lunes, 17 de abril de 2023

¿CÓMO ANALIZAR UN TEXTO NARRATIVO?

 

¿CÓMO ANALIZAR UN TEXTO NARRATIVO?
Cómo analizar un texto narrativo

APRENDE MÁS SOBRE EL TEMA CON ESTE VIDEO:


UN TEXTO NARRATIVO es aquel en el que cuenta una historia en la cual se ven inmersos unos personajes que realizan una serie de acciones que se desarrollan en un tiempo y lugar determinado.
 
Todo texto narrativo posee una estructura más o menos fija:
 
✔️ INICIO: Permite plantear la situación inicial del texto.
✔️ NUDO: Donde surge el tema principal del texto, el problema.
✔️ DESENLACE: Que es donde se resuelve el conflicto del nudo.
 
Ahora bien, ¿cómo analizar un texto narrativo? En este artículo te enseñaré a redactar un texto narrativo de manera eficiente, analizando los elementos que constituyen dicho texto y realizando una serie de inferencias al mismo. Para ejemplificar ello, leamos un cuento que luego analizaremos. Comencemos:
 
La rana que quería ser una rana auténtica
Augusto Monterroso


Había una vez una rana que quería ser una rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
 
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.
 
Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una rana auténtica.
 
Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.
 
Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.
 
FIN
 

Bien, después de leer atentamente el texto, elaboramos algunas inferencias sobre el cuento La rana que quería ser una rana auténtica de Augusto Monterroso. No olvides que inferir, es decir poder sacar conclusiones a partir de la historia que se nos narra.
 
Inferir es llegar a una conclusión a partir de las relaciones que establecemos con la información.
 
✔️ Se puede inferir que este es un cuento con mucho sarcasmo, pues la rana que quiere ser auténtica solo imitar a otros y no es realmente auténtica.
✔️ Se infiere que el autor no quiere solo mostrar su sarcasmo, sino hacernos ver que la verdadera autenticidad consiste en aceptarnos como somos, sin buscar la aprobación de los demás.
✔️ Se infiere, además, que las palabras “auténtica” y “aprobación” son muy importantes en el cuento ya que dan sentido a la historia, por ende, estas dos son las palabras clave del texto.
✔️ Podríamos hacernos la pregunta: ¿por qué quería ser auténtica la rana? Y allí llegaríamos a la conclusión de que la rana no quería ser auténtica, sino ser aceptada, y más todavía, ser admirada.
✔️ Acerca de la frase final, se infiere que no solo no llegó a ser auténtica, sino que terminaron confundiéndola con un pollo. Murió por ser demasiado vanidosa.
✔️ Se infiere, por último, que la rana no quería ser auténtica, sino ser bella y esto lo notamos en el último párrafo.
 
Por último, usando todas estas inferencias, redactamos nuestro análisis del cuento. Para ello se sugiere la siguiente estructura:
 

A) TÍTULO: Debe ser interesante y conectar con el tema del cuento.
Ejemplo:

La idea de autenticidad en “La rana que quería ser una rana auténtica” de Augusto Monterroso
 
B) INTRODUCCIÓN: Aquí debes empezar escribiendo un resumen del cuento leído, puedes usar los marcadores textuales como: El siguiente trabajo trata sobre… / El cuento (título del cuento) del escritor (nombre completo del escritor) nos relata la historia de… (2 párrafos)

El cuento “La rana que quería ser una rana auténtica” de Augusto Monterroso, es la historia tipo fábula de una rana que deseaba ser auténtica y que hizo de todo para serlo.
 
Sin embargo, mientras más quería ser auténtica, menos lo era, a tal grado de obsesionarse con lo que los demás pensaban de ella. Tal fue su obsesión por ser aceptada que terminó por dejarse arrancar las ancas y morir.
 
C) CUERPO: Aquí debes plantear tu opinión o punto de vista, es decir, tu tesis para luego sustentarla con una serie de argumentos que la defenderán. Se recomienda, por último, que en esta parte utilices las inferencias que antes ya has hecho sobre el cuento y las integres en tu análisis. (3 párrafos)

En primer lugar, resulta muy interesante el cuento, pues desde el sarcasmo y la ironía, el autor nos muestra la idea que hoy muchos tienen sobre lo que es ser auténtico: ser aceptados por los demás. Sin embargo, ser auténtico es en primer lugar aceptarse tal como somos, entendiendo no solo nuestras imperfecciones, sino también nuestras fortalezas, es decir aquello que nos hace únicos.
 
Además, yo creo que la rana no solo no era auténtica, sino que fue demasiado vanidosa. Su obsesión se transformó en falta de autoestima y, finalmente, en tragedia. Esto es un claro mensaje que deja el autor sobre la obsesión por querer ser perfectos físicamente hablando, pero sin reflexionar sobre nuestras propias emociones.
 
Por último, creo que este es un cuento sencillo, pero muy profundo sobre la relación que existe entre ser auténtico y ser aceptado. Yo pienso que más importante que ser aceptado es reconocer que todos somos diferentes y únicos. Si logramos reconocer esto, no solo habremos llegado a ser auténticos, sino también libres.
 
D) CONCLUSIÓN: Aquí debes hacer un pequeño resumen de todo lo planteado y reafirmar tu punto de vista. No olvides que puedes empezar con el marcador: En conclusión, en suma, finalmente. (1 párrafo)
 
En conclusión, el cuento “La rana que quería ser una rana auténtica” de Augusto Monterroso es hermoso cuento de fácil acceso sobre la importancia de aceptarnos a nosotros mismos tal como somos.
 
Como vemos, analizar un texto narrativo exige que el lector vaya más allá de la literalidad del texto y pueda establecer una serie de relaciones simbólicas, metafóricas o inferenciales en el texto. Y es que un texto narrativo no debe interpretarse de manera literal, sino literaria, es decir, estableciendo una relación entre lo que se cuenta y su el significado connotativo de lo que se cuenta de esta manera el texto se enriquece con múltiples lecturas y modos de interpretación.
 

