martes, 5 de julio de 2022

Práctica de comprensión lectora de un texto argumentativo


Práctica de comprensión lectora de un texto argumentativo

Texto argumentativo

Video sobre el texto argumentativo:


LECTURA:

Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?
(Fragmento)

 
Por: Nicholas Carr
 
 
Cuando un carpintero coge un martillo, el martillo se convierte, por lo que a su cerebro se refiere, en parte de su mano. Cuando un soldado se lleva unos prismáticos a la vista, su cerebro ve a través de un nuevo par de ojos, adaptándose instantáneamente a un campo visual muy diferente. [...]  Nuestra habilidad para combinar todo tipo de herramientas es una de las cualidades que más nos distinguen como especie. También es lo que nos hace tan buenos a la hora de inventarlas. Nuestros cerebros pueden imaginar la mecánica y los beneficios de utilizar un nuevo dispositivo antes de que el dispositivo exista. [...] Toda herramienta impone limitaciones, aunque también abra posibilidades. Cuanto más la usemos, más nos amoldaremos a su forma y función. [...] Marshall McLuhan escribió que nuestras herramientas acaban por “adormecer” cualquiera de las partes de nuestro cuerpo que “amplifican”. Cuando extendemos una parte de nosotros mismos de forma artificial, también nos distanciamos de la parte así amplificada y de sus funciones naturales. Cuando se inventó el telar mecánico, los tejedores pudieron fabricar en una jornada laboral mucha más tela de la que habían podido hacer a mano, pero sacrificaron parte de su destreza manual, por no hablar de su “sensación” del tejido. Sus dedos, en términos de McLuhan, se adormecieron. De manera similar, [...] al volante de nuestro coche podemos cubrir una distancia mucho mayor de la que recorreríamos a pie, pero perdemos esa íntima conexión del caminante con la tierra.
 
[...] Las herramientas de la mente amplifican y a la vez adormecen las más íntimas y humanas de nuestras capacidades naturales: las de la razón, la percepción, la memoria, la emoción. El reloj mecánico, por muchas bendiciones que otorgara, nos apartó del flujo natural del tiempo. Cuando Lewis Mumford describió cómo los relojes modernos habían ayudado a “crear la creencia en un mundo independiente hecho de secuencias matemáticamente mensurables”, también subrayó que, en consecuencia los relojes “habían desvinculado el tiempo de los acontecimientos humanos”. Wizenbaum argumentaba que la concepción del mundo surgida de los instrumentos de medida del tiempo “era y sigue siendo una versión empobrecida de la anterior, ya que se basa en un rechazo de las experiencias directas que formaban la base y de hecho constituían la vieja realidad”. Al decidir cuándo comer, trabajar, dormir o despertar, dejamos de escuchar nuestros sentidos y comenzamos a obedecer al reloj. Nos volvimos mucho más científicos, pero también nos hicimos un poco más mecánicos. Incluso una herramienta tan aparentemente simple y benigna como el mapa tuvo un efecto anestésico. Las habilidades de navegación de nuestros antepasados se ampliaron enormemente con la cartografía. La gente pudo recorrer con confianza tierras y mares que nunca había visto, avance que impulsó una expansión histórica de la exploración, el comercio y la guerra. [...] El mapa es una representación abstracta, bidimensional, del espacio, que se interpone entre el lector de mapas y su percepción real de la Tierra. [...]
 
Al explicar cómo las tecnologías adormecen las mismas facultades que amplifican, McLuhan no trataba de idealizar la sociedad tal como era antes de la invención de los mapas, los relojes o los telares mecánicos. La alienación, entendía él, es un inevitable subproducto del uso de la tecnología. Siempre que utilizamos una herramienta para ejercer un mayor control sobre el mundo exterior, cambiamos nuestra relación con ese mundo. [...] El argumento de McLuhan es que una evaluación honrada de cualquier nueva tecnología, o del progreso en general, requiere una sensibilidad hacia lo que se ha perdido, así como para lo ganado. No debemos permitir que las glorias de la tecnología nos cieguen ante la posibilidad de que hayamos adormecido una parte esencial de nuestro ser.
 
Como medio universal, como extensión sumamente versátil de nuestros sentidos, nuestro conocimiento y nuestra memoria, el ordenador conectado a la Red es un amplificador neuronal de un alcance particularmente grande. Sus efectos adormecedores son igualmente fuertes. Norman Doidge explica que “el ordenador extiende las capacidades de procesamiento de nuestro sistema nervioso central”; y durante ese proceso, “también lo altera”. Los medios de comunicación electrónicos “son tan efectivos en la alteración del sistema nervioso porque ambos funcionan de manera similar, son básicamente compatibles y pueden vincularse con facilidad”. Gracias a su plasticidad, el sistema nervioso “puede aprovecharse de esta compatibilidad y combinarse con los medios de comunicación electrónicos, construyendo un solo sistema más grande”.  [...] A medida que “externalizamos” la resolución de problemas y otras tareas cognitivas a nuestros ordenadores, vamos reduciendo la capacidad de nuestro cerebro “para construir estructuras estables de conocimientos” –esquemas, en otras palabras- que luego puedan aplicarse a nuevas situaciones”. [...] Queremos programas amables y serviciales. ¿Por qué no íbamos a quererlos? Sin embargo, a medida que vamos cediendo al ordenador la fatiga del pensar, lo más probable es que estemos reduciendo el potencial de nuestro cerebro de maneras sutiles pero significativas. Cuando un obrero que se dedica a cavar zanjas cambia su pala por una excavadora, los músculos de su brazo se debilitan, por más que él multiplique su eficacia. Un intercambio muy similar a éste podría estar llevándose a cabo cuando automatizamos el trabajo de la mente.
 
