martes, 18 de diciembre de 2018

Relatos nómadas o cómo vivir la experiencia de viajar - Paolo Astorga


Relatos nómadas o cómo vivir la experiencia de viajar


Escrito por: Paolo Astorga



Relatos nómadas (Ornitorrinco Ediciones, 2018) de Claudia Oré Butler, son una serie de crónicas de viaje cuyo tema principal gira en torno al aprendizaje intercultural. A través de una serie de narraciones amenas y descritas de manera magistral, Claudia nos contará sus peripecias como trotamundos, pero no solo desde una descripción geográfica de las maravillas que tiene el mundo, sino sobre todo, de la riqueza humana que encontrará en cada viaje, en cada anécdota, en cada encuentro. El libro pretende ofrecernos las experiencias de viaje de una mochilera, de manera divertida y agradable. Estas crónicas nacen, según la autora, de un diario de viaje, pero cobran fuerza con el estilo narrativo que se acerca más a la magia del intercambio cultural con las personas que en una mera enumeración de aspectos geográficos o turísticos.

Se podría decir entonces que este es un diario o bitácora del viajero, en donde se explorará la riqueza de los diversos lugares a donde el trabajo, el placer o el destino llevarán a la autora. Pero como toda crónica la historia tendrá siempre un elemento central: un descubrimiento, un develamiento, un nuevo aprendizaje, que permitirá a los lectores disfrutar el viaje como lo disfrutó (o padeció) la autora.

El libro abre con una crónica profundamente anecdótica sobre un viaje a Bogotá. Uno de los elementos resaltantes en el relato es lo significativo que resultan los aeropuertos para un viajero. Es como dice la autora: “lugares donde pueden ocurrir miles de situaciones y contratiempos, donde siempre hay mucha gente corriendo de un lado a otro, comprando, comiendo, durmiendo, tomando fotos, despidiéndose, leyendo, etc., pero, sobre todo, esperando… siempre esperando.” Es pues en los aeropuertos donde el mundo –y sus historias- se entrelazan. Es más, hay ciertos aeropuertos epicentros del mundo. En el caso de la historia contada por Claudia, resulta bastante anecdótica. La autora necesita viajar a Bruselas para un Congreso Internacional de Turismo Social, pero al encontrarse en el aeropuerto de Bogotá, se le extravían los documentos. El relato nos acerca a una vicisitud muy común del viajero: perder vuelos, perder documentos o peor aún, ser víctima de un robo. La historia termina de una manera reconfortante y deja, además un mensaje, aleccionador, pero sobre todo cargado de cierto humor.

¿Por qué dejar testimonio de nuestros viajes? El libro es claro: aprender, conocer, intercambiar, asombrarse, vivir, son las palabras clave que serían la respuesta a este libro. Claudia, crónica tras crónica despliega una narración limpia y atrapante. Su fin no es el de mostrarnos su mundo viajero, sino a las inolvidables personas que pueblan el libro. Pues al viajar no solo se conoce al otro, sino también que nos conocemos a nosotros mismos.

En el libro destacan crónicas como el viaje de Año Nuevo a Cuba y, mientras la autora nos cuenta sobre lo que le sucedió en aquella isla, también se reflexiona sobre política, sobre la idiosincrasia y, sobre todo, sobre el lenguaje, sobre el idioma, tan importante para el viajero.

Recordemos que Claudia es una especialista en Turismo y hoy por hoy este es visto como una de las actividades económicas más importantes, sobre todo para países como Egipto, cuya economía subsiste gracias al turismo.

Ahora bien, hablando de Egipto, la autora nos narra una serie de aventuras que vivió en este lejano país. Destacan “Una travesura en las Pirámides de Egipto”, una crónica llena de misterio y belleza, no exenta de cierto humor, sobre el famoso espectáculo de luces al amanecer de las Pirámides de Giza. Destaco de la narración este fragmento:

“Las luces iluminaban partes de la gran pirámide o a las tres pirámides en simultáneo, de acuerdo como se iba desarrollando la historia de Egipto. Me pareció muy hermoso el juego de luces, y estar en el desierto de noche le daba a todo un aire especial. En el espectáculo, las pirámides hablaban entre sí con voces en off; cuando hablaba Keops, esta se iluminaba, y cuando contestaba Micerino, se apagaba Keops; y así sucesivamente.”

