domingo, 1 de febrero de 2015

Entrevista a Marcelo Nasra - Paolo Astorga

Entrevista a Marcelo Nasra


“El escritor de profesión no lo es: lo hace por oficio y se dedica a despachar kilómetros de palabras durante cierto período de tiempo. En cambio, no se puede ser un escritor artístico si no se es obsesivo en primer lugar, porque el artista no tiene otra opción que entregarse a la escritura, yéndole la vida en cada oración, en cada verso”.

Entrevista realizada por: Paolo Astorga


¿Desde cuándo comenzó a escribir? ¿Por qué?
Escribo desde mi infancia. Siempre tuvo algo mágico el hecho de construir realidades paralelas por medio de la palabra.

¿Qué es para usted ser escritor?
Decir que escritor es el que escribe resulta engañoso. Escritor es el que ha escrito algo de valor. Juan Rulfo es un escritor consagrado mundialmente que sólo tiene un par de obras. Otros han escrito muchísimo más y no lo son.

Cuéntenos sobre su vida, sus obras, sus proyectos, su actividad literaria.
Debo aclarar que por mi formación en primer lugar me considero músico, habiendo dedicando varios años a tocar en bandas, grabar algunos discos y difundir música con suerte dispar. En lo estrictamente literario, a comienzos de este año publiqué mi primera novela llamada “El espejo” y tengo planeado hacer lo mismo el año próximo con “Historias del barrio”, que es una colección de cuentos del género fantástico que trascurren en Barracas, un vecindario de Buenos Aires.

¿Cómo define el estilo de su narrativa?
Es difícil decirlo. Creo que se podría encuadrar dentro del neoclasicismo porteño.

¿Cómo ve la Narrativa de estos últimos años?
Mucho se ha hablado de la muerte del libro como objeto y hasta algunos extremistas han llegado a vaticinar la desaparición de la literatura. Lo cierto es que últimamente la producción literaria ha aumentado de manera considerable explorando diversos caminos.

¿Qué autores influyen en su obra?
Jorge Luis Borges, The Beatles, Fiodor Dostoyevski, Homero Manzi, Oscar Wilde, Marino Santa María, Woody Allen, Virgilio, Akira Kurosawa, Diego González Pardo, James Joyce, Picasso, Frederic Chopin, Dante Alighieri... y muchísimos más. Son artistas que encontraron gemas universales explorando dentro de la propia aldea.

¿Cree que el escritor es un ser obsesivo?
Depende de la clase de escritor que uno sea. El escritor de profesión no lo es: lo hace por oficio y se dedica a despachar kilómetros de palabras durante cierto período de tiempo. En cambio, no se puede ser un escritor artístico si no se es obsesivo en primer lugar, porque el artista no tiene otra opción que entregarse a la escritura, yéndole la vida en cada oración, en cada verso.

¿Cuál es el fin que desea lograr con la escritura?
Que me entrevisten.

Dentro de su producción literaria, ¿Qué obra elegiría usted por optar en una en especial?
Tengo dos: la primera es de carácter familiar y se llama “Mora”; la segunda, es “Parque Pereyra” y la elegiría porque al tratarse sobre una plaza donde yo jugaba en mi infancia, me sorprendió gratamente que un jurado español le otorgara algún mérito. Ambas son poesías.

¿Cómo ha cambiado su lenguaje a lo largo de los años?
Me gustaría creer que se ha enriquecido. Ya no miro televisión.

¿Es necesario que el escritor sea un hombre comprometido?
El escritor tiene que respetarse a sí mismo y a su obra. Jamás debe escribir para los demás. Lo primero que tiene que hacer antes de empezar una obra es conseguir un cesto y comprometerse a tirar por lo menos nueve décimas parte de lo que escriba. Una vez que la obra esté terminada, no pensar en su futuro: si es buena, los lectores aparecerán.

¿Qué libros nos recomendaría leer?
No me gusta hacer recomendaciones artísticas porque implican un juicio de valor. Soy partidario de la idea de que cada uno debe leer aquellas obras que le llaman la atención. En mi caso particular, decidí inclinarme por los clásicos porque a pesar de las legiones de críticos –en su enorme mayoría ya olvidados- que tuvieron a lo largo de generaciones, han podido resistir el paso del tiempo.

¿Qué hace antes de escribir?
Nunca planeo escribir. El acto de escribir es consecuencia de una necesidad impostergable de expresarme a través de la literatura. Lo que sí hago cuando empiezo, es comprometerme a terminar el proceso creativo, que a algunas veces culmina en una obra y muchas otras, en bollos de papel.

Cómo ve usted hoy por hoy la industria editorial? ¿Cómo autor qué soluciones le daría a este problema?
No conozco mucho sobre el tema, pero cuando hay necesidad el ingenio provee soluciones. Un ejemplo es el de Camila Berguier, una joven y extraordinaria narradora argentina que editó su primer libro de cuentos, a partir de establecer con mucho esfuerzo su propia editorial.

¿Cree en los concursos o certámenes literarios?
Mi soneto “Parque Pereyra” fue elegido finalista en el primer concurso internacional del Premio Caños Dorados, por lo tanto no puedo ser imparcial. No obstante, si bien estoy convencido de que los mayores premios de renombre se adjudican por cuestiones exclusivamente comerciales, creo que la mayoría de los demás son otorgados con honestidad a quienes lo merecen. 