[...] Los estímulos de la Red, como los de la ciudad, pueden ser vigorizantes, estimulantes. No queremos renunciar a ellos. Pero también son una agotadora y constante distracción. Fácilmente pueden, como entendió Hawthorne, acallar toda forma de pensamiento más tranquilo. Uno de los mayores riesgos a que nos enfrentamos al automatizar el trabajo de nuestras mentes, cuando cedemos el control sobre el flujo de nuestros pensamientos y recuerdos a un sistema electrónico de gran alcance, es el que suscita los temores del científico Joseph Weizenbaum y el artista Richard Foreman: una lenta erosión de nuestra humanidad. No sólo el pensamiento profundo requiere una mente tranquila, atenta. También la empatía y la compasión. [...] En un experimento reciente, Damasio y sus colegas pusieron a sus voluntarios a escuchar historias que describían a personas que padecían dolor físico o psicológico. A continuación, los sujetos del experimento fueron introducidos en una máquina de resonancia magnética y sus cerebros escaneados mientras se les pedía que recordaran las historias escuchadas. El experimento reveló que mientras que el cerebro humano reacciona muy rápidamente a las manifestaciones de dolor físico, el proceso mental más sofisticado de empatía con el sufrimiento psicológico se desarrolla mucho más lentamente. Se necesita tiempo, descubrieron los investigadores, para que el cerebro “trascienda más allá de la participación inmediata del cuerpo y empiece a entender y sentir “las dimensiones psicológicas y morales de una situación”.
 
El experimento indica, dicen los estudiosos, que cuanto más distraídos nos volvemos, menos capaces somos de experimentar las formas más sutiles y más claramente humanas de la empatía, la compasión y otras emociones. Si las cosas están sucediendo demasiado rápido, no siempre se pueden asimilar bien las emociones acerca de los estados psicológicos de otras personas.

Sería temerario saltar a la conclusión de que Internet está minando nuestro sentido moral. Pero no sería aventurado sugerir que, a medida que la Red redibuja nuestro camino vital y disminuye nuestra capacidad para la contemplación, está alterando la profundidad de nuestras emociones y nuestros pensamientos.
 
Selección del libro: Superficiales ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Madrid, Taurus, 2011. 340p. (pgs. 250-266)
 
 
RESPONDE CORRECTAMENTE:
 
1. Una de las cualidades que más nos distinguen como especie es:
A.   Nuestra habilidad en uso de herramientas
B.   Nuestra habilidad para adaptarnos a las situaciones
C.   Nuestra habilidad para pensar en soluciones alternativas
D.   Nuestra habilidad para combinar herramientas
 
2. Cuando Marshall McLuhan escribió que nuestras herramientas acaban por “adormecer” cualquiera de las partes de nuestro cuerpo que “amplifican”, quiere decir:
A.   Que al usar constantemente esa herramienta inutilizamos nuestra capacidad natural para usar una parte de nuestro cuerpo
B.   Que al usar las herramientas podemos perder la capacidad de usar la herramienta ya que se vuelve común
C.   Que las herramientas son perjudiciales para el ser humano, pues, lo vuelve siempre un ser inútil y que no puede adaptarse a los medios
D.   Que las herramientas son objetos que nos permiten evolucionar de manera importante
 
3. Se infiere, según el texto, que el uso de las herramientas:
A. Nos ha dado una gran amplificación de nuestras capacidades que ahora son más profundas y sofisticadas
B.  Nos ha permitido ser los supremos amos de la cadena alimenticia y por ello somos los líderes de la naturaleza
C.  Nos ha alejado del uso de nuestras capacidades corporales, de una profundización con nosotros mismos, con nuestra naturaleza
D.  Nos hemos convertido en esclavos de los objetos y su "magia", pues, ya no podemos usarlos bien realmente
 
4. Se infiere que "adormecerse" en el texto significa
A.   No sentir ningún dolor ante la realidad
B.   Perder la relación emocional con el mundo
C.   Exhibir una destreza manual importante
D.   Usar una herramienta necesaria para la supervivencia
 
5. Un ordenador altera nuestro funcionamiento neuronal porque
A.   El ordenador es un aparato fascinante
B.   Los dos sistemas tienen como fin generar una memoria de la información percibida
C. El sistema neuronal usa una carga eléctrica que conecta con lo que se percibe en el ordenador
D.   Ambos sistemas funcionan de manera similar
 
6. Qué significado tiene la siguiente frase: "A medida que “externalizamos” la resolución de problemas y otras tareas cognitivas a nuestros ordenadores, vamos reduciendo la capacidad de nuestro cerebro “para construir estructuras estables de conocimientos”–esquemas, en otras palabras- que luego puedan aplicarse a nuevas situaciones”.
 
7. Se infiere que "automatizar el trabajo de la mente" con el ordenador
A. Reduce nuestra capacidad reflexiva y de establecer relaciones profundas con lo que observamos
B.   Amplifica nuestra capacidad de manejar mucha información en situaciones actuales
C.   Adormece nuestra capacidad para usar la herramienta interactiva que es el ordenador
D.   Genera una deficiencia en la relación entre lo electrónico y lo real
 
8. A partir del texto leído, ¿por qué se necesita tiempo para que el hombre “trascienda más allá de la participación inmediata del cuerpo y empiece a entender y sentir “las dimensiones psicológicas y morales de una situación”?