Cuento “Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo con preguntas y respuestas de comprensión lectora

 

Cuento “Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo con preguntas y respuestas de comprensión lectora

 

Nos han dado la tierra
Juan Rulfo


Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.
Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:
-Son como las cuatro de la tarde.
Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: “Somos cuatro”. Hace rato, como a eso de las once, éramos veintitantos, pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta quedar nada más que este nudo que somos nosotros.
Faustino dice:
-Puede que llueva.
Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por encima de nuestras cabezas. Y pensamos: “Puede que sí”.
No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello. Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar.
Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed.
¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué sirve, eh?
Hemos vuelto a caminar. Nos habíamos detenido para ver llover. No llovió. Ahora volvemos a caminar. Y a mí se me ocurre que hemos caminado más de lo que llevamos andado. Se me ocurre eso. De haber llovido quizá se me ocurrieran otras cosas. Con todo, yo sé que desde que yo era muchacho, no vi llover nunca sobre el llano, lo que se llama llover.
No, el llano no es cosa que sirva. No hay ni conejos ni pájaros. No hay nada. A no ser unos cuantos huizaches trespeleques y una que otra manchita de zacate con las hojas enroscadas; a no ser eso, no hay nada.
Y por aquí vamos nosotros. Los cuatro a pie. Antes andábamos a caballo y traíamos terciada una carabina. Ahora no traemos ni siquiera la carabina.
Yo siempre he pensado que en eso de quitarnos la carabina hicieron bien. Por acá resulta peligroso andar armado. Lo matan a uno sin avisarle, viéndolo a toda hora con “la 30” amarrada a las correas. Pero los caballos son otro asunto. De venir a caballo ya hubiéramos probado el agua verde del río, y paseado nuestros estómagos por las calles del pueblo para que se les bajara la comida. Ya lo hubiéramos hecho de tener todos aquellos caballos que teníamos. Pero también nos quitaron los caballos junto con la carabina.
Vuelvo hacia todos lados y miro el llano. Tanta y tamaña tierra para nada. Se le resbalan a uno los ojos al no encontrar cosa que los detenga. Sólo unas cuantas lagartijas salen a asomar la cabeza por encima de sus agujeros, y luego que sienten la tatema del sol corren a esconderse en la sombrita de una piedra. Pero nosotros, cuando tengamos que trabajar aquí, ¿qué haremos para enfriarnos del sol, eh? Porque a nosotros nos dieron esta costra de tapetate para que la sembráramos.
Nos dijeron:
-Del pueblo para acá es de ustedes.
Nosotros preguntamos:
-¿El Llano?
– Sí, el llano. Todo el Llano Grande.
Nosotros paramos la jeta para decir que el llano no lo queríamos. Que queríamos lo que estaba junto al río. Del río para allá, por las vegas, donde están esos árboles llamados casuarinas y las paraneras y la tierra buena. No este duro pellejo de vaca que se llama Llano.
Pero no nos dejaron decir nuestras cosas. El delegado no venía a conversar con nosotros. Nos puso los papeles en la mano y nos dijo:
-No se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos.
-Es que el llano, señor delegado…
-Son miles y miles de yuntas.
-Pero no hay agua. Ni siquiera para hacer un buche hay agua.
-¿Y el temporal? Nadie les dijo que se les iba a dotar con tierras de riego. En cuanto allí llueva, se levantará el maíz como si lo estiraran.
– Pero, señor delegado, la tierra está deslavada, dura. No creemos que el arado se entierre en esa como cantera que es la tierra del Llano. Habría que hacer agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni aun así es positivo que nazca nada; ni maíz ni nada nacerá.
– Eso manifiéstenlo por escrito. Y ahora váyanse. Es al latifundio al que tienen que atacar, no al Gobierno que les da la tierra.
– Espérenos usted, señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra el Centro. Todo es contra el Llano… No se puede contra lo que no se puede. Eso es lo que hemos dicho… Espérenos usted para explicarle. Mire, vamos a comenzar por donde íbamos…
Pero él no nos quiso oír.
Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará de aquí. Ni zopilotes. Uno los ve allá cada y cuando, muy arriba, volando a la carrera; tratando de salir lo más pronto posible de este blanco terregal endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando.
Melitón dice:
-Esta es la tierra que nos han dado.
Faustino dice:
-¿Qué?
Yo no digo nada. Yo pienso: “Melitón no tiene la cabeza en su lugar. Ha de ser el calor el que lo hace hablar así. El calor, que le ha traspasado el sombrero y le ha calentado la cabeza. Y si no, ¿por qué dice lo que dice? ¿Cuál tierra nos han dado, Melitón? Aquí no hay ni la tantita que necesitaría el viento para jugar a los remolinos.”
Melitón vuelve a decir:
-Servirá de algo. Servirá aunque sea para correr yeguas.
-¿Cuáles yeguas? -le pregunta Esteban.
Yo no me había fijado bien a bien en Esteban. Ahora que habla, me fijo en él. Lleva puesto un gabán que le llega al ombligo, y debajo del gabán saca la cabeza algo así como una gallina.
Sí, es una gallina colorada la que lleva Esteban debajo del gabán. Se le ven los ojos dormidos y el pico abierto como si bostezara. Yo le pregunto:
-Oye, Teban, ¿de dónde pepenaste esa gallina?
-Es la mía- dice él.
-No la traías antes. ¿Dónde la mercaste, eh?
-No la merqué, es la gallina de mi corral.
-Entonces te la trajiste de bastimento, ¿no?
-No, la traigo para cuidarla. Mi casa se quedó sola y sin nadie para que le diera de comer; por eso me la traje. Siempre que salgo lejos cargo con ella.
-Allí escondida se te va a ahogar. Mejor sácala al aire.
Él se la acomoda debajo del brazo y le sopla el aire caliente de su boca. Luego dice:
-Estamos llegando al derrumbadero.
Yo ya no oigo lo que sigue diciendo Esteban. Nos hemos puesto en fila para bajar la barranca y él va mero adelante. Se ve que ha agarrado a la gallina por las patas y la zangolotea a cada rato, para no golpearle la cabeza contra las piedras.
Conforme bajamos, la tierra se hace buena. Sube polvo desde nosotros como si fuera un atajo de mulas lo que bajara por allí; pero nos gusta llenarnos de polvo. Nos gusta. Después de venir durante once horas pisando la dureza del Llano, nos sentimos muy a gusto envueltos en aquella cosa que brinca sobre nosotros y sabe a tierra.
Por encima del río, sobre las copas verdes de las casuarinas, vuelan parvadas de chachalacas verdes. Eso también es lo que nos gusta.
Ahora los ladridos de los perros se oyen aquí, junto a nosotros, y es que el viento que viene del pueblo retacha en la barranca y la llena de todos sus ruidos.
Esteban ha vuelto a abrazar su gallina cuando nos acercamos a las primeras casas. Le desata las patas para desentumecerla, y luego él y su gallina desaparecen detrás de unos tepemezquites.
-¡Por aquí arriendo yo! -nos dice Esteban.
Nosotros seguimos adelante, más adentro del pueblo.
La tierra que nos han dado está allá arriba.
 