¿Qué opina de las nuevas formas de difusión literaria por Internet como revistas literarias, blogs,  páginas sobre literatura, redes sociales entre otros?
Son más que medios de expresión. Realmente llegan crear manifestaciones literarias impensadas poco tiempo atrás, como las narraciones construidas desde las estructuras semánticas del chat; blogs donde conviven distintas formas de expresión, como el de la gran poetisa y fotógrafa Silvia Castro... entre otros. Somos testigos de una época vertiginosa y fascinante donde diferentes formas artísticas se funden creando otras nuevas.

Por último: ¿Desea agregar algo más?
Sí. Agradezco a la revista y a su editor, la gentil invitación a participar en este espacio y brindarme la posibilidad de conocer las obras de nuevos escritores. 


Sobre el autor:
Marcelo Nasra nació en Buenos Aires, Argentina en 1968. En 2010 publicó la novela “El espejo” (Editorial Dunken). Varias de sus obras han sido publicadas en diversos medios como Letralia, Revista  Cañasanta, OcioZero, NM, Vintén Editor, Revista Literaria Remolinos, Bajo los Hielos, Rincón del Tango, Revista Poe +, NGC 3660, Revista Nóumeno, Molino de Letras, El Cuervo,  Noticias literarias de América Latina y otros más. En septiembre de 2010, fue finalista del I Concurso Internacional de Poesía Caños Dorados (España).
Contacto: marcelo_soy_yo@yahoo.com.ar


"Trenes" de Roxana Crisólogo - Paolo Astorga

Trenes



Trenes
Roxana Crisólogo
(Ediciones El billar de Lucrecia, 2010)


“Las imágenes respecto a la naturaleza pueblan este poemario. El anhelo por conectar el mundo que se vive con el mundo que nos rodea construye un discurso que dispara las experiencias, la necesidad de explicarlo todo o por lo menos llenar de preguntas ese vacío que nos puebla”.


 Escrito por: Paolo Astorga



Trenes (Ediciones El billar de Lucrecia, 2010) de Roxana Crisólogo (Lima, 1966) nos adentra a un mundo donde la coloquialidad y la cotidianidad afloran con un estilo sobrio y reflexivo. Crisólogo intenta una poética del instante, del disparo de la memoria y la melancolía. Su poesía tiende a una narratividad fragmentaria donde los momentos son motivos para que la palabra genere el símbolo del viaje, del tránsito que entre asombro, relaciones y una profunda soledad, se nos va presentando como vida. El canto es siempre “como un tapiz de ahogadas voces/ en mi lengua” y es que estos poemas tienen la característica de la búsqueda o del encuentro. El ir como signo de descubrimiento se recrea en el lenguaje que aprisiona el tiempo y lo hace discurso de reminiscencias. Estar en otros lugares, en otros hemisferios y sentirse forastero, es allí donde la poesía no solo busca las expresividades, el escape de lo insustancial, sino el encuentro (el reencuentro) con la dualidad de los deseos y la memoria que lo dinamita todo, que no nos deja escapar de nuestras raíces.

una peruana en el tren
camino a Moscú
y el acicalado frío
de unos labios
que no necesitarán de palabras
el asomo graso desde la espuma
copiosa
de una cerveza
que me invita a un trago
y me hace pensar en ti
madre
y después de intercambiar
algo más
que algunas cervezas
tu nombre se me viene leeeento
como las músicas humildes
y de tus ojos vuelan palomas blancas
exactamente
como en el poema

quiero besar tu voz
tu voz
que canta en todas las ramas
de esta mañana

Las imágenes respecto a la naturaleza pueblan este poemario. El anhelo por conectar el mundo que se vive con el mundo que nos rodea construye un discurso que dispara las experiencias, la necesidad de explicarlo todo o por lo menos llenar de preguntas ese vacío que nos puebla. Por otro lado, el signo de la madre como reminiscencia de lo que se pierde con la distancia es patente y permite mezclar no solo el devenir de la vida y la ternura de lo amado, sino también, es un vehículo para reconocerse y repartirse en esos momentos que intentan ser reconocidos, asimilados, cantados. La poeta describe este viaje como una serie de puntos, como pequeños relámpagos que se funden para generar ese contacto con la patria y “la otra tierra” que nos acoge mostrándonos sus diferencias. El migrante es un ser que explora y añora, la poeta lo sabe por eso nos dice:

Aquí no se escucha cumbia
aquí no se escucha nada
y cada paso de baile es un cuento chino
una pisada de pies

una mezcla de tragos
y lo que los latinos
despreocupadamente
ordenan
y me hará volar

los latinos
el guetto de los colores
algunos
fugamos en el heavy metal
que se escucha como un idioma secreto
detrás del baño

los latinos
bailan algo parecido a este sótano
sin luz
algo más o menos cercano
a un desierto