9. ¿Qué quiere decir que tenemos una mente cada vez más distraída?

10. Después de leer el texto, ¿de qué manera Internet ha modificado nuestra manera de pensar?
 






SOLUCIONARIO:
1D
2A
3C
4B
5D
6.- POSIBLE RESPUESTA: Que cada vez que dejamos que nuestro ordenador haga nuestra tarea de pensar y procesar, perdemos la capacidad de pensar y procesar y mecanizamos el pensamiento. Además, reducimos nuestra capacidad para la reflexión y el pensamiento profundo, es decir, sentir lo que pensamos. En pocas palabras, perdemos nuestra capacidad para responder de manera autónoma a situaciones de diversos contextos.
7A
8.-POSIBLE RESPUESTA: Se necesita tiempo, porque se debe procesar la información y relacionarla con ciertas emociones para generar la empatía necesaria y nuestro cuerpo pueda entender de manera profunda lo que ocurre a su alrededor.
9.-POSIBLE RESPUESTA: Que nuestra mente se cansa fácilmente, porque ya no puede tomarse un tiempo para reflexionar lo que percibe. Esto está relacionado directamente con la forma en como percibimos el mundo y la información.
10.-POSIBLE RESPUESTA: Ha hecho que nuestra mente ya no pueda "lentificarse" o profundizar en sus pensamientos, además ha "adormecido" nuestra capacidad emocional y reflexiva al hacer el trabajo de "pensar" y establecer relaciones por nosotros mismos. 

viernes, 1 de julio de 2022

Práctica de textos de carácter filosófico para trabajar comprensión lectora en secundaria

PRÁCTICA DE TEXTOS DE CARÁCTER FILOSÓFICO PARA TRABAJAR COMPRENSIÓN LECTORA EN SECUNDARIA CON PREGUNTAS DE OPCIÓN MÚLTIPLE

texto filosófico



VIDEO SOBRE EL TEMA:


PRÁCTICA:


TEXTO 1:

 
Sócrates ejemplifica la persona que vive tal como piensa y que lleva sus ideas hasta sus últimas consecuencias; el individuo a quien no le importa morir con tal de no renunciar a sus principios. Con el ejemplo de su muerte y con la manera en la que la sobrellevó, Sócrates representa un nuevo tipo de reflexión filosófica que ya no se encarga de examinar la naturaleza, sino a los seres humanos. De ahí que Cicerón dijese que “Sócrates fue el primero que hizo bajar la filosofía del cielo, la introdujo en nuestras casas y la obligó a ocuparse del bien y el mal”. O como dice Martha Nussbaum –reciente Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales– en El cultivo de la humanidad, de Paidós, “su contribución característica fue que el rigor y la firmeza del argumento filosófico tuviera efecto en los asuntos de interés público”.
 
Al incorporar la reflexión filosófica a los problemas cotidianos de las personas, Sócrates se convierte en el primer psicólogo de la Historia. Su preocupación fundamental ya no es cómo está constituido el universo y cuáles son los mecanismos que explican la realidad material, sino cuál es la vida que debemos llevar, en qué consiste la “vida buena” y cuáles son las motivaciones de nuestra conducta. Sin él no podemos entender lo que sucede después en filosofía, el énfasis de las escuelas filosóficas posteriores (cínicos, epicúreos y escépticos, pero especialmente los estoicos) en incorporar la reflexión filosófica a la vida cotidiana, en vivir filosóficamente y concebir la filosofía como un modo de vida (como diría Pierre Hadot en su Elogio de Sócrates) o como práctica sobre uno mismo y arte de vivir (en palabras de Foucault en La hermenéutica del sujeto).
 
Siglos más tarde, filósofos como Séneca, Epícteto y Marco Aurelio insistieron en que la filosofía puede ayudarnos a sobrellevar las desgracias de la vida (enfermedades, exilio, pobreza, muerte) y a vivir mejor, pues nos enseña a extirpar las creencias erróneas que desencadenan las emociones negativas (ira, tristeza, miedo, angustia, etc.). A partir de Sócrates, el filósofo se convierte en un “médico del alma” y la filosofía en una especie de terapia psicológica que se encarga de “curar” las “enfermedades del espíritu”, las pasiones que obnubilan la razón o las opiniones erróneas que enturbian el juicio. De ahí que el mayor mal para el hombre sea una opinión falsa, pues cuando un individuo tiene creencias inadecuadas sobre sí mismo o sobre la realidad, sus actuaciones no se adecuarán a ella y eso solo le podrá traer problemas.
 
