viernes, 8 de abril de 2022

Cuento "La mano" de Guy de Maupassant con actividades de comprensión lectora

La mano

Guy de Maupassant


 

Estaban en círculo en torno al señor Bermutier, juez de instrucción, que daba su opinión sobre el misterioso suceso de Saint-Cloud. Desde hacía un mes, aquel inexplicable crimen conmovía a París. Nadie entendía nada del asunto.

El señor Bermutier, de pie, de espaldas a la chimenea, hablaba, reunía las pruebas, discutía las distintas opiniones, pero no llegaba a ninguna conclusión.

Varias mujeres se habían levantado para acercarse y permanecían de pie, con los ojos clavados en la boca afeitada del magistrado, de donde salían las graves palabras. Se estremecían, vibraban, crispadas por su miedo curioso, por la ansiosa e insaciable necesidad de espanto que atormentaba su alma; las torturaba como el hambre.

Una de ellas, más pálida que las demás, dijo durante un silencio:

-Es horrible. Esto roza lo sobrenatural. Nunca se sabrá nada.

El magistrado se dio la vuelta hacia ella:

-Sí, señora, es probable que no se sepa nunca nada. En cuanto a la palabra sobrenatural que acaba de emplear, no tiene nada que ver con esto. Estamos ante un crimen muy hábilmente concebido, muy hábilmente ejecutado, tan bien envuelto en misterio que no podemos despejarlo de las circunstancias impenetrables que lo rodean. Pero yo, antaño, tuve que encargarme de un suceso en que verdaderamente parecía que había algo fantástico. Por lo demás, tuvimos que abandonarlo, por falta de medios para esclarecerlo.

Varias mujeres dijeron a la vez, tan de prisa que sus voces no fueron sino una:

-¡Oh! Cuéntenoslo.

El señor Bermutier sonrió gravemente, como debe sonreír un juez de instrucción. Prosiguió:

-Al menos, no vayan a creer que he podido, incluso un instante, suponer que había algo sobrehumano en esta aventura. No creo sino en las causas naturales. Pero sería mucho más adecuado si en vez de emplear la palabra sobrenatural para expresar lo que no conocemos, utilizáramos simplemente la palabra inexplicable. De todos modos, en el suceso que voy a contarles, fueron sobre todo las circunstancias circundantes, las circunstancias preparatorias las que me turbaron. En fin, éstos son los hechos:

«Entonces era juez de instrucción en Ajaccio, una pequeña ciudad blanca que se extiende al borde de un maravilloso golfo rodeado por todas partes por altas montañas.

«Los sucesos de los que me ocupaba eran sobre todo los de vendettas. Los hay soberbios, dramáticos al extremo, feroces, heroicos. En ellos encontramos los temas de venganza más bellos con que se pueda soñar, los odios seculares, apaciguados un momento, nunca apagados, las astucias abominables, los asesinatos convertidos en matanzas y casi en acciones gloriosas. Desde hacía dos años no oía hablar más que del precio de la sangre, del terrible prejuicio corso que obliga a vengar cualquier injuria en la propia carne de la persona que la ha hecho, de sus descendientes y de sus allegados. Había visto degollar a ancianos, a niños, a primos; tenía la cabeza llena de aquellas historias.

«Ahora bien, me enteré un día de que un inglés acababa de alquilar para varios años un pequeño chalet en el fondo del golfo. Había traído con él a un criado francés, a quien había contratado al pasar por Marsella.

«Pronto todo el mundo se interesó por aquel singular personaje, que vivía solo en su casa y que no salía sino para cazar y pescar. No hablaba con nadie, no iba nunca a la ciudad, y cada mañana se entrenaba durante una o dos horas en disparar con la pistola y la carabina.

«Se crearon leyendas en torno a él. Se pretendió que era un alto personaje que huía de su patria por motivos políticos; luego se afirmó que se escondía tras haber cometido un espantoso crimen. Incluso se citaban circunstancias particularmente horribles.

«Quise, en mi calidad de juez de instrucción, tener algunas informaciones sobre aquel hombre; pero me fue imposible enterarme de nada. Se hacía llamar sir John Rowell.

«Me contenté, pues, con vigilarlo de cerca; pero, en realidad, no me señalaban nada sospechoso respecto a él.

«Sin embargo, al seguir, aumentar y generalizarse los rumores acerca de él, decidí intentar ver por mí mismo al extranjero, y me puse a cazar con regularidad en los alrededores de su dominio.

«Esperé durante mucho tiempo una oportunidad. Se presentó finalmente en forma de una perdiz a la que disparé y maté delante de las narices del inglés. Mi perro me la trajo; pero, cogiendo en seguida la caza, fui a excusarme por mi inconveniencia y a rogar a sir John Rowell que aceptara el pájaro muerto.

«Era un hombre grande con el pelo rojo, la barba roja, muy alto, muy ancho, una especie de Hércules plácido y cortés. No tenía nada de la rigidez llamada británica, y me dio las gracias vivamente por mi delicadeza en un francés con un acento de más allá de la Mancha. Al cabo de un mes habíamos charlado unas cinco o seis veces.

«Finalmente una noche, cuando pasaba por su puerta, lo vi en el jardín, fumando su pipa a horcajadas sobre una silla. Lo saludé y me invitó a entrar para tomar una cerveza. No fue necesario que me lo repitiera.

«Me recibió con toda la meticulosa cortesía inglesa; habló con elogios de Francia, de Córcega, y declaró que le gustaba mucho este país, y esta costa.