Lo pausado, tan característico de la poesía de Crisólogo es un recurso para desmontar la cotidianidad que nos devora, que nos salta a la cara y nos somete con sus imágenes incitando a nuestros deseos y frustraciones. Y entonces, la poeta expurga su conciencia y su corazón. Las metáforas son en este libro recorridos de situaciones donde lo enigmático e íntimo se desnudan y mezclan generando una atmósfera melancólica. Los personajes que hace alusión la poeta giran en entornos dobles: por un lado el espacio europeo conlleva a una abstracción frente a lo extraño, lo nuevo, las costumbres ajenas, la vida “diferente” que apartan el discurso hacia ese otro lado donde se vive la miseria, la desigualdad, las injusticias, pero también la esperanza frente a las adversidades y el dolor: “no tenemos plata pero tenemos honor/ no tenemos carpetas pero cantamos/ el sol debe ser igual al oro/ que no se ve”. Es en ese estado, entre la miseria y la esperanza, donde la poeta puede lanzarnos sus imágenes. Un desdoblamiento, una duplicidad del que es oriundo y del extranjero que hace de la poeta un megáfono de voces insistiendo su decir, mostrando su propia magia, la vida misma:


me ha tomado más
de lo que hubiera imaginado
el camino de regreso
reunir las enseñanzas del paisaje

es un hecho
no hay tren
y de Pacasmayo a Chilete
ahora se viaja en bus
o a lomo de acémilas

aunque mi otro abuelo
el camionero
jure que un silbato de tren
arruina su sueño
no creí que fuera tan difícil
volver a empezar
darle vuelta a este desierto

recoger azúcar, querosene y velas
y repartirlas por
pueblos que parecen hacerse polvo
en las alturas
y que el sol
convierte en mecheros humanos

es lo que un arriero
acostumbra hacer
y no le queda más que el privilegio
de sus palabras

En suma, la poesía de Trenes es intensa, serenada, pero enigmática y sencilla. Hay en ella un desgarramiento, una sensibilidad agazapada en las evocaciones y los cuerpos que viajan uniendo las lejanas fronteras de la soledad y la imposibilidad de volver a beber de ese tiempo perdido. Esta es una poesía que intenta exponernos la observación más sincera de un mundo que se construye con fragmentos de vida, de tierra, de sudor y ternura, eminente ternura que nos deja sumidos en el hondo misterio de las palabras y la existencia.

domingo, 30 de noviembre de 2014

"Como una hoja drogada por el viento" de Michael Alberto Jiménez Melchor - Paolo Astorga

Como una hoja drogada por el viento


Como una hoja drogada por el viento
Michael Alberto Jiménez Melchor
Ángeles del papel, 2014


Como una hoja drogada por el viento (Ángeles del Papel Editores, 2014) del poeta peruano Michael Alberto Jiménez Melchor (Lima, 1981), nos presenta como tema central al amor como una vitalidad contemplativa. El símbolo amoroso en el poemario es muy parecido a un susurro o caricia. Poemas breves y sentenciosos buscan un efecto de toque breve pero intenso. Sin embargo, la fuerza de este brevísimo libro está en la utilización de sus simbologías. El volar es una de ellas. Volar es una especie de liberación, es un desprendimiento del peso angustiante de nuestra soledad, de nuestra propia vida. La creación es volar, volar es un medio para ir hacia donde se desea. Es la posibilidad de tocar lo deseado. Veamos:

he visto unos dibujos y empecé a volar
envidié los trazos que bailaron sobre el papel
quise ser un trazo de aquella hoja
dejarme llevar por el momento
reír con la tinta

Como observamos el poeta busca un desdoblamiento, un nuevo poder. El deseo es la libertad y la palabra misma que crea esa libertad. Los poemas de Michael son simples como el viento. Simples como un suspiro que nos deja en el corazón el sabor profundo de lo breve.

Otro de los símbolos que puebla este poemario es el de los gatos. Los gatos son lo enigmático, una metáfora que combina lo cotidiano con lo sensual en una mística del movimiento silencioso. El gato es el amante, pero a la vez, el silencioso misterio del placer. La búsqueda en el sigilo es la sorpresa de la unión.

hoy quiero trepar por la luna
llegar hasta tu casa
arrastrarte de la sombra
morder tu aliento
lamer tus suspiros
casarme con tu instante
llenarte el corazón de gatos.

Como vemos el poeta intenta emprender un viaje hacia la comunión breve pero intensa. El amor lleva siempre el signo de “completitud” en tanto intenta escapar de su soledad, de su angustia ante lo no poseído. Esto que nos presenta es tan antiguo como el mito de la media naranja. Observemos:

me treparé a la cola de un cometa
cabalgaré así hasta tu universo
dibujaré figuras estelares en el espacio
hasta convertirte en constelación.

Como podemos ver, el poeta siempre intenta un acercamiento para lograr una trasformación. La trasformación de lo amado es interacción. La interacción crea una única identidad: La unión y de allí, la satisfacción del deseo que lo mueve. Y es el movimiento un escape contra la ausencia, el movimiento emotivo hacia lo sensible se fundamentan en ese volar. Pero además, el poeta busca, recuerda, actúa, vive. La libertad es siempre azar, pero a la vez, una necesidad de encuentro. Este libro está construido bajo este influjo: el encuentro. Pero no un encuentro que se agota en lo corporal, sino es un encuentro cercano a una especie de comunión redentora.

me abrazo a las esquinas
repiten tu nombre los postes de luz
un perro me saluda desde algún techo
nuestro paradero está desaparecido
una banca de parque desdibuja tu sombra
ahora me llamas ausencia

La ausencia se vuelve repetitiva en las últimas partes del libro. La ausencia siempre es un estado desolado, vacío donde comunicar la frustración del placer perdido. Nuevamente un deseo de completitud nuevamente, ante la soledad, el dolor de la pérdida, el olvido.

desapareció
como quién no quiere respirar otra vez

Se fue lejos
como una hoja de árbol
drogada por el viento

Sin duda, Como una hoja drogada por el viento, es el testimonio vital de un ser que vive el amor como un ciclo, como un eterno retorno. La sencillez es el mejor estilo de Michael, lograr la condensación en la diáfana profundidad de sus versos que surcan el espacio como hojas drogadas en busca del cuerpo amado, de la unión absoluta.


