sábado, 5 de noviembre de 2022

Cuento "El gato bajo la lluvia" de Ernest Hemingway con actividades de comprensión lectora

 

El gato bajo la lluvia

Ernest Hemingway


Solo dos norteamericanos paraban en el hotel. No conocían a ninguna de las personas que subían y bajaban por las escaleras hacia y desde sus habitaciones. La suya estaba en el segundo piso, frente al mar y al monumento de la guerra, en el jardín público de grandes palmeras y verdes bancos.

Cuando hacía buen tiempo, no faltaba algún pintor con su caballete. A los artistas les gustaban aquellos árboles y los brillantes colores de los hoteles situados frente al mar.

Los italianos venían de lejos para contemplar el monumento a la guerra, hecho de bronce que resplandecía bajo la lluvia. El agua se deslizaba por las palmeras y formaba charcos en los senderos de piedra. Las olas se rompían en una larga línea y el mar se retiraba de la playa para regresar y volver a romperse bajo la lluvia. Los automóviles se alejaron de la plaza donde estaba el monumento. Del otro lado, a la entrada de un café, un mozo estaba contemplando el lugar ahora solitario.

La dama norteamericana lo observó todo desde la ventana. En el suelo, justo debajo de la ventana, un gato se había acurrucado bajo uno de los bancos verdes. Trataba de achicarse todo lo posible para evitar las gotas de agua que caían a los lados de su refugio.

–Voy a buscar a ese gatito –dijo ella.

–Iré yo, si quieres –se ofreció su marido desde la cama.

–No, voy yo. El pobre minino se ha acurrucado bajo el banco para no mojarse ¡Pobrecito!

El hombre continuó leyendo, apoyado en dos almohadas, al pie de la cama.

–No te mojes –le advirtió.

La mujer bajó y el dueño del hotel se levantó y le hizo una reverencia cuando ella pasó delante de su oficina, que tenía el escritorio al fondo. El propietario era un hombre viejo y muy alto.

Il piove –expresó la norteamericana. El dueño del hotel le resultaba simpático.

–Sí, sí signora, brutto tempo. Es un tiempo muy malo.

Cuando la norteamericana pasó frente a la oficina, el padrone se inclinó desde su escritorio. Ella experimentó una rara sensación. Se quedó detrás del escritorio, al fondo de la oscura habitación.

A la mujer le gustaba. Le gustaba la seriedad con que recibía cualquier queja. Le gustaba su dignidad y su manera de servirla y de desempeñar su papel de hotelero. Le gustaba su rostro viejo y triste y sus manos grandes. Estaba pensando en aquello cuando abrió la puerta y asomó la cabeza. La lluvia había arreciado. Un hombre con un impermeable cruzó la plaza vacía y entró en el café. El gato tenía que estar a la derecha. Tal vez pudiese acercarse protegida por los aleros. Mientras tanto, un paraguas se abrió detrás. Era la sirvienta encargada de su habitación, mandada, sin duda, por el hotelero.

–No debe mojarse –dijo la muchacha en italiano, sonriendo.

Mientras la criada sostenía el paraguas a su lado, la norteamericana marchó por el sendero de piedra hasta llegar al sitio indicado, bajo la ventana. El banco estaba allí, brillando bajo la lluvia, pero el gato se había ido. La mujer se sintió desilusionada. La criada la miró con curiosidad.

–Ha perduto qualque cosa, signora?

–Había un gato aquí –contestó la norteamericana.

–¿Un gato?

–Sí il gatto.

–¿Un gato? –la sirvienta se echó a reír– ¿Un gato bajo la lluvia?

–Sí; se había refugiado en el banco –y después– ¡Oh! ¡Me gustaba tanto! Quería tener un gatito.

Cuando habló en inglés, la doncella se puso seria.

–Venga, signora. Tenemos que regresar. Si no, se mojará.

–Me lo imagino –dijo la extranjera.

Volvieron al hotel por el sendero de piedra. La muchacha se detuvo en la puerta para cerrar el paraguas. Cuando la norteamericana pasó frente a la oficina, el padrone se inclinó desde su escritorio. Ella experimentó una rara sensación. El padrone la hacía sentirse muy pequeña y, a la vez, importante. Tuvo la impresión de tener una gran importancia. Después de subir por la escalera, abrió la puerta de su cuarto. George seguía leyendo en la cama.

–¿Y el gato? –preguntó, abandonando la lectura.

–Se ha ido.

–¿Y dónde puede haberse ido? –dijo él, descansando un poco la vista.

La mujer se sentó en la cama.

–¡Me gustaba tanto! No sé por qué lo quería tanto. Me gustaba ese pobre gatito. No debe resultar agradable ser un pobre minino bajo la lluvia.

George se puso a leer de nuevo.

Su mujer se sentó frente al espejo del tocador y empezó a mirarse con el espejo de mano. Se estudió el perfil, primero de un lado y después del otro, y por último se fijó en la nuca y en el cuello.

–¿No te parece que me convendría dejarme crecer el pelo? –le preguntó, volviendo a mirarse de perfil.

George levantó la vista y vio la nuca de su mujer, rapada como la de un muchacho.

–A mí me gusta como está.

–¡Estoy cansada de llevarlo tan corto! Ya estoy harta de parecer siempre un muchacho.

George cambió de posición en la cama. No le había quitado la mirada de encima desde que ella empezó a hablar.

–¡Caramba! Si estás muy bonita –dijo.

La mujer dejó el espejo sobre el tocador y se fue a mirar por la ventana. Anochecía ya.

–Quisiera tener el pelo más largo, para poder hacerme moño. Estoy cansada de sentir la nuca desnuda cada vez que me la toco. Y también quisiera tener un gatito que se acostara en mi falda y ronroneara cuando yo lo acariciara.

–¿Sí? –dijo George.

–Y, además, quiero comer en una mesa con velas y con mi propia vajilla. Y quiero que sea primavera y cepillarme el cabello frente al espejo, tener un gatito y algunos vestidos nuevos. Quisiera tener todo eso.

–¡Oh! ¿Por qué no te callas y lees algo? –dijo George, reanudando su lectura.

Su mujer miraba desde la ventana. Ya era de noche y todavía llovía a través de las palmeras.

–De todos modos, quiero un gato –dijo–. Quiero un gato. Quiero un gato. Ahora mismo. Si no puedo tener el pelo largo ni divertirme, por lo menos necesito un gato.