Autor: Gabriel Arnaiz
(Texto adaptado)
 
RESPONDE:
1. ¿Cuál es el tema central del texto?
A. Las leyes que rigen el espíritu según Sócrates
B. Biografía de Sócrates el primer filósofo del Paidós
C. Causas y consecuencias de la filosofía de Sócrates
D. El pensamiento de Sócrates y sus aportes para llevar la filosofía a la vida cotidiana
 
2. La filosofía de Sócrates se basa principalmente:
A. En la reflexión sobre el bien y el mal y la vida cotidiana del hombre
B. En el pensar las causas de la naturaleza y el universo
C. En la idea de la filosofía como principio de todo lo que existe
D. En el estudio de los seres humanos y la existencia de Dios
 
3. Sócrates personifica a
A. Un hombre que quiere unir la filosofía y la razón de lo que existe en el universo
B. Una persona consecuente con sus ideas, que propone el estudio del hombre en su vida cotidiana principalmente
C. Un filósofo que pone énfasis en la examinación de la naturaleza y cómo se originó todo
D. Un filósofo que se apasiona por saber cómo está constituido el universo de las cosas que nos rodean
 
4. La frase: “el mayor mal para el hombre sea una opinión falsa” nos quiere decir:
A. Los chimes destruyen el espíritu del ser humano
B. No hay mayor logro humano que las opiniones
C. La mentira o el mal actuar del hombre le acarrea infelicidad y tristeza
D. Un hombre con opinión verdadera es perfecto y nunca podrá errar
 
5.-El sentido contextual de obnubilan es:
A. Interceptan
B. Roban
C. Anulan
D. Achacan
 
6.- Podemos concluir que este texto:
A. La reflexión filosófica es importante para entender nuestra posición en el universo
B. Pensar filosóficamente es vivir bien
C. No hay filosofía, si solo examinamos los fenómenos naturales del universo
D. Plantea que la filosofía hizo nacer a la psicología
 

TEXTO 2:
La memoria de los objetos
Verónica Rodríguez Alba (España)
 
 
Decía Kant en la Crítica de la Razón Pura que hay dos conceptos de filosofía, el académico y el mundano. El académi­co, como su nombre indica, hace refe­rencia a la labor que se lleva a cabo en el ámbito uni­versitario. En él, se busca la interrelación entre las ideas y sistemas que han elaborado los pensadores a lo largo de la historia; es lo que hacemos en las aulas.
 
No obstante, la filosofía mundana es aquella en la que el ser humano, en su intento denodado por comprender el mundo, se acerca a las grandes pre­guntas. Ciertas vivencias, tarde o temprano, plantan el germen de la reflexión, sin necesidad siquiera de dedicarnos profesionalmente a ello. «El cielo estre­llado sobre nosotros» o una pérdida nos asoman al precipicio. En ese punto, es la admiración ante la propia vida lo que pone en marcha la reflexión, tal y como decía Platón en el Teeteto.
 
Les quiero invitar a compartir un pequeño frag­mento de filosofía mundana, al hilo de la reflexión sobre la memoria. Para ello seguiremos los pasos de Ortega y Gasset.
 
Podemos afirmar a grandes rasgos que los obje­tos guardan una parte fundamental de nosotros y en cierto modo, encierran parte de nuestra identidad. Es por ello que dejar caer en el olvido saberes o ani­quilar objetos puede suponer la destrucción de una parte importante de aquello que nos explica como comunidad y como individuos.
 
Entremos a una casa ya deshabitada en la que hubieran quedado intactos todos los muebles y en­seres. Imaginemos las fotos en el cajón, el color y la forma de los adornos de la cocina y sala, las pinturas y los cuadernos donde dibujaban los niños. En la cocina platos y va­sos para una familia numerosa, los paños de cocina limpios y usados, planchados; copas nuevas, vasos muy antiguos; sacarina, café descafeinado. En una sala, la enciclopedia desgastada por los bordes, las obras de Shakespeare intactas. En el comedor, una mecedora y al lado un revistero con costura empe­zada; la fuente de los asados y el juego de café del ajuar aún sin estrenar. Todo en su sitio, humilde y pulcramente ordenado. En una habitación un di­ploma orgulloso, en otra, el dolor de la vejez.
 
Los objetos guardan la memoria de nuestra re­lación con ellos, hablan de nosotros y nuestro «ha­cernos» en el tiempo, aluden incluso al propio sen­tido del que dotamos a la existencia, a la nuestra. Responden a la pregunta sobre quiénes somos.
 
Decía Juan Cueto en su artículo «Creencias mundanas, ideas académicas» que Ortega es un filósofo mundano, es decir, del mundo, ya que en su intento de superar el abismo entre el plano del conocimiento y el de la realidad, acercó la filosofía a la vida. «Meditar es, a un tiempo, andar y crear el camino».
 
¿En qué sentido acerca Ortega la filosofía a la vida? Si la filosofía es un conocimiento de todo cuanto hay, podemos afirmar que lo único que hay es la vida. Entendiendo por vida, la de cada uno. Esta vida será realidad radical y objeto de reflexión. Tanto es así, que llega a decir que «no podemos hablar de ninguna realidad que no haya sido vivida».
 
La pregunta ahora sería ¿En qué consiste la vida, mi vida? Para Ortega, «Vida es lo que somos y lo que hacemos». Somos algo no separado de los objetos y personas que nos rodean, sino que somos con ellos. Nos hacemos en la realidad, junto con ella, hasta el punto de ser no solo nosotros, sino no­sotros y la circunstancia que nos rodea. Es de todos conocida su célebre frase: «yo soy yo y mi circuns­tancia».
 
Esto implica que los objetos serían parte de la circunstancia que compone mi yo. La vida hu­mana es un proyecto que se realiza en el mundo, con las cosas. Con lo cual, los objetos se definen en tanto que forman parte de nuestra pro­pia vida. Esto es, son en tanto que forman parte de mi modo de vivir, lo que deseo o el modo en que me relaciono.
 
