martes, 21 de marzo de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre pensamiento crítico


PRÁCTICA DE COMPRENSIÓN LECTORA:
LEEMOS UN TEXTO ARGUMENTATIVO SOBRE PENSAMIENTO CRÍTICO
 
 
PRÁCTICA DE COMPRENSIÓN LECTORA


LECTURA:
PENSAR ES UNA ACCIÓN

Pensar es una acción. Para todos los intelectuales en ciernes, los pensamientos son el laboratorio en el que se formulan preguntas y se encuentran respuestas, y el lugar en el que se unen las visiones de la teoría y la práctica. El motor del pensamiento crítico es el anhelo de saber, de comprender cómo funciona la vida. Los niños están predispuestos de forma natural a ser pensadores críticos. Más allá de las fronteras de raza, clase social y género y de sus circunstancias concretas, los niños entran en el mundo de la maravilla y el lenguaje consumidos por el deseo de conocimiento. A veces están tan ansiosos por saber que no dejan de formular preguntas una y otra vez, exigiendo conocer el quién, el qué, el cuándo, el dónde y el porqué de la vida. Buscando respuestas, aprenden de forma casi instintiva cómo pensar.
 
Por desgracia, la pasión de los niños por el pensamiento suele terminar cuando se topan con un mundo que pretende educarlos tan solo en la conformidad y la obediencia. A muchos niños se les enseña muy pronto que pensar es peligroso. Y, lamentablemente, estos niños dejan de disfrutar del proceso de pensar y empiezan a tener miedo de la mente pensante. Ya sea en sus casas, con padres que les enseñan, mediante un modelo basado en la disciplina y el castigo, que es mejor decantarse por la obediencia antes que por la conciencia de sí mismos y la autodeterminación, o bien en las escuelas, donde el pensamiento independiente no se considera un comportamiento aceptable, la mayoría de los niños estadounidenses aprenden a olvidar la idea de que pensar es una actividad apasionada y placentera.
 
Cuando los estudiantes llegan a las aulas universitarias, la mayoría tienen miedo de pensar. Y los que carecen de ese temor, a menudo van a clase asumiendo que no será necesario pensar, que todo lo que tendrán que hacer es procesar información y vomitarla en los momentos adecuados. En los espacios tradicionales de educación superior, los estudiantes se encuentran de nuevo en un mundo donde no se fomenta el pensamiento independiente.
 
Por suerte, hay algunas clases en las que determinados profesores sí se proponen educar en la práctica de la libertad. En estos espacios, el pensamiento, y en concreto el pensamiento crítico, es lo más importante.
 
(…)
 
En palabras más sencillas, el pensamiento crítico implica, en primer lugar, descubrir el quién, el qué, el cuándo, el dónde y el cómo de las cosas —encontrar las respuestas para las eternas preguntas de los niños curiosos—, y luego usar ese conocimiento de forma que nos permita determinar qué es lo más importante.
 
Extraído y adaptado de: HOOKS, Bell (2022) Enseñar pensamiento crítico. España. Rayo Verde Editorial S.L.
 

RESPONDE:
1. Según el texto, se infiere que el término laboratorio se relaciona con:
a) Lugar solo para los intelectuales.
b) Espacio amplio donde se ponen a prueba experimentos de física y química.
c) Lugar para el análisis y procesamiento.
d) Espacio donde se practica lo que no se sabe.
 
2. ¿Cuál es el motor del pensamiento crítico según el texto?
a) El anhelo de saber y de comprender cómo funciona la vida.
b) La necesidad de poner en práctica aquello que se tiene en la memoria.
c) El lenguaje que se usa para explicar las cosas.
d) El instinto que todos tenemos desde que nacemos.
 
3. Se infiere que los niños están más predispuestos a ser pensadores críticos porque:
a)     Aún son muy pequeños.
b)     Poseen mucha curiosidad y anhelo por conocer.
c)      Suelen ser más receptivos a lo que sus padres les dicen.
d)     Tienen gran conocimiento del mundo que los rodea.
 
4. Según el texto, ¿por qué muchos niños dejan de disfrutar del proceso de pensar y comienzan a tener miedo de la mente pensante?
a) Por temor a ser víctimas de sus propios pensamientos.
b) Porque no es bueno poseer curiosidad y hacer preguntas cuando se es niño.
c) Porque la vida no necesita que nos hagamos preguntas.
d) Por temor, ya que se les enseña que pensar es peligroso.
 
5. ¿Qué se infiere por “pensamiento independiente”?
a) Son aquellas ideas que se inculcan a los niños desde pequeños.
b) Son maneras de pensar que nacen en ámbitos académicos tradicionales.
c) Es aquel pensamiento que nace de una mente libre que puede pensar por sí misma.
d) Es el desarrollo del pensamiento instintivo que solo poseen los niños.
 
6. Según el texto, no pensar críticamente genera:
a) Conformidad y obediencia.
b) Practicidad y comprensión.
c) Miedo y silencio.
d) Motivación y cambio.
 
7. ¿Por qué es importante la función del profesor en la formación del pensamiento crítico?

 

 

 


8. ¿Por qué los niños pierden su pasión por el pensamiento crítico en su proceso educativo?

 

 

 


9. ¿Por qué, según el texto, el pensamiento crítico nos hace determinar qué es lo más importante?

 

 

 


10. ¿Estás de acuerdo con la idea de que a los niños se les enseña muy pronto que pensar es peligroso? ¿Por qué?

 

 

 

 


SOLUCIÓN:
1C
2A
3B
4D
5C
6A
7.- Posible respuesta: Es importante, ya que son ellos quienes tienen el poder de motivar y guiar a los estudiantes en el proceso de pensar de forma independiente y crítica, y de enseñarles las herramientas necesarias para hacerlo de manera efectiva.
8.- Posible respuesta: Los niños pierden su pasión por el pensamiento crítico en su proceso educativo porque muchas veces se les enseña desde temprana edad que pensar de forma independiente y cuestionar las cosas no es aceptable, y que es mejor conformarse y obedecer.
9.-Posible respuesta: Según el texto, el pensamiento crítico nos hace determinar qué es lo más importante porque implica utilizar el conocimiento adquirido para evaluar y analizar de manera objetiva la información, identificar las relaciones entre ideas y conceptos, y comprender la relevancia y la validez de la información. A través de este proceso de análisis y evaluación, podemos determinar cuál es la información más importante y relevante para nuestras necesidades y objetivos. En otras palabras, el pensamiento crítico nos ayuda a filtrar la información y centrarnos en lo que es esencial.
10.- Posible respuesta: El estudiante debe reflexionar sobre el texto y dar su postura respecto a la pregunta ya sea a favor o en contra para luego sustentarla con argumentos. Una posible respuesta sería: Sí, estoy de acuerdo con esta idea. Muchas veces se les enseña a los niños que deben seguir las órdenes sin cuestionarlas, lo que puede desalentar el pensamiento crítico. Además, se les castiga cuando hacen preguntas difíciles de responder, lo que puede llevarlos a pensar que es mejor no hacer preguntas en absoluto.