«Entonces, con grandes precauciones y como si fuera resultado de un interés muy vivo, le hice unas preguntas sobre su vida y sus proyectos. Contestó sin apuros y me contó que había viajado mucho por África, las Indias y América. Añadió riéndose:

«-Tuve mochas avanturas, ¡oh! yes.

«Luego volví a hablar de caza y me dio los detalles más curiosos sobre la caza del hipopótamo, del tigre, del elefante e incluso la del gorila. Dije:

«-Todos esos animales son temibles.

«Sonrió:

«-¡Oh, no! El más malo es el hombre.

«Se echó a reír abiertamente, con una risa franca de inglés gordo y contento:

«-He cazado mocho al hombre también.

«Después habló de armas y me invitó a entrar en su casa para enseñarme escopetas con diferentes sistemas.

«Su salón estaba tapizado de negro, de seda negra bordada con oro. Grandes flores amarillas corrían sobre la tela oscura, brillaban como el fuego. Dijo:

«-Eso ser un tela japonesa.

«Pero, en el centro del panel más amplio, una cosa extraña atrajo mi mirada. Sobre un cuadrado de terciopelo rojo se destacaba un objeto rojo. Me acerqué: era una mano, una mano de hombre. No una mano de esqueleto, blanca y limpia, sino una mano negra reseca, con uñas amarillas, los músculos al descubierto y rastros de sangre vieja, sangre semejante a roña, sobre los huesos cortados de un golpe, como de un hachazo, hacia la mitad del antebrazo.

«Alrededor de la muñeca una enorme cadena de hierro, remachada, soldada a aquel miembro desaseado, la sujetaba a la pared con una argolla bastante fuerte como para llevar atado a un elefante. Pregunté:

«-¿Qué es esto?

«El inglés contestó tranquilamente:

«-Era mejor enemigo de mí. Era de América. Ello había sido cortado con el sable y arrancado la piel con un piedra cortante, y secado al sol durante ocho días. ¡Aoh, muy buena para mí, ésta.

«Toqué aquel despojo humano que debía de haber pertenecido a un coloso. Los dedos, desmesuradamente largos, estaban atados por enormes tendones que sujetaban tiras de piel a trozos. Era horroroso ver esa mano, despellejada de esa manera; recordaba inevitablemente alguna venganza de salvaje. Dije:

«-Ese hombre debía de ser muy fuerte.

«El inglés dijo con dulzura:

«-Aoh yes; pero fui más fuerte que él. Yo había puesto ese cadena para sujetarle.

«Creí que bromeaba. Dije:

«-Ahora esta cadena es completamente inútil, la mano no se va a escapar.

«Sir John Rowell prosiguió con tono grave:

«-Ella siempre quería irse. Ese cadena era necesario.

«Con una ojeada rápida, escudriñé su rostro, preguntándome: “¿Estará loco o será un bromista pesado?”

«Pero el rostro permanecía impenetrable, tranquilo y benévolo. Cambié de tema de conversación y admiré las escopetas.

«Noté sin embargo que había tres revólveres cargados encima de unos muebles, como si aquel hombre viviera con el temor constante de un ataque.

«Volví varias veces a su casa. Después dejé de visitarlo. La gente se había acostumbrado a su presencia; ya no interesaba a nadie.

«Transcurrió un año entero; una mañana, hacia finales de noviembre, mi criado me despertó anunciándome que Sir John Rowell había sido asesinado durante la noche.

«Media hora más tarde entraba en casa del inglés con el comisario jefe y el capitán de la gendarmería. El criado, enloquecido y desesperado, lloraba delante de la puerta. Primero sospeché de ese hombre, pero era inocente.

«Nunca pudimos encontrar al culpable.

«Cuando entré en el salón de Sir John, al primer vistazo distinguí el cadáver extendido boca arriba, en el centro del cuarto.

«El chaleco estaba desgarrado, colgaba una manga arrancada, todo indicaba que había tenido lugar una lucha terrible.

«¡El inglés había muerto estrangulado! Su rostro negro e hinchado, pavoroso, parecía expresar un espanto abominable; llevaba algo entre sus dientes apretados; y su cuello, perforado con cinco agujeros que parecían haber sido hechos con puntas de hierro, estaba cubierto de sangre.

«Un médico se unió a nosotros. Examinó durante mucho tiempo las huellas de dedos en la carne y dijo estas extrañas palabras:

«-Parece que lo ha estrangulado un esqueleto.

«Un escalofrío me recorrió la espalda y eché una mirada hacia la pared, en el lugar donde otrora había visto la horrible mano despellejada. Ya no estaba allí. La cadena, quebrada, colgaba.

«Entonces me incliné hacia el muerto y encontré en su boca crispada uno de los dedos de la desaparecida mano, cortada o más bien serrada por los dientes justo en la segunda falange.

«Luego se procedió a las comprobaciones. No se descubrió nada. Ninguna puerta había sido forzada, ninguna ventana, ningún mueble. Los dos perros de guardia no se habían despertado.

«Ésta es, en pocas palabras, la declaración del criado:

«Desde hacía un mes su amo parecía estar agitado. Había recibido muchas cartas, que había quemado a medida que iban llegando.

«A menudo, preso de una ira que parecía demencia, cogiendo una fusta, había golpeado con furor aquella mano reseca, lacrada en la pared, y que había desaparecido, no se sabe cómo, en la misma hora del crimen.

«Se acostaba muy tarde y se encerraba cuidadosamente. Siempre tenía armas al alcance de la mano. A menudo, por la noche, hablaba en voz alta, como si discutiera con alguien.

«Aquella noche daba la casualidad de que no había hecho ningún ruido, y hasta que no fue a abrir las ventanas el criado no había encontrado a sir John asesinado. No sospechaba de nadie.