George no la escuchaba. Estaba leyendo su libro. Desde la ventana, ella vio que la luz se había encendido en la plaza. Alguien llamó a la puerta.

Avanti –dijo George, mirando por encima del libro. En la puerta estaba la sirvienta. Traía un gran gato de color de carey que pugnaba por zafarse de los brazos que lo sujetaban.

–Con permiso –dijo la muchacha– el padrone me encargó que trajera esto para la signora.

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

 

1. ¿Qué relación hay entre el título del cuento y la historia narrada en él?

2. ¿Por qué la señora quería buscar al gatito que estaba en la lluvia?

3. ¿Por qué la criada que le lleva el paraguas se echa a reír cuando la señora le dice que está buscando un gatito?

4. ¿Qué es lo que nos revela el diálogo entre la señora y su esposo? ¿Por qué? Explica tu respuesta.

5. En el cuento, un gato es el centro para el desarrollo de la trama. Teniendo en encuentra eso: ¿Qué puede significar el gato para la señora, su esposo, el padrone y la sirvienta? Explica lo que significa para cada uno.

6. ¿Cómo calificarías la personalidad de la señora y George, su esposo? Explica tu respuesta.

7. Ve más allá de lo evidente: Hemingway es un maestro de la elipsis, empujando al lector a inferir detalles de la historia que no son explícitos. Teniendo en cuenta ello y desplegando toda tu habilidad inferencial: ¿Qué problema crees que aborda este cuento? ¿Por qué? Explica tu respuesta.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre LAS METÁFORAS Y LA CULTURA

 

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre LAS METÁFORAS Y LA CULTURA
 

LECTURA:
LAS METÁFORAS Y LA CULTURA
 
 
Pero ved: la aurora, envuelta en su manto de púrpura, viene pisando el rocío de aquella empinada colina que se ve hacia el oriente.
 
Horacio le habla así a Marcelo en Hamlet, cuando una simple exclamación, «¡Mirad! Ya rompe el alba», hubiera bastado. Pero nos gusta la poesía y amamos la gran poesía. La poesía, y asimismo mucha prosa, se construye con metáforas, que el crítico literario I. A. Richards define como «un cambio, pasar una palabra de su uso normal a un nuevo uso».
 
Para empezar, la invención del lenguaje, definido como la expresión del pensamiento mediante sonidos a los que se da un significado arbitrario, fue el logro supremo de la evolución humana, genética en su origen, cultural en su elaboración. Sin la invención del lenguaje habríamos seguido siendo animales.
 
Sin metáforas seguiríamos siendo salvajes. Las metáforas son el artificio por el que se inventan nuevas palabras, combinaciones de nuevas palabras y nuevos significados de palabras. Un contenido poético añadido otorga emoción al lenguaje. El lenguaje impelido por la emoción crea motivación, que impulsa la civilización. Cuanto más avanzada es una civilización, más complejas son sus metáforas. Incluso los glosarios de física y de ingeniería se construyen con ellas.
 
Una frase bien forjada que implica la identidad esencial de dos cosas comparadas es una metáfora. Considere el lector lo que decía Yeats al hablar de las hermanas que vivían en la gran casa inglesa Lisadell, en que
 
Imágenes de la mente, recuerdan
Aquel parloteo y la charla de la juventud,
Dos muchachas en kimonos de seda, ambas
Bellas, una de ellas una gacela.
 
En la metáfora, observa el crítico Denis Donoghue, «la naturaleza de la muchacha pasa a la naturaleza de la gacela, como si ambas procedieran de una fuente luminosa. Esto es lo que tiene dar nombre: no se trata de observar un atributo aquí o allí, sino de reconocer una naturaleza completa y darle el nombre que le es destinado».
 
Las metáforas también son esenciales para el humor. Mis dos ejemplos favoritos son, primero, para la persona extrovertida, temeraria y dominante, «Un elefante en una cacharrería», y segundo, para el narcisista, «Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces».
 
Las metáforas dejan libre la imaginación para que busque imágenes vivificantes. Nos permiten cruzar límites, emitir pequeñas descargas de sorpresa estética y de humor, y con ello consiguen matices y perspectivas nuevas. Permiten una expansión infinita del lenguaje, y de las ideas identificadas por ellas. El crecimiento ha sido exponencial, con un tiempo de duplicación de aproximadamente tres siglos. (…)
 
Las palabras pueden ser arbitrarias en su origen, pero las metáforas no lo son. En cambio, tienden a situarse en categorías de respuesta emocional humana innata. Dicho de otra manera, el instinto las limita en cierto grado.
 
Entre las metáforas basadas en animales, por ejemplo, «vulpino» (de zorro) significa astuto, reservado, egoísta; «porcino» (de cerdo) connota gordo, pegajoso, desaliñado; «leonino» (de león) significa posesión de fuerza, valentía, majestad; «serpentino» (de serpiente) significa envidioso, seductor, maligno y, en algunas sociedades, poderoso y benefactor. En las diferentes culturas, los humanos usan de manera consistente características de naturaleza física para las metáforas. El sol, por ejemplo, significa iluminación y sabiduría; el hielo y la nieve, quietud, retiro o muerte. El mar supone a menudo enormidad, madre, nacimiento o misterio.
 
No se pretende que las metáforas expresen la verdadera naturaleza de las entidades que las inspiraron. Su significado procede de la manera en que algunas de sus características afectan a nuestros sentidos y emociones idiosincrásicos humanos. En esta percepción, son en parte instintivas y en parte aprendidas, en parte genéticas y en parte culturales. Las metáforas predecibles se entretejen para crear los arquetipos de las artes creativas. Se detectan fácilmente como argumentos y personajes estereotipados en los relatos. Pueden ser imprecisas e incluso manidas, pero son el pan y la sal de la literatura y el teatro.
 
Los orígenes de la creatividad humana (2018)
Edward O. Wilson
 

RESPONDE:
1. ¿Por qué el autor inicia el texto con un fragmento de Hamlet?
a) Para comprobar que lo dicho por Horacio es importante en la trama de la obra.
b) Para entender que se pueden usar palabras hermosas.
c) Para introducirnos al tema.
d) Para que el lector pueda conocer un poco más sobre Hamlet.
 