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martes, 14 de marzo de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto expositivo sobre EL CAMBIO CLIMÁTICO

 

PRÁCTICA DE COMPRENSIÓN LECTORA:
LEEMOS UN TEXTO EXPOSITIVO SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO
 
PRÁCTICA DE COMPRENSIÓN LECTORA: LEEMOS UN TEXTO EXPOSITIVO SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO



LECTURA:
¿Qué es el cambio climático y cómo nos afecta a todos?
 

El cambio climático es un fenómeno que nos afecta a todos en el planeta y ante el cual es necesario tomar acciones para evitar sus peores consecuencias, como la subida de los mares y el aumento de las sequías. ¿Por qué se produce y cómo podemos ayudar a contener su impacto? Te lo explicamos a continuación.
 
Este cambio en la temperatura del planeta, conocido como calentamiento global, se produce principalmente por la acción contaminante del ser humano, que emite gases de efecto invernadero.
 
¿Qué es el cambio climático?
El cambio climático es descrito por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como los cambios a largo plazo de las temperaturas y patrones climáticos. Estos pueden producirse tanto por la variabilidad natural como por la actividad humana, según describe el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
 
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) la define como el “cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparable”.
 
¿Cuáles son las causas del cambio climático?
La temperatura del planeta ha experimentado grandes cambios a lo largo de su historia de 4.500 millones de años, con prolongadas edades de hielo y otros periodos más cálidos.
 
Sin embargo, a partir del siglo XIX, el papel principal ha sido el de la actividad humana. Desde la revolución industrial, aumentó la quema de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, la deforestación a gran escala y el uso de nuevas prácticas agrícolas. Todas estas actividades incrementaron la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
 
El aumento en las emisiones de estos gases ha ocasionado que la temperatura del planeta sea 1,1°C más elevada que a finales del siglo XIX. De hecho, la década 2011-2020 fue la más cálida registrada.
 
¿Qué es el efecto invernadero?
El 99% de la atmósfera está conformado por gases como el nitrógeno y el oxígeno, los cuales no absorben el calor del sol y con ello hacen que este se refleje al espacio desde la superficie de la Tierra.
 
En tanto, un 0,1% de la atmósfera está compuesto por los llamados gases de efecto invernadero, entre los cuales se encuentran el dióxido de carbono (CO2), el metano y el óxido nitroso. Estos gases absorben el calor del sol y lo irradian hacia la superficie terrestre y hacia otras moléculas de gas, creando el efecto invernadero.
 
Sin el efecto invernadero, la temperatura media de la Tierra sería de -18°C, como recuerda CNN. No obstante, cuando hay un exceso de estos gases en la atmósfera, la temperatura puede alcanzar niveles preocupantes. Esto último se conoce como calentamiento global.
 
La principal actividad productora de CO2 es la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) para la producción de energía y el transporte. Este gas también es liberado con el desmonte de tierras y bosques. Por su parte, una de las principales fuentes de emisiones de metano son los vertederos de basura.
 
¿Cuáles son los efectos del cambio climático y cómo nos afecta?
El incremento de la temperatura global trae una serie de consecuencias en distintas regiones del planeta.
 
De acuerdo con un informe del IPCC publicado en 2018, un aumento de 1,5°C trae consigo condiciones climáticas extremas, el aumento del nivel del mar por el deshielo de los polos, la pérdida de especies y cultivos vitales, la destrucción de ecosistemas costeros, el desplazamiento de la población y graves efectos en la economía.
 
Ese año, la ONU advirtió que, si no se toman acciones inmediatas, la temperatura podría elevarse hasta en 3°C por encima de los niveles preindustriales. Ello implicaría la devastación de muchas ciudades bajo los océanos, sequías más duraderas, cultivos menos resistentes, la extinción de gran cantidad de especies y la migración de cientos de millones de personas.
 
¿Qué se está haciendo para evitar el cambio climático?
En la actualidad, existen numerosos acuerdos y convenios que involucran a distintos países en medidas para limitar y detener los efectos del cambio climático. Uno de ellos es el Acuerdo de París, firmado por 195 países en diciembre de 2015 con la meta de mantener la temperatura global muy por debajo de 2°C por encima de los niveles preindustriales.
 
Cada vez más naciones se han comprometido a alcanzar emisiones cero para el año 2050, pero la mitad de los recortes en estas deben darse antes de 2030 para mantener el calentamiento por debajo de 1,5 °C, según recuerda la ONU.
 
El reemplazo de combustibles fósiles por energías renovables, como la eólica o la solar, será una acción importante en el esfuerzo por reducir emisiones. Asimismo, debe trabajarse en la adaptación a las consecuencias, dando especial prioridad a las personas más vulnerables y con menos recursos.
 
Nosotros mismos también podemos hacer nuestros propios aportes al planeta, a través de acciones como el reciclaje y el ahorro de energía, agua y papel.
 
 
 
RESPONDE:

1. ¿Qué tipo de texto acabas de leer?
a) Argumentativo.
b) Expositivo
c) Literario
d) Narrativo
 
2. El cambio climático está asociado
a) Al impacto ambiental de los fenómenos que afectan al ser humano.
b) A las sequías que se dan en algunos lugares del planeta.
c) A la subida de la temperatura en el planeta.
d) A la acción contaminante del ser humano que arroja basura al medio ambiente.
 
3. ¿Por qué el texto cita a la ONU explicar qué es el cambio climático?
a) Porque así lo dice el texto y hay que creerlo.
b) Porque no había forma de saber realmente qué es el cambio climático.
c) Porque es muy probable que sean expertos y tengan experiencia en el tema.
d) Porque el texto no es muy serio y trata de desinformar.
 