Podemos afirmar, pues, que nuestra existencia deja la huella de quienes somos sobre los objetos vividos. Los angloparlan­tes tienen una expresión cuando quieren reclamar empatía del interlocutor, «poner­se en los zapatos de otro». No dicen «poner­se en la piel de otro», sino que aluden a los zapatos. Objetos hechos a nuestra medida a base de caminar con ellos, a base de uso. Llega a ser tal la fuerza que adquiere esa re­lación de uso, que se puede llegar a estable­cer una analogía entre el zapato y la propia manera de sentir y de pensar.
 
Parte de la identidad queda en los obje­tos vividos. Inertes como son, guardan la memoria de quienes fuimos y de cómo vi­vimos. Si volvemos a la casa abandonada, seguro que le podríamos poner apellido a la familia que la habitó, a sus esperanzas, al modo en que entendían el mundo.
 
Es sencillo acercarse a la identidad co­lectiva a través de la memoria de los obje­tos. Ellos nos hablan de un saber hacer, de deseos, de concepciones del mundo, de pro­yectos, de circunstancias históricas y socia­les. El hueco que dejamos a nuestro paso por los objetos explica quiénes somos y quiénes fueron, guardan retazos del existir.
 
¿Cuánto diría de una casa si halláramos en ella un patio o un jardín? ¿Qué podría decir sobre los propios sueños la estantería de libros de nuestra ha­bitación? Volver la vista sobre los objetos es dejarles contar una historia y en cierto modo enfrentarnos al espejo que nos puede permitir entendernos.
 
Acudir a la memoria de los objetos es en el fon­do poder leer parte del verso con el que, parafra­seando a Walt Whitman, contribuimos al «podero­so drama».
 
 
RESPONDE:
 
1. El primer y segundo párrafo nos habla, principalmente,
A.   Sobre la interrelación de las ideas académico y mundano
B.   Sobre el contenido del libro Crítica a la Razón Pura
C.   Sobre la diferencia entre los conceptos de filosofía académica y mundana
D.   Sobre la explicación de los pensadores a lo largo de la historia.

2. Se infiere que lo que nos empuja a la reflexión es
A.   El conocimiento
B.   La imaginación
C.   La observación
D.   El asombro
 
3. El texto nos dice que los objetos:
A.   Encierran nuestras ideas y utilidad
B.   Guardan una parte de nosotros
C.   Calan en la memoria de algunos
D.   Son parte de la vida contemporánea
 
4. ¿Qué quiere decirnos la autora al asegurar que los objetos guardan la memoria de nuestra relación con ellos?
A. Que los objetos al ser comprados nos costaron un cierto trabajo por ello son importantes
B.   Que es muy importante recordar los objetos que tuvimos, pues al hacerlo volvemos a vivir
C.   Que los objetos son parte de nuestra vida, pues ocupan un espacio y tiempo en ella y al ser usados quedan dentro de la experiencia de la vida
D.   Que es importante la memoria para el ser humano, sino dejaría de existir
 
5. Se puede inferir, según el texto, que la relación de los humanos con los objetos
A.   Generan identidad
B.   Fijan una relación utilitaria
C.   Nos hacen pensar en la existencia
D.   Amplían nuestra tecnología
 
6. Qué se infiere de la frase de Ortega y Gasset «no podemos hablar de ninguna realidad que no haya sido vivida»
A.   Que la realidad requiere de la necesidad de conocimiento
B.   Que la realidad puede hablarnos de la vida
C.   Que la experiencia vital es la que nos permite construir nuestra realidad
D.   Que es difícil hablar de la realidad si no conocemos los objetos
 
7. El término «ponerse en los zapatos de otro» hace referencia
A.   A un término anglosajón que significa «ponerse en la piel de otro»
B.   A la estrecha relación e importancia de nuestra experiencia vital y los objetos
C.   A una idea central en el texto, pero que hace referencia a un término anglosajón
D.   A la importancia de las frases y los objetos en nuestras vidas
 
8. La autora del texto, concluye que:
A.   Los objetos son identidad, pero requieren que vivamos y los olvidemos para regresar a ellos
B.   Los objetos son importantes como las palabras, aunque las palabras son más cercanas a nuestra identidad
C.   La memoria de los objetos son parte de nuestro doloroso olvido
D.   Los objetos son nuestra identidad y nos permiten conocer la historia de la humanidad
 
9. Sobre la última frase del texto: «poderoso drama», se interpreta como
A.   La necesidad de tener como centro a los objetos para tener poder
B.   El drama del hombre frente al poder que posee sobre la naturaleza
C. La complejidad de la vida que está llena de sentimientos, emociones tanto felices como tristes
D. La motivación humana para alcanzar lo inalcanzable que lo hace sufrir y ser dramático
 
 
 
SOLUCIONARIO:
 
TEXTO 1:
1D
2A
3B
4C
5C
6D
 
TEXTO 2
1C
2D
3B
4C
5A
6C
7B
8D
9C




Cuento "El crimen casi perfecto" de Roberto Arlt con actividades de comprensión lectora

 

El crimen casi perfecto

Roberto Arlt


La coartada de los tres hermanos de la suicida fue verificada. Ellos no habían mentido. El mayor, Juan, permaneció desde las cinco de la tarde hasta las doce de la noche (la señora Stevens se suicidó entre las siete y las diez de la noche) detenido en una comisaría por su participación imprudente en un accidente de tránsito. El segundo hermano, Esteban, se encontraba en el pueblo de Lister desde las seis de la tarde de aquel día hasta las nueve del siguiente, y, en cuanto al tercero, el doctor Pablo, no se había apartado ni un momento del laboratorio de análisis de leche de la Erpa Cía., donde estaba adjunto a la sección de dosificación de mantecas en las cremas.