2. Confirmamos lo dicho por el crítico literario I. A. Richards cuando:
a) Las metáforas logran hacer referencias a palabras que desconocíamos.
b) La palabra “tigre” no solo se refiere a un animal, sino a alguien que es “intrépido” o “fuerte”.
c) Las palabras cambian su significado por uno objetivo y preciso.
d) La palabra “esposo” hace referencia a persona con la que se está casado.
 
3. La metáfora cobra importancia, porque:
a) Es una manera de creación de palabras que usamos para comunicarnos los unos a los otros de diversas maneras.
b) Es una manera en la que podemos emocionarnos y que tiene un origen arbitrario, es decir, sin coherencia aparente.
c) Es una manera excelente en cómo el lenguaje puede hacer pensemos mediante sonidos.
d) Es el artificio que crea nuevas palabras y por ende nuevas maneras de expandir el lenguaje que crea nuestra cultura.
 
4. Tomando como referencia lo dicho por el autor, mientras menos complejas son las metáforas de una civilización:
a) Experimentan una expansión del lenguaje que deviene en una emoción que las impulsa a avanzar.
b) Menos avanzadas culturalmente son dichas civilizaciones.
c) Expresan peor las palabras que poseen.
d) Tienen serias dificultades para sobrevivir a los embates del tiempo.
 
5. Qué idea es incompatible con el texto?
a) No se usan metáforas en la ciencia, pero sí en la literatura.
b) Las metáforas generan cultura.
c) Las metáforas expanden el lenguaje y lo enriquecen.
d) Las metáforas son invenciones del lenguaje.
 
6. Podemos inferir sobre las metáforas que:
a) Nos hacen experimentar formas precisas del lenguaje.
b) Muestran un cambio de significado de las palabras a través del tiempo.
c) Pueden carecer de sentido y significado.
d) Nos invitan a imaginar nuevas maneras de ver las cosas.
 
7. ¿Por qué la frase «Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces» es metafórica? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
8. Las metáforas generan una reacción
a) Emocional.
b) Explicativa.
c) Convencional.
d) Precisa.
 
9. Con respecto a las metáforas de animales, del mar o del sol, los significados que se les da:
a) Hay una necesidad de contraste entre cada uno.
b) Depende de quien observa a estos.
c) Siempre están ligados a cualidades asociadas a estos.
d) Generan una definición totalmente diferente y contraria a la de estos.
 
10. ¿Qué pasaría si no pudieras usar metáforas? Explica tu respuesta
 
11. ¿Crees que las metáforas son importantes para nuestra civilización? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
12. USEMOS LAS METÁFORAS: Escribe un pequeño poema en donde hables metafóricamente del mar, del amor o de la vida.
 
 
SOLUCIONARIO:
1C
2B
3D
4B
5A
6D
7.- Posible respuesta: La frase es metafórica porque trata de expresar a través de otras palabras un significado diferente. Su fin no es nombrar una cosa, sino darle una mayor expresividad, pues con respecto a la frase yo puedo decir: No seas narcisista o egocéntrico, pero es mejor usar la frase, pues no dice directamente ello, sino lo sugiere.
8A
9C
10.- Posible respuesta: Si no pudiéramos usar metáforas nuestro lenguaje sería pobre y no hubiéramos evolucionado y avanzado como civilización.
11.- Posible respuesta: Se debe decir si las metáforas son importantes o no para nuestra civilización y justificar dicha respuesta con argumentos.

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miércoles, 26 de octubre de 2022

Práctica de comprensión lectora: leemos un texto argumentativo sobre LA EVOLUCIÓN DEL SER HUMANO

 

Práctica de comprensión lectora: leemos un texto argumentativo sobre LA EVOLUCIÓN DEL SER HUMANO

 
LECTURA:
EL CEREBRO POR SÍ SOLO NO ES LA RESPUESTA
 
 
¿Por qué los seres humanos son tan exitosos evolutivamente? La respuesta habitual (y algo autocomplaciente) a esta pregunta, es que tenemos éxito porque somos muy inteligentes. La mayoría de los enfoques de la evolución humana dan por hecho esta consideración. El uso de herramientas más complejas, estrategias de caza más sofisticadas y el comportamiento simbólico; los tres se toman como indicadores de un aumento de la capacidad cognitiva. Por ejemplo, la arqueóloga Lynn Wadley y sus colegas descubrieron que, hace unos setenta mil años, los habitantes de la Cueva Sibudu (en la costa de Sudáfrica) usaban pegamento para unir puntas de piedra con astas de madera para confeccionar lanzas o flechas. Sus experimentos demostraron que fabricaban el pegamento mezclando y calentando goma de acacia y ocre rojo, y que este proceso produce un pegamento mejor que otras alternativas posibles.
 
(…)
 
Voy a intentar demostrarte que esta perspectiva es errónea. Los humanos no nos adaptamos como individuos igual que los otros animales. Somos excepcionalmente inteligentes, y esto nos ayuda a adaptarnos a una amplia gama de entornos. Pero como individuos no llegamos a ser lo bastante inteligentes como para resolver los problemas adaptativos que afrontan los humanos modernos a medida que se extienden por el planeta. El paquete de herramientas, técnicas de aprovisionamiento, conocimiento ecológico y acuerdos sociales que usa cualquier grupo de cazadores-recolectores es demasiado complejo como para que cualquier individuo pueda crearlo por sí solo. Somos capaces de aprender todas las cosas que necesitamos saber en cada uno de los diferentes entornos en los que vivimos únicamente porque adquirimos información de los otros. Somos mucho mejores que las otras especies en aprender de otros y, no menos importante, estamos impelidos a aprender de otros incluso aunque no entendamos por qué nuestros modelos hacen lo que hacen. Esta psicología permite a las poblaciones humanas acumular acervos de información adaptativa que superan enormemente las capacidades inventivas de los individuos particulares. La evolución cultural acumulativa es crucial para la adaptación humana. Los humanos no seríamos una especie excepcional si no nos adaptáramos culturalmente.
 