4. El aumento abrupto de la temperatura en el planeta desde el siglo XIX ha sido por
a) El accionar humano y el aumento en el consumo de combustibles fósiles.
b) El aumento por emisiones de gases de efecto invernadero fuera de la atmósfera.
c) El incremento de la actividad natural que generaron grandes desastres ambientales.
d) El aumento de la industrialización del mundo que trajo progreso, pero también grandes desigualdades y pobreza.
 
5. Se infiere que el efecto invernadero está relacionado con
a) El fenómeno de la baja en las temperaturas.
b) El aumento de la temperatura del planeta.
c) Con la estación del invierno.
d) Con la deforestación de los árboles.
 
6. Infiere: ¿Por qué es importante el efecto invernadero?
a) Para tomar conciencia de que la contaminación nos está matando.
b) Para entender que no todo lo malo viene de los seres humano.
c) Para entender que el 0,1% de la atmósfera está compuesta de gases de efecto invernadero.
d) Para estabilizar la temperatura.
 
7. ¿Cuál es la meta del Acuerdo de París?

 

 

 

 
8. ¿Crees que hoy se está cumpliendo la meta del Acuerdo de Paris?

 

 

 

 
9. ¿Cuál es la solución que plantea el texto para contrarrestar las emisiones de gases de efecto invernadero?

 

 

 

 
10. Si tú fuera un líder político de una organización internacional encargada de hacer frente al impacto del cambio climático, ¿qué soluciones plantearías al respecto? Explica tu respuesta.

 

 

 

 
 
SOLUCIÓN:
1B
2C
3C
4A
5B
6D
7.-Posible respuesta: La meta del Acuerdo de París es mantener la temperatura global muy por debajo de 2°C por encima de los niveles preindustriales.
8.-Posible respuesta: El estudiante debe responder si cree o no que se está cumpliendo las metas del Acuerdo de Paris y sustentar con argumentos su respuesta.
9.-Posible respuesta: A través de la transición a energías renovables como la eólica o la solar. También con el reciclaje o el ahorro de energía, agua y papel.
10.-Posible respuesta: El estudiante debe plantear una serie de soluciones hipotéticas con respecto a la pregunta planteada y justificar dichas soluciones.


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sábado, 4 de marzo de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre EL IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO

 

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre EL IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO

 
Práctica de lectura


LECTURA:
Resiliencia para hoy y lo que se viene
 
Bettina Woll (*)
 
El mundo está en alerta roja. La crisis climática ya es un hecho y muchos de sus efectos no tienen vuelta atrás. Al respecto en el último Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD lanzamos una severa advertencia: si seguimos presionando nuestro planeta, el progreso humano se detendrá. Estamos en la llamada era del Antropoceno donde somos las personas la mayor amenaza para nuestra propia sobrevivencia.
 
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), por tanto, llega en un momento crítico para la humanidad. Los líderes mundiales que se congregan esta semana en Glasgow, Escocia, tienen la responsabilidad de ir más allá de las promesas políticas y dar un paso decisivo para nuestro futuro. Nos quedan únicamente 8 años para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a menos de la mitad, de tal forma que nos mantengamos por debajo de los 1,5 grados de calentamiento y evitemos una catástrofe climática.
 
Al ser uno de los países más vulnerables, Perú debe prepararse para las consecuencias climáticas y crear la resiliencia hoy que evite los peores impactos a futuro.
 
Urge mitigar para limitar el calentamiento global, pero también adaptarse y fortalecer la resiliencia de aquellos países que más sienten —y sentirán— los impactos climáticos. Y Perú es uno de esos países, dada la alta vulnerabilidad de sus ecosistemas, a la cual se suma la dependencia de sus poblaciones con la naturaleza y las profundas desigualdades que enfrentan.
 
Sequías prolongadas, lluvias más intensas, pérdida de los glaciares y aumento de la temperatura son algunas formas en que la crisis ya golpea al país, poniendo en peligro a millones de personas, sobre todo aquellas más pobres. Son precisamente las poblaciones en situación de pobreza las más vulnerables al clima, ya que tienen menor capacidad de recuperación y muchas veces dependen más de los ecosistemas.
 
Por otro lado, el cambio climático también tendrá un gran impacto en la economía nacional, profundizando las inequidades ya existentes. Al 2050, este provocaría la caída del 20% del PBI del país, según un estudio del Banco Central de Reserva del Perú. Dicha pérdida se reduciría a menos de la tercera parte, si se adoptan las políticas globales que estabilicen el clima al 2030.
 
La adaptación al cambio climático trae la oportunidad de una nueva forma de progreso humano, que nos reconcilie con la naturaleza y nos haga resilientes a los impactos actuales y futuros del clima, tal como abogamos en el Informe sobre Desarrollo Humano. La resiliencia es por tanto una prioridad dentro del compromiso de Perú con el Acuerdo de París, al cual hemos contribuido en los últimos años desde el PNUD con una mayor ambición y sentido de urgencia. Una muestra es la actualización de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) de Perú.
 
Mediante sus NDC, el país se ha comprometido a reducir en un 40% sus emisiones al 2030, una meta mucho más ambiciosa que la propuesta de 2015. De las 154 medidas de dicho compromiso, 92 responden a la necesidad del país de adaptarse. Además, se aprobó el Plan Nacional de Adaptación que guiará el camino para reducir los riesgos y aprovechar las oportunidades en beneficio de la población, de modo que al 2050 el Perú sea un país adaptado al cambio climático.
 
En ese sentido, las soluciones basadas en la naturaleza son claves para la adaptación y una oportunidad para demostrar que el desarrollo humano puede impulsarse cuidando la integridad de la biodiversidad. Así, una de nuestras apuestas para llevarlas a cabo son las áreas de conservación, donde las comunidades desde un enfoque de resiliencia aprovechan la naturaleza mientras la conservan y reducen riesgos allí presentes.
 
Mediante la iniciativa Amazonía Resiliente, junto al Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), apoyamos la creación de cinco nuevas áreas de conservación, que comprenden 160,000 hectáreas en la Amazonía, donde se alinean inversiones productivas de sectores públicos y privados que llegan por primera vez a esos espacios. Así, impulsamos 50 acuerdos de conservación entre comunidades, empresas y Estado peruano que lograron que, por ejemplo, los sistemas productivos de café, cacao y achiote se hagan más resistentes no solo frente al cambio climático sino a la pandemia, dando una clara señal de que la naturaleza y el progreso no son incompatibles.