También destacan “Nagib y Annan en el Cairo” o “Una familia feliz en Mádaba”, y la mayoría de crónicas sobre el Medio Oriente. Aquí, sin duda, lo destacable es la hospitalidad, la fuerte idea de familia y la sencillez de las personas. Estos encuentros se pueden resumir con la siguiente cita de la autora: “me gustaba este intercambio de culturas, de formas de vivir y hablar; de acoger al otro…”

A lo largo de cada crónica el lector no solo va a “viajar con la autora”, sino que va a aprender a observar, a escuchar, a sentir (con el lenguaje que nos ofrece Claudia), no solo las diferencias culturales que tienen las personas de los diversos lugares del mundo que visita la autora, sino los aspectos humanos que nos unen, que nos hacen empáticos y una sola persona. Claudia es muy sagaz en este punto, pues, con cada crónica, con cada relato y aventura, asume el reto de mostrarnos con honestidad el aspecto no solo público del país (atractivos turísticos, el espacio geográfico), sino también aspectos privados (la idea de lo familiar, el hogar, las relaciones humanas). Por ello este libro es una rareza en lo que respecta a publicaciones relativas a viajes en nuestro país, pues no se busca para nada lo publicitario o lo artificial (este no es una simple guía de viajes para el turista), sino que predomina la narración cálida y sincera de la primera persona y el asombro frente a lo diverso.

Del libro son rescatables varios aspectos de las crónicas, pero es muy interesante aquellas que están referidas, como ya dije, al Medio Oriente y África. Allí, la autora nos deja en claro que para estas poblaciones prima la idea de hospitalidad y el arraigo a las tradiciones, la familia y el significado profundo que cobra lo sencillo. Además, es importantísimo rescatar que muchas de las crónicas que este libro nos presenta no se dan en calidad de turista, sino de viajero. ¿Hay alguna diferencia? Claro. El turista al viajar planifica todo posiblemente con una agencia de viajes que va a “organizar” todo su itinerario convenientemente y de la manera más segura, sin embargo, el viajero, el mochilero, se arriesga a conocer aquellos lugares a los que viaja y, en ese riesgo, a conocer realmente a las personas, los lugares y aquellos secretos que quedan vedados para aquel que ya tiene un itinerario.

Es destacable, además, el concepto gráfico del libro. Las ilustraciones de Daniel Maguiña y las fotografías, boletos, mapas y publicidad que la autora nos ofrece de sus viajes, son testimonio de que viajar es una forma intensa de vivir, pero también la mejor manera de conectarnos con lo profundo de nosotros y de los demás.

En suma Relatos nómadas nos acerca cada vez más a lo humano, a ese deseo por conocer desde la libertad y la hospitalidad, desde el asombro y el deslumbramiento. Claudia Oré no solo ha escrito un libro de viajes, sino una experiencia de vida, nos ha escrito una invitación para conocer y entender un poco mejor el mundo, nuestro mundo. Por eso ella termina su travesía con este fragmento: “Observación, mucha observación, caminar, moverse, conversaciones, mucha gente que te conversa; costumbres, paisajes, sistemas de organización de los países similares; todos deben esperar, pasar controles, desvelarse; los países están en movimiento; llegas a cada capital y allí están sus habitantes trabajando, caminando, haciendo cola, manejando, recibiéndote, moviéndose. Había perdido la noción del tiempo y el espacio, tuve sentimientos encontrados al llegar a mi tierra. Era la misma, pero con miles y miles de impresiones en la memoria y en el espíritu que jamás olvidaré.”