«Comuniqué lo que sabía del muerto a los magistrados y a los funcionarios de la fuerza pública, y se llevó a cabo en toda la isla una investigación minuciosa. No se descubrió nada.

«Ahora bien, tres meses después del crimen, una noche, tuve una pesadilla horrorosa. Me pareció que veía la mano, la horrible mano, correr como un escorpión o como una araña a lo largo de mis cortinas y de mis paredes. Tres veces me desperté, tres veces me volví a dormir, tres veces volví a ver el odioso despojo galopando alrededor de mi habitación y moviendo los dedos como si fueran patas.

«Al día siguiente me la trajeron; la habían encontrado en el cementerio, sobre la tumba de sir John Rowell; lo habían enterrado allí, ya que no habían podido descubrir a su familia. Faltaba el índice.

«Ésta es, señoras, mi historia. No sé nada más.»

Las mujeres, enloquecidas, estaban pálidas, temblaban. Una de ellas exclamó:

-¡Pero esto no es un desenlace, ni una explicación! No vamos a poder dormir si no nos dice lo que según usted ocurrió.

El magistrado sonrió con severidad:

-¡Oh! Señoras, sin duda alguna, voy a estropear sus terribles sueños. Pienso simplemente que el propietario legítimo de la mano no había muerto, que vino a buscarla con la que le quedaba. Pero no he podido saber cómo lo hizo. Este caso es una especie de vendetta.

Una de las mujeres murmuró:

-No, no debe de ser así.

Y el juez de instrucción, sin dejar de sonreír, concluyó:

-Ya les había dicho que mi explicación no les gustaría.

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

 

1. ¿En qué contexto (lugar y tiempo) transcurre este cuento?

2. ¿Quién es el señor Bermutier? ¿Por qué es importante en el cuento?

3. Una de las mujeres dice que el crimen de Saint-Cloud parecía "sobrenatural" y el señor Bermutier dice más bien que es "inexplicable". ¿Crees que esas dos palabras significan lo mismo? ¿Por qué? Explica tu respuesta.

4. ¿Quién era sir John Rowell? ¿Por qué era un hombre que llamaba la atención?

5. ¿Cómo logra el señor Bermutier encontrarse con sir John Rowell?

6. Infiere: ¿Qué quiere decir sir John Rowel cuando dice que el animal más malo es el hombre y que también los ha cazado? Explica tu respuesta.

7. ¿Por qué resulta importante en este cuento la mano que guardaba sir John Rowel?

8. ¿Por qué el señor Bermutier pensaba que sir John Rowell estaba loco o era un bromista pesado?

9. ¿Cómo había muerto sir John Rowell? ¿Qué infieres de esa forma de morir?

10. ¿Cuál es la explicación lógica que da el señor Bermutier al final de su narración?

¿Por qué el señor Bermutier dice que el crimen de John Rowell es una especie de "vendetta" (venganza)?

11. En este cuento hay un elemento fantástico, ¿cuál sería? Nómbralo y explícalo.

12. Según tu capacidad inferencial y teniendo en cuenta todos los hechos narrados en este cuento, ¿cómo describirías la personalidad del señor Bermutier? Explica tu respuesta.

13. ¿Por qué la explicación que dio el señor Bermutier a la mujeres no les gustó?

14. ¿Qué opinas tú sobre la explicación que da el señor Bermutier sobre la muerte sir John Rowell? Justifica tu respuesta. 

lunes, 4 de abril de 2022

Cuento "Dialéctica de los mocosos" de Mario Benedetti con actividades de comprensión lectora

 

Dialéctica de los mocosos

Mario Benedetti

Dialéctica de los mocosos


-¿Nunca?

-Nunca.

-Para vos ¿qué significa la palabra nunca?

-Jamás.

-Ah, no. A mí «jamás» me parece mucho más categórico, negativo.

-Yo los veo como sinónimos.

-A ver si me entendés. Pensá en la palabra «siempre».

-Pienso.

-Trata de encontrarle un sinónimo. No meras aproximaciones, como «permanentemente» o algo por el estilo, sino un sinónimo puro, certero, incanjeable.

-No lo encuentro.

-¿Viste? Si «siempre» no tiene un sinónimo puro, tampoco va a tenerlo

«nunca», que es su oponente.

-¿Y «jamás»?

-Es una aproximación, apenas eso.

-¿Cuántos años tenés?

-Trece. ¿ Y vos?

-Doce y medio.

-¿Y por qué tenés siempre cara triste?

-Será porque estoy triste.

-¿Nunca estás alegre?

-¿O jamás?

-He dicho nunca.

-¿Y cuándo empezaste a estar triste?

-La primera vez que la vieja me llevó al shopping. Es muy desalentador ver tanta gente que mira y no compra.

-Yo he ido pocas veces, pero recuerdo que un sábado encontré a un viejo, como de treinta años, que no sólo miraba sino que también compraba.

-Sería un turista.

-Puede. En pleno verano se compró una bufanda y todos empezamos a sudar. Y eso que yo jamás sudo.

-¿No sudas nunca?

-Dije jamás.

-Sorry.

-Pero ¿qué es lo que te da tristeza?

-Ver a la gente tan abandonada (aunque vayan de a dos) enfrentándose a las vidrieras como si contemplaran una camisa, cuando en realidad están usando el cristal como espejo.

-¿Vos te miras?

-¿Para qué? Ya me sé de memoria.

-Te aseguro que hay gente que compra. O por lo menos entra en algún puesto.

-Sí, entran al boliche de una gran confitería, y al rato salen chupando un caramelo.

-Y bueno, la tristeza es dulce.