PREGUNTAS DE COMPRENSIÓN LECTORA:
1. ¿Qué significado simbólico tiene la tierra que reciben los hombres en el cuento? Explica tu respuesta.
2. ¿Crees que en este cuento se da un acto de injusticia? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
3. Tomando como referencia lo narrado en el cuento, qué significa esta frase: “No se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos”. Explica tu respuesta.
4. Si pudieras resumir el cuento con una palabra, ¿cuál sería? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
5. ¿Consideras que el narrador protagonista está resignado ante la situación en la que se encuentra cuando al final del cuento dice: “La tierra que nos han dado está allá arriba”? Justifica tu respuesta.
6. ¿Crees que fue justo el reparto de tierras que se le dieron a aquellos hombres? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
 
 
 
POSIBLES RESPUESTAS:
1. La tierra simboliza pobreza, miseria y muerte, ya que, al ser llanura, es decir, desierto no se podría cultivar nada y eso solo generaría más miseria.
2. Sí, se puede argumentar que hay un acto de injusticia en el cuento. El hecho de que los hombres hayan recibido una tierra tan árida y desolada para trabajar es injusto, ya que les hace difícil sobrevivir y prosperar. Además, se sugiere que la tierra fue dada a ellos por alguien más poderoso (el gobierno), lo que implica una desigualdad en la distribución de los recursos.
3. La frase tiene un tono sarcástico, ya que, aunque efectivamente se les ha dado una gran extensión de tierra, esta es árida y nada se puede cultivar.
4. Si tuviera que resumir el cuento con una palabra, sería "desigualdad". El cuento muestra cómo los hombres pobres son oprimidos y tratados con desigualdad por aquellos que tienen más poder (el gobierno), y cómo la distribución desigual de la tierra perpetúa esta opresión.
5. Sí, el narrador protagonista parece resignado ante la situación en la que se encuentra al final del cuento. La frase "La tierra que nos han dado está allá arriba" sugiere una sensación de impotencia y resignación frente a la realidad de que la tierra que recibieron no es suficiente para vivir y prosperar. Es una expresión de frustración y desesperanza ante la injusticia de la situación.
6. Considero que no fue justo la repartición de tierras, porque es evidente que la distribución es desigual. Los hombres no van a poder cultivar nada en ese terreno tan árido. Como los protagonistas son pobres, se los puede seguir explotando.


MIRA ESTE VIDEO: RESUMEN Y ANÁLISIS DE "PEDRO PÁRAMO" DE JUAN RULFO:

jueves, 13 de abril de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto crítico sobre LAS EMOCIONES Y LA ESCUELA

 

Práctica de comprensión lectora:
Leemos un texto crítico sobre LAS EMOCIONES Y LA ESCUELA
 

 
LECTURA:

¿Pero por qué este auge de lo emocional? Nuestros abuelos, incluso nuestros padres, no se preocupaban tanto por el tema emocional. Su mundo era más duro a nivel de comodidades, sus opciones eran muy limitadas y su contacto con el exterior se reducía a lo cercano, a lo próximo, en definitivas cuentas, a lo real. Tenían por costumbre aceptar, en la medida de las posibilidades, la sociedad en la que les había tocado vivir, y dentro de sus capacidades y de la realidad de su estatus social, buscaban la felicidad. El trabajo era un medio para ganar dinero, y la dicha solía atesorarse al margen de la economía, en la franja personal de la vida, separada del materialismo. Por una parte, la aceptación de esta realidad tenía un halo de tristeza porque cercenaba la capacidad de soñar con cambiar radicalmente la situación, pero por otra parte, se partía de una realidad y se vivía conforme a ella, buscando una felicidad sencilla, teniendo una vida emocional más transparente que la actual.
 
Este imperio del cuidado emocional que aumenta, pone especial acento en el tema educativo. La pedagogía actual está haciendo hincapié en «educar las emociones», como si esto no se hubiese hecho nunca. Antes las emociones eran un complemento más, algo que acompañaba a unos deberes, unos contenidos, un aprendizaje de la disciplina, unas exigencias determinadas..., y ahora las emociones (pero solo las positivas y agradables) son el eje central desde el que pivotan todos los demás factores.
 
Estamos siendo testigos de un momento de explosión de nuevas metodologías pedagógicas, como los trabajos por proyectos, en los que el niño, partiendo de los temas en los que se siente a gusto, con los que se identifica, comience a trabajar. Desde los nuevos púlpitos educativos, se pregona que la educación sin emoción positiva no es buena, y no paran de inventarse estrategias educativas docentes donde el infante siempre se encuentre cómodo con la situación que se le propone a cada momento.
 
Estamos cayendo en lo que se denomina un «paidocentrismo», es decir, el niño es el centro de todo, todo gira en torno a él y, lo que es peor, en torno a su felicidad y satisfacción. Educamos, desde la más temprana edad, en insertar y cuidar las emociones positivas las 24 horas del día.
 
Hay que estar contentos mientras estudiamos, mientras aprendemos, hay que estar felices también en el trabajo, sentir que nos apasiona lo que hacemos en cada instante, en cada momento. Pero si solo podemos o debemos aprender, o enseñar, con el refuerzo y el amparo de emociones positivas, estamos manipulando la idea de una vida real, donde, como hemos estado analizando, existen muchos factores imponderables que nos provocarán desazón, desánimo, dolor, decepción, angustia, ansiedades y alguna que otra depresión. Es decir, olvidamos educar también para el sufrimiento.
 
Tomado de: RUIZ, J.C. (2018). El arte de pensar. Cómo los grandes filósofos pueden estimular nuestro pensamiento crítico. Editorial Berenice.
 

RESPONDE:

1. El autor plantea que lo emocional en el pasado:
a) Exigía que las personas se comportaran duramente.
b) No era una gran preocupación.
c) No existía pues las condiciones de vida siempre eran duras.
d) Se solía relacionar con la idea de felicidad.
 
2. El término “una vida emocional más transparente” en el texto hace referencia a:
a) Una vida más cristalina
b) Una vida más vertiginosa.
c) Una vida sin ningún deseo de superación.
d) Una vida más sencilla.
 
3. Sobre las emociones, el autor critica que:
a) La sociedad de nuestros abuelos o nuestros padres vivían en una sociedad triste que no ponía énfasis en las emociones positivas que desarrollaban mejor al ser humano.
b) La idea de felicidad en la época de nuestros abuelos era un deseo más difícil de conseguir que hoy en día donde se presta mucha atención a las emociones.
c) Una vida emocional transparente es negativa, pues actualmente la educación se debe centrar en hacer que los niños aprendan con alegría.
d) Si solo se toman en cuenta las emociones positivas y agradables, estaremos distorsionando la idea de una vida real.
 
 
4. ¿Cuál es la alternativa incompatible con el texto?
a) En la época de nuestros abuelos lo emocional no era un tema preocupante.
b) El cuidado emocional que aumenta se centra especialmente en la educación.
c) El «paidocentrismo», según el autor, resulta una manera de enseñar muy positiva y necesaria.
d) La pedagogía actual educa emociones positivas.
 
5. Infiere: ¿El autor está a favor o en contra de la educación actual? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
6. El autor asevera que hemos olvidado “educar también educar para el sufrimiento”. ¿En qué consistiría ello? Explica tu respuesta.