sábado, 1 de diciembre de 2018

UN PEQUEÑO COMENTARIO SOBRE POLLO FASHION LA BÚSQUEDA DE LA FLOR DE LUZ DE DANIEL MAGUIÑA - Paolo Astorga


UN PEQUEÑO COMENTARIO SOBRE POLLO FASHION LA BÚSQUEDA DE LA FLOR DE LUZ DE DANIEL MAGUIÑA



Escrito por: Paolo Astorga



Pollo Fashion: La búsqueda de la flor de luz (Ediciones Altazor, 2018) del destacado poeta e ilustrador Daniel Maguiña (Lima, 1984) es un viaje mágico y misterioso por la imaginación, la amistad verdadera y el sentido de belleza. Este cómic está orientado a formar una idea principal de lo heroico, pero también a alentar a los niños a la curiosidad e imaginación. En un mundo tan desencantado como el que vivimos, Daniel nos entrega una historia llena de luz, de color y de magia para reconocernos en sus personajes y ser parte de la aventura llena de ternura y poesía.

Este viaje comienza con un problema: En el “Mundo imaginario” el amanecer nunca más apareció y la oscuridad ha cubierto todo el mundo conocido. Los personajes denominados monstruos liderados por Borges emprenden un viaje mágico y épico por diversas islas en donde conocerán lo maravilloso y misterioso que es su mundo. A lo largo del relato podremos observar la evolución de los personajes y la destreza narrativa del autor para construir una entrañable historia. Este es pues un libro contra los miedos, contra lo desconocido y sobre todo, un libro donde la visión de niño, donde la inocencia y la valentía despliegan sus armas contra la indiferencia e incomunicación.

Nuestros héroes: Borges, Armanda, Cubo, Bak y Kusi emprenderán una búsqueda para lograr que vuelva la luz y por ende el amanecer que es en suma un símbolo de lo bello. La luz en este libro está íntimamente relacionada al color y este color a la vida. En su viaje que será de isla en isla, los monstruos amigos conocerán a otros personajes: algunos excéntricos y otros por demás tiernos. Para luego llegar a encontrarse con el Mago, quien ayudará a que Pollo Fashion, un amigo imaginario, vuelva del mundo real al imaginario para lograr que la luz regrese.

A bordo de su barco Borges y CIA, la mancha de monstruos tratarán de lograr el objetivo de hacer que la luz vuelva. Además, será de suma importancia para la trama el uso de herramientas que, como si fueran parte de un videojuego, lograrán hacer que nuestros protagonistas avancen en su travesía imaginaria y llena de misterio.

Uno de los aciertos del libro es, sin duda, la calidad de las ilustraciones, el color como dispositivo estético, pero sobre todo, Daniel ha diseñado sus personajes desde lo onírico, desde lo surreal (uso de figuras geométricas que nos recuerdan lo cubista, mezclas collages, juegos de palabras, etc.) nos recuerda a los movimientos artísticos de Vanguardia de las cuales Maguiña es tributario. Es interesante observar la dinámica narrativa de Daniel: primero el viaje heroico, el problema de la imaginación, la perspectiva del amigo imaginario (véase el caso de Tito), la mezcla entre lo real y lo mágico, y la introducción de personajes reales que bien pudieron ser fantásticos (véase a Nikola Tesla, que es un personaje central para la resolución de la trama). Y obviamente habrá también elementos propios de lo fantástico: el Mago, personaje que permite una conexión entre el mundo real y el imaginario. El Pollo Fashion, quien es el personaje entrañable que será pieza clave para la resolución del problema de la luz y que además, representa el equilibrio entre lo real e imaginario. Este personaje original es amigo imaginario de un niño llamado Salvador, el cual, creo yo, será muy importante para próximas entregas del libro.

Es de suma importancia rescatar la evolución que van a ir teniendo sus personajes: en el viaje no solo podemos asistir a la búsqueda de un objeto, sino al descubrimiento nuevos mundos, personajes y lugares que los personajes no se habían atrevido a conocer por miedo a lo desconocido. Además, como todo viaje heroico, el protagonista Borges, experimentará una trasformación, un reconocimiento de sus potencialidades, de sus virtudes y defectos para luego tomar una posición positiva. Esto está íntimamente relacionado al hecho de pasar de la oscuridad a la luz, pues como diría el antropólogo Joseph Campbell en su ya clásico libro El héroe de las mil caras: “El héroe debe hacer a un lado el orgullo, la virtud, la belleza y la vida e inclinarse o someterse a lo absolutamente intolerable. Entonces descubre que él y su opuesto no son diferentes especies, sino una sola carne”.