-También me entristece ver a las empleadas, todas planchaditas, mirando con ansia a los muchachos de atuendo deportivo que recorren invictos las avenidas del shopping.

-¿Ansia o seducción?

-Cuando el ansia es invasora no queda sitio para la seducción.

-Qué frasecita, eh. ¿Sabes lo que ocurre? Lo que ocurre es que vos, además de triste incurable, sos un pesimista del carajo.

-¡Si tu abuela te oyera ese vocabulario!

-Bah, mi abuela es más posmoderna que vos y que yo. A menudo dice palabras como pelotudo, mierda, coño, hijo de puta, enchufe.

-Enchufe no es mala palabra.

-En su caso sí lo es, porque la dice escupiendo.

-¿Jugás al fútbol?

-Por supuesto. Soy golero.

-¿Te han metido algún gol?

-Nunca.

-¿O jamás?

-No, aquí sí es nunca, porque una sola vez me metieron un gol pero fue de penal.

-¿Qué vas a ser de grande? ¿Futbolista?

-No, ingeniero, como mi viejo. ¿Y vos?

-Deshonesto.

-¿Como tu viejo?

-Sí, pero un poco más profesional.

-¿No tenés miedo de caer en cana? ¿Nunca?

-Jamás.

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

1. ¿Cuál crees que es el tema de este cuento? Explica tu respuesta.

2. Según el cuento, ¿cuál es la diferencia entre «nunca» y «jamás»?

3. ¿Por qué los términos «nunca» y «jamás» son importantes en el diálogo que entablan los niños?

4. ¿Qué infieres de la respuesta que da uno de los niños cuando explica por qué está triste?

5. ¿Por qué el shopping es muy importante para este cuento? Explica tu respuesta.

6. ¿Qué quiere decir uno de los niños cuando asegura que su abuela es «posmoderna»?

7. ¿Cuáles son las diferencia entre los dos niños? Determínalas.

8. ¿Qué infieres cuando uno de los niños le pregunta al otro qué será de grande y el otro le responde que «deshonesto» como su viejo, pero «más profesional»? Explica tu respuesta.

9. ¿Qué infieres del final de este cuento?

10. ¿Cuál crees que haya sido la intención del autor al escribir este cuento?

11. ¿Cuál es la crítica social que hace este cuento? Justifica tu respuesta.

 

ACTIVIDAD CREATIVA:

1. Crea un cuento breve en donde solo predomine el diálogo entre dos personajes. No olvides ser creativo y original.

lunes, 28 de marzo de 2022

¿CÓMO ANALIZAR UN TEXTO ARGUMENTATIVO? 📝

¿CÓMO ANALIZAR UN TEXTO ARGUMENTATIVO? 




Video sobre el tema:


1. ¿QUÉ SON LOS TEXTOS ARGUMENTATIVOS?

El texto argumentativo es aquel que busca convencer o persuadir a un lector sobre un punto de vista o idea específica. Esta idea se llama TESIS y deberá defenderse con ARGUMENTOS, los cuales son justificaciones coherentes y razonables que le dan fuerza a dicha tesis.


2. ESTRUCTURA BÁSICA DE UN TEXTO ARGUMENTATIVO

El texto argumentativo posee tres partes estructurales:

✔ Una introducción: En esta parte se define el tema a tratar y se plantea la tesis a defender.

✔ Un cuerpo (o argumentación): En esta parte se defiende nuestra tesis utilizando argumentos razonables.

✔ Una conclusión: En esta parte se sintetiza o resume el punto de vista o tesis del autor y se puede ofrecer una solución si es que se está abordando un tema problemático de la realidad.

A continuación, leamos un ejemplo de texto argumentativo:

 

Los tres mordientes

Marco Aurelio Denegri


Don Santiago Ramón y Cajal decía que los tres mordientes de la acción eficaz son el interés, la emoción y la atención obstinada, es decir, no la simple atención, sino la atención perseverante y tenaz.

Estos mordientes son también los del estudio y aprendizaje. Mediante aquéllos pueden éstos desenvolverse adecuadamente y ser realmente productivos. Los tres mordientes me permitirán concentrarme, reflexionar profundamente y percatarme debidamente de las cosas, o lo que es lo mismo, me permitirán ser consciente y en consecuencia podré sentir, pensar, querer y obrar sabiendo verdaderamente lo que estoy haciendo.

Sin embargo, la concentración y el estar uno alerta no son estados normales o habituales del cerebro, no son solencias cerebrales, sino insolencias, y sea esto dicho usando el vocablo insolencia en su antiguo sentido de infrecuente, inhabitual, raro, desacostumbrado.

La concentración y el estado de alerta son ocurrencias cerebrales raras. El cerebro tiende más bien a la dispersión y busca siempre estímulos para entretenerse, distraerse y complacerse, pero no para concentrarse ni percatarse.

La concentración y la percatación no son solencias cerebrales, sino rarezas cerebrales. Y hoy lo son más por la extraordinaria multiplicación de estímulos que rige en las sociedades presuntamente civilizadas. Proliferan incontenibles la mar de estímulos y las más de las personas ya no sabrían vivir sin ellos.

Llego, pues, a la inevitable conclusión que hoy es mucho más difícil estudiar y aprender, porque actualmente la gente se concentra y se percata menos que antes. Hoy no somos más humanos, sino menos, porque la videocracia no humaniza, sino animaliza. Esto lo ha demostrado cumplidamente Sartori y sería inútil insistir en ello.