(…)
 
Así que, de acuerdo, los humanos no nos adaptamos igual que otros animales. En lugar de reinventar todo por nosotros mismos, tenemos acceso a un acervo de conocimiento cultural adaptativo. ¿Pero cómo funciona esto exactamente? ¿Y cómo se asegura la gente de que la información almacenada en el acervo cultural sea realmente útil? Ha habido increíblemente pocos análisis explícitos sobre este asunto. Pero creo que la comprensión común funciona así. La innovación es difícil. No es fácil aprender que el nardoo es venenoso y, más difícil aún, descifrar la manera de detoxificarlo. Determinar si un comportamiento es beneficioso es relativamente fácil. De modo que, una vez que ocurre la innovación, la gente entiende por qué es beneficiosa, y se difunde. Recordemos las conclusiones de Wadley sobre los habitantes sudafricanos que aprendieron a hacer pegamento hace setenta mil años.
 
«Estos artesanos eran sumamente hábiles; entendían las propiedades de los ingredientes de su pegamento, y podían manipularlos deliberadamente».
 
Desde su perspectiva, la cultura es como una biblioteca. Las bibliotecas preservan el conocimiento útil creado en el pasado. Los bibliotecarios deben determinar qué libros se ponen en las estanterías, pero el contenido de estos depende de las habilidades de los autores, no de los bibliotecarios. Los autores con más talento crean mejores libros. De la misma forma, incluso aunque la cultura es necesaria para preservar las innovaciones, la utilidad de estas depende de la mente de los innovadores. Sin las habilidades cognitivas superiores de los humanos no habría ninguna adaptación compleja que preservar.
 
Tomado y adaptado de: Un animal diferente: Cómo la cultura trasformó nuestra especie (2018)
Robert Boyd
(TEXTO ADAPTADO)
 
RESPONDE:
 
1. La mayoría de teoría sobre la evolución humana, según el texto,
a)  atribuido cualidades innatas en los seres humanos que le permitieron sobrevivir.
b) Han dado fe de que el ser humano ha podido vencer las adversidades gracias a la caza.
c) Han experimentado un cambio con respecto al origen del ser humano.
d) Han dado por hecho de que tenemos éxito evolutivo porque somos inteligentes.
 
2. La tesis que plantea el autor es:
a) La cultura no puede explicar de por sí la evolución humana porque obvia que los seres humanos son inteligentes.
b) La inteligencia es la característica principal de la evolución humana, pero esta ha disminuido considerablemente hoy en día.
c) La evolución humana se dio gracias a su capacidad para adaptarnos culturalmente, es decir, vivir en sociedad.
d) La adaptación cultural es un mecanismo innato de los seres humanos y esto posibilitó que puedan aprender un lenguaje.
 
3. La adaptación humana requiere necesariamente:
a) De una gran inteligencia humana.
b) De una perspectiva diferente con respecto a la naturaleza.
c) De una evolución cultural acumulativa.
d) De una serie de cualidades de supervivencia.
 
4. Se infiere que la cultura que permite la adaptación humana es:
a) Individual.
b) Referente.
c) Intelectual.
d) Colectiva.
 
5. Podemos inferir que el acervo cultural adaptativo:
a) Es la cualidad del ser humano para usar su inteligencia.
b) Es la experiencia cultural de una colectividad.
c) Es una manera de adaptación individual propia del ser humano.
d) Es un concepto usado por el autor para introducirnos al tema de la evolución humana.
 
6. Infiere: ¿Por qué usamos el acervo cultural adaptativo?

 

 

 

 
7. ¿Por qué el autor dice que la cultura es como una biblioteca? Explica tu respuesta.

 

 

 

 
8. El autor concluye que:
a) La cultura necesita de una serie de conocimientos que podemos encontrar en, por ejemplo, una biblioteca.
b) Las habilidades cognitivas superiores son importantes pues permiten preservar la cultura y generar innovaciones que la expanden.
c) El ser humano ha evolucionado gracias a su gran capacidad individual en para usar herramientas sofisticadas.
d) El cerebro humano no es suficiente para la adaptación y evolución, por ello se requiere de la inteligencia para que ello se vuelva posible.
 
9. Explica cómo la evolución cultural acumulativa es crucial para la adaptación humana.

 

 

 

 
10. ¿Estás de acuerdo con la tesis que defiende el autor? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 

SOLUCIÓN:
1D
2D
3C
4D
5B
6.- Posible respuesta: Porque contiene experiencias y conocimientos que se han acumulado de generación en generación y esto nos resulta más conveniente para adaptarnos y sustentar nuestra civilización.
7.- Posible respuesta: Se debe explicar la comparación usando lo expuesto en el texto. (Las bibliotecas preservan el conocimiento y la cultura también).
8B
9.- Posible respuesta: La evolución cultural acumulativa es crucial para la adaptación humana, ya que gracias a que hemos aprendido colectivamente y tenemos conocimiento que se pasa de generación en generación hemos podido adaptarnos, pues preservamos estos conocimientos y los enseñamos a otros.
10.- Posible respuesta: Se debe justificar con argumentos si se está a favor o en contra de lo que plantea el autor.

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Cuento "La bestia en la cueva" de H. P. Lovecraft con actividades de comprensión lectora

 

La bestia en la cueva

H. P. Lovecraft


La horrible conclusión que se había ido abriendo camino en mi espíritu de manera gradual era ahora una terrible certeza. Estaba perdido por completo, perdido sin esperanza en el amplio y laberíntico recinto de la caverna de Mamut. Dirigiese a donde dirigiese mi esforzada vista, no podía encontrar ningún objeto que me sirviese de punto de referencia para alcanzar el camino de salida. No podía mi razón albergar la más ligera esperanza de volver jamás a contemplar la bendita luz del día, ni de pasear por los valles y las colinas agradables del hermoso mundo exterior. La esperanza se había desvanecido. A pesar de todo, educado como estaba por una vida entera de estudios filosóficos, obtuve una satisfacción no pequeña de mi conducta desapasionada; porque, aunque había leído con frecuencia sobre el salvaje frenesí en el que caían las víctimas de situaciones similares, no experimenté nada de esto, sino que permanecí tranquilo tan pronto como comprendí que estaba perdido.

Tampoco me hizo perder ni por un momento la compostura la idea de que era probable que hubiese vagado hasta más allá de los límites en los que se me buscaría. Si había de morir -reflexioné-, aquella caverna terrible pero majestuosa sería un sepulcro mejor que el que pudiera ofrecerme cualquier cementerio; había en esta concepción una dosis mayor de tranquilidad que de desesperación.