 

 

 

 
7. ¿Estás de acuerdo con lo planteado por el autor? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 

SOLUCIÓN:
1B
2D
3D
4C
5.- Posible respuesta: El autor parece estar en contra de la educación actual, al menos en lo que se refiere al enfoque excesivo en el cuidado emocional y el paidocentrismo. El autor cree que la educación debe incluir la educación en la aceptación del sufrimiento y en la realidad de la vida, no solo en emociones positivas.
6.- Posible respuesta: Educar para el sufrimiento significa preparar a los niños para enfrentar y superar situaciones difíciles, dolorosas y frustrantes, que son parte de la vida real. Esto implica enseñar habilidades de resiliencia, como la capacidad de adaptación, la fortaleza emocional y la capacidad de superar adversidades. También significa reconocer y aceptar que la vida no siempre es fácil y que habrá momentos de dolor y sufrimiento que debemos enfrentar y superar.
7.- Posible respuesta: Considero que el autor plantea una reflexión interesante sobre el papel de la educación en la sociedad actual. Es importante tener en cuenta que, aunque es positivo que se preste atención al cuidado emocional y al bienestar de los niños, también es importante educar en la aceptación de la realidad y la capacidad de enfrentar situaciones difíciles. La educación debe ser equilibrada y abarcar todos los aspectos de la vida, incluyendo tanto emociones positivas como negativas.


APRENDE MÁS SOBRE COMPRENSIÓN LECTORA CON ESTE VIDEO:



miércoles, 12 de abril de 2023

Cuento “Me alquilo para soñar” de Gabriel García Márquez con actividades de comprensión lectora

 

Cuento “Me alquilo para soñar” de Gabriel García Márquez con actividades de comprensión lectora

