempre patente, es vencida o superada por el movimiento vital del Eros que se esfuerza por constituirse, por empoderarse frente a las irracionalidades de la vida:

INVENTARIO

Allí, donde el dolor dejó su cuerpo inerte,
nació una decisión que no fue escrita
ni en libros ni en periódicos.
Sólo un pájaro blanco inadvertido
grabó para olvidar la extraña escena:
rosas poniendo espinas en los ojos
del cuerpo atormentado, sin sentido,
sin ropa ni ilusiones que ponerse
ese día a la orilla de la playa.
Se sabe o se presume que un instante
bastó para que un sueño de colores
recobrara entre nieblas los momentos
más tiernos, más intensos de su vida.
Tan joven, tan hermosa en la espesura
del súbito temblor y la impotencia:
ni el parque le hacía sombra a su mirada
ni el sol tenía la fuerza de su rostro.
Quiso, por un capricho delirante,
encontrarle razones a la pena
que habitaba su pelo alborotado.
Se le quebró la risa en el momento
en que su viejo amor resplandecía
como sacado de un tesoro oculto.
Lo demás fue volar por un momento
junto a viejas cigüeñas que pasaban
ocultando su rostro entre las alas,
encogidas y frías como un invierno.


En suma, Países extranjeros es un poemario rítmico e intenso, donde las palabras son impactos de bala sobre el espíritu angustiado. La revolución de este libro es el misterio de la soledad y la vida misma que se derrama cual lluvia disconforme, cual símbolo de los desmoronamientos. El poeta es un artífice de realidades, pero también quien desnuda las heridas, quien desenmascara las apariencias, quien tiene el don para entrar en la charca y salir más heroico, más vital.

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