Extraído de: El Comercio

Lima, 7 de noviembre de 2016

 


3. ANALIZAMOS EL TEXTO ARGUMENTATIVO QUE HEMOS LEÍDO

Algunas pautas para leer y analizar un texto argumentativo:

  • Lectura atenta del texto (subrayar ideas importantes, hacerse preguntas, sintetizar lo leído).
  • Buscar el significado de palabras desconocidas:

✔ Mordientes: sustancia empleada en tintorería que sirve para fijar los colores en los productos textiles. Inferencia: en el texto se entiende como aquella actitud que nos permite “fijar” los aprendizajes, es decir, aprender.

✔ Solencias: hechos que ocurren de manera habitual.

✔ Dispersión: Acción de dispersar o dispersarse. Inferencia: en el texto se entiende como aquella acción de distraerse o no poder centrarse en un punto o tema.

✔ Estímulo: es cualquier factor que puede desencadenar un cambio físico o de la conducta. Inferencia: en el texto se entiende como aquellas acciones que no nos permiten la concentración.

✔ Videocracia: Término usado por el pensador italiano Giovanni Sartori para hacer referencia al poderío de las imágenes sobre la opinión pública contemporánea. Inferencia: en el texto se entiende como la capacidad que tienen las imágenes sobre los textos escritos, las cuales se vuelven mucho más fáciles y rápidas de interpretar.

  • Luego debemos determinar si cumple con las características de un texto argumentativo: busca convencernos sobre una idea o tesis. ¿Cuál es la tesis de este texto?

La tesis sería “la concentración y el estar uno alerta no son estados normales o habituales del cerebro, no son solencias cerebrales”.

  • Determinemos el argumento central que sustenta o defiende la tesis: ¿Cuál es el argumento central del texto?

El cerebro suele siempre estar en un estado de dispersión (distracción) y más hoy que nunca, pues estamos asediados de estímulos que nos distraen y no nos permiten concentrarnos, es decir, prestar atención a un punto de manera profunda.

 

4. ¿CÓMO PUEDO HACER SIGNIFICATIVA LA LECTURA DE UN TEXTO ARGUMENTATIVO?

No solo basta con leer un texto argumentativo y llegar a un nivel analítico del mismo, debemos entender que todo texto tiene un mensaje, un contenido significativo que debemos entender y valorar, por ello, te invito a que nos hagamos la siguiente pregunta interpretativa: ¿Qué he entiendo del texto?

✔ El texto me habla de una realidad actual: nuestra poca capacidad para concentrarnos. (Síntesis).

✔ El autor nos plantea que existen tres mordientes (o actitudes) para aprender: el interés, la emoción y la atención obstinada. Lamentablemente, hoy, no se desarrollan adecuadamente, pues vivimos en una sociedad que no tiene “tiempo” para profundizar o concentrarse en sus aprendizajes, por ejemplo, cuando leemos, hoy en día se nos hace más difícil, pues no podemos concentrarnos mucho en algunas lecturas, sobre todo en aquellas que son extensas o con un lenguaje denso. (Síntesis y relación con la realidad).

✔ Si bien el autor plantea que nuestro cerebro tiende a la distracción, yo creo que quizás nuestro cerebro se ha adaptado a un mundo más mediático, en donde tenemos que hacer más de una tarea a la vez. No es que hayamos perdido nuestra capacidad de concentrarnos, sino que el mundo actual exige que hagamos las cosas más rápido y varias a la vez, esto, muchas veces, hace que seamos más superficiales y que todo se reduzca la lectura de textos cortos, resúmenes y prevalezca la imagen (que suele ser más fácil de procesar y comprender) antes que el texto escrito. (Crítica y valoración).

 

Podemos CONCLUIR entonces que…

✔ Los textos argumentativos tienen la intención comunicativa de convencer o persuadir a un lector.

✔ Tres elementos son la base de estos textos: Una tesis, una serie de argumentaciones que defiendan nuestra tesis y una conclusión o síntesis de nuestro punto de vista o tesis.

✔ El análisis de un texto argumentativo consiste en identificar la tesis, el argumento central y la conclusión a la que llega el autor.

✔ El análisis no agota nuestra comprensión del texto, también debemos realizar un ejercicio de entendimiento significativo o interpretación del mismo (darle un significado, valoración y relacionarlo con nuestra vida y realidad).

lunes, 21 de marzo de 2022

Cuento "La fuente de la juventud" (Cuento popular japonés) con actividades de comprensión lectora

 

La fuente de la juventud

Cuento popular japonés

La fuente de la juventud

Había una vez un viejo carbonero que vivía con su esposa, que era también viejísima. El viejo se llamaba Yoshiba y su esposa Fumi. Los dos vivían en la isla sagrada de Mija Jivora, donde nadie tenía derecho a morir. Cuando una persona enfermaba la mandaban a la isla vecina, y si por casualidad moría alguien sin síntomas, enviaban el cadáver a toda prisa a la otra ribera.

La isla, la más pequeña del Japón, es también la más hermosa. Está cubierta de pinos y sauces, y en el centro se alza un hermoso y solemne templo, cuya puerta parece que se adentra en el mar. El mar es azul y transparente, y el aire es nítido y diáfano.

Los dos ancianos eran admirados por el resto de la aldea, debido a su resignación y persistencia a la hora de aceptar y superar los avatares de la vida, y al amor mutuo que se habían profesado durante más de cincuenta años.

El suyo, como tantos otros en Japón, había sido un matrimonio concertado por sus padres. Fumi no había visto nunca a Yoshiba antes de la boda, y éste sólo la había entrevisto un par de veces a través de las cortinas, y se había quedado admirado por su rostro ovalado, la gentileza de su figura y la dulzura de su mirada. Desde el día del casamiento, la admiración y adoración fue mutua. Ambos disfrutaron de la alegría de su enlace que se multiplicó con creces con tres hermosos y fuertes hijos, pero ambos también se vieron sacudidos por la tristeza de perder a sus tres hijos, una noche de tormenta en el mar.