Naciones Unidas ya ha alertado que el mundo se dirige a un calentamiento de 2,7 grados, bastante lejos de lo que requiere la humanidad para evitar un colapso. Al ser uno de los países más vulnerables, Perú debe prepararse para las consecuencias climáticas y crear la resiliencia hoy que evite los peores impactos a futuro. No podremos lograr ningún desarrollo si no afrontamos la crisis climática, ya que esta descarrilará cualquier esfuerzo por reducir la pobreza, el hambre o la desigualdad. Esta vez vayamos más allá de las promesas y avancemos decididamente en la acción climática que las generaciones de hoy y mañana nos demandan.
(*) Representante del PNUD en Perú.
 
Tomado de: https://larepublica.pe/opinion/2021/10/31/resiliencia-para-hoy-y-lo-que-se-viene-cambio-climatico/
 
 
RESPONDE:
1. La autora dice que estamos en el atropoceno, es decir
a) En una era donde el cambio climático amenaza al mundo.
b) En la era donde ya no hay más salida que aplicar medidas drásticas de desarrollo.
c) En la era donde el hombre es el centro de todos los problemas sociales.
d) En la era en donde somos la mayor amenaza para nuestra propia sobrevivencia.
 
2. El sentido de crítico en el texto es:
a) Esperado.
b) Decisivo.
c) Complejo.
d) Reflexivo.
 
3. Se infiere que mantener la temperatura mundial por debajo de los 1,5 grados:
a) Ayudará al planeta a mejorar su estado frente al accionar del hombre que contamina.
b) Evitará que la tierra se caliente demasiado e impacte negativamente en algunos países.
c) Permitirá contrarrestar las nefastas consecuencias del cambio climático.
d) Solucionará el problema del cambio climático y sus catastróficas consecuencias climáticas.
 
4. La tesis que defiende la autora es:
a) Perú debe prepararse para las consecuencias climáticas y crear la resiliencia hoy que evite los peores impactos a futuro.
b) Nos quedan únicamente 8 años para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a menos de la mitad.
c) El mundo está en alerta roja por diversos problemas asociados a la contaminación de la tierra.
d) La adaptación al cambio climático trae la oportunidad de una nueva forma de progreso humano.
 
5. El texto nos habla de resiliencia, ¿qué significa, según el contexto que nos ofrece el texto? Explica tu respuesta.

 

 

 

 
6. Según el texto, las vulnerabilidades del país con respecto al calentamiento global son:
a) La alta depredación de bosques y la crisis global que afecta no solo al país, sino a todo el mundo.
b) Las lluvias intensas y las sequías que están sucediendo en muchas regiones de nuestro país.
c) La falta de conciencia y las estrategias necesarias para no poner en peligro a la población.
d) La debilidad de los ecosistemas y las desigualdades de las poblaciones que viven en estrecho contacto con la naturaleza.
 
7. Un factor determinante de la poca capacidad de recuperación de las poblaciones que dependen de los ecosistemas en nuestro país es:
a) La explotación.
b) La pobreza.
c) El aislamiento.
d) La desinformación.
 
8. El párrafo 6 nos habla principalmente:
a) De que la caída del PBI será enorme.
b) De que al 2050 habrá más pobreza y pocas políticas globales para combatirla.
c) De que el cambio climático profundizará las desigualdades.
d) De que la economía nacional al 2030 estará muy dañada si no se hace algo pronto.
 
9. Uno de los compromisos del acuerdo de París para con nuestro país es:
a) Reducir en un 40% sus emisiones de gas invernadero al 2030.
b) Cerrar las brechas económicas hasta el año 2030.
c) Beneficiar a la población afectada por el cambio climático.
d) Cumplir metas más ambiciones que las de años anteriores.
 
10. Según la autora, las soluciones para contrarrestar el cambio climático
a) Necesitan de iniciativas que tengan que ver con la Amazonía.
b) Requieren de soluciones que impulsen el cuidado de la biodiversidad.
c) Debe integrarse a la realidad de la nación y basarse en el impulso de la conciencia poblacional.
d) Se debe exigir al estado un verdadero cambio de enfoque sobre la lucha contra el cambio climático.
 
11. ¿Estás de acuerdo con lo planteado por la autora con respecto al cambio climático? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
 
SOLUCIÓN:
1D
2B
3C
4A
5.-Respuesta: Capacidad para adaptarnos y solucionar el problema del cambio climático.
6D
7B
8C
9A
10B
11.-Respuesta:
Se debe justificar con argumentos si se está a favor o en contra de lo planteado por la autora con respecto al cambio climático.


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martes, 28 de febrero de 2023

Cuento "Alienación" de Julio Ramón Ribeyro con actividades de comprensión lectora

 

Alienación

Julio Ramón Ribeyro


A pesar de ser zambo y de llamarse López, quería parecerse cada vez menos a un zaguero de Alianza Lima y cada vez más a un rubio de Filadelfia. La vida se encargó de enseñarle que si quería triunfar en una ciudad colonial más valía saltar las etapas intermediarias y ser antes que un blanquito de acá un gringo de allá. Toda su tarea en los años que lo conocí consistió en deslopizarse y deszambarse lo más pronto posible y en americanizarse antes de que le cayera el huaico y lo convirtiera para siempre, digamos, en un portero de banco o en un chofer de colectivo. Tuvo que empezar por matar al peruano que había en él y por coger algo de cada gringo que conoció. Con el botín se compuso una nueva persona, un ser hecho de retazos, que no era ni zambo ni gringo, el resultado de un cruce contranatura, algo que su vehemencia hizo derivar, para su desgracia, de sueño rosado a pesadilla infernal.

Pero no anticipemos. Precisemos que se llamaba Roberto, que años después se le conoció por Boby, pero que en los últimos documentos oficiales figura con el nombre de Bob. En su ascensión vertiginosa hacia la nada fue perdiendo en cada etapa una sílaba de su nombre.

Todo empezó la tarde en que un grupo de blanquiñosos jugábamos con una pelota en la plaza Bolognesi. Era la época de las vacaciones escolares y los muchachos que vivíamos en los chalets vecinos, hombres y mujeres, nos reuníamos allí para hacer algo con esas interminables tardes de verano. Roberto iba también a la plaza, a pesar de estudiar en un colegio fiscal y de no vivir en chalet sino en el último callejón que quedaba en el barrio. Iba a ver jugar a las muchachas y a ser saludado por algún blanquito que lo había visto crecer en esas calles y sabía que era hijo de la lavandera.

