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martes, 2 de mayo de 2023

Cuento: "El corazón delator" de Edgar Allan Poe con actividades de comprensión lectora

 

El corazón delator

Edgar Allan Poe


¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la brea, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí! ¡Donde está latiendo su horrible corazón!

 

Narraciones extraordinarias. Edgar Allan Poe.

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

 

1. En el primer párrafo el personaje nos habla de su “locura” ¿Qué efectos causa la locura en el personaje principal?

2. ¿Cuál es la obsesión del personaje principal?

3. ¿Cómo era la relación entre el personaje principal y el viejo?

4. ¿Por qué el personaje principal dice que no está loco?

5. ¿Cómo el personaje principal mata al viejo?

6. ¿Qué es la locura para el personaje?

7. ¿Qué puede simbolizar el latir del corazón del viejo? ¿Por qué?

8. ¿El personaje está arrepentido de matar al viejo?

9. Si entendemos por loco a aquella persona que ha perdido totalmente la racionalidad, ¿Está realmente loco el personaje? ¿Por qué?

10. ¿Dónde escondió el cadáver?

11. ¿Por qué llegaron los oficiales? ¿A dónde los conduce el personaje principal?

12. ¿Cómo justifica el alarido escuchado por el vecino y la ausencia del viejo?

13. ¿Qué relación encuentras entre el título del cuento y la historia que se narra?

14. Deduce un posible móvil (una explicación) de por qué el personaje principal mata al viejo.

 

 

ACTIVIDAD CREATIVA

1. Escribe un microrrelato de terror en primera persona donde se hable de manera obsesiva de un elemento simbólico. (de 8 a 12 líneas)

 

INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA:

VIDEO SOBRE “ROMANTICISMO NORTEAMERICANO: EDGAR ALLAN POE”



martes, 18 de abril de 2023

Cuento “El muchacho indefenso” de Bertolt Brecht con preguntas y respuestas de comprensión lectora

 

Cuento “El muchacho indefenso” de Bertolt Brecht con preguntas y respuestas de comprensión lectora

 


LECTURA:
El muchacho indefenso
Bertolt Brecht
 

Un transeúnte preguntó a un muchacho que lloraba amargamente cuál era la causa de su congoja.

—Había reunido dos monedas para ir al cine —dijo el interrogado—, pero se me ha acercado un chico y me quitó una —y señaló a un chiquillo que estaba a cierta distancia.

—¿Y no pediste ayuda? —preguntó el hombre.

—Claro que sí —replicó el muchacho, sollozando con más fuerza.

—¿Y nadie te oyó? —siguió preguntando el hombre, al tiempo que lo acariciaba tiernamente.

—No —gimió el niño.

—¿Y no puedes gritar más fuerte? —preguntó el hombre.

—No —replicó el chico, mirándolo con ojos esperanzados, pues el hombre sonrió.

—Entonces, dame la que te queda —dijo el hombre, y quitándole la última moneda de la mano, prosiguió despreocupadamente su camino.

 

PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN LECTORA:

1. ¿Qué le pasaba al muchacho que lloraba amargamente?

2. Infiere: Según el relato qué significa la frase “el hombre sonrió”. Explica tu respuesta.

3. ¿Qué piensas sobre el final del relato? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

4. Si pudieras resumir el cuento en una palabra, ¿cuál sería? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

5. Valora: ¿Con qué palabra caracterizarías al niño llorando y al hombre que le habla? Explica tu respuesta.

6. ¿Qué mensaje crees que nos intenta dar el autor con este relato? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

7. ¿Qué opinas sobre el relato? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.



POSIBLES RESPUESTAS:
1. El muchacho lloraba amargamente porque alguien le había robado una de las dos monedas que había reunido para ir al cine.
 
2. La frase "el hombre sonrió" podría interpretarse de varias maneras, pero en este contexto, podría entenderse como una señal de que el hombre no tiene intención de ayudar al niño, sino más bien de aprovecharse de su situación de vulnerabilidad.
 
3. El final del relato es irónico y sorprendente, ya que el hombre que inicialmente parecía mostrar compasión por el niño termina robándole la última moneda que le quedaba. Esta conclusión abrupta y desconcertante podría interpretarse como una crítica social sobre la falta de empatía y la hipocresía en la sociedad.
 
4. Si tuviera que resumir el cuento en una palabra, elegiría "vulnerabilidad", ya que el relato muestra la indefensión de un niño que es robado y no recibe ayuda de nadie.
 
5. Al niño llorando lo caracterizaría como "indefenso", ya que no tiene la capacidad de defenderse o protegerse a sí mismo. Al hombre que le habla lo caracterizaría como "cínico", ya que parece mostrar compasión por el niño, pero luego aprovecha la situación para robarle.
 