 
Gabriel García Márquez

LECTURA:
Me alquilo para soñar
Gabriel García Márquez

 
A las nueve de la mañana, mientras desayunábamos en la terraza del Habana Riviera, un tremendo golpe de mar a pleno sol levantó en vilo varios automóviles que pasaban por la avenida del malecón, o que estaban estacionados en la acera, y uno quedó incrustado en un flanco del hotel. Fue como una explosión de dinamita que sembró el pánico en los veinte pisos del edificio y convirtió en polvo el vitral del vestíbulo. Los numerosos turistas que se encontraban en la sala de espera fueron lanzados por los aires junto con los muebles, y algunos quedaron heridos por la granizada de vidrio. Tuvo que ser un maretazo colosal, pues entre la muralla del malecón y el hotel hay una amplia avenida de ida y vuelta, así que la ola saltó por encima de ella y todavía le quedó bastante fuerza para desmigajar el vitral.
Los alegres voluntarios cubanos, con la ayuda de los bomberos, recogieron los destrozos en menos de seis horas, clausuraron la puerta del mar y habilitaron otra, y todo volvió a estar en orden. Por la mañana no se había ocupado nadie del automóvil incrustado en el muro, pues se pensaba que era uno de los estacionados en la acera. Pero cuando la grúa lo sacó de la tronera descubrieron el cadáver de una mujer amarrada en el asiento del conductor con el cinturón de seguridad. El golpe fue tan brutal que no le quedó un hueso entero. Tenía el rostro desbaratado, los botines descosidos y la ropa en piltrafas, y un anillo de oro en forma de serpiente con ojos de esmeraldas. La policía estableció que era el ama de llaves de los nuevos embajadores de Portugal. En efecto, había llegado con ellos a La Habana quince días antes, y había salido esa mañana para el mercado manejando un automóvil nuevo. Su nombre no me dijo nada cuando leí la noticia en los periódicos, pero en cambio quedé intrigado por el anillo en forma de serpiente y ojos de esmeraldas. No pude averiguar, sin embargo, en qué dedo lo usaba.
Era un dato decisivo, porque temí que fuera una mujer inolvidable cuyo nombre verdadero no supe jamás, que usaba un anillo igual en el índice derecho, lo cual era más insólito aún en aquel tiempo. La había conocido treinta y cuatro años antes en Viena, comiendo salchichas con papas hervidas y bebiendo cerveza de barril en una taberna de estudiantes latinos. Yo había llegado de Roma esa mañana, y aún recuerdo mi impresión inmediata por su espléndida pechuga de soprano, sus lánguidas colas de zorros en el cuello del abrigo y aquel anillo egipcio en forma de serpiente. Me pareció que era la única austríaca en el largo mesón de madera, por el castellano primario que hablaba sin respirar con un acento de quincallería. Pero no, había nacido en Colombia y se había ido a Austria entre las dos guerras, casi niña, a estudiar música y canto. En aquel momento andaba por los treinta años mal llevados, pues nunca debió ser bella y había empezado a envejecer antes de tiempo. Pero en cambio era un ser humano encantador. Y también uno de los más temibles.
Viena era todavía una antigua ciudad imperial, cuya posición geográfica entre los dos mundos irreconciliables que dejó la Segunda Guerra había acabado de convertirla en un paraíso, del mercado negro y el espionaje mundial. No hubiera podido imaginarme un ámbito más adecuado para aquella compatriota fugitiva que seguía comiendo en la taberna estudiantil de la esquina solo por fidelidad a su origen, pues tenía recursos de sobra para comprarla de contado con todos sus comensales dentro. Nunca dijo su verdadero nombre, pues siempre la conocimos con el trabalenguas germánico que le inventaron los estudiantes latinos de Viena: Frau Frida. Apenas me la habían presentado cuando incurrí en la impertinencia feliz de preguntarle cómo había hecho para implantarse de tal modo en aquel mundo tan distante y distinto de sus riscos de vientos del Quindío, y ella me contestó con un golpe:
—Me alquilo para soñar.
En realidad, era su único oficio. Había sido la tercera de los once hijos de un próspero tendero del antiguo Caldas, y desde que aprendió a hablar instauró en la casa la buena costumbre de contar los sueños en ayunas, que es la hora en que se conservan más puras sus virtudes premonitorias. A los siete años soñó que uno de sus hermanos era arrastrado por un torrente. La madre, por pura superstición religiosa, le prohibió al niño lo que más le gustaba, que era bañarse en la quebrada. Pero Frau Frida tenía ya un sistema propio de vaticinios.
—Lo que ese sueño significa —dijo— no es que se vaya a ahogar, sino que no debe comer dulces.
La sola interpretación parecía una infamia, cuando era para un niño de cinco años que no podía vivir sin sus golosinas dominicales. La madre, ya convencida de las virtudes adivinatorias de la hija, hizo respetar la advertencia con mano dura. Pero al primer descuido suyo el niño se atragantó con una canica de caramelo que se estaba comiendo a escondidas, y no fue posible salvarlo.
Frau Frida no había pensado que aquella facultad pudiera ser un oficio, hasta que la vida la agarró por el cuello en los crueles inviernos de Viena. Entonces tocó para pedir empleo en la primera casa que le gustó para vivir, y cuando le preguntaron qué sabía hacer, ella solo dijo la verdad: “Sueño”. Le bastó con una breve explicación a la dueña de casa para ser aceptada, con un sueldo apenas suficiente para los gastos menudos, pero con un buen cuarto y las tres comidas. Sobre todo el desayuno, que era el momento en que la familia se sentaba a conocer el destino inmediato de cada uno de sus miembros: el padre, que era un rentista refinado; la madre, una mujer alegre y apasionada de la música de cámara romántica, y dos niños de once y nueve años. Todos eran religiosos, y por lo mismo propensos a las supersticiones arcaicas, y recibieron encantados a Frau Frida con el único compromiso de descifrar el destino diario de la familia a través de los sueños.
Lo hizo bien y por mucho tiempo, sobre todo en los años de la guerra, cuando la realidad fue más siniestra que las pesadillas. Solo ella podía decidir a la hora del desayuno lo que cada quien debía hacer aquel día, y cómo debía hacerlo, hasta que sus pronósticos terminaron por ser la única autoridad en la casa. Su dominio sobre la familia fue absoluto: aun el suspiro más tenue era por orden suya. Por los días en que estuve en Viena acababa de morir el dueño de casa, y había tenido la elegancia de legarle a ella una parte de sus rentas, con la única condición de que siguiera soñando para la familia hasta el fin de sus sueños.
Estuve en Viena más de un mes, compartiendo las estrecheces de los estudiantes, mientras esperaba un dinero que nunca llegó. Las visitas imprevistas y generosas de Frau Frida en la taberna eran entonces como fiestas en nuestro régimen de penurias. Una de esas noches, en la euforia de la cerveza, me habló al oído con una convicción que no permitía ninguna pérdida de tiempo.
—He venido solo para decirte que anoche tuve un sueño contigo —me dijo—. Debes irte enseguida y no volver a Viena en los próximos cinco años.
Su convicción era tan real, que esa misma noche me embarcó en el último tren para Roma. Yo, por mi parte, quedé tan sugestionado, que desde entonces me he considerado sobreviviente de un desastre que nunca conocí. Todavía no he vuelto a Viena.
Antes del desastre de La Habana había visto a Frau Frida en Barcelona, de una manera tan inesperada y casual que me pareció misteriosa. Fue el día en que Pablo Neruda pisó tierra española por primera vez desde la Guerra Civil, en la escala de un lento viaje por mar hacia Valparaíso. Pasó con nosotros una mañana de caza mayor en las librerías de viejo, y en Porter compró un libro antiguo, descuadernado y marchito, por el cual pagó lo que hubiera sido su sueldo de dos meses en el consulado de Rangún. Se movía por entre la gente como un elefante inválido, con un interés infantil en el mecanismo interno de cada cosa, pues el mundo le parecía un inmenso juguete de cuerda con el cual se inventaba la vida.
No he conocido a nadie más parecido a la idea que uno tiene de un papa renacentista: glotón y refinado. Aun contra su voluntad, siempre era él quien presidía la mesa. Matilde, su esposa, le ponía un babero que parecía más de peluquería que de comedor, pero era la única manera de impedir que se bañara en salsas. Aquel día en Carballeira fue ejemplar. Se comió tres langostas enteras descuartizándolas con una maestría de cirujano, y al mismo tiempo devoraba con la vista los platos de todos, e iba picando un poco de cada uno, con un deleite que contagiaba las ganas de comer: las almejas de Galicia, los percebes del Cantábrico, las cigalas de Alicante, las espardenyas de la Costa Brava. Mientras tanto, como los franceses, solo hablaba de otras exquisiteces de cocina, y en especial de los mariscos prehistóricos de Chile que llevaba en el corazón. De pronto dejó de comer, afinó sus antenas de bogavante, y me dijo en voz muy baja:
—Hay alguien detrás de mí que no deja de mirarme.
Miré por encima de su hombro, y así era. A sus espaldas, tres mesas más allá, una mujer impávida con un anticuado sombrero de fieltro y una bufanda morada masticaba despacio con los ojos fijos en él. La reconocí en el acto. Estaba envejecida y gorda, pero era ella, con el anillo de serpiente en el índice.
Viajaba desde Nápoles en el mismo barco que los Neruda, pero no se habían visto a bordo. La invitamos a tomar el café en nuestra mesa, y la induje a hablar de sus sueños para sorprender al poeta. Él no le hizo caso, pues planteó desde el principio que no creía en adivinaciones de sueños.
—Solo la poesía es clarividente —dijo.
Después del almuerzo, en el inevitable paseo por las Ramblas, me retrasé a propósito con Frau Frida para refrescar nuestros recuerdos sin oídos ajenos. Me contó que había vendido sus propiedades de Austria y vivía retirada en Porto, Portugal, en una casa que describió como un castillo falso sobre una colina desde donde se veía todo el océano hasta las Américas. Aunque no lo dijera, en su conversación quedaba claro que de sueño en sueño había terminado por apoderarse de la fortuna de sus inefables patrones de Viena. No me impresionó, sin embargo, porque siempre había pensado que sus sueños no eran más que una artimaña para vivir. Y se lo dije.
Ella soltó su carcajada irresistible. “Sigues tan atrevido como siempre”, me dijo. Y no dijo más, porque el resto del grupo se había detenido a esperar que Neruda acabara de hablar en jerga chilena con los loros de la Rambla de los Pájaros. Cuando reanudamos la charla, Frau Frida había cambiado de tema.
—A propósito —me dijo—: Ya puedes volver a Viena.
Solo entonces caí en la cuenta de que habían transcurrido trece años desde que nos conocimos.
—Aun si tus sueños son falsos, jamás volveré —le dije. Por si acaso.
A las tres nos separamos de ella para acompañar a Neruda a su siesta sagrada. La hizo en nuestra casa, después de unos preparativos solemnes que de algún modo recordaban la ceremonia del té en el Japón. Había que abrir unas ventanas y cerrar otras para que hubiera el grado de calor exacto y una cierta clase de luz en cierta dirección, y un silencio absoluto. Neruda se durmió al instante, y despertó diez minutos después, como los niños, cuando menos pensábamos. Apareció en la sala restaurado y con el monograma de la almohada impreso en la mejilla.
—Soñé con esa mujer que sueña —dijo.
Matilde quiso que le contara el sueño.
—Soñé que ella estaba soñando conmigo —dijo él.
—Eso es de Borges —le dije.
Él me miró desencantado.
—¿Ya está escrito?
—Si no está escrito se va a escribir alguna vez —le dije. Será uno de sus laberintos.
Tan pronto como subió a bordo, a las seis de la tarde, Neruda se despidió de nosotros, se sentó en una mesa apartada, y empezó a escribir versos fluidos con la pluma de tinta verde con que dibujaba flores y peces y pájaros en las dedicatorias de sus libros. A la primera advertencia del buque buscamos a Frau Frida, y al fin la encontramos en la cubierta de turistas cuando ya nos íbamos sin despedirnos. También ella acababa de despertar de la siesta.
—Soñé con el poeta —nos dijo.
Asombrado, le pedí que me contara el sueño.
—Soñé que él estaba soñando conmigo —dijo, y mi cara de asombro la confundió—. ¿Qué quieres? A veces, entre tantos sueños, se nos cuela uno que no tiene nada que ver con la vida real.
No volví a verla ni a preguntarme por ella hasta que supe del anillo en forma de culebra de la mujer que murió en el naufragio del Hotel Riviera. Así que no resistí la tentación de hacerle preguntas al embajador portugués cuando coincidimos, meses después, en una recepción diplomática. El embajador me habló de ella con un gran entusiasmo y una enorme admiración. “No se imagina lo extraordinaria que era”, me dijo. “Usted no habría resistido la tentación de escribir un cuento sobre ella”. Y prosiguió en el mismo tono, con detalles sorprendentes, pero sin una pista que me permitiera una conclusión final.
—En concreto —le precisé por fin—: ¿qué hacía?
—Nada —me dijo él, con un cierto desencanto—. Soñaba.
 