Pero en realidad, como todos nosotros, iba para ver a Queca. Todos estábamos enamorados de Queca, que ya llevaba dos años siendo elegida reina en las representaciones de fin de curso. Queca no estudiaba con las monjas alemanas del Santa Úrsula, ni con las norteamericanas del Villa María, sino con las españolas de la Reparación, pero eso nos tenía sin cuidado, así como que su padre fuera un empleadito que iba a trabajar en ómnibus o que su casa tuviera un solo piso y geranios en lugar de rosas. Lo que contaba entonces era su tez capulí, sus ojos verdes, su melena castaña, su manera de correr, de reír, de saltar y sus invencibles piernas, siempre descubiertas y doradas y que con el tiempo serían legendarias.

Roberto iba sólo a verla jugar, pues ni los mozos que venían de otros barrios de Miraflores y más tarde de San Isidro y de Barranco lograban atraer su atención. Peluca Rodríguez se lanzó una vez de la rama más alta de un ficus, Lucas de Tramontana vino en una reluciente moto que tenía ocho faros, el chancho Gómez le rompió la nariz a un heladero que se atrevió a silbarnos, Armando Wolff estrenó varios ternos de lanilla y hasta se puso corbata de mariposa. Pero no obtuvieron el menor favor de Queca. Queca no le hacía caso a nadie, le gustaba conversar con todos, correr, brincar, reír, jugar al vóleibol y dejar al anochecer a esa banda de adolescentes sumidos en profundas tristezas sexuales que sólo la mano caritativa, entre las sábanas blancas, consolaba.

Fue una fatídica bola la que alguien arrojó esa tarde y que Queca no llegó a alcanzar y que rodó hacia la banca donde Roberto, solitario, observaba. ¡Era la ocasión que esperaba desde hacía tanto tiempo! De un salto aterrizó en el césped, gateó entre los macizos de flores, saltó el seto de granadilla, metió los pies en una acequia y atrapó la pelota que estaba a punto de terminar en las ruedas de un auto. Pero cuando se la alcanzaba, Queca, que estiraba ya las manos, pareció cambiar de lente, observar algo que nunca había mirado, un ser retaco, oscuro, bembudo y de pelo ensortijado, algo que tampoco le era desconocido, que había tal vez visto como veía todos los días las bancas o los ficus, y entonces se apartó aterrorizada.

Roberto no olvidó nunca la frase que pronunció Queca al alejarse a la carrera: “Yo no juego con zambos”. Estas cinco palabras decidieron su vida.

Todo hombre que sufre se vuelve observador y Roberto siguió yendo a la plaza en los años siguientes, pero su mirada había perdido toda inocencia. Ya no era el reflejo del mundo sino el órgano vigilante que cala, elige, califica.

Queca había ido creciendo, sus carreras se hicieron más moderadas, sus faldas se alargaron, sus saltos perdieron en impudicia y su trato con la pandilla se volvió más distante y selectivo. Todo eso lo notamos nosotros, pero Roberto vio algo más: que Queca tendía a descartar de su atención a los más trigueños, a través de sucesivas comparaciones, hasta que no se fijó más que en Chalo Sander, el chico de la banda que tenía el pelo más claro, el cutis sonrosado y que estudiaba además en un colegio de curas norteamericanos. Cuando sus piernas estuvieron más triunfales y torneadas que nunca ya sólo hablaba con Chalo Sander y la primera vez que se fue con él de la mano hasta el malecón comprendimos que nuestra deidad había dejado de pertenecernos y que ya no nos quedaba otro recurso que ser como el coro de la tragedia griega, presente y visible, pero alejado irremisiblemente de los dioses.

Desdeñados, despechados, nos reuníamos después de los juegos en una esquina, donde fumábamos nuestros primeros cigarrillos, nos acariciábamos con arrogancia el bozo incipiente y comentábamos lo irremediable. A veces entrábamos a la pulpería del chino Manuel y nos tomábamos una cerveza. Roberto nos seguía como una sombra, desde el umbral nos escrutaba con su mirada, sin perder nada de nuestro parloteo, le decíamos a veces hola zambo, tómate un trago y él siempre no, gracias, será para otra ocasión, pero a pesar de estar lejos y de sonreír sabíamos que compartía a su manera nuestro abandono.

Y fue Chalo Sander naturalmente quien llevó a Queca a la fiesta de promoción cuando terminó el colegio. Desde temprano nos dimos cita en la pulpería, bebimos un poco más de la cuenta, urdimos planes insensatos, se habló de un rapto, de un cargamontón. Pero todo se fue en palabras. A las ocho de la noche estábamos frente al ranchito de los geranios, resignados a ser testigos de nuestra destitución. Chalo llegó en el carro de su papá, con un elegante smoking blanco y salió al poco rato acompañado de una Queca de vestido largo y peinado alto, en la que apenas reconocimos a la compañera de nuestros juegos. Queca ni nos miró, sonreía apretando en sus manos una carterita de raso. Visión fugaz, la última, pues ya nada sería como antes, moría en ese momento toda ilusión y por ello mismo no olvidaríamos nunca esa imagen, que clausuró para siempre una etapa de nuestra juventud.

Casi todos desertaron la plaza, unos porque preparaban el ingreso a la universidad, otros porque se fueron a otros barrios en busca de una imposible réplica de Queca. Sólo Roberto, que ya trabajaba como repartidor de una pastelería, recalaba al anochecer en la plaza, donde otros niños y niñas cogían el relevo de la pandilla anterior y repetían nuestros juegos con el candor de quien cree haberlos inventado. En su banca solitaria registraba distraídamente el trajín, pero de reojo, seguía mirando hacia la casa de Queca. Así pudo comprobar antes que nadie que Chalo había sido sólo un episodio en la vida de Queca, una especie de ensayo general que la preparó para la llegada del original, del cual Chalo había sido la copia: Billy Mulligan, hijo de un funcionario del consulado de Estados Unidos.

Billy era pecoso, pelirrojo, usaba camisas floreadas, tenía los pies enormes, reía con estridencia, el sol en lugar de dorarlo lo despellejaba, pero venía a ver a Queca en su carro y no en el de su papá. No se sabe dónde lo conoció Queca ni cómo vino a parar allí, pero cada vez se le fue viendo más, hasta que sólo se le vio a él, sus raquetas de tenis, sus anteojos ahumados, sus cámaras de fotos, a medida que la figura de Chalo se fue opacando, empequeñeciendo y espaciando y terminó por desaparecer. Del grupo al tipo y del tipo al individuo, Queca había al fin empuñado su carta. Sólo Mulligan sería quien la llevaría al altar, con todas las de la ley, como sucedió después y tendría derecho a acariciar esos muslos con los que tanto, durante años, tan inútilmente soñamos.