Paolo Astorga


"Cultura combi" de Julio C. Benavides Parra - Paolo Astorga

Cultura combi



Cultura combi
Julio C. Benavides Parra
Ángeles del papel, 2014


Cultura combi (Ángeles del papel, 2014) del poeta peruano Julio C. Benavides Parra (Lima, 1977), nos muestra de manera directa e irónica el diario vivir dentro de ese monstruo de cuatro llantas llamado “combi”. El libro se propone generar un discurso poético que desentraña la violencia como único lenguaje posible ante la miseria de lo posmoderno. El medio de transporte se transforma en un verdadero averno, el simple abordaje de estos cacharros oxidados que fungen de nuestro diario transporte se transforman en el símbolo de toda una sociedad presa de sus frustraciones y miserias. El poema I, nos plantea desde el inicio su ánimo descriptivo de nuestra propia idiosincrasia:

Mi estómago
suena,
debo cenar al llegar y
un rompe muelle
me mueve el trasero.
Una música
tal vez cumbia
me hace doler la cabeza
en esta coaster asesina
solo tengo un sueño
llegar a casa.

Se me prohíbe soñar.

Como observamos el poeta nos retrata ese mundo urbano donde la angustia y el azar se transforman en violencia vital. En esta ciudad de “combis asesinas” solo se puede ensayar el sueño de los sobrevivientes. Y mientras la incomunicación se acrecienta, mientras la soledad y la necesidad de equilibrio solo son meros “sueños prohibidos” el poeta testifica su diario vivir en una sociedad desmoronada, mutante, radioactiva.

Aún no he llegado
ni a tu puerta
ni acariciar mi ventana
ni las horas azules
el viento me ventea la cara
y es abierta la puerta
espera una caída de
un fulano, zutano, más mengano
más las policiales
de un diario
el policía detendrá el auto
y yo digo en silencio
cierra la puerta
¡Carajo!

La violencia verbal, la corrupción y la informalidad han generado un estado donde la única verdad es la misma violencia, la indiferencia, sin embargo el poeta es un neorromántico, un ser melancólico que debe enfrentar en su cotidianidad a la angustia de lo que se va pudriendo, la destrucción de las ilusiones:

A pesar de tener
solo unos años
y tantas ilusiones
su mirada era triste
como el bolero del bar
como el cielo de Lima.

El poeta se enfrasca en una lucha entre lo ideal y lo real y eso le genera angustia, una necesidad obsesiva por querer retratar la ciudad y sus miserias. La soledad es el lugar de este poemario, la nostalgia de que la ciudad se enfrasca en su propio apocalipsis y que solo queda la incomunicación y la barbarie. Solo la ironía puede desprender a las moscas de la herida putrefacta, la ironía no es la cura, sino solo el espasmo de los moribundos. Pues:

Cada segundo y
paradero es hacer una mueca al destino
el subir en un auto en Lima
es una eterna ceremonia de despedida
y un canto a la vida
si se llega al destino final.

No morir en el absurdo, esa es la consigna del poeta. El discurso se centra en el escape de la muerte, la angustiante rehuida ante la desesperación, ante la insignificancia. Benavides, colma su poemario de imágenes ligadas a lo religioso, en tanto se ve cercano a la desaparición, convertirse en un occiso cotidiano, un cadáver que a nadie importa. Sin embargo la ironía matiza esa angustia ante la muerte:

Hoy no subí a la combi
no tomé ningún transporte
solo caminé
y en el nombre del padre
estoy salvado
y no tuve el corazón por la boca
y al no subir en el auto
ni la madre fue mentada
y el espíritu  que tal vez
quede en vilo
si me subo al carro
no fue invocado
y el crucifijo
que es vital
no fue necesario
hoy creo en Dios,
no subí en combi.

Como vemos esta travesía urbana por el transporte nacional es solo el preámbulo hacia una muerte tonta, estúpida. Benavides lo sabe, por eso el manejo de su lenguaje es llano, casi como una confesión maníaca contra las desgracias de nuestra sociedad presa de la paranoia y lindando con la esquizofrenia.

La vida “no vale nada”
dice la canción
espero llegar a casa
me cojo de mi asiento.

Y al final de este viaje accidentado, el humor es lo único que queda. Testimonio de ello es el Poema XXX que parte de las “dignas” huelgas de transportistas para a partir de ello, mostrarnos “el paraíso” sin las diabólicas combis. Veamos:

Hoy hubo huelga
de transporte público
no veré autos
que rugan y maten
transportistas que lanzan
vituperios e insultos
y ponen rostros
de locos de la pista
cobradores que cobran
a cada rato
y tanto humo sobre
mi cara
una pista repleta
tampoco veré
policías coimeros
ni semáforos con desperfectos
es un día como
hace mucho
no se veía
pista despejada
menos violencia
en la calle
y sin ráfagas de insultos
hoy sin transporte público
se puede andar
sin ser atropellado
parece un sueño
portada para un cuadro.

En suma, Cultura combi, se nos presenta como un molesto espejo de lo que es, vergüenza propia, nuestra sociedad. Informal y violenta. Aquella que se ha resignado a su tragedia diaria y se ha acomodado “como pueda” a su asiento sórdido y violento de cada día. El poeta es un cuerpo que sufre su angustia, pero también, un descriptor de ese cáncer muy de hoy llamado indiferencia.