RESPONDE:
1. ¿Qué sucede al inicio del cuento?
2. ¿Qué encontraron en el auto incrustado en el muro?
3. ¿Quién es Frau Frida?
4. ¿A qué se dedicaba Frau Frida? ¿En qué consistía aquello?
5. ¿Qué significado simbólico tiene la palabra “Sueño” en el cuento?
6. ¿Por qué en los años de Guerra Frau Frida hacia mejor su trabajo?
7. Qué significa esta frase: “que siguiera soñando para la familia hasta el fin de sus sueños”. Explica tu respuesta.
8. ¿Qué le dice Frau Frida al narrador en una taberna? ¿Por qué se lo dice?
9. Tomando como referencia el cuento, ¿qué podría simbolizar el anillo de serpiente en el índice derecho? Justifica tu respuesta.
10. ¿Qué hecho misterioso sucedió entre Frau Frida y el poeta Pablo Neruda?
11. Según el final del cuento, ¿qué paso al final con Frau Frida? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.
12. ¿Crees que existe un elemento fantástico en este cuento? ¿Por qué? Explica tu respuesta.
13. Si pudieras resumir el cuento en una palabra, ¿cuál sería? ¿Por qué? Fundamenta tu respuesta.
14. Reflexiona: En el cuento el poeta Pablo Neruda dice que no creía en las adivinaciones de los sueños. Él dice que “solo la poesía es clarividente”. ¿Qué significaría ello? ¿Por qué? Explica tu respuesta.
15. ¿Te pareció interesante este cuento? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

lunes, 10 de abril de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre LOS VALORES

 

Práctica de comprensión lectora:
Leemos un texto argumentativo sobre LOS VALORES
 

 
LECTURA:
¿Son los valores relativos?
Carlos Pedroza (seudónimo)
Estamos en una época en donde se vive un relativismo exagerado: tú tienes tus valores y yo los míos y nadie tiene derecho a meterse en mi vida. O bien, este relativismo extremo se manifiesta como una peculiaridad cultural que debe ser respetada: cada cultura tiene sus propios valores que no pueden ser cuestionados. Este relativismo llega al ridículo. Una alumna decía: “los mexicanos somos culturalmente impuntuales. ¿Por qué no respetan esto?” El relativismo rompe toda comunicación y posibilidad de que los seres humanos luchen por la justicia; pues si una sociedad es injusta —o un individuo— lo es por cultura y, ¿quién podría reprochárselo? ¿Por qué la gente piensa que los valores son relativos? Existen varias razones, unas de actitudes y otras de fallas cognoscitivas. Dentro de las primeras podemos señalar un individualismo exagerado y una apatía por interesarnos en los problemas de los demás. Dentro de las segundas me limitaré a explicar dos:
 
La gente generalmente confunde lo que es un valor con la manifestación de ese valor. Así, el tomar en cuenta el valor de los demás es universal; pero las maneras de demostrarlo son diversas dependiendo de cada cultura y país. En algunos pueblos de África se suele agradecer y alabar una buena comida, con eructos fuertes, lo cual en México sería una grosería. ¿Esto significa que los valores son relativos? No, definitivamente no. El valor es el mismo, pero no el cómo se realiza.
 
Hay otro conocido argumento. Cuando se dice que matar es malo, no falta quien replique “pero si me quiere matar un asaltante, entonces es bueno que yo lo mate”, así que vea: todo es relativo. Nada más falso, si fuera bueno matar en tales circunstancias tendríamos que fomentar los asaltos o las guerras, ya que “es bueno matar cuando está en peligro mi vida”. Pero es así que luchamos para que haya más seguridad y no haya guerras, porque matar en cualquiera de sus formas es malo. Estas personas confunden la buena decisión entre dos males, es decir, la elección del mal menor (que no deja de ser mal), con la buena de un valor. (…)
 
Concluyendo, la realización de los valores está “en relación” con contextos y culturas; pero esto no debe llevarnos a un relativismo en donde nada puede juzgarse como bueno o como malo.
 
Tomado y adaptado de: ESPÍNDOLA CASTRO, Marco Antonio & ESPÍNDOLA CASTRO, José Luis (2005). Pensamiento crítico. México. Pearson Educación.
 
RESPONDE:
 
1. El autor critica, principalmente:
a) El ridículo de algunos individuos.
b) El exagerado relativismo con respecto a los valores.
c) La época en la que se viven los valores.
d) La imposibilidad de tener una sola escala de valores.
 
2. ¿Qué causa el relativismo?
a) Hace que todos tengan diversos valores según su cultura y contribuyan con su diversidad.
b) Genera que cada sociedad pueda consolidar sus propias normas de convivencia.
c) Rompe toda comunicación y posibilidad para que los seres humanos luchen por justicia.
d) Permite que las personas se interesen por los problemas de los demás.
 
3. El autor establece que la gente relativiza los valores
a) Porque no sabe diferenciar lo que es un valor de su manifestación.
b) Porque suele pensar mucho en los demás y quiere ser tolerante.
c) Porque los valores no suelen significar lo mismo en todas las culturas.
d) Porque hay buenas razones para pensar así.
 
4. Se infiere, según lo dicho por el autor que la expresión: “pero si me quiere matar un asaltante, entonces es bueno que yo lo mate” es:
a) Una aceptación de que matar también puede ser bueno.
b) Una relativización válida sobre el valor que tiene la vida.
c) Un argumento fundamentado.  
d) Una falacia.
 
5. El relativismo no permite
a) Pone de manifiesto que los valores son universales.
b) Hace que las personas entiendan que los valores se difundan más.
c) Que los valores se realicen según el contexto cultural.
d) Que las acciones se juzguen como buenas o malas.
 
6. Se puede inferir que el relativismo, según el autor:
a) Suele asociarse con las razones o actitudes cognoscitivas universales.
b) Es una manera de justificar nuestras malas acciones o malos hábitos.
c) Genera una confusión que puede solucionarse si se respetan las diversas manifestaciones culturales.
d) Hay una confusión con el significado de los valores.
 
7. El autor hace una comparación de cómo agradecen y alaban una buena comida los pueblos de África y México con el propósito de:
a) Hacer que el lector conozca cómo actúan estas dos culturas en una misma situación.
b) Sustentar su la tesis de que los valores no se pueden relativizar.
c) Ejemplificar cómo en países de África hay costumbres que resultan groseras.
d) Explicar las razones culturales sobre una acción en particular.
 