Como vemos el viaje por encontrar la luz no es solo una aventura netamente infantil, sino es una búsqueda de la verdad. Y en esa búsqueda (la vida misma) asistimos a una serie de luchas internas y externas de los personajes. El viaje es pues un crisol que templa y hace madurar a los personajes y los empuja a tomar partido por una visión del mundo. Esto se ve de manera patente en la evolución de Borges, como líder, como héroe. Pues como diría Constantino Kavafís en su memorable poema Ítaca:

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las ítacas.

Como vemos en este emocionante cómic la idea del viaje como símbolo de conocimiento -de uno mismo y de los demás- es apasionante en tanto el autor nos entrega desde la originalidad y la ternura una historia llena de personajes, de deseos y aventuras.

En suma Pollo Fashion: La búsqueda de la flor de luz es una invitación para no dejar desafiar, de imaginar, des ser creativos. He allí el verdadero reto heroico: no dejar nuestro lado humano, nuestra sensibilidad ante una realidad cada vez más mecanizada y unívoca. Este libro invita al deleite, a la alegría y al conocimiento, pero también a entender que la vida y sus riquezas no se encuentran solo en el lugar donde estamos, sino en el viaje, en la exploración, en esa curiosidad por conocer más y saber más. Sin duda este es un libro lleno de ternura y color, un canto a la amistad y a la valentía que todo niño, joven y adulto debe leer.

domingo, 26 de agosto de 2018

UN BREVE COMENTARIO SOBRE LOS AÑOS TRISTES (NOVELA NO APTA PARA SUICIDAS) - Paolo Astorga


UN BREVE COMENTARIO SOBRE LOS AÑOS TRISTES (NOVELA NO APTA PARA SUICIDAS)

Escrito por: Paolo Astorga




Los años tristes (novela no apta para suicidas) (Ediciones Altazor, 2018) del escritor peruano Charly Martínez (Lima, 1984) es una novela que ahonda en la condición humana y sus profundas rispideces. La directriz temática que aborda el autor es la imposibilidad de lo absoluto frente al deseo. El personaje principal, cada vez más abocado a una obsesión irrevocable y un espíritu introvertido, se enfrenta a una contradicción existencial entre el amor, la comprensión y ese otro imposible que se inserta como turbación. Letea, el símbolo de un amor obsesivo, desesperado y lleno de irremediables distancias y Astrid, la pasión prohibida del incesto, son las obsesiones más profundas, pero también, los motivos que impulsan la reflexión a lo largo dela obra. La novela de Martínez no busca solo contar una historia de amor imposible, sobre la locura o las pulsiones tanáticas, sino su discurso narrativo manifiesta una necesidad por penetrar en la psicología del desamparo y de la soledad, en los límites de la existencia y la incomprensión. Por eso la constitución de la trama se fundamenta en la sucesión de momentos que parten del presente hasta la revisita de una infancia plagada de soledad y desencuentros.

A lo largo de la novela vamos a ser testigos de una narrativa rabiosa e inmersiva. El lenguaje pulido y por momentos poético, no solo nos hace disfrutar la historia, sino que nos permite ingresar al alma de los personajes, y sobre todo, a la honesta transparencia de su protagonista. Además, el desear es el elemento central de la novela. El deseo, es una paradoja llena de misterio, es una fatalidad que engendra belleza y desgracia. El protagonista lo sabe, por eso desde su personalidad golpeada por el destino y las inseguridades propias de un ser en constantes desmoronamientos, asistimos a la violencia de las frustraciones, a la incapacidad para insertarse en una realidad que no permite constituirse en el otro sin perderse en la locura.