Mi destino final sería perecer de hambre, estaba seguro de ello. Sabía que algunos se habían vuelto locos en circunstancias como esta, pero no acabaría yo así. Yo solo era el causante de mi desgracia: me había separado del grupo de visitantes sin que el guía lo advirtiera; y, después de vagar durante una hora aproximadamente por las galerías prohibidas de la caverna, me encontré incapaz de volver atrás por los mismos vericuetos tortuosos que había seguido desde que abandoné a mis compañeros.

Mi antorcha comenzaba a expirar, pronto estaría envuelto en la negrura total y casi palpable de las entrañas de la tierra. Mientras me encontraba bajo la luz poco firme y evanescente, medité sobre las circunstancias exactas en las que se produciría mi próximo fin. Recordé los relatos que había escuchado sobre la colonia de tuberculosos que establecieron su residencia en estas grutas titánicas, por ver de encontrar la salud en el aire sano, al parecer, del mundo subterráneo, cuya temperatura era uniforme, para su atmósfera e impregnado su ámbito de una apacible quietud; en vez de la salud, habían encontrado una muerte extraña y horrible. Yo había visto las tristes ruinas de sus viviendas defectuosamente construidas, al pasar junto a ellas con el grupo; y me había preguntado qué clase de influencia ejercía sobre alguien tan sano y vigoroso como yo una estancia prolongada en esta caverna inmensa y silenciosa. Y ahora, me dije con lóbrego humor, había llegado mi oportunidad de comprobarlo; si es que la necesidad de alimentos no apresuraba con demasiada rapidez mi salida de este mundo.

Resolví no dejar piedra sin remover, ni desdeñar ningún medio posible de escape, en tanto que se desvanecían en la oscuridad los últimos rayos espasmódicos de mi antorcha; de modo que -apelando a toda la fuerza de mis pulmones- proferí una serie de gritos fuertes, con la esperanza de que mi clamor atrajese la atención del guía. Sin embargo, pensé mientras gritaba que mis llamadas no tenían objeto y que mi voz -aunque magnificada y reflejada por los innumerables muros del negro laberinto que me rodeaba- no alcanzaría más oídos que los míos propios.

Al mismo tiempo, sin embargo, mi atención quedó fijada con un sobresalto al imaginar que escuchaba el suave ruido de pasos aproximándose sobre el rocoso pavimento de la caverna.

¿Estaba a punto de recuperar tan pronto la libertad? ¿Habrían sido entonces vanas todas mis horribles aprensiones? ¿Se habría dado cuenta el guía de mi ausencia no autorizada del grupo y seguiría mi rastro por el laberinto de piedra caliza? Alentado por estas preguntas jubilosas que afloraban en mi imaginación, me hallaba dispuesto a renovar mis gritos con objeto de ser descubierto lo antes posible, cuando, en un instante, mi deleite se convirtió en horror a medida que escuchaba: mi oído, que siempre había sido agudo, y que estaba ahora mucho más agudizado por el completo silencio de la caverna, trajo a mi confusa mente la noción temible e inesperada de que tales pasos no eran los que correspondían a ningún ser humano mortal. Los pasos del guía, que llevaba botas, hubieran sonado en la quietud ultraterrena de aquella región subterránea como una serie de golpes agudos e incisivos. Estos impactos, sin embargo, eran blandos y cautelosos, como producidos por las garras de un felino. Además, al escuchar con atención me pareció distinguir las pisadas de cuatro patas, en lugar de dos pies.

Quedé entonces convencido de que mis gritos habían despertado y atraído a alguna bestia feroz, quizás a un puma que se hubiera extraviado accidentalmente en el interior de la caverna. Consideré que era posible que el Todopoderoso hubiese elegido para mí una muerte más rápida y piadosa que la que me sobrevendría por hambre; sin embargo, el instinto de conservación, que nunca duerme del todo, se agitó en mi seno; y aunque el escapar del peligro que se aproximaba no serviría sino para preservarme para un fin más duro y prolongado, determiné a pesar de todo vender mi vida lo más cara posible. Por muy extraño que pueda parecer, no podía mi mente atribuir al visitante intenciones que no fueran hostiles. Por consiguiente, me quedé muy quieto, con la esperanza de que la bestia -al no escuchar ningún sonido que le sirviera de guía- perdiese el rumbo, como me había sucedido a mí, y pasase de largo a mi lado. Pero no estaba destinada esta esperanza a realizarse: los extraños pasos avanzaban sin titubear, era evidente que el animal sentía mi olor, que sin duda podía seguirse desde una gran distancia en una atmósfera como la caverna, libre por completo de otros efluvios que pudieran distraerlo.

Me di cuenta, por tanto, de que debía estar armado para defenderme de un misterioso e invisible ataque en la oscuridad y tanteé a mi alrededor en busca de los mayores entre los fragmentos de roca que estaban esparcidos por todas partes en el suelo de la caverna, y tomando uno en cada mano para su uso inmediato, esperé con resignación el resultado inevitable. Mientras tanto, las horrendas pisadas de las zarpas se aproximaban. En verdad, era extraña en exceso la conducta de aquella criatura. La mayor parte del tiempo, las pisadas parecían ser las de un cuadrúpedo que caminase con una singular falta de concordancia entre las patas anteriores y posteriores, pero -a intervalos breves y frecuentes- me parecía que tan solo dos patas realizaban el proceso de locomoción. Me preguntaba cuál sería la especie de animal que iba a enfrentarse conmigo; debía tratarse, pensé, de alguna bestia desafortunada que había pagado la curiosidad que la llevó a investigar una de las entradas de la temible gruta con un confinamiento de por vida en sus recintos interminables. Sin duda le servirían de alimento los peces ciegos, murciélagos y ratas de la caverna, así como alguno de los peces que son arrastrados a su interior cada crecida del Río Verde, que comunica de cierta manera oculta con las aguas subterráneas. Ocupé mi terrible vigilia con grotescas conjeturas sobre las alteraciones que podría haber producido la vida en la caverna sobre la estructura física del animal; recordaba la terrible apariencia que atribuía la tradición local a los tuberculosos que allí murieron tras una larga residencia en las profundidades. Entonces recordé con sobresalto que, aunque llegase a abatir a mi antagonista, nunca contemplaría su forma, ya que mi antorcha se había extinguido hacía tiempo y yo estaba por completo desprovisto de fósforos. La tensión de mi mente se hizo entonces tremenda. Mi fantasía dislocada hizo surgir formas terribles y terroríficas de la siniestra oscuridad que me rodeaba y que parecía verdaderamente apretarse en torno de mi cuerpo. Parecía yo a punto de dejar escapar un agudo grito, pero, aunque hubiese sido lo bastante irresponsable para hacer tal cosa, a duras penas habría respondido mi voz. Estaba petrificado, enraizado al lugar en donde me encontraba. Dudaba que pudiera mi mano derecha lanzar el proyectil a la cosa que se acercaba, cuando llegase el momento crucial. Ahora el decidido “pat, pat” de las pisadas estaba casi al alcance de la mano; luego, muy cerca. Podía escuchar la trabajosa respiración del animal y, aunque estaba paralizado por el terror, comprendí que debía de haber recorrido una distancia considerable y que estaba correspondientemente fatigado. De pronto se rompió el hechizo; mi mano, guiada por mi sentido del oído -siempre digno de confianza- lanzó con todas sus fuerzas la piedra afilada hacia el punto en la oscuridad de donde procedía la fuerte respiración, y puedo informar con alegría que casi alcanzó su objetivo: escuché cómo la cosa saltaba y volvía a caer a cierta distancia; allí pareció detenerse.