Aunque disimulaban ante sus vecinos, cuando estaban solos lloraban abrazados y secaban sus lágrimas en las mangas de sus kimonos. En el lugar central de la casa, construyeron un altar en memoria de los hijos y cada noche llevaban ofrendas y rezaban ante él. Pero últimamente una nueva preocupación había devuelto la congoja a sus corazones. Ambos eran mayores y sabían que ya no les quedaba mucho tiempo. Yoshiba se había convertido en las manos de su esposa y Fumi en sus ojos y sus pies, y no sabían cómo podrían superar la muerte de uno de ellos. ¡Oh, si tuviésemos una larga vida por delante!

Una tarde, Yoshiba sintió la necesidad de volver a ver el lugar donde había trabajado durante más de cincuenta años. Pero al llegar al claro del bosque, y observar los árboles, tan conocidos, se dio cuenta de que había algo nuevo. Tantos años trabajando allí, y nunca se había fijado en que debajo del árbol mayor había un manantial de agua clara y cristalina, que al caer parecía cantar, y su crujido, como el de hojas de papel arrugadas, se mezclaba con el murmullo de las hojas al ser movidas por el susurro de la brisa al atardecer. Yoshiba sintió una terrible sed y se acercó a la fuente. Cogió un poco de agua y bebió. Al rozar sus labios, sintió la necesidad de beber más, pero al ir a cogerla observó su reflejo en el agua y vio que habían desaparecido las arrugas de su rostro, su pelo era otra vez una hermosa y negra cabellera, y su cuerpo parecía más vigoroso y fortalecido. El agua tenía un poder misterioso que lo había hecho rejuvenecer.

Entonces sintió la necesidad de ir corriendo a decírselo a su esposa. Cuando Fumi lo vio llegar no reconoció a aquel mozo que de pronto se acercaba a la casa, pero al estar junto a él observó sus ojos y lo reconoció. Cayó desmayada al recordar sus años de juventud, pero Yoshiba la levantó y le contó lo que había ocurrido en el bosque. Decidió que ella fuese por la mañana, porque ya era de noche y no deseaba que se perdiera.

A la mañana siguiente Fumi se fue al bosque. Yoshiba calculó dos horas, porque aunque a la ida tardaría más por su edad y la falta de fuerza, a la vuelta llegaría enseguida porque habría recuperado su juventud. Pero pasaron dos horas, y tres, y cuatro, y hasta cinco, por lo que Yoshiba empezó a preocuparse y decidió ir él mismo al bosque a buscar a su esposa. Cuando llegó al claro, vio la fuente, pero no encontró a nadie. Entre el murmullo de las hojas y el crujido del agua oyó un leve sonido, como el que hace cualquier cría de animal cuando está solo. Se acercó a unas zarzas, las apartó, y encontró una pequeña criatura que le tendía los brazos. Al cogerla, reconoció la mirada. Era Fumi, que en su ansia de juventud había bebido demasiada agua, llegando así hasta su primera infancia.

Yoshiba la ató a su espalda y se dirigió hacia casa. A partir de entonces, tendría que ser el padre de la que había sido la compañera de su vida.

 

ACTIVIDAD DE COMPRENSIÓN LECTORA:

1. ¿Cuál es la característica principal que tienen Fumi y Yoshiba?

2. ¿Cuál fue el golpe trágico que sufrieron Fumi y Yoshiba?

3. ¿Por qué Fumi y Yoshiba tenían una nueva preocupación que había devuelto la congoja a sus corazones?

4. ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de este cuento? Justifica tu respuesta.

5. ¿Qué características mágicas tenía el manantial que encontraron en el bosque?

6. ¿Qué pasó con Fumi cuando esta fue a beber del manantial del bosque?

7. Interpreta: ¿Cuál es el mensaje que nos quiere dejar este cuento? Justifica tu respuesta.

8. ¿Cómo relaciones las palabras amor y juventud con este cuento? Explica tu respuesta.

9. ¿Qué opinas de este cuento? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

lunes, 7 de marzo de 2022

Fragmentos de "Pedro Páramo" de Juan Rulfo con actividades de comprensión lectora

 

Fragmentos de Pedro Páramo de Juan Rulfo

Pedro Páramo de Juan Rulfo


Fragmento I de Pedro Páramo – Juan Rulfo

 

 Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte". Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aún después que a mis manos les costó zafarse de sus manos muertas.

Todavía antes me había dicho:

-No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.

-Así lo haré, madre.

Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala.

Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias.

El camino subía y bajaba; "sube o baja según se va o se viene. Para el que va sube; para el que viene baja".

-¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?

-Comala, señor.

-¿Estás seguro de que ya es Comala?

-Seguro, señor.

-¿Y por qué se ve esto tan triste?

-Son los tiempos, señor.

Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros.

Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver: "Hay allí, pasando el puerto de Los Calimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche". Y su voz era secreta, casi apagada... Mi madre.

-¿Y a qué va usted a Comala, si se puede saber? -oí que me preguntaban.

-Voy a ver a mi padre -contesté.

-¡Ah! -dijo él.

Y volvimos al silencio.

Caminábamos cuesta abajo, oyendo el trote rebotado de los burros.

Los ojos reventados por el sopor del sueño, en la canícula de agosto.

-Bonita fiesta le va a armar -volví a oír la voz del que iba allí a mi lado—. Se pondrá contento de ver a alguien después de tantos años que nadie viene por aquí.