8. Se infiere que el término “ridículo” significa:
a) Que es muy alegre, pero vergonzoso.
b) Que no existe dentro del debate social.
c) Que no tiene lógica ni coherencia.
d) Que causa risa en las personas que relativizan los valores.
 
9. ¿Crees que es importante que los valores no se relativicen? ¿Por qué?

 

 

 

 
10. ¿Estás de acuerdo con lo que plantea el autor de este texto? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
 
SOLUCIÓN:
1B
2C
3A
4D
5D
6B
7B
8C
9.-Posible respuesta: El estudiante debe tomar una posición al respecto y justificarla. Aquí un ejemplo de respuesta: Considero que es importante no relativizar los valores porque los valores son los principios fundamentales que guían nuestras acciones y decisiones. Si los valores se consideran relativos, entonces no hay criterios universales que nos permitan juzgar si una acción es correcta o incorrecta, buena o mala. Esto puede llevar a una falta de ética y moral en la sociedad, así como a la falta de responsabilidad personal.
10.-Posible respuesta: El estudiante debe tomar una posición al respecto y justificarla.


APRENDE MÁS SOBRE LOS TEXTOS ARGUMENTATIVOS CON ESTE VIDEO:







martes, 4 de abril de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un texto argumentativo sobre LA DIGNIDAD HUMANA

 

Práctica de comprensión lectora:
Leemos un texto argumentativo sobre LA DIGNIDAD HUMANA

 
LECTURA:

Principio básico de la vida buena, como ya hemos visto, es tratar a las personas como a personas, es decir: ser capaces de ponernos en el lugar de nuestros semejantes y de relativizar nuestros intereses para armonizarlos con los suyos.
 
Si prefieres decirlo de otro modo, se trata de aprender a considerar los intereses del otro como si fuesen tuyos y los tuyos como si fuesen de otro. A esta virtud se le llama justicia y no puede haber régimen político decente que no pretenda, por medio de leyes e instituciones, fomentar la justicia entre los miembros de la sociedad. La única razón para limitar la libertad de los individuos cuando sea indispensable hacerlo es impedir, incluso por la fuerza si no hubiera otra manera, que traten a sus semejantes como si no lo fueran, o sea que los traten como a juguetes, a bestias de carga, a simples herramientas, a seres inferiores, etc.
 
A la condición que puede exigir cada humano de ser tratado como semejante a los demás, sea cual fuere su sexo, color de piel, ideas o gustos, etc., se le llama dignidad. Y fíjate qué curioso: aunque la dignidad es lo que tenemos todos los humanos en común, es precisamente lo que sirve para reconocer a cada cual como único e irrepetible. Las cosas pueden ser «cambiadas» unas por otras, se las puede «sustituir» por otras parecidas o mejores, en una palabra: tienen su «precio» (el dinero suele servir para facilitar estos intercambios, midiéndolas todas por un mismo rasero).
 
Dejemos de lado por el momento que ciertas «cosas» estén tan vinculadas a las condiciones de la existencia humana que resulten insustituibles y por lo tanto «que no puedan ser compradas ni por todo el oro del mundo», como pasa con ciertas obras de arte o ciertos aspectos de la naturaleza. Pues bien, todo ser humano tiene dignidad y no precio, es decir, no puede ser sustituido ni se le debe maltratar con el fin de beneficiar a otro.
 
Cuando digo que no puede ser sustituido, no me refiero a la función que realiza (un carpintero puede sustituir en su trabajo a otro carpintero) sino a su personalidad propia, a lo que verdaderamente es; cuando hablo de «maltratar» quiero decir que, ni siquiera si se le castiga de acuerdo a la ley o se le tiene políticamente como enemigo, deja de ser acreedor a unos miramientos y a un respeto. Hasta en la guerra, que es el mayor fracaso del intento de «buena vida» en común de los hombres, hay comportamientos que suponen un crimen mayor que el propio crimen organizado que la guerra representa.
 
Es la dignidad humana lo que nos hace a todos semejantes justamente porque certifica que cada cual es único, no intercambiable y con los mismos derechos al reconocimiento social que cualquier otro.
 
Fragmento de Ética para Amador – Fernando Savater
 
 
RESPONDE:
 
1. ¿Qué tipo de texto acabas de leer?
a) Narrativo.
b) Argumentativo.
c) Descriptivo.
d) Literario.
 
2. Se infiere que el texto aborda, principalmente, el tema de:
a) La libertad.
b) La guerra.
c) La confianza en la sociedad.
d) La dignidad humana.
 
3. ¿Qué se entiende por tratar a las personas como a personas? Explica tu respuesta.

 

 

 

 
4. Tomando en cuenta el texto, se infiere que se limita la libertad de los otros para garantizar:
a) La justicia.
b) La vida.
c) La sociedad basada en la fuerza.
d) La tiranía.
 
5. Se infiere que la dignidad se relaciona con
a) Una forma de ver al otro como alguien diferente.
b) Una manera de entender hoy en día al ser humano.
c) Una cualidad que puede variar con las épocas.
d) Un trato justo.
 
6. ¿Qué significado contextual tiene la palabra “miramientos”?
a) Miradas.
b) Posibilidades.
c) Consideraciones.
d) Contrariedades.
 
7. ¿Por qué el autor dice que la guerra es el mayor fracaso del intento de «buena vida»? Explica tu respuesta.

 

 

 

 
8. Infiere: ¿En qué circunstancias no se respetaría la dignidad humana? Da un ejemplo tomando como referencia lo expuesto en el texto.

 

 

 

 
9. Tomando en cuenta el texto, ¿cómo se relaciona la idea de justicia con una vida digna? Explica tu respuesta.

 

 

 

 
10. Pedro, después de leer el texto dijo: “El autor nos habla de la dignidad como un concepto importante para tener una buena vida, pero en el mundo en el que hoy vivimos, muchos no se tratan con dignidad. Por ello suena bonito, pero poco practicado”. ¿Estás de acuerdo por lo dicho por Pedro? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
 
SOLUCIÓN:
1B
2D
3.- Posible respuesta: Significa que se deben tratar a las personas como son, es decir, con dignidad y empatía, sin despreciarlas.
4A
5D
6C
7.- Posible respuesta: El autor dice que la guerra es el mayor fracaso del intento de «buena vida» porque en una guerra, los seres humanos dejan de tratarse como semejantes y se convierten en enemigos a los que se puede eliminar sin miramientos. La guerra implica una degradación de la dignidad humana y la justicia, y el objetivo de la vida en sociedad es precisamente lograr una convivencia justa y armoniosa.
8.- Posible respuesta: La dignidad humana no se respetaría en circunstancias en las que se tratara a los seres humanos como si fueran cosas o animales, sin considerar sus derechos o su personalidad única e irrepetible. Un ejemplo podría ser la esclavitud, en la que se trata a una persona como propiedad, sin respetar su libertad ni su dignidad.
9.- Posible respuesta: La idea de justicia se relaciona con una vida digna porque la justicia implica tratar a los demás como semejantes, considerando sus intereses y derechos al mismo nivel que los propios. La justicia busca fomentar la armonía y la convivencia en sociedad, evitando que se trate a los seres humanos como si fueran objetos o herramientas. Una sociedad justa es aquella que respeta la dignidad humana y garantiza el reconocimiento social de cada individuo.
10.- Posible respuesta: En cierto sentido, es cierto que la dignidad humana no siempre es respetada en el mundo actual y que esto puede parecer poco práctico. Sin embargo, el hecho de que algo no se esté practicando no significa que no sea importante o necesario. La idea de la dignidad humana es fundamental para lograr una convivencia justa y armoniosa, y aunque no siempre se cumpla en la práctica, es importante seguir defendiéndola y promoviéndola como un valor esencial para la vida en sociedad.