6. El mensaje que el autor intenta transmitir con este relato podría interpretarse como una crítica social a la falta de empatía y la hipocresía en la sociedad. La historia muestra cómo la vulnerabilidad de los más débiles es explotada por aquellos que tienen más poder o recursos, en lugar de ayudarlos y protegerlos.
 
7. En mi opinión, el relato es una crítica social perspicaz y conmovedora sobre la vulnerabilidad y la explotación de los más débiles en la sociedad. La historia es breve pero efectiva, y utiliza la ironía para señalar las contradicciones y las hipocresías en la conducta humana. En general, considero que es una obra muy valiosa y significativa.


APRENDE MÁS SOBRE EL CUENTO CON ESTE VIDEO:




lunes, 17 de abril de 2023

Cuento “Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo con preguntas y respuestas de comprensión lectora

 

Cuento “Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo con preguntas y respuestas de comprensión lectora

 

Nos han dado la tierra
Juan Rulfo


Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.
Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:
-Son como las cuatro de la tarde.
Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: “Somos cuatro”. Hace rato, como a eso de las once, éramos veintitantos, pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta quedar nada más que este nudo que somos nosotros.
Faustino dice:
-Puede que llueva.
Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por encima de nuestras cabezas. Y pensamos: “Puede que sí”.
No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello. Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar.
Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed.
¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh?
Hemos vuelto a caminar. Nos habíamos detenido para ver llover. No llovió. Ahora volvemos a caminar. Y a mí se me ocurre que hemos caminado más de lo que llevamos andado. Se me ocurre eso. De haber llovido quizá se me ocurrieran otras cosas. Con todo, yo sé que desde que yo era muchacho, no vi llover nunca sobre el llano, lo que se llama llover.
No, el llano no es cosa que sirva. No hay ni conejos ni pájaros. No hay nada. A no ser unos cuantos huizaches trespeleques y una que otra manchita de zacate con las hojas enroscadas; a no ser eso, no hay nada.
Y por aquí vamos nosotros. Los cuatro a pie. Antes andábamos a caballo y traíamos terciada una carabina. Ahora no traemos ni siquiera la carabina.
Yo siempre he pensado que en eso de quitarnos la carabina hicieron bien. Por acá resulta peligroso andar armado. Lo matan a uno sin avisarle, viéndolo a toda hora con “la 30” amarrada a las correas. Pero los caballos son otro asunto. De venir a caballo ya hubiéramos probado el agua verde del río, y paseado nuestros estómagos por las calles del pueblo para que se les bajara la comida. Ya lo hubiéramos hecho de tener todos aquellos caballos que teníamos. Pero también nos quitaron los caballos junto con la carabina.
Vuelvo hacia todos lados y miro el llano. Tanta y tamaña tierra para nada. Se le resbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga. Sólo unas cuantas lagartijas salen a asomar la cabeza por encima de sus agujeros, y luego que sienten la tatema del sol corren a esconderse en la sombrita de una piedra. Pero nosotros, cuando tengamos que trabajar aquí, ¿qué haremos para enfriarnos del sol, eh? Porque a nosotros nos dieron esta costra de tapetate para que la sembráramos.
Nos dijeron:
-Del pueblo para acá es de ustedes.
Nosotros preguntamos:
-¿El Llano?
– Sí, el llano. Todo el Llano Grande.
Nosotros paramos la jeta para decir que el llano no lo queríamos. Que queríamos lo que estaba junto al río. Del río para allá, por las vegas, donde están esos árboles llamados casuarinas y las paraneras y la tierra buena. No este duro pellejo de vaca que se llama Llano.
Pero no nos dejaron decir nuestras cosas. El delegado no venía a conversar con nosotros. Nos puso los papeles en la mano y nos dijo:
-No se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos.
-Es que el llano, señor delegado…
-Son miles y miles de yuntas.
-Pero no hay agua. Ni siquiera para hacer un buche hay agua.
-¿Y el temporal? Nadie les dijo que se les iba a dotar con tierras de riego. En cuanto allí llueva, se levantará el maíz como si lo estiraran.
– Pero, señor delegado, la tierra está deslavada, dura. No creemos que el arado se entierre en esa como cantera que es la tierra del Llano. Habría que hacer agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni aun así es positivo que nazca nada; ni maíz ni nada nacerá.
– Eso manifiéstenlo por escrito. Y ahora váyanse. Es al latifundio al que tienen que atacar, no al Gobierno que les da la tierra.
– Espérenos usted, señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra el Centro. Todo es contra el Llano… No se puede contra lo que no se puede. Eso es lo que hemos dicho… Espérenos usted para explicarle. Mire, vamos a comenzar por donde íbamos…
Pero él no nos quiso oír.
Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará de aquí. Ni zopilotes. Uno los ve allá cada y cuando, muy arriba, volando a la carrera; tratando de salir lo más pronto posible de este blanco terregal endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando.
Melitón dice:
-Esta es la tierra que nos han dado.
Faustino dice:
-¿Qué?
Yo no digo nada. Yo pienso: “Melitón no tiene la cabeza en su lugar. Ha de ser el calor el que lo hace hablar así. El calor, que le ha traspasado el sombrero y le ha calentado la cabeza. Y si no, ¿por qué dice lo que dice? ¿Cuál tierra nos han dado, Melitón? Aquí no hay ni la tantita que necesitaría el viento para jugar a los remolinos.”
Melitón vuelve a decir:
-Servirá de algo. Servirá aunque sea para correr yeguas.
-¿Cuáles yeguas? -le pregunta Esteban.
Yo no me había fijado bien a bien en Esteban. Ahora que habla, me fijo en él. Lleva puesto un gabán que le llega al ombligo, y debajo del gabán saca la cabeza algo así como una gallina.
Sí, es una gallina colorada la que lleva Esteban debajo del gabán. Se le ven los ojos dormidos y el pico abierto como si bostezara. Yo le pregunto:
-Oye, Teban, ¿de dónde pepenaste esa gallina?
-Es la mía- dice él.
-No la traías antes. ¿Dónde la mercaste, eh?
-No la merqué, es la gallina de mi corral.
-Entonces te la trajiste de bastimento, ¿no?
-No, la traigo para cuidarla. Mi casa se quedó sola y sin nadie para que le diera de comer; por eso me la traje. Siempre que salgo lejos cargo con ella.
-Allí escondida se te va a ahogar. Mejor sácala al aire.
Él se la acomoda debajo del brazo y le sopla el aire caliente de su boca. Luego dice:
-Estamos llegando al derrumbadero.
Yo ya no oigo lo que sigue diciendo Esteban. Nos hemos puesto en fila para bajar la barranca y él va mero adelante. Se ve que ha agarrado a la gallina por las patas y la zangolotea a cada rato, para no golpearle la cabeza contra las piedras.
Conforme bajamos, la tierra se hace buena. Sube polvo desde nosotros como si fuera un atajo de mulas lo que bajara por allí; pero nos gusta llenarnos de polvo. Nos gusta. Después de venir durante once horas pisando la dureza del Llano, nos sentimos muy a gusto envueltos en aquella cosa que brinca sobre nosotros y sabe a tierra.
Por encima del río, sobre las copas verdes de las casuarinas, vuelan parvadas de chachalacas verdes. Eso también es lo que nos gusta.
Ahora los ladridos de los perros se oyen aquí, junto a nosotros, y es que el viento que viene del pueblo retacha en la barranca y la llena de todos sus ruidos.
Esteban ha vuelto a abrazar su gallina cuando nos acercamos a las primeras casas. Le desata las patas para desentumecerla, y luego él y su gallina desaparecen detrás de unos tepemezquites.
-¡Por aquí arriendo yo! -nos dice Esteban.
Nosotros seguimos adelante, más adentro del pueblo.
La tierra que nos han dado está allá arriba.
 

PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN LECTORA:
1. ¿Qué significado simbólico tiene la tierra que reciben los hombres en el cuento? Explica tu respuesta.
2. ¿Crees que en este cuento se da un acto de injusticia? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
3. Tomando como referencia lo narrado en el cuento, qué significa esta frase: “No se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos”. Explica tu respuesta.
4. Si pudieras resumir el cuento con una palabra, ¿cuál sería? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
5. ¿Consideras que el narrador protagonista está resignado ante la situación en la que se encuentra cuando al final del cuento dice: “La tierra que nos han dado está allá arriba”? Justifica tu respuesta.
6. ¿Crees que fue justo el reparto de tierras que se le dieron a aquellos hombres? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
 
 
 
POSIBLES RESPUESTAS:
1. La tierra simboliza pobreza, miseria y muerte, ya que, al ser llanura, es decir, desierto no se podría cultivar nada y eso solo generaría más miseria.
2. Sí, se puede argumentar que hay un acto de injusticia en el cuento. El hecho de que los hombres hayan recibido una tierra tan árida y desolada para trabajar es injusto, ya que les hace difícil sobrevivir y prosperar. Además, se sugiere que la tierra fue dada a ellos por alguien más poderoso (el gobierno), lo que implica una desigualdad en la distribución de los recursos.
3. La frase tiene un tono sarcástico, ya que, aunque efectivamente se les ha dado una gran extensión de tierra, esta es árida y nada se puede cultivar.
4. Si tuviera que resumir el cuento con una palabra, sería "desigualdad". El cuento muestra cómo los hombres pobres son oprimidos y tratados con desigualdad por aquellos que tienen más poder (el gobierno), y cómo la distribución desigual de la tierra perpetúa esta opresión.
5. Sí, el narrador protagonista parece resignado ante la situación en la que se encuentra al final del cuento. La frase "La tierra que nos han dado está allá arriba" sugiere una sensación de impotencia y resignación frente a la realidad de que la tierra que recibieron no es suficiente para vivir y prosperar. Es una expresión de frustración y desesperanza ante la injusticia de la situación.
6. Considero que no fue justo la repartición de tierras, porque es evidente que la distribución es desigual. Los hombres no van a poder cultivar nada en ese terreno tan árido. Como los protagonistas son pobres, se los puede seguir explotando.