Lo más curioso del caso es que aquel día los tres hermanos almorzaron con la suicida para festejar su cumpleaños, y ella, a su vez, en ningún momento dejó de traslucir su intención funesta. Comieron todos alegremente; luego, a las dos de la tarde, los hombres se retiraron.

Sus declaraciones coincidían en un todo con las de la antigua doméstica que servía hacía muchos años a la señora Stevens. Esta mujer, que dormía afuera del departamento, a las siete de la tarde se retiró a su casa. La última orden que recibió de la señora Stevens fue que le enviara por el portero un diario de la tarde. La criada se marchó; a las siete y diez el portero le entregó a la señora Stevens el diario pedido y el proceso de acción que ésta siguió antes de matarse se presume lógicamente así: la propietaria revisó las adiciones en las libretas donde llevaba anotadas las entradas y salidas de su contabilidad doméstica, porque las libretas se encontraban sobre la mesa del comedor con algunos gastos del día subrayados; luego se sirvió un vaso de agua con whisky, y en esta mezcla arrojó aproximadamente medio gramo de cianuro de potasio. A continuación, se puso a leer el diario, bebió el veneno, y al sentirse morir trató de ponerse de pie y cayó sobre la alfombra. El periódico fue hallado entre sus dedos tremendamente contraídos.

Tal era la primera hipótesis que se desprendía del conjunto de cosas ordenadas pacíficamente en el interior del departamento, pero, como se puede apreciar, este proceso de suicidio está cargado de absurdos psicológicos. Ninguno de los funcionarios que intervinimos en la investigación podíamos aceptar congruentemente que la señora Stevens se hubiese suicidado.

Sin embargo, únicamente la Stevens podía haber echado el cianuro en el vaso. El whisky no contenía veneno. El agua que se agregó al whisky también era pura. Podía presumirse que el veneno había sido depositado en el fondo o las paredes de la copa, pero el vaso utilizado por la suicida había sido retirado de un anaquel donde se hallaba una docena de vasos del mismo estilo; de manera que el presunto asesino no podía saber si la Stevens iba a utilizar éste o aquél. La oficina policial de química nos informó que ninguno de los vasos contenía veneno adherido a sus paredes.

El asunto no era fácil. Las primeras pruebas, pruebas mecánicas como las llamaba yo, nos inclinaban a aceptar que la viuda se había quitado la vida por su propia mano, pero la evidencia de que ella estaba distraída leyendo un periódico cuando la sorprendió la muerte transformaba en disparatada la prueba mecánica del suicidio.

Tal era la situación técnica del caso cuando yo fui designado por mis superiores para continuar ocupándome de él. En cuanto a los informes de nuestro gabinete de análisis, no cabían dudas.

Únicamente en el vaso, donde la señora Stevens había bebido, se encontraba veneno. El agua y el whisky de las botellas eran completamente inofensivos. Por otra parte, la declaración del portero era terminante; nadie había visitado a la señora Stevens después que él le alcanzó el periódico; de manera que si yo, después de algunas investigaciones superficiales, hubiera cerrado el sumario informando de un suicidio comprobado, mis superiores no hubiesen podido objetar palabra. Sin embargo, para mí cerrar el sumario significaba confesarme fracasado. La señora Stevens había sido asesinada, y había un indicio que lo comprobaba: ¿dónde se hallaba el envase que contenía el veneno antes de que ella lo arrojara en su bebida?

Por más que nosotros revisáramos el departamento, no nos fue posible descubrir la caja, el sobre o el frasco que contuvo el tóxico. Aquel indicio resultaba extraordinariamente sugestivo.

Además, había otro: los hermanos de la muerta eran tres bribones.

Los tres, en menos de diez años, habían despilfarrado los bienes que heredaron de sus padres. Actualmente sus medios de vida no eran del todo satisfactorios.

Juan trabajaba como ayudante de un procurador especializado en divorcios. Su conducta resultó más de una vez sospechosa y lindante con la presunción de un chantaje. Esteban era corredor de seguros y había asegurado a su hermana en una gruesa suma a su favor; en cuanto a Pablo, trabajaba de veterinario, pero estaba descalificado por la Justicia e inhabilitado para ejercer su profesión, convicto de haber dopado caballos. Para no morirse de hambre ingresó en la industria lechera, se ocupaba de los análisis.

Tales eran los hermanos de la señora Stevens. En cuanto a ésta, había enviudado tres veces.

El día del “suicidio” cumplió 68 años; pero era una mujer extraordinariamente conservada, gruesa, robusta, enérgica, con el cabello totalmente renegrido. Podía aspirar a casarse una cuarta vez y manejaba su casa alegremente y con puño duro. Aficionada a los placeres de la mesa, su despensa estaba provista de vinos y comestibles, y no cabe duda de que sin aquel “accidente” la viuda hubiera vivido cien años. Suponer que una mujer de ese carácter era capaz de suicidarse, es desconocer la naturaleza humana. Su muerte beneficiaba a cada uno de los tres hermanos con doscientos treinta mil pesos.

La criada de la muerta era una mujer casi estúpida, y utilizada por aquélla en las labores groseras de la casa. Ahora estaba prácticamente aterrorizada al verse engranada en un procedimiento judicial.

El cadáver fue descubierto por el portero y la sirvienta a las siete de la mañana, hora en que ésta, no pudiendo abrir la puerta porque las hojas estaban aseguradas por dentro con cadenas de acero, llamó en su auxilio al encargado de la casa. A las once de la mañana, como creo haber dicho anteriormente, estaban en nuestro poder los informes del laboratorio de análisis, a las tres de la tarde abandonaba yo la habitación donde quedaba detenida la sirvienta, con una idea brincando en mi imaginación: ¿y si alguien había entrado en el departamento de la viuda rompiendo un vidrio de la ventana y colocando otro después que volcó el veneno en el vaso? Era una fantasía de novela policial, pero convenía verificar la hipótesis.

Salí decepcionado del departamento. Mi conjetura era absolutamente disparatada: la masilla solidificada no revelaba mudanza alguna.

Eché a caminar sin prisa. El “suicidio” de la señora Stevens me preocupaba (diré una enormidad) no policialmente, sino deportivamente.

Yo estaba en presencia de un asesino sagacísimo, posiblemente uno de los tres hermanos que había utilizado un recurso simple y complicado, pero imposible de presumir en la nitidez de aquel vacío.

Absorbido en mis cavilaciones, entré en un café, y tan identificado estaba en mis conjeturas, que yo, que nunca bebo bebidas alcohólicas, automáticamente pedí un whisky. ¿Cuánto tiempo permaneció el whisky servido frente a mis ojos? No lo sé; pero de pronto mis ojos vieron el vaso de whisky, la garrafa de agua y un plato con trozos de hielo. Atónito quedé mirando el conjunto aquel. De pronto una idea alumbró mi curiosidad, llamé al camarero, le pagué la bebida que no había tomado, subí apresuradamente a un automóvil y me dirigí a la casa de la sirvienta. Una hipótesis daba grandes saltos en mi cerebro. Entré en la habitación donde estaba detenida, me senté frente a ella y le dije:

-Míreme bien y fíjese en lo que me va a contestar: la señora Stevens, ¿tomaba el whisky con hielo o sin hielo?

-Con hielo, señor.

-¿Dónde compraba el hielo?

-No lo compraba, señor. En casa había una heladera pequeña que lo fabricaba en pancitos. –

Y la criada casi iluminada prosiguió, a pesar de su estupidez.- Ahora que me acuerdo, la heladera, hasta ayer, que vino el señor Pablo, estaba descompuesta. Él se encargó de arreglarla en un momento. Crimen perfecto.

Una hora después nos encontrábamos en el departamento de la suicida con el químico de nuestra oficina de análisis, el técnico retiró el agua que se encontraba en el depósito congelador de la heladera y varios pancitos de hielo. El químico inició la operación destinada a revelar la presencia del tóxico, y a los pocos minutos pudo manifestarnos:

–El agua está envenenada y los panes de este hielo están fabricados con agua envenenada.

Nos miramos jubilosamente. El misterio estaba desentrañado. Ahora era un juego reconstruir el crimen. El doctor Pablo, al reparar el fusible de la heladera (defecto que localizó el técnico) arrojó en el depósito congelador una cantidad de cianuro disuelto. Después, ignorante de lo que aguardaba, la señora Stevens preparó un whisky; del depósito retiró un pancito de hielo (lo cual explicaba que el plato con hielo disuelto se encontrara sobre la mesa), el cual, al desleírse en el alcohol, lo envenenó poderosamente debido a su alta concentración. Sin imaginarse que la muerte la aguardaba en su vicio, la señora Stevens se puso a leer el periódico, hasta que, juzgando el whisky suficientemente enfriado, bebió un sorbo. Los efectos no se hicieron esperar.

No quedaba sino ir en busca del veterinario. Inútilmente lo aguardamos en su casa. Ignoraban dónde se encontraba. Del laboratorio donde trabajaba nos informaron que llegaría a las diez de la noche.

A las once, yo, mi superior y el juez nos presentamos en el laboratorio de la Erpa. El doctor Pablo, en cuanto nos vio comparecer en grupo, levantó el brazo como si quisiera anatemizar nuestras investigaciones, abrió la boca y se desplomó inerte junto a la mesa de mármol.

Había muerto de un síncope. En su armario se encontraba un frasco de veneno. Fue el asesino más ingenioso que conocí.

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

1. Los tres hermanos de la víctima y posibles sospechosos, ¿Cuáles son las coartadas tenían respectivamente para la hora del crimen? ¿Son creíbles y verificables?

2. ¿Qué pistas hacían dudar a los investigadores de que la señora Stevens se había suicidado? ¿Por qué dudaban de ellas?

3. El investigador, finalmente llega a la conclusión de que la señora Stevens había sido asesinada, ¿a qué se debió esto? Explica tu respuesta

4. ¿Qué datos hacen creer al investigador que los hermanos tenían que ver con el crimen?

5. ¿Qué características se mencionan de la víctima? Enuméralas.

6. ¿Qué primera hipótesis se plantea el detective? ¿Resultó efectiva? ¿Por qué?

7. El detective se plantea una nueva hipótesis, menciónala y describe cómo llega a tener la revelación.

8. ¿Quién fue el homicida? ¿Cómo hizo para matar a su hermana sin estar presente en el lugar del hecho?

9. ¿Cuál fue el destino del homicida?

10. ¿Cuál es tu opinión del cuento? Justifica tu respuesta.