Después de reajustar la puntería, descargué el segundo proyectil, con mayor efectividad esta vez; escuché caer la criatura, vencida por completo, y permaneció yaciente e inmóvil. Casi agobiado por el alivio que me invadió, me apoyé en la pared. La respiración de la bestia se seguía oyendo, en forma de jadeantes y pesadas inhalaciones y exhalaciones; deduje de ello que no había hecho más que herirla. Y entonces perdí todo deseo de examinarla. Al fin, un miedo supersticioso, irracional, se había manifestado en mi cerebro, y no me acerqué al cuerpo ni continué arrojándole piedras para completar la extinción de su vida. En lugar de esto, corrí a toda velocidad en lo que era -tan aproximadamente como pude juzgarlo en mi condición de frenesí- la dirección por la que había llegado hasta allí. De pronto escuché un sonido, o más bien una sucesión regular de sonidos. Al momento siguiente se habían convertido en una serie de agudos chasquidos metálicos. Esta vez no había duda: era el guía. Entonces grité, aullé, reí incluso de alegría al contemplar en el techo abovedado el débil fulgor que sabía era la luz reflejada de una antorcha que se acercaba. Corrí al encuentro del resplandor y, antes de que pudiese comprender por completo lo que había ocurrido, estaba postrado a los pies del guía y besaba sus botas mientras balbuceaba -a despecho de la orgullosa reserva que es habitual en mí- explicaciones sin sentido, como un idiota. Contaba con frenesí mi terrible historia; y, al mismo tiempo, abrumaba a quien me escuchaba con protestas de gratitud. Volví por último a algo parecido a mi estado normal de conciencia. El guía había advertido mi ausencia al regresar el grupo a la entrada de la caverna y -guiado por su propio sentido intuitivo de la orientación- se había dedicado a explorar a conciencia los pasadizos laterales que se extendían más allá del lugar en el que había hablado conmigo por última vez; y localizó mi posición tras una búsqueda de más de tres horas.

Después de que hubo relatado esto, yo, envalentonado por su antorcha y por su compañía, empecé a reflexionar sobre la extraña bestia a la que había herido a poca distancia de allí, en la oscuridad, y sugerí que averiguásemos, con la ayuda de la antorcha, qué clase de criatura había sido mi víctima. Por consiguiente volví sobre mis pasos, hasta el escenario de la terrible experiencia. Pronto descubrimos en el suelo un objeto blanco, más blanco incluso que la reluciente piedra caliza. Nos acercamos con cautela y dejamos escapar una simultánea exclamación de asombro. Porque éste era el más extraño de todos los monstruos extranaturales que cada uno de nosotros dos hubiera contemplado en la vida. Resultó tratarse de un mono antropoide de grandes proporciones, escapado quizás de algún zoológico ambulante: su pelaje era blanco como la nieve, cosa que sin duda se debía a la calcinadora acción de una larga permanencia en el interior de los negros confines de las cavernas; y era también sorprendentemente escaso, y estaba ausente en casi todo el cuerpo, salvo de la cabeza; era allí abundante y tan largo que caía en profusión sobre los hombros. Tenía la cara vuelta del lado opuesto a donde estábamos, y la criatura yacía casi directamente sobre ella. La inclinación de los miembros era singular, aunque explicaba la alternancia en su uso que yo había advertido antes, por lo que la bestia avanzaba a veces a cuatro patas, y otras en sólo dos. De las puntas de sus dedos se extendían uñas largas, como de rata. Los pies no eran prensiles, hecho que atribuí a la larga residencia en la caverna que, como ya he dicho antes, parecía también la causa evidente de su blancura total y casi ultraterrena, tan característica de toda su anatomía. Parecía carecer de cola.

La respiración se había debilitado mucho, y el guía sacó su pistola con la clara intención de despachar a la criatura, cuando de súbito un sonido que ésta emitió hizo que el arma se le cayera de las manos sin ser usada. Resulta difícil describir la naturaleza de tal sonido. No tenía el tono normal de cualquier especie conocida de simios, y me pregunté si su cualidad extranatural no sería resultado de un silencio completo y continuado por largo tiempo, roto por la sensación de llegada de luz, que la bestia no debía de haber visto desde que entró por vez primera en la caverna. El sonido, que intentaré describir como una especie de parloteo en tono profundo, continuó débilmente.

Al mismo tiempo, un fugaz espasmo de energía pareció conmover el cuerpo del animal. Las garras hicieron un movimiento convulsivo, y los miembros se contrajeron. Con una convulsión del cuerpo rodó sobre sí mismo, de modo que la cara quedó vuelta hacia nosotros. Quedé por un momento tan petrificado de espanto por los ojos de esta manera revelados que no me apercibí de nada más. Eran negros aquellos ojos; de una negrura profunda en horrible contraste con la piel y el cabello de nívea blancura. Como los de las otras especies cavernícolas, estaban profundamente hundidos en sus órbitas y por completo desprovistos de iris. Cuando miré con mayor atención, vi que estaban enclavados en un rostro menos prognático que el de los monos corrientes, e infinitamente menos velludo. La nariz era prominente. Mientras contemplábamos la enigmática visión que se representaba a nuestros ojos, los gruesos labios se abrieron y varios sonidos emanaron de ellos, tras lo cual la cosa se sumió en el descanso de la muerte.