APRENDE MÁS SOBRE EL TEXTO ARGUMENTATIVO CON ESTE VIDEO:




domingo, 2 de abril de 2023

Práctica de comprensión lectora: Leemos un cuento sobre LA SOLIDARIDAD

 

Práctica de comprensión lectora:
Leemos un cuento sobre LA SOLIDARIDAD
 

LECTURA:
EL CIRCO
por William Wordsworth


 
En una ocasión, cuando era adolescente, mi padre y yo nos encontrábamos en una fila para comprar los boletos para el circo. Finalmente, sólo había una familia entre nosotros y la taquilla. Esta familia me causó una grata impresión. Eran ocho niños, todos quizá menores de 12 años. Se notaba que no tenían mucho dinero. Su ropa no era costosa, pero estaba limpia. Los niños se comportaban bien; todos se encontraban de pie formando una fila, de dos en dos, detrás de sus padres, tomados de la mano. Parloteaban entusiasmados sobre los payasos, los elefantes y otros actos que verían esa noche. Se veía que nunca habían asistido al circo. Prometía ser un acontecimiento importante en sus tiernas vidas.
 
El padre y la madre se encontraban al frente del grupo, sumamente orgullosos. La madre sostenía la mano de su esposo y lo miraba como diciendo: “Eres mi caballero con armadura brillante”. Él sonreía orgulloso y la miraba como si respondiera: “Así es”.
 
La encargada de la taquilla le preguntó al padre cuántos boletos quería. Él respondió con orgullo: “Deme por favor ocho boletos infantiles y dos para adultos”.
 
La encargada de la taquilla mencionó el precio.
 
La esposa del hombre le soltó la mano y bajó la cabeza; el labio del hombre empezó a temblar. El padre se inclinó un poco más cerca y preguntó “¿Cuánto dijo?” La empleada repitió el precio. El hombre no tenía suficiente dinero.
 
¿Cómo podría volverse y decir a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo?
 
Al ver lo que sucedía, mi papá metió la mano en el bolsillo, sacó un billete de $20 y lo dejó caer en el suelo (¡no éramos ricos en ningún sentido de la palabra!). Mi padre se agachó, recogió el billete, tocó el hombro del señor y dijo: “Disculpe, señor, esto cayó de su bolsillo”.
 
El hombre supo lo que sucedía. No pedía ayuda, pero en verdad la apreció en esa situación desesperada, angustiosa y vergonzosa. Miró a mi papá directamente a los ojos, tomó su mano con las suyas, la oprimió con fuerza sobre el billete de $20 y con el labio tembloroso y una lágrima rodando por su mejilla, respondió: “Gracias, gracias, señor. Esto significa mucho para mí y para mi familia”.
 
Mi padre y yo regresamos a nuestro coche y nos dirigimos a casa. Esa noche no fuimos al circo, pero no nos fuimos sin nada.
 
RESPONDE:
1. ¿Qué tipo de texto acabas de leer?
a) Expositivo.
b) Argumentativo.
c) Narrativo.
d) Descriptivo.
 
2. Uno de los valores predominantes en el texto es:
a) La responsabilidad.
b) La confianza.
c) El honor.
d) La solidaridad.
 
3. ¿Por qué el título del texto es EL CIRCO?
a) Porque los acontecimientos se suscitan en la boletería de un circo.
b) Porque se nos cuenta la historia de dos personajes que trabajaban en un circo.
c) Porque uno de los personajes trabajaba en un circo y perdió su dinero.
d) Porque el circo hace referencia a la realidad social en la que vivimos.
 
4. Podemos inferir que el narrador piensa que los niños de aquella familia nunca habían asistido al circo porque
a) Querían ver al payaso.
b) Estaban bien vestidos y todos formados de dos en dos.
c) Sus ropas eran costosas.
d) Estaban muy emocionados.
 
5. Se infiere que el término “acontecimiento” hace referencia a:
a) Noticia.
b) Suceso.
c) Castigo.
d) Periplo.
 
6. ¿Como se sentía la madre y el padre de aquella familia antes de comprar las entradas al circo?
a) Temerosos.
b) Muy orgullosos.
c) Inquietos.
d) Tristes.
 
7. ¿Qué hizo el padre del narrador cuando se dio cuenta de que a la otra familia no le alcanzaba el dinero para las entradas al circo? ¿Por qué crees que lo hizo?

 

 

 

 

 
8. Qué significa la última frase del texto: “Esa noche no fuimos al circo, pero no nos fuimos sin nada”. Explica tu respuesta.

 

 

 

 
9. ¿Qué alternativa es incompatible con el texto?
a) La encargada de la taquilla le dijo dos veces el precio al padre de la otra familia.
b) Todos los niños de la otra familia posiblemente eran menores de 144 meses.
c) El padre del narrador tenía mucho dinero por ello le resultó fácil ayudar al padre de la otra familia.
d) El padre y la madre de la otra familia se encontraban orgullosos.
 
10. Eduardo, después de leer el texto dijo lo siguiente: “Esta historia me pareció muy fantasiosa porque en la vida real nadie ayudaría así a las personas, al contrario, la gente siempre es indiferente”. ¿Qué le contestarías a Eduardo? ¿Por qué? Justifica tu respuesta.

 

 

 

 
 
SOLUCIÓN:
1C
2D
3A
4D
5B
6B
7.- Posible respuesta: Dejó caer un billete de 20 y se lo dio al padre de la otra familia diciendo que se le había caído. Lo hizo porque quiso ser solidario y empático con la otra familia.
8.- Posible respuesta: Significa que, aunque no fueron al circo, se fueron con la satisfacción de haber ayudado a quien lo necesitaba.
9C
10.-Posible respuesta: Le puede decir que no está en lo correcto pues generaliza la situación, ya que sí existe gente solidaria. Puede decirle que la historia busca justo que las personas indiferentes y que no son solidarias lo sean, etc.

APRENDE MÁS SOBRE EL CUENTO CON ESTE VIDEO: