jueves, 19 de febrero de 2015

Entrevista a Willy Gómez Migliaro - Paolo Astorga

Entrevista a Willy Gómez Migliaro
Yo nací poeta. Era como un llamado. Siempre quise serlo”.



Entrevista realizada por: Paolo Astorga


¿Desde cuándo comenzó a escribir? ¿Por qué?
Yo nací poeta. Era como un llamado. Siempre quise serlo.

¿Qué es para usted la Poesía?
Siento que la poesía es otra forma de pensar la vida.

Cuéntenos sobre su vida, sus obras, sus proyectos, su actividad literaria
Mi vida está dedicada a la poesía y al amor. Escribo todos los días.

¿Cómo define su poesía?
Una escritura de retazos en la mente de un chico triste, esquinero de barrio.

¿Cree que el poeta es un ser obsesivo?
Sí, en esa lucha con el lenguaje, enloquece definitivamente.

¿Qué escritores o poetas han influenciado en su producción literaria?
José María Arguedas, Pablo Guevara, Rodolfo Hinostroza, Juan Ramírez Ruiz, Dalmacia Ruiz Rosas Samohod & Montserrat Álvarez.

¿Qué tan importante para usted es la literatura?
Con ella mi mundo funciona.

¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido?
Sí, con todas las causas que impliquen abolir la estupidez, el populismo y la ignorancia.

¿Cuál es el fin de su poética?
Construir campos de acción ilimitados.

¿Cómo ha cambiado su lenguaje poético a través de los años?
De un Frankenstein a otro Frankenstein, todos los días.

Dentro de su producción literaria, ¿Qué obra elegiría usted por optar en una en especial?
Ninguna. Ya no me gustan mis libros de poemas.

¿Qué hace antes de escribir?
Cocino, juego con mis hijos y le pregunto a Margarita cuánto me ama.

¿Qué opinión tiene usted sobre la poesía que se publica en la actualidad?
Es interesante, compro y leo todo o casi todos los libros de poemas que llegan a las librerías.

¿Qué es para usted un buen libro?
Un objeto bello con algunas puertas de emergencia.

¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Cómo autor, qué soluciones le daría a este problema?
Me interesan las editoriales independientes o alternativas, son las mejores. Por ejemplo, puedo nombrar Paracaídas Editores, Hipocampo Editores y Arteidea porque he trabajado con ellos.

¿Cree en los concursos o certámenes literarios?
No, pero los que crean, pues adelante.

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet, como revistas literarias, blogs, páginas sobre literatura, redes sociales, entre otras?
Son interesantes, de ellas recibo mucha información y ayuda a mi escritura.

¿Cuáles son las obras que recomienda leer?
Los comentarios reales de Inca Garcilaso de la Vega
Los ríos profundos de José María Arguedas
Hotel del Cusco & otras ciudades de Pablo Guevara
Consejero del lobo de Rodolfo Hinostroza
Un par de vueltas por la realidad de Juan Ramírez Ruiz
Monte de goce de Enrique Verástegui
Anteparaíso de Raúl Zurita
Symbol de Roger Santiváñez
Pastor de Perros de Domingo de Ramos
Palacio de Justicia de Dalmacia Ruiz Rosas Samohod
Zona dark de Montserrat Álvarez
La insidia del sol sobre las cosas de Germán Carrasco
Octubre de Manuel Fernández

¿Cuál es el consejo que daría a los nóveles poetas?
Leer. Persistir, persistir & persistir.

Por último: ¿desea agregar algo más?
No, muchas gracias por pensar en mí.



Poemas de autor


TRES POEMAS



MASSACRE COMO EN LA ISLA del frontón masacre Bagua la i-
noída de los ríos profundos
masacra peruano con goles y autos robados para verte
pacha hermano masacra la selva
biológica reza masacre aunque digamos tu nombre
aunque no te ame des-
pués de la masacre tengo miedo & escapo
al fondo un pretexto para no volver la sangre al fin confunde mi cuerpo
confunde mi canto confunde mi sexo
seco sobre mí todo vuelve a nosotros sino falta el amor
de primer cielo o campos a la intemperie
arman algo para destruir
el lenguaje con el que vivo
casi fotografías
de cuerpos que cubren el Perú
y parecen borrachos mira tiemblan ante el sur-
gimiento del paisaje           tiemblan
sta. chusma                         vencida
no tengas miedo



AMO DEL SER O LANZA MI DESDICHA al desafío de paz
aunque toda oposición a la oscuridad jala lámparas
en cuclillas sientes aire vicioso de capilla
rodean línea de paz como un campo lejos digno del ganado
regocijo pavas esmeraldas carne escabechada delante de la bodega
o mezquita de santos al cumplir la promesa
habrá encuentros para servir mirar considerar el punto de vista
de los que siguen parados en ese campo
sin paz sin distancia de la emancipación de mujeres
en sus tiendas de antiguas peinadoras con ruleros
amor entrando por la puerta naranjos afuera
prende la belleza a tajos surtidores del goce
de arcos para el esqueleto de fachadas republicanas
con arcángeles de San Rafael del porvenir en la maratón
con algunos dones y el triunfo sobre el puente el único peruano
hecho mierda en los aires viciosos remodelando a vista & paciencia
tu belleza en primera fila de ciclistas y patinadores
con esquelas de la celebración de paz
un acto que envuelve al fin