El guía se aferró a la manga de mi chaqueta y tembló con tal violencia que la luz se estremeció convulsivamente, proyectando en la pared fantasmagóricas sombras en movimiento.

Yo no me moví; me había quedado rígido, con los ojos llenos de horror, fijos en el suelo delante de mí.

El miedo me abandonó, y en su lugar se sucedieron los sentimientos de asombro, compasión y respeto; los sonidos que murmuró la criatura abatida que yacía entre las rocas calizas nos revelaron la tremenda verdad: la criatura que yo había matado, la extraña bestia de la cueva maldita, era -o había sido alguna vez- ¡¡¡un hombre!!!

 

ACTIVIDAD DE COMPRENSIÓN LECTORA:

1. ¿Quién es el protagonista? ¿Qué le había pasado? ¿Dónde se encontraba?

2. A qué hace referencia esta frase: "mi deleite se convirtió en horror a medida que escuchaba". Explica.

3. ¿Cuál era el peligro que acechaba al protagonista en esa cueva?

4. ¿Qué hizo el protagonista contra ello?

5. ¿Por qué el protagonista dice que su oído es "siempre digno de confianza"?

6. ¿Por qué el protagonista quiere volver a ver a la bestia?

7. ¿De qué bestia se trataba?

8. Qué infieres del párrafo final del cuento: "El miedo me abandonó, y en su lugar se sucedieron los sentimientos de asombro, compasión y respeto; los sonidos que murmuró la criatura abatida que yacía entre las rocas calizas nos revelaron la tremenda verdad: la criatura que yo había matado, la extraña bestia de la cueva maldita, era -o había sido alguna vez- ¡¡¡un hombre!!!". Explica tu respuesta.

9. ¿Qué significado metafórico puede tener la criatura encontrada por el protagonista?

10. Opina: ¿Por qué lo monstruoso nos causa miedo? Explica tu respuesta.

11. ¿Qué relación existe entre el título de este cuento y la historia que narra? Explica tu respuesta.

12. Reflexiona: ¿Cuál crees que fue la finalidad del autor al escribir esta historia? Justifica tu respuesta.

 

ACTIVIDAD CREATIVA:

1. Crea un cuento de terror o suspenso que relate el encuentro con una bestia o monstruo. Deberá estar narrado en primera persona.

 

lunes, 24 de octubre de 2022

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre LA IMPORTANCIA DE LA CIENCIA

 

PRÁCTICA DE COMPRENSIÓN LECTORA:

LEEMOS UN TEXTO ARGUMENTATIVO SOBRE CIENCIA

 
Práctica de comprensión lectora


LECTURA:
Y, sin embargo, se calienta. Galileo, ¿qué nos ha ocurrido?
 
Por: Eva Villaver
 

En 1633, Galileo, uno de los fundadores de la ciencia moderna, fue juzgado y sentenciado por la Iglesia Católica a un arresto domiciliario perpetuo por defender basándose, entre otras cosas, en datos obtenidos con su telescopio, que la Tierra giraba alrededor del Sol. También tuvo que retractarse bajo juramento. El conflicto, como defiende el astrofísico Mario Livio en su libro Galileo y los negacionistas de la ciencia, tuvo que ver más con la política y la interpretación de las escrituras que con un conflicto real entre ciencia y religión. Para contar el asunto de Galileo, Mario Livio se traslada al ambiente de una época en la que mezclan las nuevas ideas científicas con las antiguas, la lucha política por la interpretación de las escrituras y la Guerra de los Treinta Años, aderezando el asunto con los típicos choques de personalidad entre grandes egos.
 
Podría esperarse que, 400 años después, con una población que ha duplicado, al menos en los países ricos, la esperanza de vida gracias a la ciencia y con tecnologías que nos permiten visualizar el tiempo en Marte y el tamaño de un tumor, ponerle un parche a un corazón o arreglar dientes y rodillas, la humanidad en su conjunto hubiese aprendido algo colectivamente acerca del valor de la ciencia en nuestras vidas. Es triste constatar que, a menudo, no es así y que estamos rodeados de negacionismos, terraplanismos, antivacunis mos y, sobre todo, cuñadismos. Vivimos salpicados de opiniones de señores mal informados, de contertulios de taberna y televisión, que retuercen la verdad para que el vendedor de crecepelo de turno haga el agosto y reproducimos hasta la saciedad la última ocurrencia del influencer del mes. Opiniones sin realidades que las sostengan que se pagan literalmente como verdades objetivas y que los bots hacen crecer como la mala hierba. Discrepar de manera fundamentada es positivo, desde la ignorancia además de atrevido, es peligroso. Está de moda ir a la contra, a la contra-información.
 
Hacer ciencia es difícil. Nos podemos pasar semanas entendiendo la posición de un punto dibujado en una gráfica y años para poder obtener los datos que nos permiten dibujar ese mismo punto. Y encima todo es mutable. El método científico basado en la observación, la experimentación y los datos permite el cambio cuando la evidencia acumulada así lo requiere. Otro punto y todo lo que has construido durante años se cae como un castillo de naipes. No pasa nada, así aprendemos. La contrapartida la aportan los fundamentalismos, que sean del color que sean, son inmutables y eso no es ni bueno ni sano porque alimentados por el miedo nos llevan a menudo a hacer daño a quienes no son, piensan o aman exactamente igual que nosotros.
 
El caso es que hemos llegado al punto de poder operar una miopía pero no de convencer desde el teléfono móvil, esa extensión literal de nuestras capacidades, que sin la relatividad general y especial de Einstein el GPS del teléfono no funciona; que las vacunas no te van a convertir en mono si no lo eres ya; que hemos pisado la Luna; y que no hay ninguna evidencia, muy a nuestro pesar, de que los extraterrestres nos hayan visitado.
 
Los mismos mecanismos, los teléfonos móviles, que utilizan la ciencia básica para su funcionamiento y que sin nuestro conocimiento del mundo subatómico no existirían, actúan de altavoces mediáticos de voces que no son simplemente discrepantes sino políticas. Pongamos como ejemplo la evidencia del cambio climático provocado por la utilización humana de combustibles fósiles.
 