Las decepciones, en general, nadie las aguanta, se echan al saco del olvido, se tergiversan sus causas, se convierten en motivo de irrisión y hasta en tema de composición literaria. Así el chancho Gómez se fue a estudiar a Londres, Peluca Rodríguez escribió un soneto realmente cojudo, Armando Wolff concluyó que Queca era una huachafa y Lucas de Tramontana se jactaba mentirosamente de habérsela pachamanqueado varias veces en el malecón. Fue sólo Roberto el que sacó de todo esto una enseñanza veraz y tajante: o Mulligan o nada. ¿De qué le valía ser un blanquito más si había tantos blanquitos fanfarrones, desesperados, indolentes y vencidos? Había un estado superior, habitado por seres que planeaban sin macularse sobre la ciudad gris y a quienes se cedía sin peleas los mejores frutos de la tierra. El problema estaba en cómo llegar a ser un Mulligan siendo un zambo. Pero el sufrimiento aguza también el ingenio, cuando no mata, y Roberto se había librado a un largo escrutinio y trazado un plan de acción.

Antes que nada había que deszambarse. El asunto del pelo no le fue muy difícil: se lo tiñó con agua oxigenada y se lo hizo planchar. Para el color de la piel ensayó almidón, polvo de arroz y talco de botica hasta lograr el componente ideal. Pero un zambo teñido y empolvado sigue siendo un zambo. Le faltaba saber cómo se vestían, qué decían, cómo caminaban, lo que pensaban, quiénes eran en definitiva los gringos.

Lo vimos entonces merodear, en sus horas libres, por lugares aparentemente incoherentes, pero que tenían algo en común: los frecuentaban los gringos. Unos lo vieron parado en la puerta del Country Club, otros a la salida del colegio Santa María, Lucas de Tramontana juraba haber distinguido su cara tras el seto del campo de golf, alguien le sorprendió en el aeropuerto tratando de cargarle la maleta a un turista, no faltaron quienes lo encontraron deambulando por los pasillos de la embajada norteamericana.

Esta etapa de su plan le fue preciosa. Por lo pronto confirmó que los gringos se distinguían por una manera especial de vestir que él calificó, a su manera, de deportiva, confortable y poco convencional. Fue por ello uno de los primeros en descubrir las ventajas del blue-jeans, el aire vaquero y varonil de las anchas correas de cuero rematadas por gruesas hebillas, la comodidad de los zapatos de lona blanca y suela de jebe, el encanto colegial que daban las gorritas de lona con visera, la frescura de las camisas de manga corta a flores o anchas rayas verticales, la variedad de casacas de nylon cerradas sobre el pecho con una cremallera o el sello pandillero, provocativo y despreocupado que se desprendía de las camisetas blancas con el emblema de una universidad norteamericana.

Todas estas prendas no se vendían en ningún almacén, había que encargarlas a Estados Unidos, lo que estaba fuera de su alcance. Pero a fuerza de indagar descubrió los remates domésticos. Había familias de gringos que debían regresar a su país y vendían todo lo que tenían, previo anuncio en los periódicos. Roberto se constituyó antes que nadie en esas casas y logró así hacerse de un guardarropa en el que invirtió todo el fruto de su trabajo y de sus privaciones.

Pelo planchado y teñido, blue-jeans y camisa vistosa, Roberto estaba ya a punto de convertirse en Boby.

Todo esto le trajo problemas. En el callejón, decía su madre cuando venía a casa, le habían quitado el saludo al pretencioso. Cuando más le hacían bromas o lo silbaban como a un marica. Jamás daba un centavo para la comida, se pasaba horas ante el espejo, todo se lo gastaba en trapos. Su padre, añadía la negra, podía haber sido un blanco roñoso que se esfumó como Fumanchú al año de conocerla, pero no tenía vergüenza de salir con ella ni de ser pilotín de barco.

Entre nosotros, el primero en ficharlo fue Peluca Rodríguez, quien había encargado un blue-jeans a un purser de la Braniff. Cuando le llegó se lo puso para lucirlo, salió a la plaza y se encontró de sopetón con Roberto que llevaba uno igual. Durante días no hizo sino maldecir al zambo, dijo que le había malogrado la película, que seguramente lo había estado espiando para copiarlo, ya había notado que compraba cigarrillos Lucky y que se peinaba con un mechón sobre la frente.

Pero lo peor fue en su trabajo. Cahuide Morales, el dueño de la pastelería, era un mestizo huatón, ceñudo y regionalista, que adoraba los chicharrones y los valses criollos y se había rajado el alma durante veinte años para montar ese negocio. Nada lo reventaba más que no ser lo que uno era. Cholo o blanco era lo de menos, lo importante era la mosca, el agua, el molido, conocía miles de palabras para designar la plata. Cuando vio que su empleado se había teñido el pelo aguantó una arruga más en la frente, al notar que se empolvaba se tragó un carajo que estuvo a punto de indigestarlo, pero cuando vino a trabajar disfrazado de gringo le salió la mezcla de papá, de policía, de machote y de curaca que había en él y lo llevó del pescuezo a la trastienda: la pastelería Morales Hermanos era una firma seria, había que aceptar las normas de la casa, ya había pasado por alto lo del maquillaje, pero si no venía con mameluco como los demás repartidores lo iba a sacar de allí de una patada en el culo.

Roberto estaba demasiado embalado para dar marcha atrás y prefirió la patada.

Fueron interminables días de tristeza, mientras buscaba otro trabajo. Su ambición era entrar a la casa de un gringo como mayordomo, jardinero, chofer o lo que fuese. Pero las puertas se le cerraban una tras otra. Algo había descuidado en su estrategia y era el aprendizaje del inglés. Como no tenía recursos para entrar a una academia de lenguas se consiguió un diccionario, que empezó a copiar aplicadamente en un cuaderno. Cuando llegó a la letra C tiró el arpa, pues ese conocimiento puramente visual del inglés no lo llevaba a ninguna parte. Pero allí estaba el cine, una escuela que además de enseñar divertía.