Paolo Astorga


miércoles, 5 de noviembre de 2014

"Camping en el país de las maravillas" de Rebeca Urbina - Paolo Astorga

Camping en el país de las maravillas





Camping en el país de las maravillas
Rebeca Urbina
Carpe Diem, 2014


Camping en el país de las maravillas (Carpe Diem, 2014), de la poeta peruana Rebeca Urbina (Lima, 1983) nos introduce desde un discurso descriptivo y confesional a un mundo plagado de nostalgia y simbologías de la vida cotidiana. Existe en cada poema una reflexión frente a las cosas y su significado a partir de la interacción con las mismas. Esta interacción hace que los poemas de Rebeca se conviertan en oberturas existenciales donde cada experiencia perfila el mundo interior y configura una conciencia integradora. La primera parte del libro Casa en el árbol, se nos muestra desde las experiencias del mundo familiar de la infancia. La intimidad es un signo explorado a lo largo de este apartado. La intimidad es un lugar para extraer la textualidad de la poesía. Un ejemplo de ello es el poema “Arché” donde el nacer se nos presenta como una experiencia angustiante pero asombrosa, un arrojo al mundo como una forma simbólica de iniciación, donde el mundo es, al fin y al cabo, un encuentro con el azar que construimos y del que, paradójicamente, intentamos huimos.

¿Con qué derecho me exiliaron al escalofrío?
Tomaron fotografías sin hablar con mi agente
¿Por qué ponerme de cabeza y darme palmaditas?
Exponerme desnuda en una caja de cristal
Esto es un rapto. No cabe duda.
No sé dónde estoy ni adonde iré a parar
No sé si volveré a ese hotel de cinco estrellas
Rompieron el camino frente a mis ojos.

Esta travesía poética nos muestra una serie de escenas donde la poesía es esencia de las reminiscencias, del recuerdo que es frugal y efímero. Sin embargo, su vitalidad radica en la exploración de las cosas que rodean esos recuerdos. El cuestionamiento, la reflexión que acrecienta los significados. Por otro lado los poemas alternan dos realidades: la realidad real donde los objetos y los deseos se mueven en un mundo de desesperanza, frustración y desilusión y en otro mundo fantástico, donde la inocencia se sostiene en la ignorancia, en la majestuosidad de la pureza, que sin embargo, crea un choque, una ruptura entre el conocimiento y la frustración de los deseos. Un ejemplo  es el poema Turbulencia.


Tengo ocho años y un soplo al corazón.
Nos lo dijo el doctor de bigotes antes del viaje a Cusco.
Yo lo sabía hace tiempo, pero nunca dije nada.
La primera vez que lo sentí tenía cinco años
Mamá metió mis juguetes en cajas
“dale un beso a tu papá”
Besé su cachete mojado y sentí el aire frío
en la garganta   en el corazón   en la barriga.
En el taxi volvió el soplido: “tu papaya no te quiere”
Yo empecé a golpearlo con mi puño para que se calle
Un domingo en casa de papá vi a una señora de pelo teñido
y sentí como si una corriente helada me estuviera arrancando
el corazón.
Felizmente no lo logró, no sé dónde conseguiría otro.
Algunas noches en el camarote el corazón empieza a silbarme.
Yo lo sobo suavecito para que no despierte a mamá.
Mis padres dicen que los problemas son cosas de grandes.
Yo creo que son como soplos al corazón.

La ficción, la fantasía, funcionan como elementos mágicos frente a la cruda realidad que nos hace entender la vacuidad de nuestra existencia. La poeta lo sabe, por ello, nos muestra esas heridas en un ánimo de formarnos una imagen de las vivencias íntimas y salvarlas de la desolación a través del lirismo. Expresar con la metáfora la vida familiar, sus matices, contraposiciones y belleza. Un ejemplo de ello es el poema “Fotografía de alcoba familiar” cuyo lenguaje está muy relacionada a la de la poeta Alessandra Tenorio en Porta / Retrato, un mirar hacia atrás con ojos de nostalgia donde la experiencia vital es una veta para la creación poética frente a las iniquidades del presente.

En la siguiente sección denominada Del amor y otros estropicios, el discurso se configura más cercano a las relaciones amorosas y a la frustración como materia para la creación. El amor es un escape, un estado de antisoledad. Poemas como “Parque Kennedy” nos muestran las primeras experiencias amorosas y su frustrante brevedad. El amor como un anhelo inhallable, como violencia y conocimiento, son para la poeta instantes donde la palabra se hace cumbre y necesidad:

Leía a solas en una banca del parque y sentí que alguien se acercaba.
Apenas levanté la mirada, ya estaba a mi lado.
Un gato con larga cola a rayas y mirada desafiante.

Había muchas personas en el parque leyendo, dibujando, riendo, pero me eligió a mí.
Había muchos gatos en el parque, retozando, durmiendo, maullando, pero entre todos lo escogería a él.

Los primeros minutos se mostró receloso, daba pequeños pasos por la banca, ojeaba mi libro como si no le interesara, se erizaba en señal de alerta.
Poco después empezó a acurrucarse en mis piernas, a lamer mis codos y hasta a rascarse con desesperación, tirándome encima sus pulgas. No lo regañé, si aceptaba sus ojos hipnotizantes, también aceptaba sus plagas.

Intercalaba la lectura de mi libro con los planes a corto plazo: Cómo convencería a mi madre para que lo acepte en casa, en qué parte de mi cuarto podría dormir, si le gustaría más la leche entera o la descremada.