 

ACTIVIDAD CREATIVA:

1. Crea un cuento policial breve que posea los siguiente elementos: Un crimen o enigma a resolver, un detective, una serie de pistas y sospechosos y que se resuelva de manera lógica.

jueves, 30 de junio de 2022

Cuento "La casa de Asterión" de Jorge Luis Borges con actividades de comprensión lectora

 

La casa del Asterión

Jorge Luis Borges


Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.

Apolodoro: Biblioteca, III, I

 

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo; aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

 

De El Aleph (1949)

Glosario:

✔ Misantropía: Aversión al género humano y al trato con otras personas.

✔ Bizarro: Extraño, raro.

✔ Plebe: Pueblo, vulgo.

✔  Toscas: Groseras.

✔ Triviales: Superficiales.

✔  Redentor: Salvador. 

 

LECTURA COMPLEMENTARIA:

Teseo y el minotauro

Hace miles de años, la isla de Creta era go­bernada por un rey llamado Minos. Eran tiem­pos de prosperidad y riqueza. El poder del so­berano se extendía sobre muchas islas del mar Egeo. Minos llevaba muchos años en el gobierno cuando recibió la terrible noticia de que su hijo había sido asesinado en Atenas. Su ira no se hizo esperar. Reunió al ejército y declaró la guerra contra los atenienses.

Atenas, en aquel tiempo, era aún una ciudad pequeña y no pudo hacer frente al ejército de Mi­nos. Por eso envió a sus embajadores a convenir la paz con el rey cretense. Minos los recibió y les dijo que aceptaba no destruir Atenas, pero que ellos debían cumplir con una condición: enviar a catorce jóvenes, siete varones y siete mujeres, a la isla de Creta, para ser arrojados al minotauro.

En el palacio de Minos había un inmenso laberinto, con cientos de salas, pasillos y gale­rías. Era tan grande que, si alguien entraba en él, jamás encontraba la salida. Dentro del laberinto vivía el minotauro, monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Cada luna nueva, los creten­ses debían internar a un hombre en el laberinto para que el monstruo lo devorara.

 

Cuando se enteraron de la condición que ponía Minos, los atenienses se estremecieron. No tenían alternativa. Si se negaban, los creten­ses destruirían la ciudad y muchos morirían. Mientras todos se lamentaban, el hijo del rey, el valiente Teseo, dio un paso adelante y se ofreció para ser uno de los jóvenes que viajarían a Creta.

En Creta, los jóvenes estaban alojados en una casa a la espera del día en que el primero de ellos fuera arrojado al minotauro. Durante esos días, Teseo conoció a Ariadna, la hija mayor de

Minos. Ariadna se enamoró de él y decidió ayu­darlo a matar al monstruo y salir del laberinto. Por eso le dio una espada y un ovillo de hilo que debía atar a la entrada y desenrollar por el cami­no para encontrar luego la salida.

Ariadna le pidió a Teseo que le prometie­ra que si lograba matar al Minotauro, la llevaría luego con él a Atenas, ya que el rey jamás le per­donaría haberlo ayudado. Llegó el día en que el primer ateniense debía ser entregado al mino­tauro. Teseo pidió ser él quien marchara hacia el laberinto. Una vez allí, ató una de las puntas del ovillo a una piedra y comenzó a adentrarse por los pasillos y las galerías, A cada paso aumenta­ba la oscuridad. El silencio era total hasta que, de pronto, comenzó a escuchar a lo lejos unos reso­plidos como de toro. El ruido era cada vez mayor.

Por un momento Teseo sintió deseos de escapar. Pero se sobrepuso al miedo e ingresó a una gran sala. Allí estaba el minotauro. Era tan terrible y aterrador como jamás lo había imagi­nado. Sus mugidos llenos de ira eran ensorde­cedores. Cuando el monstruo se abalanzó sobre Teseo, este pudo clavarle la espada. El minotauro se desplomó en el suelo. Teseo lo había vencido.

Cuando Teseo logró reponerse, tomó el ovi­llo y se dirigió hacia la entrada. Allí lo esperaba Ariadna, quien lo recibió con un abrazo. Al ente­rarse de la muerte del minotauro, el rey Minos permitió a los jóvenes atenienses volver a su pa­tria.

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

1.     ¿Por qué Asterión asevera que no es un prisionero?

2.     ¿Cómo califica Asterión las acusaciones que se formulan ante él? ¿Por qué?

3.     ¿Cómo se comportaba la gente cuando veía a Asterión

4.     En el final del cuento se menciona una espada de broce, ya sin “vestigios de sangre”. También el hecho de que el minotauro “apenas se defendió”. ¿Qué se puede inferir de esto con respecto a Teseo y el minotauro? Fundamenta tu respuesta

5.     ¿La libertad es un valor tan alto como lo sugiere Asterión? Fundamenta tu respuesta en 3 líneas

6.     Paralelos: ¿Cuáles son las diferencias respecto a la historia de “La casa del Asterión” y “Teseo y el minotauro”?

7.     ¿Qué diferencias entre la personalidad de Teseo y la de Asterión?

 

ACTIVIDAD CREATIVA:

1.     Crea un cuento de una cara sobre un monstruo. El cuento debe estar en primera persona (el narrador será el monstruo) y debe ser muy creativo y detallado en la narración. Se sugiere tomar el ejemplo de “La casa del Asterión” para lograrlo. No olvides ser original en el título.