MIRA ESTE VIDEO: RESUMEN Y ANÁLISIS DE "PEDRO PÁRAMO" DE JUAN RULFO:

jueves, 13 de abril de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto crítico sobre LAS EMOCIONES Y LA ESCUELA

 

Práctica de comprensión lectora:
Leemos un texto crítico sobre LAS EMOCIONES Y LA ESCUELA
 

 
LECTURA:

¿Pero por qué este auge de lo emocional? Nuestros abuelos, incluso nuestros padres, no se preocupaban tanto por el tema emocional. Su mundo era más duro a nivel de comodidades, sus opciones eran muy limitadas y su contacto con el exterior se reducía a lo cercano, a lo próximo, en definitivas cuentas, a lo real. Tenían por costumbre aceptar, en la medida de las posibilidades, la sociedad en la que les había tocado vivir, y dentro de sus capacidades y de la realidad de su estatus social, buscaban la felicidad. El trabajo era un medio para ganar dinero, y la dicha solía atesorarse al margen de la economía, en la franja personal de la vida, separada del materialismo. Por una parte, la aceptación de esta realidad tenía un halo de tristeza porque cercenaba la capacidad de soñar con cambiar radicalmente la situación, pero por otra parte, se partía de una realidad y se vivía conforme a ella, buscando una felicidad sencilla, teniendo una vida emocional más transparente que la actual.
 
Este imperio del cuidado emocional que aumenta, pone especial acento en el tema educativo. La pedagogía actual está haciendo hincapié en «educar las emociones», como si esto no se hubiese hecho nunca. Antes las emociones eran un complemento más, algo que acompañaba a unos deberes, unos contenidos, un aprendizaje de la disciplina, unas exigencias determinadas..., y ahora las emociones (pero solo las positivas y agradables) son el eje central desde el que pivotan todos los demás factores.
 
Estamos siendo testigos de un momento de explosión de nuevas metodologías pedagógicas, como los trabajos por proyectos, en los que el niño, partiendo de los temas en los que se siente a gusto, con los que se identifica, comience a trabajar. Desde los nuevos púlpitos educativos, se pregona que la educación sin emoción positiva no es buena, y no paran de inventarse estrategias educativas docentes donde el infante siempre se encuentre cómodo con la situación que se le propone a cada momento.
 
Estamos cayendo en lo que se denomina un «paidocentrismo», es decir, el niño es el centro de todo, todo gira en torno a él y, lo que es peor, en torno a su felicidad y satisfacción. Educamos, desde la más temprana edad, en insertar y cuidar las emociones positivas las 24 horas del día.
 
Hay que estar contentos mientras estudiamos, mientras aprendemos, hay que estar felices también en el trabajo, sentir que nos apasiona lo que hacemos en cada instante, en cada momento. Pero si solo podemos o debemos aprender, o enseñar, con el refuerzo y el amparo de emociones positivas, estamos manipulando la idea de una vida real, donde, como hemos estado analizando, existen muchos factores imponderables que nos provocarán desazón, desánimo, dolor, decepción, angustia, ansiedades y alguna que otra depresión. Es decir, olvidamos educar también para el sufrimiento.
 
Tomado de: RUIZ, J.C. (2018). El arte de pensar. Cómo los grandes filósofos pueden estimular nuestro pensamiento crítico. Editorial Berenice.
 

RESPONDE:

1. El autor plantea que lo emocional en el pasado:
a) Exigía que las personas se comportaran duramente.
b) No era una gran preocupación.
c) No existía pues las condiciones de vida siempre eran duras.
d) Se solía relacionar con la idea de felicidad.
 
2. El término “una vida emocional más transparente” en el texto hace referencia a:
a) Una vida más cristalina
b) Una vida más vertiginosa.
c) Una vida sin ningún deseo de superación.
d) Una vida más sencilla.
 