De pronto sentí frío y volteé a acariciarlo. El bellaco ya no estaba ahí. Me había abandonado con imperceptible frialdad. A lo lejos lo vi contornearse seduciendo a su próxima víctima.

Veleidosos son los gatos y sus apegos, pero siempre habrá suficientes en el parque.

En la tercera y última parte denominada Archipiélago, el discurso se centra en la pérdida de la inocencia y la insatisfacción ante el dolor y el tiempo. La incomunicación y la frustración son motivos de los poemas que aquí se presentan. La soledad y las miserias, temas que se tocan en este apartado, expresan la naturaleza y la vida que discurren como música suave por el verbo. Sin embargo, es en esta parte del libro donde hay un despojo de la metáfora entreverada y se abre paso a un tono muy profundo y confesional. Quizás el poema mejor logrado de este apartado es “Marina”, donde podemos observar a modo de suma poética la necesidad de darle un significado a la vida y al tiempo. Vemos que en la confesión, en la narración de lo vivido, se nos muestra la belleza y su arrogante veleidad.


Entre la arena
busco las curiosidades marinas
más perfectas. Mis manos se pierden,
se ensucian, se refugian. Son muchos corales
y tengo sólo dos manos. Los revuelvo. Los escojo.
Los estrujo. Los desprecio. Los pierdo. Sé que no
puedo estar eternamente mezclada con el mar.
La orilla me llama, me mira, exige mi regreso.
Cedo a su imponente autoridad. Cojo mis
riquezas y emprendo el doloroso
camino sin mirar atrás. La perla preciosa sigue escondida en la arena.


En suma, Camping en el país de las maravillas es un poemario muy original y con grandes cuotas de lirismo. Una invitación al disfrute y a la reflexión desde una filosofía de lo cotidiano. Es un libro vivo y con una gran luz que intenta hacernos rememorar ese tiempo que no vuelve, sino que se reconstruye  interminablemente en nuestros gastados corazones.



Paolo Astorga


"El infierno está lleno de memoria" de Charly Martínez Toledo - Paolo Astorga

El infierno está lleno de memoria



El infierno está lleno de memoria
Charly Martínez Toledo
Kovack Editores, 2014


El infierno está lleno de memoria (Kovack Editores, 2014) del escritor peruano Charly Martínez Toledo (Lima, 1984) es un conjunto de cuatro cuentos donde la intensidad narrativa radica en la intimidad de sus personajes. Charly Martínez logra profundizar en la psicología de sus personajes que lindan con lo bizarro y la melancolía existencial. Desde su primer libro Las púas y otros cuentos, ha ido construyendo un universo narrativo donde la frustración, el fracaso y la exploración del cuerpo como discurso se confrontan con una realidad alienante y desgarradora.

En el caso de El infierno está lleno de memoria, el autor nos propone el siguiente derrotero:

El primer cuento llamado “Confesión” nos muestra una revelación dolorosa y traumática de lo bizarro. El protagonista sufre la tragedia personal de no poder controlar sus desordenes estomacales. Esto hace que su modo de vida se vea afectado por un profundo absurdo que ha ido mermando su mente hasta hacerlo esquizoide y solitario. La marginación es, en este cuento, una forma de mostrar el dolor profundo de la existencia; una lucha entre la normalidad y la anormalidad que generan una profunda marginación y fracaso.

“Mirkala”, es un cuento que tiene como locus la tensión pasional y el amor que se nos muestra como una posibilidad, como una psicología de la seducción. El cuento es un fluir del erotismo como discurso, como contemplación, como deseo inevitable de la unión de los cuerpos. A lo largo del cuento inferimos que Mirkala es el símbolo del amor ardiente que luego se transforma en performance amatorio. Por otro lado Mirkala se presenta en la narración como una identidad ambigua que se perenniza impredecible frente al placer y la soledad de la miseria.

Siguiendo una línea parecida se nos presenta “Réquiem por una princesa”, un cuento con una gran influencia ribeyriana. Es la historia de la miseria del amor frente a la frustración y la profunda desolación. Josué, un cándido muchacho que se enamora perdidamente de Letea, se enfrenta ante lo inevitable, ante el desgaste de las relaciones, ante la ignominia y la incomunicación. El cuento es un largo fluir hacia el abandono, una sinfonía in crescendo de la devastación, del desamor. El tiempo y las confrontaciones, las lejanías y contradicciones acrecientan la frustración para decantar en la pérdida total de lo deseado, para dar paso a la eterna melancolía.

Y por último tenemos a “Wenceslao”, un cuento muy intenso donde la ternura y la violencia son constantes manifestaciones frente una realidad que condena a la desidia y a la indiferencia; a la marginación y la invisibilidad. Wenceslao, es un personaje al que se lo ha abandonado desde la infancia. Miembro de una familia destruida solo tiene un único refugio: la literatura. La sensibilidad y el deseo de crear una alternativa a su realidad, un paraíso artificial, lo llevarán a su propia destrucción. La soledad y el amor son espacios donde nuestro héroe transitará hasta dar con la violencia de los marginados, de los que viven en la destrucción misma del infierno personal.

En suma, estos cuatro brevísimos cuentos de Charly Martínez Toledo, intentan de modo intenso y reflexivo, mostrarnos esa herida cotidiana que es vivir. El amor, la soledad y esa necesidad de encontrarse en la felicidad o por lo menos ser aceptado frente a los otros que nos anulan, son temas vitales en la narrativa de Martínez. El énfasis de este narrador es, sin duda, mostrar con toda la sordidez posible la condición humana de seres tan efímeros, derrotados y deteriorados como nosotros mismos.