En la cazuela de los cines de estreno pasó tardes íntegras viendo en idioma original westerns y policiales. Las historias le importaban un comino, estaba sólo atento a la manera de hablar de los personajes. Las palabras que lograba entender las apuntaba y las repetía hasta grabárselas para siempre. A fuerza de rever los films aprendió frases enteras y hasta discursos. Frente al espejo de su cuarto era tan pronto el vaquero romántico haciéndole una irresistible declaración de amor a la bailarina del bar, como el gánster feroz que pronunciaba sentencias lapidarias mientras cosía a tiros a su adversario. El cine además alimentó en él ciertos equívocos que lo colmaron de ilusión. Así creyó descubrir que tenía un ligero parecido con Alan Ladd, que en un western aparecía en blue-jeans y chaqueta a cuadros rojos y negros. En realidad sólo tenía en común la estatura y el mechón de pelo amarillo que se dejaba caer sobre la frente. Pero vestido igual que el actor se vio diez veces seguidas la película y al término de ésta se quedaba parado en la puerta, esperando que salieran los espectadores y se dijeran, pero mira, qué curioso, ese tipo se parece a Alan Ladd. Cosa que nadie dijo, naturalmente, pues la primera vez que lo vimos en esa pose nos reímos de él en sus narices.

Su madre nos contó un día que al fin Roberto había encontrado un trabajo, no en casa de un gringo como quería, pero tal vez algo mejor, en el club de Bowling de Miraflores. Servía en el bar de cinco de la tarde a doce de la noche. Las pocas veces que fuimos allí lo vimos reluciente y diligente. A los indígenas los atendía de una manera neutra y francamente impecable, pero con los gringos era untuoso y servil. Bastaba que entrara uno para que ya estuviera a su lado, tomando nota de su pedido y segundos más tarde el cliente tenía delante su hot-dog y su coca-cola. Se animaba además a lanzar palabras en inglés y como era respondido en la misma lengua fue incrementando su vocabulario. Pronto contó con un buen repertorio de expresiones, que le permitieron granjearse la simpatía de los gringos, felices de ver un criollo que los comprendiera. Como Roberto era muy difícil de pronunciar, fueron ellos quienes decidieron llamarlo Boby.

Y fue con el nombre de Boby López que pudo al fin matricularse en el Instituto Peruano-Norteamericano. Quienes entonces lo vieron dicen que fue el clásico chancón, el que nunca perdió una clase, ni dejó de hacer una tarea, ni se privó de interrogar al profesor sobre un punto oscuro de gramática. Aparte de los blancones que por razones profesionales seguían cursos allí, conoció a otros López, que desde otros horizontes y otros barrios, sin que hubiera mediado ningún acuerdo, alimentaban sus mismos sueños y llevaban vidas convergentes a la suya. Se hizo amigo especialmente de José María Cabanillas, hijo de un sastre de Surquillo. Cabanillas tenía la misma ciega admiración por los gringos y hacía años que había empezado a estrangular al zambo que había en él con resultados realmente vistosos. Tenía además la ventaja de ser más alto, menos oscuro que Boby y de parecerse no a Alan Ladd, que después de todo era un actor segundón admirado por un grupito de niñas esnobs, sino al indestructible John Wayne. Ambos formaron entonces una pareja inseparable. Aprobaron el año con las mejores notas y mister Brown los puso como ejemplo al resto de los alumnos, hablando de “un franco deseo de superación”.

La pareja debía tener largas, amenísimas conversaciones. Se les veía siempre culoncitos, embutidos en sus blue-jeans desteñidos, yendo de aquí para allá y hablando entre ellos en inglés. Pero también es cierto que la ciudad no los tragaba, desarreglaban todas las cosas, ni parientes ni conocidos los podían pasar. Por ello alquilaron un cuarto en un edificio del jirón Mogollón y se fueron a vivir juntos. Allí edificaron un reducto inviolable, que les permitió interpolar lo extranjero en lo nativo y sentirse en un barrio californiano en esa ciudad brumosa. Cada cual contribuyó con lo que pudo, Boby con sus afiches y sus pósters y José María, que era aficionado a la música, con sus discos de Frank Sinatra, Dean Martin y Tomy Dorsey. ¡Qué gringos eran mientras recostados en el sofá-cama, fumando su Lucky, escuchaban The strangers in the night y miraban pegado al muro el puente sobre el río Hudson! Un esfuerzo más y ¡hop! ya estaban caminando sobre el puente.

Para nosotros incluso era difícil viajar a Estados Unidos. Había que tener una beca o parientes allá o mucho dinero. Ni López ni Cabanillas estaban en ese caso. No vieron entonces otra salida que el salto de pulga, como ya lo practicaban otros blanquiñosos, gracias al trabajo de purser en una compañía de aviación. Todos los años convocaban a concurso y ambos se presentaron. Sabían más inglés que nadie, les encantaba servir, eran sacrificados e infatigables, pero nadie los conocía, no tenían recomendación y era evidente, para los calificadores, que se trataba de mulatos talqueados. Fueron desaprobados.

Dicen que Boby lloró y se mesó desesperadamente el cabello y que Cabanillas tentó un suicidio por salto al vacío desde un modesto segundo piso. En su refugio de Mogollón pasaron los días más sombríos de su vida, la ciudad que los albergaba terminó por convertirse en un trapo sucio a fuerza de cubrirla de insultos y reproches. Pero el ánimo les volvió y nuevos planes surgieron. Puesto que nadie quería ver aquí con ellos, había que irse como fuese. Y no quedaba otra vía que la del inmigrante disfrazado de turista.

Fue un año de duro trabajo en el cual fue necesario privarse de todo a fin de ahorrar para el pasaje y formar una bolsa común que les permitiera defenderse en el extranjero. Así ambos pudieron al fin hacer maletas y abandonar para siempre esa ciudad odiada, en la cual tanto habían sufrido y a la que no querían regresar así no quedara piedra sobre piedra

Todo lo que viene después es previsible y no hace falta mucha imaginación para completar esta parábola. En el barrio dispusimos de informaciones directas: cartas de Boby a su mamá, noticias de viajeros y al final relato de un testigo.