3. Sobre las emociones, el autor critica que:
a) La sociedad de nuestros abuelos o nuestros padres vivían en una sociedad triste que no ponía énfasis en las emociones positivas que desarrollaban mejor al ser humano.
b) La idea de felicidad en la época de nuestros abuelos era un deseo más difícil de conseguir que hoy en día donde se presta mucha atención a las emociones.
c) Una vida emocional transparente es negativa, pues actualmente la educación se debe centrar en hacer que los niños aprendan con alegría.
d) Si solo se toman en cuenta las emociones positivas y agradables, estaremos distorsionando la idea de una vida real.
 
 
4. ¿Cuál es la alternativa incompatible con el texto?
a) En la época de nuestros abuelos lo emocional no era un tema preocupante.
b) El cuidado emocional que aumenta se centra especialmente en la educación.
c) El «paidocentrismo», según el autor, resulta una manera de enseñar muy positiva y necesaria.
d) La pedagogía actual educa emociones positivas.
 
5. Infiere: ¿El autor está a favor o en contra de la educación actual? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
6. El autor asevera que hemos olvidado “educar también educar para el sufrimiento”. ¿En qué consistiría ello? Explica tu respuesta.

 

 

 

 
7. ¿Estás de acuerdo con lo planteado por el autor? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 

SOLUCIÓN:
1B
2D
3D
4C
5.- Posible respuesta: El autor parece estar en contra de la educación actual, al menos en lo que se refiere al enfoque excesivo en el cuidado emocional y el paidocentrismo. El autor cree que la educación debe incluir la educación en la aceptación del sufrimiento y en la realidad de la vida, no solo en emociones positivas.
6.- Posible respuesta: Educar para el sufrimiento significa preparar a los niños para enfrentar y superar situaciones difíciles, dolorosas y frustrantes, que son parte de la vida real. Esto implica enseñar habilidades de resiliencia, como la capacidad de adaptación, la fortaleza emocional y la capacidad de superar adversidades. También significa reconocer y aceptar que la vida no siempre es fácil y que habrá momentos de dolor y sufrimiento que debemos enfrentar y superar.
7.- Posible respuesta: Considero que el autor plantea una reflexión interesante sobre el papel de la educación en la sociedad actual. Es importante tener en cuenta que, aunque es positivo que se preste atención al cuidado emocional y al bienestar de los niños, también es importante educar en la aceptación de la realidad y la capacidad de enfrentar situaciones difíciles. La educación debe ser equilibrada y abarcar todos los aspectos de la vida, incluyendo tanto emociones positivas como negativas.


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lunes, 10 de abril de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre LOS VALORES

 

Práctica de comprensión lectora:
Leemos un texto argumentativo sobre LOS VALORES
 

 
LECTURA:
¿Son los valores relativos?
Carlos Pedroza (seudónimo)
Estamos en una época en donde se vive un relativismo exagerado: tú tienes tus valores y yo los míos y nadie tiene derecho a meterse en mi vida. O bien, este relativismo extremo se manifiesta como una peculiaridad cultural que debe ser respetada: cada cultura tiene sus propios valores que no pueden ser cuestionados. Este relativismo llega al ridículo. Una alumna decía: “los mexicanos somos culturalmente impuntuales. ¿Por qué no respetan esto?” El relativismo rompe toda comunicación y posibilidad de que los seres humanos luchen por la justicia; pues si una sociedad es injusta —o un individuo— lo es por cultura y, ¿quién podría reprochárselo? ¿Por qué la gente piensa que los valores son relativos? Existen varias razones, unas de actitudes y otras de fallas cognoscitivas. Dentro de las primeras podemos señalar un individualismo exagerado y una apatía por interesarnos en los problemas de los demás. Dentro de las segundas me limitaré a explicar dos:
 
La gente generalmente confunde lo que es un valor con la manifestación de ese valor. Así, el tomar en cuenta el valor de los demás es universal; pero las maneras de demostrarlo son diversas dependiendo de cada cultura y país. En algunos pueblos de África se suele agradecer y alabar una buena comida, con eructos fuertes, lo cual en México sería una grosería. ¿Esto significa que los valores son relativos? No, definitivamente no. El valor es el mismo, pero no el cómo se realiza.
 
Hay otro conocido argumento. Cuando se dice que matar es malo, no falta quien replique “pero si me quiere matar un asaltante, entonces es bueno que yo lo mate”, así que vea: todo es relativo. Nada más falso, si fuera bueno matar en tales circunstancias tendríamos que fomentar los asaltos o las guerras, ya que “es bueno matar cuando está en peligro mi vida”. Pero es así que luchamos para que haya más seguridad y no haya guerras, porque matar en cualquiera de sus formas es malo. Estas personas confunden la buena decisión entre dos males, es decir, la elección del mal menor (que no deja de ser mal), con la buena de un valor. (…)
 
Concluyendo, la realización de los valores está “en relación” con contextos y culturas; pero esto no debe llevarnos a un relativismo en donde nada puede juzgarse como bueno o como malo.
 
Tomado y adaptado de: ESPÍNDOLA CASTRO, Marco Antonio & ESPÍNDOLA CASTRO, José Luis (2005). Pensamiento crítico. México. Pearson Educación.
 
RESPONDE:
 
1. El autor critica, principalmente:
a) El ridículo de algunos individuos.
b) El exagerado relativismo con respecto a los valores.
c) La época en la que se viven los valores.
d) La imposibilidad de tener una sola escala de valores.
 
2. ¿Qué causa el relativismo?
a) Hace que todos tengan diversos valores según su cultura y contribuyan con su diversidad.
b) Genera que cada sociedad pueda consolidar sus propias normas de convivencia.
c) Rompe toda comunicación y posibilidad para que los seres humanos luchen por justicia.
d) Permite que las personas se interesen por los problemas de los demás.
 
3. El autor establece que la gente relativiza los valores
a) Porque no sabe diferenciar lo que es un valor de su manifestación.
b) Porque suele pensar mucho en los demás y quiere ser tolerante.
c) Porque los valores no suelen significar lo mismo en todas las culturas.
d) Porque hay buenas razones para pensar así.
 
4. Se infiere, según lo dicho por el autor que la expresión: “pero si me quiere matar un asaltante, entonces es bueno que yo lo mate” es:
a) Una aceptación de que matar también puede ser bueno.
b) Una relativización válida sobre el valor que tiene la vida.
c) Un argumento fundamentado.  
d) Una falacia.
 
5. El relativismo no permite
a) Pone de manifiesto que los valores son universales.
b) Hace que las personas entiendan que los valores se difundan más.
c) Que los valores se realicen según el contexto cultural.
d) Que las acciones se juzguen como buenas o malas.
 
6. Se puede inferir que el relativismo, según el autor:
a) Suele asociarse con las razones o actitudes cognoscitivas universales.
b) Es una manera de justificar nuestras malas acciones o malos hábitos.
c) Genera una confusión que puede solucionarse si se respetan las diversas manifestaciones culturales.
d) Hay una confusión con el significado de los valores.
 
7. El autor hace una comparación de cómo agradecen y alaban una buena comida los pueblos de África y México con el propósito de:
a) Hacer que el lector conozca cómo actúan estas dos culturas en una misma situación.
b) Sustentar su la tesis de que los valores no se pueden relativizar.
c) Ejemplificar cómo en países de África hay costumbres que resultan groseras.
d) Explicar las razones culturales sobre una acción en particular.
 
8. Se infiere que el término “ridículo” significa:
a) Que es muy alegre, pero vergonzoso.
b) Que no existe dentro del debate social.
c) Que no tiene lógica ni coherencia.
d) Que causa risa en las personas que relativizan los valores.
 
9. ¿Crees que es importante que los valores no se relativicen? ¿Por qué?

 

 

 

 
10. ¿Estás de acuerdo con lo que plantea el autor de este texto? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
 
SOLUCIÓN:
1B
2C
3A
4D
5D
6B
7B
8C
9.-Posible respuesta: El estudiante debe tomar una posición al respecto y justificarla. Aquí un ejemplo de respuesta: Considero que es importante no relativizar los valores porque los valores son los principios fundamentales que guían nuestras acciones y decisiones. Si los valores se consideran relativos, entonces no hay criterios universales que nos permitan juzgar si una acción es correcta o incorrecta, buena o mala. Esto puede llevar a una falta de ética y moral en la sociedad, así como a la falta de responsabilidad personal.
10.-Posible respuesta: El estudiante debe tomar una posición al respecto y justificarla.


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sábado, 1 de abril de 2023

Cuento de ciencia ficción: "Los ojos hacen algo más que ver" de Isaac Asimov con actividades de comprensión lectora

 

Los ojos hacen algo más que ver

Isaac Asimov

Después de cientos de miles de millones de años, pensó de súbito en sí mismo como Ames. No la combinación de longitudes de ondas que a través de todo el universo era ahora el equivalente de Ames, sino el sonido en sí. Una clara memoria trajo las ondas sonoras que él no escuchó ni podía escuchar.

Su nuevo proyecto le aguzaba sus recuerdos más allá de lo usualmente recordable. Registró el vórtice energético que constituía la suma de su individualidad y las líneas de fuerza se extendieron más allá de las estrellas.

La señal de respuesta de Brock llegó.

Con seguridad, pensó Ames, él podía decírselo a Brock. Sin duda, podría hablar con cualquiera.

Los modelos fluctuantes de energía enviados por Brock comunicaron:

—¿Vienes, Ames?

—Naturalmente.

—¿Tomarás parte en el torneo?