Y así vamos cerrando los ojos ante la abrumadora evidencia, no ya del cambio climático sino de todos los cambios sean del calibre que sean. Al menos los seguidores del modelo de Ptolomeo que afirmaba basado en observaciones erróneamente interpretadas, que la Tierra estaba inmóvil y ocupaba el centro del universo, y que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas giraban a su alrededor, expuestos a los descubrimientos de Galileo abandonaron la Tierra como centro inmediatamente. Los coetáneos de Galileo eligieron, entre las dos teorías que se ajustaban a los nuevos descubrimientos (el heliocentrismo de Copérnico y el geocentrismo de Brahe), la que estaba de acuerdo con la Biblia y que encajaba con las leyes físicas conocidas. No se negaron a reconocer un hecho científico establecido. El modelo de Brahe, donde los planetas giran alrededor del Sol, pero el Sol orbitaba una Tierra estacionaria, era consistente con las observaciones de la época, sobre todo con el hecho de que no se detectase el “paralaje estelar” (los ligeros movimientos aparentes de las estrellas distantes causados por la diferencia de posición de la Tierra mientras orbita el Sol). Este efecto no se pudo observar hasta 1838 con la mejora de la precisión de las medidas. El debate científico entre los defensores de los modelos de Copérnico y Brahe continuó mucho después de la muerte de Galileo. Un consenso científico definitivo de que la Tierra se mueve solo se produjo más tarde, tuvieron que llegar al mundo Isaac Newton, León Foucault y Ole Roemer y aportar sus descubrimientos de las leyes de gravedad, el péndulo y de la velocidad de la luz.
 
Pero no nos engañemos, el conocimiento adquirido por la razón y la experiencia no es lo único. Un mundo regido solo por la ciencia no sería un mundo sano, necesitamos también el arte, la danza, el cine, la diversidad de opiniones y, sobre todo, la risa. Un planeta sin literatura sería un mundo de humanos enfermos, lo mismo que en un mundo sin ciencia la polio todavía seguiría produciendo deformidades. Quizás Galileo nunca dijo su famosa frase “Eppur si muove” (y, sin embargo, se mueve). Pero suyas son las leyes de caída libre, los tiros parabólicos, los dibujos de las lunas y el arresto domiciliario más sonado de la historia de la ciencia. La Tierra se calienta, decimos 400 años después, hay consenso científico en la causa, pero necesitamos ayuda para que se tomen decisiones políticas. Artistas acudid, por favor, al rescate, vosotros sí sabéis llegar a la gente.
 
 



RESPONDE LAS PREGUNTAS QUE SE TE FORMULAN:

1. El texto que acabas de leer, por su intención comunicativa, es de tipo:
a)    narrativo.
b)    expositivo.
c)    argumentativo.
d)    explicativo.
 
2. La historia de Galileo que se nos muestra al inicio del texto
a)    es el tema en que gira todo el texto.
b)    explica los mecanismos de censura de la Iglesia Católica.
c)    sirve de ejemplo para abordar luego el tema.
d)    es un argumento único para explicar que la ciencia tiene carencias.
 
3. El texto gira en torno a
a)    la necesidad de entender a Galileo como uno de los mejores científicos de la historia.
b)    el valor de la ciencia para la mejora de nuestra vida y entendimiento de lo que nos rodea.
c)    el creciente auge de los terraplanistas y antivacunas.
d)    la contra-información como medio para que la ciencia renazca.
 
4. Se infiere que torcer la verdad es un mecanismo para
a)    explicar que hemos sido engañados por la ciencia.
b)    establecerse como una voz crítica frente a las instituciones.
c)    luchar contra el engaño en que se nos quiere convencer.
d)    generar más ventas en torno al engaño.
 
5. Según el texto, discrepar es fundamental, porque:
a)    nos hace partícipes de la vida científica únicamente desde lo académico.
b)    nos permite desenmascarar a los terraplanistas y antivacunas que han invadido la opinión pública.
c)    nos permite generar nuestro propio criterio y defenderlo con argumentos.
d)    nos hace menos influenciables ante el influencer de turno.
 
6. La expresión "Y encima todo es mutable" hace referencia a:
a)    que la información cambia constantemente.
b)    que el conocimiento es dinámico y cambiante.
c)    que la ciencia no se puede lograr, pues, ante la velocidad de la sociedad, esta resulta muy lenta.
d)    que es complejo descifrar un enigma científico frente a la desinformación.
 
7. Podemos inferir, según el texto, que:
a)    las personas ya no quieren creer en las evidencias.
b)    la ciencia usa la misma tecnología que usan los que difunden mentiras, por ello pierde algo de credibilidad.
c)    la gente usa los aparatos tecnológicos nacidos de la ciencia sin saber por qué.
d)    el cambio climático es un fenómeno netamente político y no científico.
 
8. ¿Por qué era tan importante para la Iglesia que los descubrimientos de Galileo no se difundan?
a)    porque Galileo estaba mostrando un modelo diferente y erróneo con respecto al de ellos y esto iba en contra de las leyes naturales del universo.
b)    Porque la Iglesia tenía el poder político y social de esa época y eran los únicos que determinaban el saber científico, por ende, era verdad que Galileo se equivocaba.
c)    Porque Galileo no justificó sus hallazgos con información científica suficiente que justificara sus teorías.
d)    Porque desbarataba su visión teológica del universo y por ende les quitaba credibilidad y poder.
 
9. En el último párrafo el autor nos dice que:
a)    necesitamos de un conocimiento integral no solo científico.
b)    es necesaria la literatura para entender realmente el mundo en el que vivimos.
c)    que hay necesidad de conocer arte, danza y cine para entender el conocimiento científico.
d)    la ciencia no lo es todo, pero que puede ayudar a entender otros espacios del conocimiento como el arte, la danza o la literatura.
 
10. Podemos inferir, en suma, que la ciencia:
a)    ayuda a salvarnos de la catástrofe, como lo hizo Galileo.
b)    vence con evidencia las imposiciones políticas.
c)    es el único conocimiento que poseemos para entender todo lo que nos rodea.
d)    cuestiona la labor de los influencer donde actualmente todos solo viven de la desinformación.
 
 
SOLUCIÓN:
1C
2C
3B
4D
5C
6B
7A
8D
9A
10B


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