Esta es una historia que se aborda desde lo reflexivo, desde la identificación. El joven protagonista Charly M.T., nos narra sus desavenencias, pero también sus impresiones sobre el arte y la literatura. Es un escritor joven que a pesar de sus esfuerzos por lograrse un nombre entre el mundillo literario local con su obra Las púas y otras tragedias, no logra más que el pequeño halago y un constante movimiento hacia el abismo del fracaso. Como he planteado antes, es un personaje que intenta no solo contar su historia de amor, sino ofrecernos una visión personal de la vida y la condición humana, tan paradójica y tan compleja.

El joven escritor a lo largo de la obra irá perdiendo toda cordura hasta desmoronarse por completo en la locura. Pero en ese proceso de destrucción habrá grandes cuotas de reflexión y de libros. Y digo libros, porque por esta obra desfilan –como desfilan en el Quijote- obras y autores que marcan de alguna manera la personalidad del protagonista y su deseo por fusionarse emocionalmente en lo amado. Primero en Letea, una mujer mayor con la que intentará consolidad el amor, pero que a la larga solo será una ilusión momentánea, “una caída hacia el abismo del otro”. Luego aparecerá la presencia de Astrid y el incesto, pero también la necesidad de vencer toda esa apabullante soledad e indiferencia que lo sumirá en las profundas depresiones que luego derivarán en “encierro” (¿o liberación?) de locura y sus dos traumáticos internamientos en un hospital psiquiátrico que no harán más que acrecentar los desmoronamientos.

Y es que a lo largo de la novela el signo patente del encierro lo puebla todo. Primero la casa que no es hogar; los familiares que solo ven al protagonista con pena y desprecio por su condición diferente; la ciudad que es un gran monstruo de hostilidad e indiferencia y luego los amores que solo refulgen un momento para luego quedarse en la memoria como un dolor rabioso que madurará en tragedia. Por eso el protagonista en sus desequilibrios vive “encerrado en sí mismo”, y desde allí, intenta “abrirse” paso en el infierno que son los otros. Sin embargo, es innegable que es allí, en ese movimiento de transparencia, de sinceridad con el otro, que las imposibilidades aparecen y devienen en lejanías y desolación.

El protagonista no puede estar alejado de la presencia femenina: La madre neurótica, la abuela Herminia, dulce y llena de esperanza, la presencia de la mujer demente con quien conoce por primera vez la marginalidad de una realidad que brinda la felicidad para algunos y la violencia y dolor para otros, Letea y Astrid, componen el universo narrativo en la novela.

Pero esta novela no apta para suicidas tiene además un elemento constitutivo: la tentación del suicidio. A lo largo de la novela el protagonista sumido ya en la profunda depresión y soledad pensará de manera seria en la muerte como un proyecto redentor. Pero, paradójicamente mientras la trama se desarrolla, asistimos a que, aunque existe un auténtico deseo de autoeliminación, lo que se muere no es el protagonista, sino aquello que ama o que intenta amar. Primero como rechazo, como sordidez, como incomprensión y luego con la muerte misma, patente, fría, inesperada.

No, la novela no habla solo de la desolación y la violencia del tiempo en donde un yo no puede adaptarse a enajenado mundo que lo rodea, sino que todo el libro es un canto a lo vital, es una loa a la vida desde sus límites y la más significativa de sus metas: alcanzar a ser, figurarse en el mundo a pesar de toda las inconsecuencias, de todos los olvidos, de todas las soledades.

Con un manejo magistral de los diálogos y un estilo autobiográfico, Los años tristes (Novela no apta para suicidas) es una búsqueda heroica por comprenderse, por instituirse y caer en el otro desde el amor, desde la magnitud máxima de los deseos, pero sobre todo, desde la más honesta de las humanidades. El protagonista es un hombre que tienta al fracaso –como diría Ribeyro- pero que en ese dolor, en esa tristeza que el destino convierte en miseria y destrucción, el alma que se duele, que sufre, es el alma dotada de un don especial: contemplar lo más inhóspito de lo humano, la belleza y la violencia de la vida misma.