—¡Sí! —Las líneas de fuerza de Ames fluctuaron irregularmente—. Pensé en una forma artística completamente nueva. Algo realmente insólito.

—¡Qué despilfarro de esfuerzo! ¿Cómo puedes creer que una nueva variante pueda ser concebida tras doscientos mil millones de años? Nada puede haber que sea nuevo. Por un momento Brock quedó fuera de fase e interrumpió la comunicación, y Ames se apresuró en ajustar sus líneas de fuerza. Captó el flujo de los pensamientos de otros emanadores mientras lo hizo; captó la poderosa visión de la extensa galaxia contra el terciopelo de la nada, y las líneas de fuerza pulsada en forma incesante por una multitudinaria vida energética, discurriendo entre las galaxias.

—Por favor, Brock —suplicó Ames—, absorbe mis pensamientos. No los evites. Estuve pensando en manipular la Materia. ¡Imagínate! Una sinfonía de Materia. ¿Por qué molestarse con Energía? Es cierto que nada hay de nuevo en la Energía. ¿Cómo podría ser de otra forma? ¿No nos enseña esto que debemos experimentar con la Materia?

—¡Materia!

Ames interpretó las vibraciones energéticas de Brock como un claro gesto de disgusto.

—¿Por qué no? —dijo—. Nosotros mismos fuimos Materia en otros tiempos… ¡Oh, quizás un trillón de años atrás! ¿Por qué no construir objetos en un medio material? O con formas abstractas, o... escucha, Brock... ¿Por qué no construir una imitación nuestra con Materia, una Materia a nuestra imagen y semejanza, tal como fuimos alguna vez?

—No recuerdo cómo fuimos —dijo Brock—. Nadie lo recuerda.

—Yo lo recuerdo —dijo Ames con seguridad—. No he pensado sino en eso y estoy comenzando a recordar. Brock, déjame que te lo muestre. Dime si tengo razón. Dímelo.

—No. Es ridículo. Es... repugnante.

—Déjame intentarlo, Brock. Hemos sido amigos desde los inicios cuando irradiamos juntos nuestra energía vital, desde el momento en que nos convertimos en lo que ahora somos. ¡Por favor, Brock!

—De acuerdo, pero hazlo rápido.

Ames no sentía aquel temblor a lo largo de sus líneas de fuerza desde... ¿desde cuándo? Si lo intentaba ahora para Brock y funcionaba, se atrevería a manipular la Materia ante la Asamblea de Seres Energéticos que, durante tanto tiempo, esperaban algo novedoso.

La Materia era muy escasa entre las galaxias, pero Ames la reunió, la juntó en un radio de varios años-luz, escogiendo los átomos, dotándola de consistencia arcillosa y conformándola en sentido ovoide.

—¿No lo recuerdas, Brock? —preguntó suavemente—. ¿No era algo parecido?

El vórtice de Brock tembló al entrar en fase.

—No me obligues a recordar. No recuerdo nada.

—Existía una cúspide y ellos la llamaban cabeza. Lo recuerdo tan claramente como te lo digo ahora. —Efectuó una pausa y luego continuó—. Mira, ¿recuerdas algo así? Sobre la parte superior del ovoide apareció la «cabeza».

—¿Qué es eso? —preguntó Brock.

—Es la palabra que designa la cabeza. Los símbolos que representan el sonido de la palabra. Dime que lo recuerdas, Brock.

—Había algo más —dijo Brock con dudas—. Había algo en medio.

Una forma abultada surgió.

—¡Sí! —exclamó Ames—. ¡Es la nariz! —Y la palabra «nariz» apareció en su lugar—. Y también había ojos a cada lado: «Ojo izquierdo..., Ojo derecho».

Ames contempló lo que había conformado, sus líneas de fuerza palpitaban lentamente. ¿Estaba seguro que era algo así?

—La boca y la barbilla —dijo luego— y la nuez de Adán y las clavículas. Recuerdo bien todas las palabras. —Y todas ellas aparecieron escritas junto a la figura ovoide.

—No pensaba en estas cosas desde hace cientos de millones de años —dijo Brock—. ¿Por qué me haces recordarlas? ¿Por qué?

Ames permaneció sumido en sus pensamientos.

—Algo más. Órganos para oír. Algo para escuchar las ondas acústicas. ¡Oídos! ¿Dónde estaban? ¡No puedo recordar dónde estaban!

—¡Olvídalo! —gritó Brock—. ¡Olvídate de los oídos y de todo lo demás! ¡No recuerdes!

—¿Qué hay de malo en recordar? —replicó Ames, desconcertado.

—Porque el exterior no era tan rugoso y frío como eso, sino cálido y suave. Los ojos miraban con ternura y estaban vivos y los labios de la boca temblaban y eran suaves sobre los míos.

Las líneas de fuerza de Brock palpitaban y se agitaban, palpitaban y se agitaban.

—¡Lo lamento! —dijo Ames—. ¡Lo lamento!

—Me has recordado que en otro tiempo fui mujer y supe amar, que esos ojos hacían algo más que ver y que no había nadie que lo hiciera por mí... y ahora no tengo ojos para hacerlo.

Con violencia, ella añadió una porción de materia a la rugosa y áspera cabeza y dijo:

—Ahora, deja que ellos lo hagan —y desapareció.

Y Ames vio y recordó que en otro tiempo él fue un hombre. La fuerza de su vórtice partió la cabeza en dos y partió a través de las galaxias siguiendo las huellas energéticas de Brock, de vuelta al infinito destino de la vida.

Y los ojos de la destrozada cabeza de Materia aún centelleaban con lo que Brock colocó allí en representación de las lágrimas. La cabeza de Materia hizo lo que los seres energéticos ya no podían hacer y lloró por toda la humanidad y por la frágil belleza de los cuerpos que abandonaron un billón de años atrás.

 

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

RESPONDE A LAS SIGUIENTE PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN LECTORA:

 

 

1. ¿Qué tipo de texto es el que acabas de leer?

a)     Narrativo

b)    Expositivo

c)     Argumentativo

d)    Instructivo


2. ¿En qué formato se encuentra este texto?

a)     Múltiple

b)    Mixto

c)     Discontinuo

d)    Continuo


3. Indica el orden en el cual ocurren los sucesos en el texto.

I. Ames se propone experimentar con la materia.

II. Ames juntó la materia y le dio forma.

III. Ames se contacta con Brock.

IV. Ames revela que participará en el torneo.

V. Brock recordó con dolor que antes había sido una mujer.

a. IV-V-III-II-I

b. III-IV-I-II-V

c. IV-III-II-V-I

d. III-IV-II-V-I

 

4. Tomando como referencia lo expresado por Brock, ¿a qué alude el título “Los ojos hacen algo más que ver”?

a)     La parte física del ser humano que contribuye a la expresión de emociones y sentimientos.

b)    El sentido de la vista es el más importante para la comunicación de los seres humanos.

c)     Usamos nuestros ojos para percibir el mundo externo, y para valorarlo.

d)    La carencia del sentido de la vista recuerda a Brock lo que una vez fue.


5. Ames quiso construir una imitación de él, con materia, porque:

a)     Deseaba que Brock recordara quién era antes.

b)    Necesitaba recordar cómo era antes.

c)     Tenía la ilusión de generar una materia igual a ellos.

d)    Quería crear algo completamente novedoso.


6. Del texto se puede afirmar que Ames es .............. y ............:

a)     Altruista - Dadivoso.

b)    Ingenioso - Inteligente.

c)     Sensible – emocional.

d)    Silencioso – Nostálgico.

 

7. Señala la idea que se concluye a partir del siguiente fragmento:

“La cabeza de Materia hizo lo que los seres energéticos ya no podían hacer y lloró por toda la humanidad y por la frágil belleza de los cuerpos que abandonaron un billón de años atrás”.

a)     La belleza interior de las personas permanece en el tiempo y sobrevive a lo material.

b)    El recuerdo de su amistad hizo que la cabeza de Materia llore por toda la humanidad.

c) La dimensión material del ser humano contribuye a la expresión de emociones y sentimientos.

d)    Las personas perseverantes siempre pueden lograr las metas que se proponen.


8. ¿Cuál es el tema del cuento?

a)     Angustia por los cambios radicales de la humanidad en el futuro.

b)    Valoración de la materia en la constitución del universo.

c)     Importancia de la forma corporal en la condición humana.

d)    Transformaciones que deberá enfrentar la sociedad del futuro.


9. Del cuento se deduce que:

a)     Los planetas podrían desaparecer en el futuro, si el ser humano no los cuida.

b)    La Tierra será habitada no por seres humanos, sino por seres energéticos.

c)     En el futuro, los seres humanos podrían abandonar su condición material.

d)    En el futuro, la humanidad empleará las mismas formas de comunicación.


10. ¿Con qué intención el autor ha utilizado un narrador omnisciente en el relato?

a)     Para hacer más ágil la narración de la historia.

b)    Para que podamos conocer mejor el escenario en el que ocurre la historia.

c)     Para que podamos conocer todo lo que los personajes piensan y sienten.

d)    Para facilitar la lectura porque se trata de un texto de ciencia ficción.

 

ACTIVIDAD CREATIVA:

 

1. Crea un cuento de ciencia ficción que aborde los problemas por los que pasarán los humanos en el futuro (por ejemplo: guerras, pandemias, hambre, cambio climático, enfermedad, etc.).