Por lo pronto Boby y José María se gastaron en un mes lo que pensaban les duraría un semestre. Se dieron cuenta además que en Nueva York se habían dado cita todos los López y Cabanillas del mundo, asiáticos, árabes, aztecas, africanos, ibéricos, mayas, chibchas, sicilianos, caribeños, musulmanes, quechuas, polinesios, esquimales, ejemplares de toda procedencia, lengua, raza y pigmentación y que tenían sólo en común el querer vivir como un yanqui, después de haberle cedido su alma y haber intentado usurpar su apariencia. La ciudad los toleraba unos meses, complacientemente, mientras absorbía sus dólares ahorrados. Luego, como por un tubo, los dirigía hacia el mecanismo de la expulsión.

A duras penas obtuvieron ambos una prórroga de sus visas, mientras trataban de encontrar un trabajo estable que les permitiera quedarse, al par que las Quecas del lugar, y eran tantas, les pasaban por las narices, sin concederles ni siquiera la atención ofuscada que nos despierta una cucaracha. La ropa se les gastó, la música de Frank Sinatra les llegaba al huevo, la sola idea de tener por todo alimento que comerse un hot-dog, que en Lima era una gloria, les daba náuseas. Del hotel barato pasaron al albergue católico y luego a la banca del parque público. Pronto conocieron esa cosa blanca que caía del cielo, que los despintaba y que los hacía patinar como idiotas en veredas heladas y que era, por el color, una perfidia racista de la naturaleza.

Sólo había una solución. A miles de kilómetros de distancia, en un país llamado Corea, rubios estadounidenses combatían contra unos horribles asiáticos. Estaba en juego la libertad de Occidente decían los diarios y lo repetían los hombres de Estado en la televisión. ¡Pero era tan penoso enviar a los boys a ese lugar! Morían como ratas, dejando a pálidas madres desconsoladas en pequeñas granjas donde había un cuarto en el altillo lleno de viejos juguetes. El que quisiera ir a pelear un año allí tenía todo garantizado a su regreso: nacionalidad, trabajo, seguro social, integración, medallas. Por todo sitio existían centros de reclutamiento. A cada voluntario, el país le abría su corazón.

Boby y José María se inscribieron para no ser expulsados. Y después de tres meses de entrenamiento en un cuartel partieron en un avión enorme. La vida era una aventura maravillosa, el viaje fue inolvidable. Habiendo nacido en un país mediocre, misérrimo y melancólico, haber conocido la ciudad más agitada del mundo, con miles de privaciones, es verdad, pero ya eso había quedado atrás, ahora llevaban un uniforme verde, volaban sobre planicies, mares y nevados, empuñaban armas devastadoras y se aproximaban, jóvenes aún colmados de promesas, al reino de lo ignoto.

La lavandera María tiene cantidades de tarjetas postales con templos, mercados y calles exóticas, escritas con una letra muy pequeña y aplicada. ¿Dónde quedará Seúl? Hay muchos anuncios y cabarets. Luego cartas del frente, que nos enseñó cuando le vino el primer ataque y dejó de trabajar unos días. Gracias a estos documentos pudimos reconstruir bien que mal lo que pasó. Progresivamente, a través de sucesivos tanteos, Boby fue aproximándose a la cita que había concertado desde que vino al mundo. Había que llegar a un paralelo y hacer frente a oleadas de soldados amarillos que bajaban del polo como cancha. Para eso estaban los voluntarios, los indómitos vigías de Occidente.

José María se salvó por milagro y enseñaba con orgullo el muñón de su brazo derecho cuando regresó a Lima, meses después. Su patrulla había sido enviada a reconocer un arrozal, donde se suponía que había emboscada una avanzadilla coreana. Boby no sufrió, dijo José María, la primera ráfaga le voló el casco y su cabeza fue a caer en una acequia, con todo el pelo pintado revuelto hacia abajo. Él sólo perdió un brazo, pero estaba allí vivo, contando estas historias, bebiendo su cerveza helada, desempolvado ya y zambo como nunca, viviendo holgadamente de lo que le costó ser un mutilado.

La mamá de Roberto había sufrido entonces su segundo ataque, que la borró del mundo. No pudo leer así la carta oficial en la que le decían que Bob López había muerto en acción de armas y tenía derecho a una citación honorífica y a una prima para su familia. Nadie la pudo cobrar.

 

Colofón

      ¿Y Queca? Si Bob hubiera conocido su historia tal vez su vida habría cambiado o tal vez no, eso nadie lo sabe. Billy Mulligan la llevó a su país, como estaba convenido, a un pueblo de Kentucky donde su padre había montado un negocio de carne de cerdo enlatada. Pasaron unos meses de infinita felicidad, en esa linda casa con amplia calzada, verja, jardín y todos los aparatos eléctricos inventados por la industria humana, una casa en suma como las que había en cien mil pueblos de ese país-continente. Hasta que a Billy le fue saliendo el irlandés que disimulaba su educación puritana, al mismo tiempo que los ojos de Queca se agrandaron y adquirieron una tristeza limeña. Billy fue llegando cada vez más tarde, se aficionó a las máquinas tragamonedas y a las carreras de auto, sus pies le crecieron más y se llenaron de callos, le salió un lunar maligno en el pescuezo, los sábados se inflaba de bourbon en el club Amigos de Kentucky, se enredó con una empleada de la fábrica, chocó dos veces el carro, su mirada se volvió fija y aguachenta y terminó por darle de puñetazos a su mujer, a la linda, inolvidable Queca, en las madrugadas de los domingos, mientras sonreía estúpidamente y la llamaba chola de mierda.

 

(París, 1975)

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

1.     ¿Quién es el protagonista del cuento? ¿Qué es lo que quiere?

2.     ¿Qué significa la palabra “deslopizarse”? Explica

3.     ¿Cómo se dan el tema del racismo y de la autoestima dentro del cuento?

4.     ¿Cuál es el problema mayor que trata este cuento? ¿Por qué?

5.    Según tú, ¿crees que este cuento está relacionado con la realidad actual? ¿Por qué?

6.     ¿Quién es Queca? ¿Qué significa ella para López?

7.     ¿Qué fue lo que hizo López para ser un “gringo” y subir de estatus social?

8.     ¿Bob López era el único que quería ser gringo? ¿Quiénes más querían serlo?

9.     ¿Por qué crees que López está avergonzado con su forma de ser y su origen?

10.    Según tú, ¿qué significa alienación?

11.       ¿Crees que es importante aceptarnos como somos? ¿Por qué?

12.      ¿Qué sucede al final con José María, Queca y Bob López?

 

ACTIVIDAD CREATIVA:

1. Crea un cuento donde el tema central sea DISCRIMINACIÓN. La extensión será de una cara y con un título original.