Paolo Astorga


lunes, 13 de octubre de 2014

"Desde la montaña grito tu nombre" de Gloria Mendoza Borda - Paolo Astorga

Desde la montaña grito tu nombre


Desde la montaña grito tu nombre
Gloria Mendoza Borda
Lluvia editores, 2013

Desde la montaña grito tu nombre (Lluvia editores, 2013) de la poeta Gloria Mendoza Borda (Ciudad del lago, 1948) nos envuelve desde los primero versos en una atmósfera donde todo comunica, donde lo espiritual es referente y conexión. Los poemas de Gloria tienen una fuerte raíz andina y esto se observa de manera patente, pues podemos captar en cada poema recorrido, una voz que construye un diálogo que no parte de lo posmoderno, sino que se interioriza en la comunión con la naturaleza que entrega sus secretos, su necesaria magia en un mundo signado por el caos. El poema siempre es un nosotros, una necesidad de unión con lo comunal. La naturaleza y el hombre son uno solo y el flujo es movimiento de vida y creación, allí donde el dolor, la soledad y la pérdida son a la vez parte de un ciclo vital, pues:

desempolvando la miel de los balcones
asumo la dimensión de fuego
heredad de historia en lengua de las montañas
en lengua de río en lengua de poeta.

La poeta es la que grita su canto, el canto vivificante hacia la naturaleza que es al fin y al cabo la madre o bastión de todo lo que vive. Es el centro de la reflexión, la conexión mayor. La matriz. El símbolo por antonomasia de la naturaleza como elemento vivo y en constante movimiento es la montaña, es decir, aquel elemento andino que tiene la tutela de un pueblo pues controla desde la geografía, clima, hasta la misma idiosincrasia de un pueblo y sus formas de actuar respecto a la naturaleza. La montaña es el apu, es el dios que protege y que habla, que canta. Por eso el canto de Gloria es un canto que linda el agradecimiento y el asombro, la totalidad de lo que, aunque cotidiano y simple, guarda un secreto que une, solidariza y hermana.

están los campesinos emparentándose
con los cielos y la muerte entre los vivos

nevado horizonte furia desesperanza
agonía de desheredados
a pesar de todo
sois los dueños absolutos de las montañas

dueños del espacio sideral dueños de los árboles y los pájaros
dueños de la leche recién ordeñada / dueños del trigo
y la pureza de las flores.

Una inmensa ternura puebla todo el libro y desnuda una voz que ha logrado reconocer el verdadero ciclo de la vida: la naturaleza como totalidad que aunque venza la muerte, aún la historia y la vida persisten como manifestaciones de la naturaleza vivificada, animada y protegida por el enigmático personaje aymara de Martina que permite la travesía, el necesario encuentro con todas las sombras y las evocaciones.

SEÑORA TRISTEZA
Buenas noches mama Martina acompañada de yatiris
de la lluvia en agonía entre triste trinos
luego de relámpagos de las penas cotidianas

corola deshecha madre tierra entre pólvora y voces

en este movimiento de lava y piedra
sentimos flechazos de pájaros salvajes
en nombre de la inocencia humedecida por lejanos sueños.


La poesía de Gloria Mendoza es una poesía desprovista de oscuridad. La luz es su signo más patente, la búsqueda y la descripción del universo natural. Es a partir del discurso poético que se puede pintar la vida y captar su valor trascendente, la eternidad de los momentos:

EPÍSTOLA PRIMERA

Charco de tierra destruyo la voz del olvido luego del diluvio
acuérdate que existen ovejas en copos de nieve
la trenza airada de mama Martina y la  canción
de la sacerdotisa implorando no al aullido de los perros
no a la boca viperina si a la ruda sí al romero si a las rosas

escucha poeta la estación termina
y las cosas que dejaste
las calles donde las esquina son faros
el cielo multiplicando sus astros
la sonrisa la muerte/ aún todo está intacto.


En suma, Desde la montaña grito tu nombre, es un canto a la vida y a la eternidad de la poesía. Gloria nos demuestra con un estilo agradable y profundo una necesidad por reivindicar, por darle una voz a sus experiencias y sobre todo mostrar ese deseo por perennizarse en la naturaleza viva y en movimiento.




Paolo Astorga

"Ars memoriae" de Miranda Merced y Lynette Mabel Pérez - Paolo Astorga

Ars memoriae




Ars memoriae
Miranda Merced y Lynette Mabel Pérez
Verde Blanco Ediciones, 2014

Ars memoriae (Verde Blanco Ediciones, 2014) de las poetas puertorriqueñas Miranda Merced y Lynette Mabel Pérez, es una travesía por la memoria y los recuerdos de la infancia y la adolescencia, donde el amor y la ternura se mezclan con la indiferencia y la violencia. El libro se nos va presentando como pequeñas estampas de momentos vividos donde cada poema nos va dejando su lirismo y complejidad. Por ejemplo en el poema “En un susurro”, nos encontramos ante el discurso de un bebé antes de nacer. A modo de diario observamos cómo un acto tan natural como la evolución en el vientre se transforma en un hermoso discurso poético que mezcla la ternura y la unión de dos vidas mientras revivimos nuestro propio nacimiento. Veamos este fragmento:

Mi cabeza se aplasta contra el ojal. Mi lecho seguro, mi universo, me expulsa de sí. ¡Madre, ayúdame! Otras voces me rodean. Todas suaves, parecidas a la de ella. La confortan. Ella susurra: "Lariii, larariru ruriruuuu, laariii, laaaa". El golpeteo rítmico se apacigua. El ojal se abre. Las paredes me empujan hacia él. Mi cabeza se acomoda a un túnel estrecho, resbaloso, poderoso. Trato de abrir los ojos, de agarrarme a algo. El viaje ya comenzó. Me deslizo. Susurra el mantea. Las mujeres cantan con ella. El túnel comienza a liberarme poco a poco, primero la cabeza, giro un poco, siento que algo me sostiene con fuerza, que me hala mientras el túnel me libera. Ahora el pecho. El recorrido se acelera. Me desata. Extiendo mis brazos. Me siento sin sostén. Ya no me rodea la tibieza. Me abruma el frío, el ruido, la falta de sostén. Me desespero. Un dolor agudo me penetra, entra por mi boca, llega a mi centro, me duele, me duele el centro. Una presión extraordinaria se apodera de mi interior, me siento estallar, escucho un llanto agudo. Soy yo. El llanto libera la presión. Trato de abrir los ojos, pero una brillantez me ciega... Y escucho su voz.

El libro está escrito con fragmentos de recuerdos, con partes de momentos de vida. Cada poema refleja un aprendizaje, el asombro del conocimiento, de la identidad en el mundo. Pero también es en ese viaje hacia las raíces de la infancia lo que hace reconocer las primeras experiencias tristes y dolorosas de la vida que siempre, nos dejan el mensaje de nuestra fragilidad y el reconocimiento de la realidad. Con grandes atisbos de lirismo podemos mapear estas experiencias en el poema “Resurrección” donde un acto tan humano como ir al baño, para un infante, se convierte en una odisea épica que deja su halo transformador de la fantasía en realidad. Veamos:

No pienso en gritar, cada movimiento está enfocado en la salida. Mis pies tratan de apoyarse en la resbaladiza pared. Se deslizan. Mi rostro golpea contra el concreto. No dejo que mis manos suelten las piedras donde me apoyo. Un frío intenso se adueña de la atmósfera. La fetidez cede ante un aroma intenso. La piel se eriza en el momento que siento una enorme mano sosteniendo mi trasero. Es una mano, no tengo duda. Por unos instantes me siento perfectamente acomodada dentro de la palma, siento cómo me aúpa, me acerca al borde de la pared. Me agarro de la fisura, apoyo un pie en el espacio abierto, luego el otro, extiendo mis manos hacia la salida, me impulso. Siento la mano cerca, no la miro, pero la percibo en espera de que salga del peligro, aunque ya no me sostiene. Asomo la cabeza por el hueco frente al inodoro. Me sostengo en los codos. Trepo una pierna, luego la otra, vuelvo a impulsarme. Temblorosa, salgo a la luz, a la libertad detrás de la puerta. Oigo las voces, mi padre llama mi nombre con una voz ronca, intestinal, una voz que sale de un lugar más profundo que la garganta. Mi madre llora. Me levantan. Veo cómo me bañan contra una pared inclinada. Estoy en el lavadero. Huelo a jabón azul, a King Pine. El agua fría se lleva el miedo junto con los excrementos que me cubrían. Las manos pequeñas de mi madre, que en nada se parecían a la que me había elevado en el oscuro foso, estregaban mis oídos, mi pelo, mi cara.
Trató de asegurarse de que no quedara ni un indicio del evento. Pero el jabón no pudo lavar mi memoria profunda, tal vez por eso nunca me gustó Alicia... Porque su país no era el de las maravillas.

Como vemos el libro propone un viaje hacia la infancia como una forma de catarsis, como una forma de reconstruir las identidades, pero además, devela el deseo por mostrar todas las facetas posibles de la infancia ida y, como es de esperarse, el juego es la filosofía de la infancia. Jugar es un signo de liberación, de creación. Ante lo doloroso siempre hay ternura y en la ternura aparece el claroscuro del placer de la infancia, allí, donde el juego es la dictadura del asombro mientras los recuerdos fluyen y se hacen eternidad:

Mis manos tapan mis ojos, me recuerdo jugando a las escondidas, riendo, suavemente, mientras cuento. Uno, dos, tres y allá voy, abro los ojos, quito las manos de mi cara, corro, ando de prisa; voy en busca de mi infancia…

Y en suma este libro es un mapa para observar el crecimiento. Mostrar experiencias universales y a la vez tan íntimas y cotidianas desde un discurso que apela a los sentidos, a la necesidad de las imágenes reminiscentes. Este libro es una llave para el retorno a un tiempo detenido, un tiempo de glorias y derrotas, un tiempo nuestro donde las mejores experiencias, lo que nos permite estar vivos hoy, existió quizás en un solo beso.

Deseaba ¡tanto! conocer el amor. Rebuscarme en la mirada de ese otro ser que se reconocería en mí. Soñaba con el abrazo de ese hombre enamorado. Fantaseaba con su mirada y el campanillear de las estrellas acompañando el beso, ese primer beso que me haría flotar, para el cual me había preparado desde que me supe niña.

En suma Ars  memoriae es un libro muy intenso, donde el esplendor y la luz de la vida se muestran en toda su amplitud. Un libro de retorno y de necesidad. El arte de la memoria siempre es, al fin y al cabo, la humanidad en su pureza y pasión.



Paolo Astorga