DESDE LAS EXPOSICIONES de ayar manco a la cumbia tropical
de raudal en raudal la hacemos en escuelas militares
a un paso de los andes al donar los soles
si responde la tolerancia de saber que tienes belleza
no la división al vestir de primavera un país
ya cualquiera intenta saltar no ser una provincia
porque al crear sobrantes vaticinas otra destrucción
de relatar la historia del Perú al fondo
porque al hablar huacos se forma el tiempo de un cuerpo
fardo moderno al levantar cortinas no más
prohibir cualquier denuncia de coser bolsas hace 20 años &
desaparecer el estado de la representación heterogénea
hace 10 años valía era solo cuidar una forma política
hasta llamar al orden todo tipo de mal gusto y curar valles
primero de los signos pero no de cambiar de negar
toda semejanza con el resto


Sobre el autor:
Willy Gómez Migliaro. Lima (1968), es autor de los libros de poesía Etérea (Hipocampo Editores, 2002), Nada como los campos (Hipocampo Editores, 2003), La breve eternidad de Raymundo Nóvak (Hipocampo Editores, 2005), Moridor (Pakarina Ediciones, 2010); Construcción civil (Paracaídas Editores, 2013); Nuevas Batallas (Arteidea Editores, 2014). Compilador del libro OPEMPE, relatos orales asháninka y nomatsiguenga (2009).

miércoles, 18 de febrero de 2015

"Mujer moderna" de Karina Gómez y Lynette Mabel Pérez - Paolo Astorga

Mujer moderna



Mujer moderna
Karina Gómez
Lynette Mabel Pérez
(Verdeblanco Ediciones, 2013)


Mujer moderna, es un canto a la libertad donde el poder reivindicativo, transformador, se encuentra en el corazón mismo de la mujer. La necesidad de sentirse autónoma, de construirse frente a la violencia de una época donde todo es próspero y seguro”.


Escrito por: Paolo Astorga

Mujer moderna (Verdeblanco Ediciones, 2013) de las poetas Karina Gómez (Colombia, 1976) y Lynette Mabel Pérez (Puerto Rico, 1976) es un libro cuyos temas principales son, sin duda, la libertad y la perseverancia frente a la violencia y la indiferencia. Este poemario dividido en dos partes plantea de manera intensa un juego de voces donde el discurso se construye como una denuncia irónica y a la vez estentórea, donde el desenfado y la pasión desbordan en un lirismo que se acerca a lo confesional. En la primera parte denominada “Colombina” de Lynette Pérez, observamos la necesidad por cantar, por expresar, donde la libertad se vuelve patente, allí donde decir es tan importante, urgente, como demostrar que la fuerza es siempre la constante de los que luchan. Como podemos leer en “El hada del hogar”:

Tengo tríceps de acero
Músculos que rivalizan con los de Terminator
me los he ganado a fuerza de restregar pisos
a lomos de una escoba andariega
no permito que nadie diga lo contrario
soy una mujer moderna.

Esa mujer moderna, esa luchadora cotidiana es la que ha ganado la fuerza de la independencia. Su fuerza es la persistencia ante la adversidad, la discriminación y el dolor que causa la indiferencia. Se ha empoderado y con valentía ha construido una identidad en el sufrimiento. Sabe que la única forma de vida posible es la lucha intensa y el reconocimiento y valoración de sí misma. Esto lo sabe muy bien Lynette cuando nos plantea:

Soy,
la que hace manteles con un suspiro,
la que respira toda la desidia del mundo,
la que se entretiene en el hilo de una cuerda floja,
la que se vuelve polvo de estrella,
la que elimina palabras hasta borrarse del todo,
la peor, la maldita la que se de-forma frente al espejo,
la que se re-usa en el telar del silencio,
la que se fragmenta o moderniza en una inhalación,
la que recorre el horizonte quebrado del recuerdo.

El erotismo también puebla el libro de manera viva. Sin embargo, hay un hálito de frustración, de inseguridad, de angustiante insatisfacción. La nada reclama su sitial y avienta a construir una melancolía frente a la insignificancia. La negación de la herida solo hace que las máscaras aparezcan y se muestre en su real magnitud de la desolación:

Colombina

Fabrico una careta con los agrios colores de la risa, denso maquillaje que matiza mis ojos. Pinto de rojo este rictus amargo, delineo cada carcajada con lápiz labial. Patética Colombina hurgando en su baúl de recuerdos. Disfraces de muerte sobre el escenario de la vida. Mi nariz está roja: rota. La ha quebrado la asfixia. Pies pequeños que no llenan mis zapatos, me han quedado grandes. Mis manos no rellenan los bolsillos, estoy cubierta de harapos. Soy hija de la carencia, mi vida está hecha de remiendos. Estoy más cerca del infierno que del cielo. El derrumbe ha empezado, nada puede pararlo. El precipicio es hondo, inevitable la caída. Las candas matan, las risas no sirven de escudo cuando mi peor enemiga soy yo misma, un fantasma que ríe en circos inertes. Las dagas del sarcasmo se han quedado cortas. Basta con cerrar los ojos para que me acuchillen las palabras, la única receta para no morir.


En la segunda parte denominada “Lilith” de Karina Gómez podemos ver un discurso centrado más en los tópicos de la identidad como rebeldía ante la culpa y el pecado. La mujer en la historia ha sido siempre vista como el símbolo de la perdición, como la tentación más abominable, sin embargo, la poeta enfrenta ese destino y se apropia de una voz desafiante contra el machismo aún imperante en nuestra sociedad:

Puta, sirvienta e hipócrita

He salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello.
Anne Sexton

No estoy hecha para vaciar
el contenido de tu escroto,
ni para preparar tu comida
y limpiarte la casa
o para esperarte sonriente
aunque me trates mal
-estás confundido-
no soy la mujer que esperas.
La primera se llama puta,
la segunda se llama sirvienta,
la tercera se llama hipócrita.
Perdón,
no soy ninguna de las tres.


Como vemos el amor y el pecado se mezclan en “Lilith”. La frustración, sin embargo, es el dolor de lo incompleto, lo inacabado que genera la angustia. Es el dolor nuevamente, esa bella prisión de la que queremos liberarnos, pero que no hay mayor salida que la resignación o lucha constante con nosotros mismos:

Pecador

Pecador de muchos mundos, vuelve a pecar en mí. Estira tu mano y palpa mis vestiduras. Harapos mugrientos de la vida. Desgárralos. Quita cada prenda que me cubre, cada trozo de carne o de tejido que nos separa. Dispérsalos por el suelo. Desnúdame. Bébete mi sangre para que entiendas mis tormentos. Aprisiona entre mis manos la voluptuosidad de mis temores. Muérdeme. Succiona el veneno que corre por mis venas y escúpelo sobre mi vientre. Acaricia las puertas de mi infierno; ábrelas para que fluyan mis demonios. Derrama tus creencias en mis rincones. Bendíceme. Túmbame sobre tu pecho. Haz de mí el mayor de tus pecados. Llena mis oídos de aventuras. Relatos de fuga y libertad. Dame tus vivencias para llenar con ella este vacío que me contiene. Una vez más, hazle el amor a mis neuronas. Penetra mi alma. Hazme translúcida para ti. Quiero sentirte dentro. Quiero sentirme completa. Amolda tu milagro a mi pecado. Lame mis tristezas. Cubre mis miedos con tu saliva. Recorre mis adentros. Haz un nuevo mapa de mí. Marca con cruces mis tierras baldías. Descúbreme. Cuéntame tus hallazgos. Apropíate de ellas y edifica una nueva celda para ti. Recoge mis huesos. Haz de ellos tus barrotes. Usa  mi carne de colchón, mis senos como almohada. Cubre con mi piel la frialdad de tus noches. Enciende mis gemidos para que rompan tus silencios. Pecador de muchos mundos, de experiencias innombrables, redímete en mí. Energízame con tu risa. Lléname de vida. Enséñame a soñar. Dame la sensibilidad de tu espíritu. Dame la fortaleza de tu carácter. Dame un poco de tu luz. Pecador de muchos mundos, libérame a tu prisión.

En conclusión, Mujer moderna, es un canto a la libertad donde el poder reivindicativo, transformador, se encuentra en el corazón mismo de la mujer. La necesidad de sentirse autónoma, de construirse frente a la violencia de una época donde todo es próspero y seguro. La mujer moderna es aquella que impregna al mundo con su fortaleza, con su dulzura y erotismo; pues, es, a fin de cuentas, vida.

domingo, 15 de febrero de 2015

Entrevista a Fernando Morote - Paolo Astorga

Entrevista a Fernando Morote
Los textos deben hablar por su autor; el autor no debe pasarse el tiempo hablando de sus textos”.



Entrevista realizada por: Paolo Astorga


¿Desde cuándo comenzó a escribir? ¿Por qué?
Empecé a escribir desde niño como una manera de liberar tensiones.

¿Qué es para usted ser escritor?
Un acto de lealtad conmigo mismo.

Cuéntenos sobre su vida, sus obras, sus proyectos, su actividad literaria.
Estudié en un colegio italiano y fui a una universidad nacional. Consumí drogas por 15 años. Quise ser abogado, también probé la actuación, además hice cursos de creación literaria. Luego inicié un proceso de recuperación personal y retomé la escritura como vocación. He escrito dos novelas, un libro de relatos y un poemario. Hace poco he terminado un nuevo libro que estoy viendo cómo publicar. Colaboro con revistas de Lima y Madrid, donde escribo artículos culturales y de cine clásico.

¿Cómo define su narrativa?
Uso un lenguaje directo, mezclando términos académicos con palabras sucias para crear un efecto de humor. Construyo las historias siguiendo un esquema de fragmentación de escenas. Exploro siempre nuevos formatos.

¿Cree que el escritor es un ser obsesivo?
Lo es por naturaleza. Más allá de eso, el escritor debe ser siempre un provocador.

¿Qué escritores o poetas han influenciado en su producción literaria?
Ribeyro y Kafka.

¿Qué tan importante para usted es la literatura?
Tanto como para permanecer alejado del cementerio, la cárcel o el manicomio.

¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido?
El escritor debe estar comprometido principalmente con su vocación. Lo demás es para los demás.

¿Cuál es el fin de su narrativa?
Reconciliarme conmigo mismo.

¿Cómo ha cambiado su lenguaje literario a través de los años?
Al mudarme de país, se ha enriquecido con el choque cultural. El ejercicio diario, las lecturas y la apreciación de otras disciplinas artísticas le van otorgando cada vez más pistas nuevas de desarrollo.

Dentro de su  producción literaria, ¿Qué obra elegiría usted por optar en una en especial?
Cada una representa un reto diferente. Todas cumplen su función dentro del grupo. No puedo poner a una por encima o por debajo de la otra.

¿Qué hace antes de escribir?
Ponerme como un demonio. Cuando finalmente empiezo, me pongo peor. Necesito hacer varias cosas a la vez –como escuchar música, ver una película, leer partes de un libro- para mantener un cierto equilibrio.

¿Qué es para usted un buen libro?
Un objeto de arte que desafía al lector y le produce algún tipo de deleite físico, mental o espiritual.

¿Qué opinión tiene usted sobre la narrativa que se publica en la actualidad?
Igual que siempre, hay buena y mala. Por lo general unos tienen el talento, otros la fama.

¿Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Cómo autor, qué soluciones le daría a este problema?
Ganar más dinero trabajando en algo que no tenga que ver con la literatura. Escribir no cuesta nada, pero publicar es muy caro.

¿Cree en los concursos o certámenes literarios?
Einstein tiene una frase genial que lo explica de manera clara y simple: "No todo lo que cuenta puede ser cuantificado y no todo lo que puede ser cuantificado cuenta".

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet, como revistas literarias, blogs, páginas sobre literatura, redes sociales, entre otras?
Cubren un espacio que estaba vacío. Proveen oportunidades que antes no existían.

¿Cuáles son las obras que recomienda leer?
“La palabra del mudo” de Julio Ramón Ribeyro, “El proceso” de Franz Kafka, “El filo de la navaja” de Somerset Maugham, “A sangre fría” de Truman Capote, “El lobo estepario” de Hermann Hesse.

¿Cuál es el consejo que daría a los escritores que recién se inician en la narrativa?
Nadar contra la corriente.

Por último: ¿desea agregar algo más?
Los textos deben hablar por su autor; el autor no debe pasarse el tiempo hablando de sus textos.




Cuento del autor


Pájaros madrugadores


A pocas horas de amanecer, saliendo bien enfundado del “Juanito”, me encontré después de mucho tiempo con el poeta Coco López. Marginado por su familia, rechazado por los vecinos, desahuciado por todo el mundo, estaba igualito que siempre: flaco, encorvado, anteojudo, tronado y sucio. Pero lúcido. En estado cuneiforme, además. Apenas me vio, sin saludarme siquiera, me soltó a boca de jarro una andanada de poemas míos escritos varios años atrás. Luego me dio un abrazo y declaró que nunca dejó de admirar mi estilo descarnado de escribir. “Despojado de cojudeces líricas”, remarcó. En un segundo me pareció que estaba enamorado de mí. O que al menos yo le gustaba, porque el resto de la noche no perdió la oportunidad de tocarme. Coco López es un poeta con tendencias muy respetables.

Me invitó a su casa. Una vivienda de 2 pisos, con amplios salones, enormes ventanales y patio interior. El curioso detalle era que no tenía un solo mueble. Resultaba obvio que en un tiempo había sido el hogar familiar, pero ahora tampoco se podía negar que todos habían huido, dejándola abandonada. Y a mi querido amigo junto con ella.

Lo primero que hizo al llegar fue mostrarme su dormitorio. Un espacio vacío rodeado de libros, sólo un colchón sin sábanas ocupando la mitad del piso. En un rincón un viejo televisor malogrado sobre una mesita con ruedas. El resto del decorado estaba compuesto por un abanico de lapiceros, ceniceros, vasos, botellas, cigarros, tragos y residuos de drogas desperdigados por todas partes. Lo que quedaba de la noche se perfilaba, con todos esos elementos alrededor, como una experiencia altamente productiva.

—Dirás que soy un loco o un huachafo —dijo Coco, sentándose sobre el descolorido suelo de parquet en posición flor de loto—, pero el único consuelo que tengo es que ninguna mujer se acercará jamás a mí por interés.
Yo lo imité, sentándome de la misma manera frente a él.
—Tengo mis dudas —dije—. Y muy serias, mi querido Coco.
—¿Por qué?
—Mis dudas nunca se ríen.     
—Escucha bien esto, amigo: Para mí, hacer el mínimo esfuerzo es un gran esfuerzo.
—No pierdes la costumbre de ser un charlatán.
—Que desdeñe el apego por los bienes materiales no significa que me obsesione por vivir en la miseria.
—Entiendo muy bien eso.
Coco buscó una botella. Todas estaban vacías.
—Dame un minuto.
Se levantó y caminó unos pasos hasta el baño. Escuché que abrió y cerró una caja de metal. Regresó con un frasco de plástico en la mano. Etiqueta blanca, letras rojas.
—Es lo único que tengo. ¿No te molesta?
No me gustó mucho la idea, pero ya que estaba montado en el caballo había que continuar.
—¿Tienes algo con qué mezclarlo? —pregunté.
—Lo dudo, pero puedo buscar en la cocina.
Asentí. Se fue de nuevo y volvió al rato cargando una jarra de loza.
—¿Qué es? —indagué.
—Emoliente.
Tampoco me gustó mucho la idea, pero no quería volver a casa tan temprano.
—Ahora es cuando recién estoy completo —Coco trasegó el contenido del frasco a la jarra e hizo un movimiento circular para mezclar los líquidos—. No me falta nada: me han dicho que huelo mal, que me corte el pelo, que me asee; le debo a todo el mundo; me llevaron preso, pasé 12 horas en cana; en fin, ¿qué más puedo pedir? Llevo una vida de contrasuelazos. Para superarlo me he impuesto la misión de convertir toda la basura que me rodea en arte.
Entonces me extendió un vaso de plástico y me sirvió un trago.
—Hay errores en la vida que tienen efectos creativos —dije.
El emoliente estaba helado. Pero el alcohol yodado me hizo hervir las entrañas. Nunca antes había experimentado tal sensación de ardor en el esófago. Supuse que después de esa noche podía quedarme ciego. No entendía cómo Coco podía mantener el aplomo.
—Quiero sobrevolar por las cumbres, como los cóndores —ésa fue casi una declamación del gran Coco—. No reptar en los pantanos, como los gusanos.
—¿Sabes que no estás solo? —me atreví a animarlo—. Abraham Valdelomar era morfinómano, Cesar Vallejo fumador de opio…
—No tenía idea.
—Sin embargo hoy el Perú los admira y adora….
—¿Crees de verdad que el Perú los admira y adora?
—No lo sé. En todo caso, no importa. Lo realmente valioso es lo que nos dejaron a ti y a mí como ejemplo a seguir.
—Vallejo siempre me ha perturbado.
—¿Porque se drogaba como un demonio?
—No, porque no lo entiendo. Aristóteles decía que lo raro despierta admiración. Y Vallejo es absolutamente raro, ¿no te parece?
Coco extrajo de su bolsillo un panfleto escrito a mano. Los textos en rojo, me dijo, eran consecuencia de la producción y descripción de imágenes visuales desarrolladas bajo estado hipnoide. Explicó que eso sucedió durante una temporada que su familia lo internó a la fuerza en el hospital Larco Herrera.
—Escribir es mi único refugio —concluyó.
—Todo artista es el resultado de un sufrimiento existencial.
—Yo creo que una de las grandes razones por las cuales el hombre se entrega al arte es la timidez.
—Los artistas son personas elegidas por Dios para pegarles en el culo a los imbéciles.
—Cuando confiesas que eres un hombre culto, inmediatamente sospechan de ti y te consideran peligroso. Mis padres decían que alentaban mi vocación y mira lo que hicieron.
—La forma como reaccionamos ante las circunstancias es lo que nos hace seres ordinarios o diferentes. No somos seres comunes, Coco. Somos extra-ordinarios.
—Hombres ordinarios para situaciones ordinarias; hombres extraordinarios para situaciones extraordinarias. Más simple no puede ser. Romper estas equivalencias supone truncar los desarrollos humanos. De cualquier modo se los agradezco porque si no tuviera el tipo de experiencias que tengo, no podría ser escritor. Sería sólo un habitante más, común y corriente, de este hermoso planeta.
—Nadie dijo que escoger el camino del arte como forma de vida era la vía más fácil. Recuerda a Van Gogh, a Gauguin. Es más, ya viste que muchas veces la gente de tu propia familia, tus seres queridos más cercanos, aquellos que más te aman, son los que más te desaniman, los que más te presionan para que dejes de escribir. Te dicen “lo que más quiero en la vida es que sigas escribiendo” o “sería la persona más feliz del mundo si pudieras vivir de lo que escribes”, pero en el fondo, en su fuero más íntimo, sólo quieren que trabajes como los demás, en un trabajo vulgar, como la gente “normal”, porque -según ellos- ésa es la única realidad válida de la vida. Debido a esa mentalidad, el escritor peruano tiene que sobrevivir como las putas, haciendo cosas que no quiere y que no debe.
—Escribir es mi verdadero trabajo. He cometido siempre el error de decir que “trabajo y en mis momentos libres escribo”. Es exactamente al revés. ¿Sí o no? Sólo soy feliz y libre cuando escribo. Ahora claro, si escribir es un trabajo, digamos que para mí es uno eventual; una especie de cachuelo. Escribir, en mi caso, es sinónimo de meterse en problemas. De todo tipo: existenciales, familiares, sexuales, sociales. Pero es justo lo que deseo y necesito para sentirme comprometido con mi vocación. Eso significa para mí ser romántico. A la literatura hay que tratarla como a las mujeres: de lejos, nomás. Si se mezcla uno mucho con ella, está condenado a perder. Un escritor debe tratar a la literatura como a su querida, jamás como a su esposa; corre el riesgo de cansarse pronto y de buscar placer en otros menesteres. No es aconsejable estudiar demasiado a la literatura; es preferible que la literatura lo estudie a uno.
No sé por qué se me ocurrió en ese momento recordar una frase que Picasso dijo a uno de sus discípulos:
— “Para descomponer una cosa, primero hay que saber componerla”.
—Soy un genio cuando las ideas están en mi mente —prosiguió Coco, como si no hubiera escuchado una palabra—, pero cuando me pongo a escribir, entonces soy el hombre más desgraciado sobre la tierra. Me deprime descubrir a cada paso lo poco original que soy. Bastante basura se ha escrito en los libros hasta el día de hoy. Con mucho orgullo, puedo decir que yo también he puesto mi aporte. Mucha gente me pregunta por qué escribo así, tan desdichadamente. Yo respondo simplemente porque los tiempos no están para ricuras.
Te conozco bien, Coco. La razón por la que nunca has ganado un concurso de cuentos es que un ají no puede jamás salir victorioso de una competencia entre mazamorras.       
—Escuché una vez las declaraciones de una escritora famosa. Decía que al descubrir su vocación empezó a escribir, pero sólo se sintió escritora cuando comprobó que estaba viviendo de ello. ¿Te imaginas eso? ¿Significa que si no vivía de lo que escribía no se consideraba escritora? Una declaración como ésa deja fuera del mundo de los escritores a idiotas como Kafka, Joyce, Vallejo, Faulkner y demás papanatas que nunca lograron vivir de lo que escribían. Pobres infelices mediocres.
—La literatura es una forma de evitar decir idioteces en público, pero a veces ni la literatura puede impedirlo.
—Conozco muchos escritores que deberían avergonzarse de lo que escriben. Uno de ellos soy yo mismo. Cualquier persona que lea lo que escribo podrá darse cuenta de que no soy un intelectual.
—Los lectores no merecen ningún respeto, Coco. Los conceptos estéticos vienen de acuerdo a la inteligencia de las personas. El hombre luminoso apreciará lo interior, tendrá capacidad para reconocer, descubrir y amar lo raro, lo extraño, tal vez lo exótico. Al hombre estúpido, en cambio, le gustará lo simple y puramente bonito.
—Respeto las opiniones de amigos como tú, pero en realidad no cuentan para valorar mi trabajo. Precisamente porque son mis amigos y es muy poco lo que saben de literatura y del quehacer literario. La pregunta que yo mismo me hago y cae por su propio peso es: ¿sé yo algo de literatura y del quehacer literario? En realidad no me interesa ser parte de nada. Me refiero a la comunidad de escritores. No me atraen los grupos, salvo por la posibilidad de levantarme una buena hembrita. Una poeta, quizás, o una periodista. Una crítica no estaría mal. Pero después de eso, nada. Todo es un floreo mutuo entre amigos. Sólo escribo para entender mi propia vida y para rendir homenaje a cada una de las etapas que he vivido y a las personas que forman parte de ellas.
—Entonces hay que seguir adelante.
—Mañana inicio un nuevo proceso. Tengo la sensación de que otra vez me tirarán los originales por la cara. Con tanta gente estrecha en este país, todo es posible. Por lo pronto, ya me adelantaron que el presidente del instituto es un hombre muy fino y que, por tal razón, tal vez existan inconvenientes para que apruebe mis textos.
—Ya temías algo así, ¿cierto?
—Me pidieron que escriba una carta explicando la intención del libro. La última vez rechazaron la solicitud porque el material “se alejaba demasiado de lo que ellos buscan”. Después dijeron “sin comentarios”. Entre paréntesis agregaron “No se pueden romper tantos esquemas”. Finalmente dijeron que el destino del manuscrito, debido a la sobrecarga de papel, sería el incinerador, y me aconsejaron no regresar más.
 —No tiene caso seguir buscando apoyo editorial en organismos gubernamentales. Lo más práctico es aceptar la realidad.
—No voy a escribir otra cosa sólo para satisfacer las expectativas de los demás. Comprendo que estoy fuera del circuito escribiendo lo que escribo. Pero, como dice Buñuel, “desafortunadamente no tengo otras ideas”. Tampoco me interesa escribir otra cosa. Tengo que ser honesto. Y escribir otra cosa, sólo para lograr aceptación de editoriales o agentes, sería como traicionarme a mí mismo.
Bien dicho, mi hermano.
Coco sacó de alguna parte un viejo álbum de Eric Clapton. Pero no había tocadiscos a la vista.
—De todos modos, escuchar música es un placer máximo cuando se disfruta en soledad.
Entonces empezó a cantar “Wonderful tonight”. Su inglés era bastante bueno. Nos aproximamos mirándonos fijamente a los ojos. Nos desnudamos el uno delante del otro, en silencio, y nos tomamos de las manos. Coco rebuscó entre sus libros. Halló una revista que en una de sus páginas interiores albergaba una copia de “La mujer desnuda acostada” de Van Gogh. La modelo sin ropa, de espaldas al pintor, exhibía una larga trenza negra, pero también unas recias nalgas. El detalle más conmovedor estribaba en que Coco, usando un colorete rojo incandescente, había dibujado sobre la comisura de esos carrillos algo envejecidos unos labios perturbadores, parecidos a los de Marylin Monroe.

Muchas cosas aprendí aquella noche de la conversación con mi querido amigo Coco López:

-Hay gente que hace poesía sin saberlo. Mientras que otros, como yo, por más que nos esforzamos nunca lo conseguimos. Lo único que queda entonces es estar atento para registrar lo más valioso que se llega a escuchar y llevarse luego los aplausos. Creo que éste es, en el fondo, el trabajo de un escritor.
-Muchos tratan de escribir creando belleza. Intentan ser elegantes con el lenguaje que emplean. Pretenden ser finos. Pero se olvidan que la belleza y la elegancia actuales residen en la crudeza y la suciedad. La frescura del lenguaje está en la ironía, el caos, el absurdo. No en la intelectualidad asfixiante. La actitud es lo que realmente cuenta al momento de escribir. Las palabras son sólo vehículos. Un lenguaje fino, elegante, intelectual sólo consigue que el lector busque otra cosa que hacer. Drogarse, por ejemplo.
-En arte, como en cualquier otra disciplina, hay dos clases de maestros: los que simplemente hacen las cosas y los que las explican. Generalmente entre los que explican casi nunca están los verdaderos artistas.
-Para poder limpiarse el recto, primero hay que cagar. En eso consiste el arte de escribir.
-Con la frondosa e infinita imaginación que me manejo es inevitable que sea escritor. De hecho, con esta cualidad insuperable y exquisita, que muchas veces me lleva a vivir literalmente en otros planetas, no podría ser otra cosa. Bueno, otra cosa no soy. Si fuera una persona normal, racional, sensata, centrada, no sería escritor.
-Un escritor debe escribir lo que tiene que escribir; no lo que los demás esperan o desean que escriba. Un escritor debe ser fiel a sí mismo y expresarse por encima de lo que imponga la crítica, la moda o el mercado.
-Tienes que ser libre para escribir. Pero también tienes que ser libre para leer. Los intelectuales (o quienes creen serlo) lamentablemente poseen (o sufren) la cualidad de analizarlo (y arruinarlo) todo. Los intelectuales matan el arte.
-A los artistas, más que por lo que hacen, se les conoce por lo que piensan, por lo que sienten, pero sobre todo por la  forma en que viven.
-Con la crisis económica actual se puede también aprender muchos conceptos nuevos. Inflación, circulación, recesión…son términos ahora fácilmente comprensibles puesto que forman parte de nuestras propias vidas. Éste es, sin embargo, uno de esos extraños procesos de aprendizaje en los que el estómago sufre más que la cabeza.
-Si eres artista, la plata nunca es suficiente para comprar ropa o comida, pero siempre alcanza para las pistolas.


Sobre el autor:
Fernando Morote. Piura, Perú-1962. Autor de las novelas “Los quehaceres de un zángano” (2009) y “Polvos ilegales, agarres malditos” (2011), el libro de relatos “Brindis, bromas y bramidos” (2013) y el poemario “Poesía Metal-Mecánica” (1994). Colaborador del Periódico Irreverentes de Madrid donde escribe, entre otros temas, artículos sobre cine clásico. Vive en Nueva York y trabaja como supervisor en una compañía de limpieza.


martes, 10 de febrero de 2015

"Palabra de occiso" de Jonathan Estrada - Paolo Astorga

Palabra de occiso

Palabra de occiso
Jonathan Estrada
(Kovac Editores, 2013)


“El poeta denuncia esa soledad de lo virtual, la melancolía que nos ha transformado en pusilánimes que al escapar de su propia realidad han perdido el sentido de su propia humanidad”.


Escrito por: Paolo Astorga

Palabra de occiso (Kovac Editores, 2013) del poeta peruano Jonathan Estrada (Lima, 1984) es un libro donde el testimonio de lo decadente deja su huella desoladora. El poeta se enfrenta a una realidad desmitificada y diluida en la culpa y la estupidez irracional. La hipocresía es el símbolo de lo real donde la inmensidad y la necesidad de decir, de denunciar las apariencias y lo podrido de las heridas de este mundo que se ha vuelto feliz en medio de miasmas y el hiperconsumo, hacen del vate un visionario, un testigo en carne propia del desmoronamiento del ser.

Dios es una moneda,
Que abulta los templos y centavos
En la colina de las cantatas
Y los reflectores en abundante secuencia.
Para ser desde su ruma
monumento de envidia y monolito de penitencia.

A lo largo de este intenso poemario vemos cómo la angustia se presenta como la violencia de la melancolía. La nada, el vacío de la existencia es simplemente la debilidad de la carne ante los deseos de ser y tener lo que se desea. El temor se convierte en iniquidad, en indiferencia frente al sentir que el mundo se destruye así mismo. El poeta ha visionado un apocalipsis cuya catástrofe es la cotidianidad, la rutina, el hábito del hombre "súper" que ha aceptado que lo violen sin parar y ha dejado de lado la necesidad de ser sustancia para convertirse en apariencia, en objeto de consumo colgado como res para ser devorado:

Porque las leyes ya no vienen de las tablas
Sino de las actas selladas del anonimato,
Que se escurre, se zambulle y te percude,
Hasta el haber soñado con volar…
Porque el vuelo es metálico,
Y el nado un eco de lo que fue un espacio llamado sueño.
Porque el beso está en vitrina
Y el amor a un tris de vivirse en foto,
Sonriendo en pálido intento,
Pues todos tienen que verlo
Y no hay peor eco que el rumor cero.

Y entonces el poeta en la incertidumbre de su ser encuentra el enigma de la muerte. Nuevamente el pensamiento es nada porque la angustia ante la muerte es inminente. Lo peor es tener conciencia de que es inevitable, de que la depredación es una actividad común, de que estamos obligados a una cruenta batalla contra nosotros mismos y la violencia de la sinrazón que se construye para divertirnos, para hacernos partícipes de nuestra lucha insignificante contra el mundo y sus “cuervos” que nos miran esperando incesantemente engullir nuestra carne doblegada por la satisfacción fofa de la felicidad.

Ese retraso que te agobia hasta la giba del puerco
 sonriente,
Esa solución magna que respeto y que atollo al tirar de la
 cadena,
Ese pararme cada día, cada hermoso día
En el umbral de la cornisa;
Y mirar los cuervos, cara a cara… siempre al acecho.

Como vemos este libro intenta despertar en nosotros no una conciencia que nos haga responsables de nuestro propio suicidio, sino entender que hemos perdido el sentido de nuestras alas de Ícaro y la rebeldía de querer liberarnos en medio de lo agreste. Nos hemos acobardado ante la cruda realidad que nos nace al estar solos y sin escusas ante un mundo que ya no quiere mirarse a sí mismo y entender que no hay otros, sino que uno es lo que se ha hecho. El poeta denuncia esa soledad de lo virtual, la melancolía que nos ha transformado en pusilánimes que al escapar de su propia realidad han perdido el sentido de su propia humanidad:

Desaparezco
Y con nosotros el girar de los brazos en círculos
Y las sombras juguetonas; maquillaje de apagones.
Las soledades eternas, que crujían sin espanto
Con la oreja pegada a la estación
En la hora sucedánea que pulía el encanto
Y esfumaba en pedazos los delirios.

(…)

Y la certeza de la inocencia, ametrallada
Y la campana de la escuela, saboteada
Y la escritura en contratapa, dinosauria
Y las estrellas de albedrío, asesinadas…
En el firmamento de una céntrica y fluorescente plaza.

(…)

Has vencido universo.
Allá me voy a recostare
Con mis amados ceros
Y mis queridos unos
Mis ceros y unos
Ceros y unos…

Observamos pues, esa disolución inminente en lo repetitivo que destruye y desvirtúa toda necesidad de asirse a un ideal, a un sueño.  La palabra es de la muerte, la única palabra posible que se produce desde lo inmóvil, la nada que apasiona, que se presenta como una salida, como un lugar posible que al final solo es un paliativo del sufrimiento eterno. Es la muerte, entonces, un fetiche para seguir siendo.

Cómete la tierra de gusto,
Porque no hay sabor más fresco.
Tómate la sangre y envenena cada vínculo de tu seso
Pues no hay mayor cáliz que el saberse sólo dueño de un
 féretro
Inquilino de una caja, invasor de un hueco.

En suma, Palabra de occiso de Jonathan Estrada, busca denunciar de un  modo crudo y visceral la necesidad por reencontrarnos en la melancolía de lo humano. He allí este libro entre la falsedad y el narcótico de los que viven amando a sus fetiches, a sus paraísos artificiales sin saber que su carne se pudre y la muerte los traga lentamente. He allí el poeta, un visionario, que desde la muerte como signo construye un libro desgarrador y a la vez testimonio de una realidad que se disfraza de encanto y lucidez.