Luego añadió:

-Sea usted quien sea, se alegrará de verlo.

En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores trasluciendo un horizonte gris. Y más allá una línea de montañas. Y todavía más allá, la remota lejanía.

 

-¿ Y qué trazas tiene su padre, si se puede saber?

-No lo conozco -le dije-. Sólo sé que se llama Pedro Páramo.

-¡Ah!, vaya.

-Sí, así me dijeron que se llamaba.

Oí otra vez el "¡ah!" del arriero.

Me había encontrado con él en Los Encuentros, donde se cruzaban varios caminos. Me estuve allí esperando, hasta que al fin apareció este hombre.

-¿Adónde va usted? -le pregunté.

-Voy para abajo, señor.

-¿Conoce un lugar llamado Comala?

-Para allá mismo voy.

Y lo seguí. Fui tras él tratando de emparejarme a su paso, hasta que pareció darse cuenta que lo seguía y disminuyó la prisa de su carrera. Después los dos íbamos tan pegados que casi nos tocábamos los hombros.

-Yo también soy hijo de Pedro Páramo -me dijo.

Una bandada de cuervos pasó cruzando el cielo vacío, haciendo "cuar, cuar, cuar".

Después de trastumbar los cerros, bajamos cada vez más. Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire. Todo parecía estar como en espera de algo.

-Hace calor aquí -dije.

-Sí, y esto no es nada -me contestó el otro-. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren al llegar al infierno regresan por su cobija.

-¿Conoce usted a Pedro Páramo? -le pregunté.

Me atreví a hacerlo porque vi en sus ojos una gota de confianza.

-¿Quién es ? -volví a preguntar.

-Un rencor vivo -me contestó él.

Y dio un pajuelazo contra los burros, sin necesidad, ya que los burros iban mucho más delante de nosotros, encarrerados por la bajada.

Sentí el retrato de mi madre guardado en la bolsa de la camisa, calentándome el corazón, como si ella también sudara. Era un retrato viejo, carcomido en los bordes; pero fue el único. Mi madre siempre fue enemiga de retratarse. Decía que los retratos eran cosa de brujería. Y así parecía ser; porque el suyo estaba lleno de agujeros como de aguja y en dirección del corazón tenía uno muy grande donde bien podía caber el dedo del corazón.

-Es el mismo que traigo aquí, pensando que podría dar buen resultado para que mi padre me reconociera.

-Mire usted -me dice el arriero deteniéndose-: ¿Ve aquella loma que parece vejiga de puerco? Pues detrasito de ella está la “Media Luna”. Ahora voltíe para allá. ¿Ve la ceja de aquel cerro? Véala y ahora voltíe para este otro rumbo. ¿Ve la otra ceja que casi no se ve de lo lejos que está? Bueno, pues eso es la “Media Luna” de punta a cabo. Como quien dice, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada. Y es de él todo ese terrenal. El caso es que nuestras madres nos mal parieron en un petate, aunque éramos hijos de Pedro Páramo. Y lo más chistoso es que él nos llevó a bautizar. Con usted debe haber pasado lo mismo, ¿no?

-No me acuerdo.

-¡Váyase mucho al carajo!

-¿Qué dice usted?

-Que ya estamos llegando, señor.

-Sí, ya lo creo. ¿Qué pasó por aquí?

-Un correcaminos, señor. Así les dicen a esos pájaros.

-No, yo preguntaba por el pueblo, que se ve tan solo, como si estuviera abandonado. Parece que no lo habitara nadie.

-No es que lo parezca. Así es. Aquí no vive nadie.

-¿Y Pedro Páramo?

-Pedro Páramo murió hace muchos años. [...]

 

 

Fragmento II de Pedro Páramo – Juan Rulfo

 

Estoy acostada en la misma cama donde murió mi madre hace ya muchos años; sobre el mismo colchón; bajo la misma cobija de lana negra con la cual nos envolvíamos las dos para dormir. Entonces yo dormía a su lado, en un lugarcito que ella me hacía debajo de sus brazos.

 

Creo sentir todavía el golpe pausado de su respiración; las palpitaciones y suspiros con que ella arrullaba mi sueño... Creo sentir la pena de su muerte... Pero esto es falso.

 

Estoy aquí, boca arriba, pensando en aquel tiempo para olvidar mi soledad. Porque no estoy acostada sólo por un rato. Y ni en la cama de mi madre, sino dentro de un cajón negro como el que se usa para enterrar a los muertos. Porque estoy muerta. Siento el lugar en que estoy y pienso…

Pienso cuando maduraban los limones. En el viento de febrero que rompía los tallos de los helechos, antes que el abandono los secara; los limones maduros que llenaban con su olor el viejo patio. El viento bajaba de las montañas en las mañanas de febrero. Y las nubes se quedaban allá arriba en espera de que el tiempo bueno las hiciera bajar al valle; mientras tanto dejaban vacío el cielo azul, dejaban que la luz cayera en el juego del viento haciendo círculos sobre la tierra, removiendo el polvo y batiendo las ramas de los naranjos. Y los gorriones reían; picoteaban las hojas que el aire hacía caer, y reían; dejaban sus plumas entre las espinas de las ramas y perseguían a las mariposas y reían. Era esa época. En febrero, cuando las mañanas estaban llenas de viento, de gorriones y de luz azul. Me acuerdo. Mi madre murió entonces.

Que yo debía haber gritado: que mis manos tenían que haberse hecho pedazos estrujando su desesperación. Así hubieras tú querido que fuera. ¿Pero acaso no era alegre aquella mañana? Por la puerta abierta entraba el aire, quebrando las guías de la hiedra. En mis piernas comenzaba a crecer el vello entre las venas, y mis manos temblaban tibias al tocar mis senos. Los gorriones jugaban. En las lomas se mecían las espigas. Me dio lástima que ella ya no volviera a ver el juego del viento en los jazmines; que cerrara sus ojos a la luz de los días. ¿Pero por qué iba a llorar?

¿Te acuerdas, Justina? Acomodaste las sillas a lo largo del corredor para que la gente que viniera a verla esperara su turno. Estuvieron vacías. Y mi madre sola, en medio de los cirios; su cara pálida y sus dientes blancos asomándose apenitas entre sus labios morados, endurecidos por la amoratada muerte. Sus pestañas ya quietas; quieto ya su corazón. Tú y yo allí, rezando rezos interminables, sin que ella oyera nada sin que tú y yo oyéramos nada, todo perdido en la sonoridad del viento debajo de la noche. Planchaste su vestido negro, almidonando el cuello y el puño de sus mangas para que sus manos se vieran nuevas, cruzadas sobre su pecho muerto, su viejo pecho amoroso sobre el que dormí en un tiempo y que me dio de comer y que palpitó para arrullar mis sueños.

Nadie vino a verla. Así estuvo mejor. La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas.

Tocaron la aldaba. Y Tú saliste.

-Ve tú -te dije-. Yo veo borrosa la cara de la gente. Y haz que se vayan. ¿Que vienen por el dinero de las misas gregorianas? Ella no dejó ningún dinero. Díselos, Justina. ¿Que no saldrá del purgatorio si no le rezan esas misas? ¿Quiénes son ellos para hacer la justicia, Justina? ¿Dices que estoy loca? Está bien.

-Y tus sillas se quedaron vacías hasta que fuimos a enterrarla con aquellos hombres alquilados, sudando por un peso ajeno, extraños a cualquier pena. Cerraron la sepultura con arena mojada; bajaron el cajón despacio, con la paciencia de su oficio, bajo el aire que les refrescaba su esfuerzo. Sus ojos fríos, indiferentes. Dijeron: "Es tanto." Y tú les pagaste, como quien compra una cosa desanudando tu pañuelo húmedo de lágrimas, exprimido y vuelto a exprimir y ahora guardando el dinero de los funerales...

Y cuando ellos se fueron, te arrodillaste en el lugar donde había quedado su cara y besaste la tierra y podrías haber abierto un agujero, si yo no te hubiera dicho: "Vámonos, Justina, ella está en otra parte, aquí no hay más que una cosa muerta."

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

PREGUNTAS PARA EL FRAGMENTO I:

1.      ¿Qué viene a hacer Juan Preciado a Comala?

2.     ¿Comala es una ciudad o es parte del campo? ¿Por qué?

3.     En este fragmento nos van relatando cómo era Comala. Teniendo en cuenta ello, con tus propias palabras describe cómo era Comala.

4.     Juan Preciado, le pregunta a Abundio lo siguiente:

“-¿Conoce usted a Pedro Páramo? -le pregunté.

Me atreví a hacerlo porque vi en sus ojos una gota de confianza.

-¿Quién es? -volví a preguntar.

-Un rencor vivo -me contestó él.”

¿Qué se puede inferir de la respuesta que da Abundio?

5.     ¿Qué relación hay entre el fragmento narrado y el tema de la muerte? ¿Por qué?

6.     La novela Pedro Páramo es considerada una de las primeras obras de LO REAL MARAVILLOSO, ¿Está usted de acuerdo? ¿Por qué?

 

 

PREGUNTAS PARA EL FRAGMENTO II:

 

1. El cuento está narrado en:

A.    primera persona - pasado

B.    tercera persona - pasado

C.    primera persona - presente

D.   segunda persona – pasado

 

2. ¿Qué quiere decir la frase "pero esto es falso”?

A.    Que su madre muerta era una gran mentirosa por eso se le aparece

B.    Que aunque siente aún la presencia de su madre muerta esto es solo una ilusión

C.    Que es muy importante el recuerdo, pero que es mejor olvidar para que no sea falso

D.   Que como se amaba mucho a la madre es recordada siempre en la cama donde dormía con ella

 

3. En el texto la narradora

A.    Está loca y siente nostalgia por su madre

B.    Está triste por la muerte de su madre

C.    Está en un cajón, pero aún no ha muerto pues en realidad está en su cama

D.   Está muerta y recuerda a su madre muerta

 

4. A lo largo de la narración aquello que da vida es:

A.    La soledad de la muerte

B.    El mundo de los muertos

C.    El recuerdo del pasado

D.   La necesidad de amar

 

5. La narradora en el párrafo 4 nos establece una relación de los buenos recuerdos con

A.    La soledad

B.    El viento y la lluvia

C.    El mes de marzo

D.   La naturaleza

 

6. ¿Por qué la narradora no sintió lástima ante la muerte de su madre?

 

7. ¿Qué hizo Justina?

A.    Preparó a la muerta para que sea vista por todo el pueblo

B.    Se dio cuenta de los labios morados de la madre muerta

C.    Organizó el velorio

D.   Espero a que las sillas sean acomodadas

 

8. Cuál es el sentimiento que experimenta la narradora en el siguiente fragmento: "su viejo pecho amoroso sobre el que dormí en un tiempo y que me dio de comer y que palpitó para arrullar mis sueños."

A.    Ternura

B.    Angustia

C.    Rencor

D.   Tristeza

 

9. Qué INTERPRETACIÓN te merece la frase: "La muerte no se reparte como si fuera un bien." Fundamenta

 

10. ¿Cuál crees que fue el propósito del autor al ofrecernos este texto?